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domingo, 27 de septiembre de 2020

ÍDOLOS DE BARRO

Hace algunos años, Cartagena de Indias, como cosa rara, también fue pionera en el extraño ritual de destruir monumentos, algo que por estos días se ha puesto de moda. Recuerdo que un señor enloqueció y levantó a física mona, una placa instalada en homenaje a Edward Vernon, el mismo que sitió a Cartagena y que acuñó una moneda con don Blas de Lezo ante el arrodillado.

 

Este acto del “hombre mona”, como llamaron al señor, fue aplaudido a rabiar por los cartageneros contrarios al homenaje y, obviamente repudiado por los promotores del monumento. Fue tanta la notoriedad alcanzada por el destructor, que muy pronto fue candidatizado a ser alcalde de la ciudad de Cartagena, algo por demás, completamente viable y posible, si nos atenemos a los resultados de nuestras últimas elecciones.

 

Sea aceptable o reprochable, la destrucción de monumentos, lo cierto es que parece que el detonante de la acción, es el conocimiento que se tenga, o se descubra, de que tan malo fue el personaje en sus tiempos de gloria. Asimismo, más allá del análisis mediático, frívolo y señalador, lo cierto es que el fenómeno ha sido constante a lo largo de la historia y casi siempre relacionado, con situaciones en que la sociedad ha ido acumulando tensiones en relación a pueblos o grupos tiranizados y discriminados por razones económicas, ideológicas, raciales, sexuales, de distinta índole.

 

Las estatuas de Leopoldo II, el célebre macrogenocida del Congo, de Edward Colston, responsable del tráfico de mas de 80000 mil africanos, de Cristobal Colón y del General Confederado, Jefferson Davis, todas decapitadas, arrastradas y destruidas, son apenas un pequeño ejemplo de que este temita no es nuevo y tiene sus orígenes remotos en la maldad y la injusticia. Otras de más calibre, también fueron objetos de destrucción, tales  como las de, Lenín, Husseín, Voltaire, Rousseau y Victor Hugo, estas últimas destruidas durante la ocupación de Francia por los Nazis, en el régimen inolvidable de Vichy.

 

Por último debo mencionar los “estatuicidios” de Chile, en los que Baquedano, Valdivia, Aguilar y Menéndez, también pagaron su tributo a la ira popular, y en donde los despojos de sus monumentos, fueron llevados a la lejana Punta Arenas y colocados a los pies de la estatua del indio Patagón, sitio que en adelante se convertiría en lugar de peregrinaje.

 

Hoy, que parece que en Colombia inauguramos la era de las protestas contra los monumentos, lo menos que podemos hacer, es tratar de analizar el fenómeno, sus razones y sin razones, especialmente en estos tiempos convulsionados en que la olla a presión está que estalla. Hay que entender que los monumentos no solo tienen una relación histórica, sino que además pueden estar revestidos de una condición altamente política, que bajo las tensiones correspondientes, pueden ser tomados como elementos de desahogo en la protesta social. Lo peor es seguir trabajando en los síntomas y  no en las raices, o como dicen por ahí: buscando la calentura en las sábanas.

 

Para los que temen que algún día  los cartageneros iracundos, cansados de tanta vulgaridad e ineptitud, decidamos arrancar de cuajo nuestras viejas murallas, les cuento que ya hace algún tiempo un alcalde lo intentó sin éxito. Lo que si disfrutaríamos mucho, sería ver caer los muros de la infamia de: Melillas entre marruecos y España; Suhafat que encierra a los Palestinos en Jerusalem; entre Estados Unidos y México, en el desierto de Arizona; el que separa las dos Koreas y  el que mantiene encerrados a los romaníes indios en Baia Mare, Rumania.

