Si alguien nos explicara que significa el
concepto de “piloto”, en el cuestionado
proyecto de mejoramiento o adecuación de un pedazo de playa, entonces todos
entenderíamos y hasta de pronto quedaríamos más tranquilos. La literatura
especializada establece que: la prueba piloto es aquella práctica de
investigación, en donde se prueba la metodología, la muestra, la
funcionalidad de los instrumentos, el análisis de los datos y la
viabilidad del proyecto. Es decir, nos vamos a gastar los 7000 millones, para
ver si podemos arreglar una playa, ver si funciona, tomar datos y entonces si,
dependiendo de los resultados arreglamos el resto?
Los cartageneros somos
buena gente y hasta ingenuos, pero tan pendejos no somos. Por favor Alcalde,
pongámonos de acuerdo. Con los 7000 millones
se va a adecuar un pedazo de playa, al estilo de los balnearios
modernos, con toda su infraestructura y comodidades y san se acabó, ese es el
proyecto. Así que el piloto nos lo explica con mas calma. O será que el piloto
es realmente lo que viene después, es decir, la forma como va a usarse y
operarse la playa? Díganos la verdad. El piloto es entregársela a un privado
para que la opere, la explote comercialmente, por supuesto, regule mediante
cobro y control de acceso su uso y disfrute? Porque si esa es la idea, de una vez
se lo digo y créame que encarno el sentimiento de la mayoría de los
cartageneros: eso “ni por el putas” va a ocurrir.
Y tienen razón quienes
esto piensan y en ese grupo me incluyo, al ver el desmesurado interés del
ministro en el proyecto y su reacción de
frustración y rabia, cuando el concejo y un importante grupo de ciudadanos, se
pronunció en sentido contrario a sus pretensiones. Descubrió el agua tibia el
Ministro: nos dijo que si no lo hacíamos como el quería, la plata se iba para
otro lado. Como si esto fuera nuevo y no estuviéramos acostumbrarnos a ver
pasar la plata, de la costa al interior y del oriente al occidente. No
ministro, no nos asusta. Con su plata o sin ella, Marbella seguirá siendo
Marbella, como lo ha sido durante cientos de años: la playa por antonomasia de
los cartageneros, un sitio emblemático de nuestra cultura del disfrute y
encuentro dominical, pobre pero honrado. El último reducto que sobrevive al afán explotador y a la rebatiña descarada de
quienes, al mejor estilo del sátrapa del maestro, lo único que les falta por
vender, es el mar.
Privatizar la playa de
Marbella es algo así como privatizar la Plaza de Bolívar en Bogotá o el Parque
de Berrio en Medellín. Estos son sitios inescindiblemente ligados a la vida de
un pueblo, a su devenir cultural y a sus mas puras tradiciones. Es miope y
simplificador pensar que Marbella no es mas que una posible fuente de negocios
y un atractivo turístico de segunda. Marbella es la esencia del pueblo
cartagenero. Es el sitio sagrado donde el célebre “Tiburón de Marbella” se
batía cuerpo a cuerpo con los tollos atrevidos, que irrumpían los domingos en
medio del gentío. Es el escenario de leyenda donde Bernardo Caraballo, Mario
Rosito y Mochila Herrera, noquearon a 19 maleantes, que intentaron desnudar a
una espectacular cachaca, enloquecidos por las sugerencias de su bikini
minúsculo. Es el balneario mítico donde Nena Daconte y Billy Sánchez de Ávila,
se tropezaron con el amor desaforado que los marcó para siempre y es, nada mas
ni nada menos, que la playa mágica donde las parejas de cartageneros inventaron
el “pase de la chaza”, una técnica amatoria acuática que le dio la vuelta al
mundo y se impuso en todos los balnearios de moda.
Hace tiempo lo dijimos: el
gobierno no tiene ningún interés en hacer inversiones en Cartagena y solo aquello
que hagan los privados, o tenga algún atractivo para ser adjudicado a estos,
será considerado dentro de sus planes de inversión. No se explica de otro modo
la reculada del ministro, cuando le dijeron que debía consultar con el pueblo
cartagenero la decisión sobre hacer una “playa piloto”. Los cartageneros
debemos acostumbrarnos a este trato injusto y discriminatorio y estar atentos y
preparados para el día en que una generación de los nuestros, deba sacrificarse
por defender lo que nos pertenece. El señor Ministro y el Alcalde de turno, no
tienen que preocuparse por construir, para ver operar, una playa piloto privatizada,
no es sino que se den una vuelta por el Hotel las Américas y ahí la encontrarán
en todo su esplendor.
Artículo publicado el 31 de Octubre de 2012
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