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lunes, 11 de marzo de 2013

¿Y donde está el piloto?


Si alguien nos explicara que significa el concepto de  “piloto”, en el cuestionado proyecto de mejoramiento o adecuación de un pedazo de playa, entonces todos entenderíamos y hasta de pronto quedaríamos más tranquilos. La literatura especializada establece que: la prueba piloto es aquella práctica de investigación, en donde se prueba la metodología, la muestra, la funcionalidad de los instrumentos, el análisis de los datos y la viabilidad del proyecto. Es decir, nos vamos a gastar los 7000 millones, para ver si podemos arreglar una playa, ver si funciona, tomar datos y entonces si, dependiendo de los resultados arreglamos el resto?

Los cartageneros somos buena gente y hasta ingenuos, pero tan pendejos no somos. Por favor Alcalde, pongámonos de acuerdo. Con los 7000 millones  se va a adecuar un pedazo de playa, al estilo de los balnearios modernos, con toda su infraestructura y comodidades y san se acabó, ese es el proyecto. Así que el piloto nos lo explica con mas calma. O será que el piloto es realmente lo que viene después, es decir, la forma como va a usarse y operarse la playa? Díganos la verdad. El piloto es entregársela a un privado para que la opere, la explote comercialmente, por supuesto, regule mediante cobro y control de acceso su uso y disfrute? Porque si esa es la idea, de una vez se lo digo y créame que encarno el sentimiento de la mayoría de los cartageneros: eso “ni por el putas” va a ocurrir.

Y tienen razón quienes esto piensan y en ese grupo me incluyo, al ver el desmesurado interés del ministro en el proyecto y su reacción  de frustración y rabia, cuando el concejo y un importante grupo de ciudadanos, se pronunció en sentido contrario a sus pretensiones. Descubrió el agua tibia el Ministro: nos dijo que si no lo hacíamos como el quería, la plata se iba para otro lado. Como si esto fuera nuevo y no estuviéramos acostumbrarnos a ver pasar la plata, de la costa al interior y del oriente al occidente. No ministro, no nos asusta. Con su plata o sin ella, Marbella seguirá siendo Marbella, como lo ha sido durante cientos de años: la playa por antonomasia de los cartageneros, un sitio emblemático de nuestra cultura del disfrute y encuentro dominical, pobre pero honrado. El último reducto que sobrevive  al afán explotador y a la rebatiña descarada de quienes, al mejor estilo del sátrapa del maestro, lo único que les falta por vender, es el mar.

Privatizar la playa de Marbella es algo así como privatizar la Plaza de Bolívar en Bogotá o el Parque de Berrio en Medellín. Estos son sitios inescindiblemente ligados a la vida de un pueblo, a su devenir cultural y a sus mas puras tradiciones. Es miope y simplificador pensar que Marbella no es mas que una posible fuente de negocios y un atractivo turístico de segunda. Marbella es la esencia del pueblo cartagenero. Es el sitio sagrado donde el célebre “Tiburón de Marbella” se batía cuerpo a cuerpo con los tollos atrevidos, que irrumpían los domingos en medio del gentío. Es el escenario de leyenda donde Bernardo Caraballo, Mario Rosito y Mochila Herrera, noquearon a 19 maleantes, que intentaron desnudar a una espectacular cachaca, enloquecidos por las sugerencias de su bikini minúsculo. Es el balneario mítico donde Nena Daconte y Billy Sánchez de Ávila, se tropezaron con el amor desaforado que los marcó para siempre y es, nada mas ni nada menos, que la playa mágica donde las parejas de cartageneros inventaron el “pase de la chaza”, una técnica amatoria acuática que le dio la vuelta al mundo y se impuso en todos los balnearios de moda.

Hace tiempo lo dijimos: el gobierno no tiene ningún interés en hacer inversiones en Cartagena y solo aquello que hagan los privados, o tenga algún atractivo para ser adjudicado a estos, será considerado dentro de sus planes de inversión. No se explica de otro modo la reculada del ministro, cuando le dijeron que debía consultar con el pueblo cartagenero la decisión sobre hacer una “playa piloto”. Los cartageneros debemos acostumbrarnos a este trato injusto y discriminatorio y estar atentos y preparados para el día en que una generación de los nuestros, deba sacrificarse por defender lo que nos pertenece. El señor Ministro y el Alcalde de turno, no tienen que preocuparse por construir, para ver operar, una playa piloto privatizada, no es sino que se den una vuelta por el Hotel las Américas y ahí la encontrarán en todo su esplendor.

Artículo publicado el 31 de Octubre de 2012

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