 

Por lo pronto, evitemosle a nuestros nietos y bisnietos la contrariedad y el trabajo de, en un futuro, tener que destruir las estatuas de barro de esta generación, de líderes mediocres, marionetas empolvadas, dirigentes de pacotilla,  que hoy nos gobiernan y que por un imperdonable error electoral, les hemos  permitido profanar con perraterías y payasadas de circo barato, nuestros sagrados ámbitos de  historia y democracia. De nosotros depende entonces, rectificar y escoger los mejores líderes en el presente, para que nuestros descendientes no sean convocados a destruir ídolos de barro en el futuro.

 

Muletilla: El lenguaje escatológico usado por nuestro alcalde, para explicar el uso del tapabocas, es el apaga y vamos. Como quien dice: ¡Va en caída libre!


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

domingo, 20 de septiembre de 2020

EL EFECTO MARIPOSA

Bien complicada la situación en el país y la ciudad. Un problema sucede al otro, una noticia es más grave que la anterior y, prácticamente, nos estamos acostumbrando a vivir en un permanente estado de zozobra, hasta el punto en que, los más pesimistas ya afirman, que estamos perdiendo la capacidad de asombrarnos.

 

Me recordaron estos días aciagos al físico y meteorólogo Edward Lorenz, quien, sin querer queriendo, durante un experimento muy serio, descubrió las leyes que rigen el caos y elaboró una teoría según la cual, si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande, a corto o medio plazo. Este proceso que ocurre debido a la existencia de las leyes del  caos y que, obviamente nadie le entendió, el lo concretó mas adelante, ante un gran auditorio, con un sencillo ejemplo que en adelante se conocería como el Efecto Mariposa: “El aleteo de una mariposa en Brasil, puede generar un huracán en Texas”.

 

El 3 de marzo de 1991, Rodney King, un taxista afroamericano de Los Ángeles, fue brutalmete golpeado por 4 policías blancos después de una persecusión de varios kilómetros. El video de la actuación policial tomado por un aficionado le dio la vuelta al mundo y generó los seis días de disturbios y vandalismos más grandes en la historia de los Estados Unidos. Se estima que se perdieron entre 50 y 60 vidas, y unas 2.000 personas fueron heridas. Los daños materiales rondaron entre 800 y 1000 millones de dólares. Hubo aproximadamente 3600 incendios, que destruyeron 1100 edificios, produciéndose en algunas zonas una llamada a los bomberos cada minuto. Unas 10000 personas fueron arrestadas. 

 

Este ejemplo y lo que viene ocurriendo en nuestro país, son explicaciones prácticas y reales del conocido Efecto Mariposa: un pequeño hecho aislado, como ahora los llama el gobierno, tiene la posibilidad de amplificarse y convertirse en una verdadera tragedia nacional. Lo grave de todo este asunto es que, en lugar de evitar el aleteo de la mariposa, nos desgastamos tratando de explicar y buscar los responsables del huracán. En lugar de corregir las pequeñas causas nos la pasamos peleando y luchando contra los grandes efectos.

 

Esto es propio de las organizaciones dirigidas bajo el signo de la incompetencia,  con pobre planificación, y carentes de líderes estructurados y con un verdadero compromiso de respeto por la institucionalidad, el Estado Social de Derecho y los Derechos Humanos. Los últimos hechos ocurridos en el país y en la ciudad, son una muestra contundente de que no estamos dando pasos en la dirección correcta. Que el caos, la iniquidad y la desmesura, son nuestra vocación dominante y ya forman parte de la canasta familiar,  de ese día a día sombrío, en el que nos despertamos con la incertidumbre de saber si, para cuando llegue la noche, estaremos vivos.

 

Una época convulsionada como la que vivimos exige de profundas reflexiones por parte de todos, pero muy especialmente de las personas a quienes les hemos confiado nuestra representación y la dirección del país y de nuestra ciudad. No es de recibo que nuestros líderes sigan solazandose en el discurso absurdo de si la paz es mejor que la guerra, o si la violencia es mejor que la justicia y el respeto a los derechos humanos. No podemos seguir siendo la sociedad ensimismada e indolente que poco o nada le importa, como nuestra ciudad se hunde irremediablamente en el pantano de la ineptitud y el desgobierno.

 

La renuncia de Alexa, cuando ya no resistió los maltratos, es apenas el aleteo de la mariposa. 


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

lunes, 14 de septiembre de 2020

DETALLES DE PANDEMIA

La pandemia de Covid 19, entre otras tantas cosas, ha servido para sacar a flote un sin número de talentos escondidos y novedosos de los colombianos y me imagino que, de gentes de todas las latitudes. 

 

Los cartageneros, obviamente, no somos la excepción y cada día que pasa nos sorprendemos con un nuevo invento, un nuevo negocio o un plantecito, como le dicen algunos. La cachaquera refinada del altiplano habla, por supuesto, de “emprendimientos” o de “reinventarse”, aunque ya hay quien afirma estar mamado de las palabrejas.

 

Creo que los más atrevidos son aquellos que, de la noche a la mañana, se convirtieron en estrellas de video. Es increíble la cantidad de “en vivos” que se anuncian a toda hora y de todos los temas: la gente perdió la pena para enfrentar la cámara y aunque todavía algunos “cancanean”, ya se les ve soltura y dominio de temas tan variados como: las charlas motivacionales, las sesiones de baile, zumba y aerobics, o las “inmondables” arengas políticas y religiosas, de los inefables líderes de todos los pelambres.

 

También es de admirar la gran cantidad de organizadores de “Webinars” (neologismo aparatoso para seminario en la web) y foros virtuales y la gran cantidad de panelistas y moderadores que vamos a tener post pandemia. Es innegable la ventaja de la virtualidad en cuanto a la economía en lo organizativo y logístico, aunque se echa de menos la interacción personal, las redes de relaciones personales, comerciales y políticas que se establecen y la pantalla que se da en los seminarios en vivo. De todas maneras, es de destacar la tenacidad y compromiso de estos foristas virtuales para salir adelante, a pesar de las interrupciones del zoom, las caídas del internet y por supuesto, los apagones de Electricaribe.

 

Quizá las iniciativas que más llaman la atención en esta época de encierros, son las que tienen que ver con los rebusques que se están dando desde las propias cocinas de las casas: usando sus propias instalaciones domésticas, la gente ha comenzado a inventarse rebusques tan prometedores, como la fábrica de animalitos de caramelo de Úrsula Iguarán. 

 

Cada día vemos como surgen creativas y necesarias empresas, para estos tiempos del cólera moderno y como las redes sociales, antes dedicadas al perrateo y el carro familiar, otrora elemento de lujo y comodidad, se han convertido en efectivas y productivas herramientas de trabajo, en la publicidad de los productos y en los repartos a domicilio. Sé de una familia que vende 150 pasteles semanales, unos jóvenes que asan y reparten 120 pizzas artesanales, cada fin de semana y otra familia que desenterró y está comercializando en la ciudad, los excelentes sueros “atolla buey” del Carmen y los sabrosos quesos de capa de Mompox. Todo esto acompañado de nuevas panaderías y fábricas de postres caseros, preparados con las viejas recetas de las abuelas.

 

Aunque no falta el salado que ya le puso el “ojo de pato macho” a los nuevos empresarios, diciendo que todo esto no es más que suerte de principiante y que una vez finalizada la pandemia se acabarán estos negocitos, lo cierto es que los productos  son en su mayoría, novedosos, poco o nada ofrecidos por el comercio local y con la ventaja de los precios muy cómodos y la entrega a domicilio, algo en lo que el comercio tradicional aun está muy atrasado. 

Todas estas iniciativas, por cierto, muy bien organizadas, se vienen gestionando sin la participación de entidades estatales de promoción de PYMES y con recursos personales. He aquí un buen campo de acción para los líderes de apoyo estatal a la micro y mediana empresa.

 

Por ahora para este fin de semana les recomiendo: pastel del Tafé, queso y suero de Alcides, y postre de Rochi. Para los demás hay Pizzas de Mr. Rick.

 

¡Pilas Gobierno, que comenzó la reactivación y ni siquiera se han dado cuenta!


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

miércoles, 9 de septiembre de 2020

¡GOBIERNO DE VERDAD YA!

Una de las más conocidas y aceptadas leyes del Dr. Murphy es aquella que establece que: “Toda situación por mala que sea, es susceptible de empeorar”. Esta frase lapidaria y tenebrosa, parece, sin embargo, como hecha a la medida para los momentos que vive el país y la ciudad.

 

Acosados y preocupados por regresar a la normalidad perdida, o por lo menos por salirnos de las arenas movedizas de la pandemia, hemos comenzado a tomar medidas de todo tipo y calibre, casi sin estudio, planeación y consulta y ahora poco o nada sabemos de lo que nos depara el futuro inmediato. Metidos en un pantano de suposiciones, conjeturas, decretos y contra decretos, no sabemos a ciencia cierta cual será el próximo paso y casi sin darnos cuenta hemos comenzado a recurrir a ese Dios de Colombia, al del preámbulo de la Constitución, para que una vez más nos de una manito.

 

Con los primeros sustos de la peste, hicimos actos de contrición y hasta nos atrevimos a decir que esta plaga había llegado para ayudar al medio ambiente, hacernos reflexionar sobre lo bueno y lo malo y como un mensaje de la necesidad de ese cambio que debía realizar la humanidad, en pro de la paz, de los menos favorecidos y del fortalecimiento de nuestra espiritualidad. Pura carreta: Todavía no ha pasado el susto y ya estamos peleando de nuevo por las mismas y por las nuevas pendejadas, que nos inventamos día a día, para no dejarnos quitar el título del país más peleador y mas desigual del mundo.

 

Dijimos que después de la crisis nada sería igual y, efectivamente, parece que esto si se va a cumplir: casi seguro que todo será peor. Aprovechamos la pandemia para tomar decisiones que, muy seguramente dejarán sus huellas y sus consecuencias, por mucho tiempo. Con varios millones de empleos perdidos, varios miles de negocios quebrados y varios cientos de miles de seres queridos muertos, el panorama no puede ser más desolador. Claro que se complica aun más, si la platica de la pandemia se la giramos a una empresita panameña, si aprovechamos para legislar a favor del sistema financiero y en contra de los trabajadores y si las masacres de colombianos aumentan en forma exponencial, aunque les cambiemos el nombre. Lo más grave de todo es que, mientras medio país disfruta y apoya, el otro medio sufre y llora. 

 

Pero si en el resto del país llueve, por acá por los lados de Cartagena, no escampa. Después de 8 meses, seguimos esperando que el nuevo gobierno arranque. Quisiéramos creer que durante los meses de aislamiento y lucha contra el virus, se trabajó en forma paralela en la estructuración de esos planes estratégicos tan importantes y tan necesarios, sobre todo en estos momentos, en que vencer la inercia de la pandemia, será un trabajo de muchas exigencias, de muchos sacrificios y de muchos liderazgos.  Con la crisis ya en declive, con la corrupción en retirada y con un equipo de colaboradores de primer nivel, no vemos, que nos impide dar ese salto cualitativo hacia el progreso. Esa es la esperanza de los cartageneros.

 

No podemos quedarnos cruzados de brazos a esperar que vengan de Bogotá a decirnos que debemos hacer y a que nos traigan las migajas que quedan, luego de que las otras cinco grandes ciudades planifican, gestionan y se desarrollan. Como decía el poeta López, no podemos seguir en la edad del folletín.

 

Los enredos de la pandemia son un verdadero problema, pero si a esto le sumamos la falta de planes y dirección para salir adelante, tenemos que creerle al Dr. Murphy: Las cosas pueden empeorar.



https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

viernes, 4 de septiembre de 2020

¿DONDE ESTÁN LOS LÍDERES?

Parece que los estrictos controles, decretados por el gobierno a raíz de la pandemia, tocan a su fin. Claro que no precisamente porque hayamos derrotado al virus y las cifras indiquen que lo peor ha pasado y que podemos respirar tranquilidad, apoyados por un Estado efectivo, organizado y estratégico.

 

No. El confinamiento acaba por cansancio. Porque ya nadie soporta el tedio de una vida estática, varada en la historia, en la que hemos perdido la noción del tiempo, olvidado los recuerdos mas queridos y las incertidumbres del futuro. Acaba porque nos mamamos de los discursitos ridículos de nuestros gobernantes, de los decretos locos de cada día y de los resultados de las pruebas que nunca llegan, a menos que sean las realizadas a Uribe.

 

El confinamiento acaba porque nos aburrimos de andar con las manos pegajosas del antibacterial, olorosas a alcohol barato de borrachos, y de los tapabocas tirados por todos lados y que luego nos volvemos a poner. Nos aburrimos de los Webinars, de los “en vivo” y de los foros virtuales, en los que ahora todos somos expertos. Nos cansamos de las curvas que no se aplanan, del pico y cédula que nadie cumple, de los millones de especialistas en Covid 19 y de la pelotera de los gobernantes discutiendo sobre quien ha sido el mejor manejando la crisis, cuando en realidad, la crisis los manejó a ellos.

 

A lo mejor algún día, cuando ya unos estén vacunados con la vacuna de la izquierda y otros con la de la derecha, y estén los del centro esperando a ver, cual es la que mejores resultados da, para vacunarse con esa, recordaremos esta época y hasta nos reiremos de lo pendejos que hemos sido. De creer en un virus que nadie vio y en unas cifras que nadie comprobó. De pararles bolas a unos gobernantes que no saben “por donde va tabla” y de dejarnos estafar pagando unos impuestos que nadie sabe para donde se fueron. Afortunadamente, los médicos no le creyeron a nadie y se dedicaron con alma, vida y sombrero a hacer bien, lo que saben y juraron: Salvar vidas.

 

Quizá, la vida vuelva a la normalidad, menos en Cartagena de Indias, la ciudad de los espejismos, en donde ya echamos de menos, disfrutar de sus soles bravos, sus brisas locas y sus aguaceros atravesados. Para esa época ya el alcalde habrá presentado su enésimo libro blanco y con la popularidad por el suelo, le habrá tocado dedicarse a hacer el populismo barato que seguramente aprendió de los malandrines que tanto combate. La foto cargando el niñito, las capturas de ladronzuelos en la madrugada, los saltos arropado con la bandera, y la visitadera sin motivos, son premios de consolación, sucedáneos artificiosos, de la gestión de gobierno que nunca comenzará.

 

Lo peor es que nadie sabe como vamos a salir del laberinto y, mas grave aun: nadie está haciendo nada, para retomar el más incierto de los futuros que hayamos enfrentado.  Con una clase política arrinconada, unos entes de control asustados y una dirigencia acomodada, con el pedacito que les tocó, la ciudadanía díscola y terca, sigue apoyando débil e ingenuamente al Quijote desorientado. Mientras tanto, los vientos de revocatoria suenan cada vez más fuertes y los 27 precandidatos alistan los trastos, para la nueva faena electorera que se avizora prometedora y como para alquilar balcón.  

Sea que lo quiten o que se vaya o que lo revoquen, lo cierto es que la gente, cada vez con mayor énfasis, se hace la pregunta del millón ¿Y donde están los líderes? Claro que no preguntan por esos líderes de agenda bajo el brazo, amarrada con el cauchito. Preguntan por líderes inspirados, preparados, estratégicos, no precisamente de esos que se la pasan haciendo gala de una verborrea esnobista y pedante y hablando de los mismos cinco proyectos que llevamos 30 años manoseando.

 

No hay que olvidar que siempre será mejor comenzar a andar ese futuro desconocido, que quedarnos lamentándonos en este presente miserable.

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https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright