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domingo, 26 de septiembre de 2021

ASÍ NOS VEN

Le preguntaba a Javier, un amigo que vive desde hace muchos años en Europa, sobre ¿como se ve el país desde el otro lado del charco? Esta es una pregunta pendeja, que casi siempre se nos ocurre, cuando hablamos con alguien que se fue de Colombia   y tiene la posibilidad de ver el país desde afuera y, de pronto, con la óptica y el análisis de otros medios, más objetivos y menos comprometidos.

 

Tuve el cuidado de hacer la pregunta a un colombiano, más informado de nuestro día a día, y de nuestras ocurrencias, que a un europeo de esos que creen que un loro es un “gallino verde”. De entrada, me di cuenta que la pregunta lo había cogido descuidado y, lo peor, era más difícil de responder de lo que yo podía estar pensando.

 

Se quedó pensativo, sonrió, se pasó la mano por una barbita repelente que se había dejado para “meter monos”, y, finalmente, comenzó bajito y lento: lo primero es que yo creo que, … somos menos importantes de lo que piensan esos cachacos que se las pican de intelectuales, porque se la pasan escribiendo bobadas en twitter. No es que en Europa vivan todo el día pendiente de nosotros. Hazte cuenta de que tu vas a Maldivas y una persona de ese país te pregunta, ¿como ven a Maldivas desde Colombia? 

 

Inicialmente pensé que me estaba mamando gallo: ¿como así? Si somos un país excepcional.  Con todos los pisos térmicos, con costas sobre dos océanos, con la más grande biodiversidad en flora y fauna, y con infinitos recursos hídricos. Y eso que, ¿no vale? Si tenemos el mejor café suave del mundo, el segundo Himno Nacional más bello, después de la Marsellesa, deportistas destacados y dos Nobeles, el Carnaval de Barranquilla y la ciudad amurallada de Cartagena, Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. 

 

El amigo miró mi cara de asombro y remató con contundencia: tu sabes que en el mundo hay mas de doscientos países. ¿Por qué carajos van a estar en Europa, pendientes de Colombia? Luego, ya mas relajado, anotó: claro que eso no quiere decir que, a veces no haya noticias de Colombia. Si las hay, pero las noticias de escándalos, o desastres, o las metidas de patas de los gobernantes y, poco a poco, comenzó a reírse, mientras miraba con deleite la Pizza Bianca de Mr. Rick, que le habían servido.

 

Como cuando el presidente llegó a España y les dijo a los Reyes, que Álvaro Uribe les mandaba saludos. Se acordaron de nosotros y hablaron de Colombia varios días. Eso fue muy cómico y la gente se burló mucho, sobre todo cuando se filtró que, en secreto, el presidente le había dicho al Rey, que Andrés Pastrana, también lo recordaba mucho. O como cuando el presidente echó el cuento de los siete enanitos, en la sede de la Unesco en Paris, para explicar el tema de las siete “ies” de la economía naranja. Los franceses se divirtieron mucho, a pesar de lo amargados que son.

 

A estas alturas del partido, ya mi amigo no paraba de reírse y disfrutar, entre bocados de Pizza, que comía con la refinada técnica de los neoyorquinos, doblando los triángulos por dos esquinas e introduciéndolos en la boca por el ángulo restante. Siguió con su larga lista de embarradas y nos sorprendió, que, en ese tipo de informaciones, estuviera tan bien documentado. 

 

Continuó sin parar con otros cuentos colombianos, como cuando el embajador en un país de alto calibre, al que le dicen pachito, dijo que el plato típico colombiano, que más le gustaba, era el Taco Mexicano. Nos informó que a ese señor en España le dicen, “el embarrador”. Y por supuesto, no podía faltar el cuento de la caída de la vicepresidenta y, los últimos, que aun se comentan de la fabricación de monedas enchapadas en oro para conmemorar el gobierno y la feria del libro de Madrid, en la que no llevamos libros, sino hamacas y mochilas.

 

Después se puso serio y mencionó las cosas más duras y que generaron más críticas: el engaño que se trató de montar en las Naciones Unidas, donde se hicieron acusaciones, con unas fotos falsas, la forma como se reprimió y asesinó a muchos de los participantes en las sentidas protestas populares, en oscuros hechos en los que fuerzas del Estado y civiles participaron y, sin olvidarse del asesinato de un presidente en Haití y de dos de los grandes escándalos en contrataciones, como el de Odebretch y, el que aun está caliente, de los setenta mil palos  de Min TIC, que se esfumaron sin saber leer ni escribir.

 

Menos mal, que terminó de comerse su Pizza acompañada de una Kola Román y comenzó a hacer preparativos para marcharse. Nos miró y remató: pero relajados, tu sabes que todas las familias tienen su esqueleto en el closet. Los medios europeos, son expertos en esas noticias de cosas raras.

 

Finalmente se fue y desde la calle concluyó: pero yo creo que de la vaina de Colombia que más se habla, es del Sombrero Vueltiao y siguió riéndose mientras desaparecía.

 

P.D. Parece que la Procuradora por fin se dio cuenta, del despelote que tienen armado por estos lares los neo malandrines. No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.


Cartagena, septiembre 26 de 2021.


 

 

 

lunes, 20 de septiembre de 2021

ENCENDER UNA VELA

Como ha ocurrido, casi invariablemente, en los últimos 12 años, Cartagena sigue siendo el hazmerreir y la comidilla obligada de todo el país. Cuando no son los desplantes y salidas cantinflescas de nuestros alcaldes, son las actuaciones desviadas y ventajosas de algunos personajes, que se hacen los locos, con tal de pasar la fiesta en cueros.

 

Nuestro sistema democrático electoral ha permitido que, sistemáticamente, se elijan al primer cargo público de la ciudad, unas personas con muy buenas intenciones, con grandes habilidades histriónicas, con mucha popularidad y reconocimiento en algunos sectores y, finalmente, con destrezas para lograr alianzas, respaldos y apoyo, de algunas casas, con buena experiencia en el manejo del mercado de votos.

 

Estos elementos, sin excepción, han ido unidos a una inveterada ausencia de competencias para la planeación y la programación de actividades, objetivos, estrategias y metas, en cuanto a la estructuración del desarrollo sostenible y continuado que una ciudad necesita. También ha sido notoria en estos funcionarios, una carencia estructural persistente de conocimientos básicos y prácticas afianzadas, en cuanto a la gestión de lo público y las relaciones de coordinación, complementariedad y subsidiaridad, con el resto del departamento y los sectores clave del gobierno central, que aportan importantes soportes y recursos del orden nacional, destinados a las regiones.

 

Complementan sus falencias con debilidades sustanciales, en el manejo de sus relaciones con su equipo, con las autoridades locales y nacionales y en general con la ciudadanía y el talento humano que, bajo determinadas circunstancias, pudiera apoyar su gestión y complementar, con asesoría adecuada, algunas de las insuficiencias mencionadas.

 

Todas estas son las causas remotas e inmediatas de que la ciudad lleve mas de una década, sometida a la más grande inestabilidad administrativa e institucional, que jamás se hubiera visto y al retraso sistemático en el desarrollo de proyectos vitales para su modernización y adecuado crecimiento, que respondan a las expectativas del ciudadano y a las necesidades que demanda su, cada mas mayor, superpoblación.

 

Sin pudor alguno, repetimos el ciclo vicioso de acoger a unos personajes pintorescos, dizque disruptivos y con un discurso atrevido y prometedor, pero sin sustento programático alguno y sin que, siquiera, muestren las más mínimas credenciales que indiquen que no se trata de charlatanes, fanfarrones y que tienen las competencias, para enfrentar el reto que supone gobernar una ciudad compleja, pobre y llena de problemas estructurales como lo es la heroica.

 

Después de elegidos estos mandatarios, igualmente repetimos el ritual, ya por todos conocido, de darles un compás de espera, de permitirles que “pongan en orden  la casa”, que presenten el plan de desarrollo y, muy rápidamente, comienzan a escucharse los primeros pregones de los defensores de la embarrada, acusando a la ciudadanía impaciente, de no haber dicho nada frente a otras administraciones, de ser cómplices y participantes en la situación de la ciudad que ya viene mal desde otros gobiernos y, lo peor de todo, prácticamente obligando a quienes muestren su contrariedad ante las falencias del nuevo gobierno, a callarse y dejar que la situación empeore cada día más.

 

Obviamente, la ciudadanía no las tiene todas consigo, ni mucho menos dispone de elementos conceptuales metodológicos, que le permitan, de un simple vistazo, identificar racional y eficazmente  al mejor candidato y, por lo general, termina permitiendo que la emoción prime sobre la razón, que el pálpito y la corazonada, gobiernen al análisis y finalmente la decisión y el voto, terminan siendo una lotería, en la que el seleccionado será el que parece menos malo, o el más carismático, o el que nos convence de castigar a los demás, responsables de todo lo malo que viene pasando, que no es otra cosa, que el resultado histórico de nuestras malas elecciones.

 

Que otras ciudades muestren, consistentemente, realizaciones continuas de desarrollo, cambio y mejoramiento, indica a las claras que, si es posible elegir buenos líderes, estructurados, con vocación de servicio y formación en el manejo de la cosa pública y la puesta en marcha de procesos estructurales, para realizar las reformas y los proyectos que necesita la ciudad.

 

Que nuestra ciudad lleve varias décadas, sin que se realice un proyecto serio y estratégico, que cada vez se empobrezca más y que la nota predominante en nuestra agenda pública, sea el desgreño, el escándalo y el deterioro sistemático de nuestra infraestructura y nuestros recursos naturales, es un indicador contundente de que algo debemos estar haciendo mal.

 

La defensa a ultranza de estos personajes nefastos para la ciudad, que, después de 10 años perdidos aun se ve en algunos sectores, no es más que la demostración palpable de nuestra tozudez histórica y de lo irreflexivos que hemos sido, frente a los sucesivos procesos fracasados.

 

Ante los desastres evidentes que venimos viviendo, defender lo indefendible, con argumentaciones acomodaticias y rebuscadas, puede ser una forma de tranquilizar nuestra conciencia y aquietar los egos heridos, por los errores cometidos, pero no el mejor camino hacia la generación de los fenómenos de liderazgo y unión, que estamos requiriendo con urgencia.

 

Que la próxima oportunidad que se nos presenta, sea el momento propicio para asumir con seriedad el compromiso ciudadano de elegir bien, razonada y responsablemente. Al mejor estilo de Confucio: “llegó la hora de encender una vela, antes de seguir maldiciendo la oscuridad”.


Cartagena, Septiembre 20 de 2021

domingo, 12 de septiembre de 2021

ECOS DE LA DEMOCRACIA

Dicen que la primera vez que el recién elegido Primer Ministro inglés, el laborista Harold Wilson, se entrevistó con la Reina Isabel II en 1964, se excusó por tener que someterla a su presencia, la cual el sabía, que no era agradable para ella.

 

Wilson le aseguró que el comprendía su malestar, ya que su antecesor, un conde jugador de cricket, el conservador Alec Douglas-Home, a quien ella sin duda prefería, era un hombre fino, de cuna noble y excelentes modales, mientras que el, solo era un campesino ordinario, sin pergaminos y sin clase social.

 

La Reina, que siempre ha tenido una respuesta enigmática, altiva e inteligente para todo, lo miró de lado, como los loros, y le aclaró sin compasión: “Es mi deber no tener preferencias”. Wilson, que era un come callado de siete suelas, la tranquilizó diciéndole que no se preocupara, ya que “tener preferencias era muy humano” y se aprovechó, rápidamente, del ligero titubeo de la Reina, para soltarle la primera pedrada sobre sus ideas liberales y de cambio, que tanta repercusión tendrían posteriormente en el Reino Unido y en la vida de los ingleses y su Reina.

 

Pero en realidad, las prevenciones de la Reina, iban más allá del simple hecho de que Wilson fuera un corroncho, que no supiera defenderse en la mesa con los cubiertos. El veneno estaba en el terror que le había metido el mampolón Felipe de Edimburgo, su marido o príncipe consorte, quien no bajaba al pequeñito Wilson de malandrín comunista, que tarde que temprano instalaría una guillotina en Trafalgar Square, para mocharle la cabeza a toda la realeza.

 

Era tanto el pavor que les causaba el progresista Wilson a los aristócratas ingleses que, en 1968, liderados por el inefable Louis Mountbatten, último Virrey de la India, primo de la Reina y tío de Felipe, se cranearon una conspiración para tumbar al Primer Ministro incómodo, acusándolo de agente encubierto de la KGB rusa. El temita hubiera seguido si no es porque tienen la mala idea de presentárselo a la Reina, argumentando que el golpe de estado era necesario, para preservar la constitución y la democracia, que se encontraban en riesgo por las medidas liberales del comunista agazapado, que era Wilson.

 

La Reina, una vez más les demostró, no solo su talante de gobernante correcta e inconmovible, sino que además les dejó claro quien era el que llevaba los pantalones en el reino. Con su cara brava y su tonito sarcástico les advirtió: “preservar la democracia, es dejar que ese señor termine su gobierno y después elegir uno mejor”.

 

En realidad, la conspiración era un embeleco inútil de desocupados, ya que, hacía rato que la Reina, secretamente, y a veces en contra de sus asesores y familiares, apoyaba y admiraba a Harold Wilson, quien fue uno de los líderes que más reformas sociales hiciera en un país harto de los conservadores, del caos que habían provocado, de que la vivienda estuviera disparada, de las revueltas raciales, de los escándalos sexuales o el déficit anual. Nada de eso, ni siquiera la discutida eliminación de la pena de muerte, impulsada por Wilson, fueron   barreras para que su relación con la monarca fuera excelente, a pesar de las reticencias iniciales. 

  

Esta historia que, aveces parece una novela, en realidad nos muestra algunas de las cosas que siempre han acompañado al aconmodaticio concepto de democracia, y a la más acomodaticia forma en que cada sociedad, cada gobierno, lo ha manejado y lo maneja. Era el propio Churchil quien decía que: con lo mala que era, la democracia, aun así, era el menos malo de todos los sistemas políticos. No es de extrañar entonces, que una Reina, que fue una de sus grandes admiradoras, siendo la jefa de la más grande y pesada monarquía del mundo, tuviera la claridad de comprender, que la democracia, a su manera, radicaba en el poder del pueblo de decidir, cada determinado tiempo, por los mejores, para que lo hicieran mejor.

 

La democracia colombiana, algo vapulaeada y vilipendiada, también, a su manera, nos brinda esa brillante oportunidad que, a veces, desaprovechamos pendejamente. Cada 4 años debemos llenarnos de la clarividencia de los grandes pensadores, de los grandes líderes y comprender que, es la única oportunidad que se nos presenta de ejercer nuestro poder ciudadano, de decdir inteligentemente y de generar esos procesos de cambio, que a cada rato pedimos, sin saber que somos nosotros los principales artistas en ese reparto.

 

Cada persona un voto: es la mejor definición de la universalidad del voto popular y del derecho democratico a participar en política, a decidir y a  actuar informada  e inteligentemente. Solo así podemos cumplir a cabalidad nuestra función ciudadana y ser verdaderos líderes del cambio.

 

Fue tan grande la camaradería entre la Reina y Wilson que cuando este cumplió su promesa de renunciar al cargo de primer ministro, al cumplir 60 años, la reina bajó de su pedestal y viajó hasta el famoso 10 de Dawning Street, casa y oficina del Primer Ministro, para acompañarlo en la cena de despedida, algo que solo ha hecho la Reina dos veces en su vida. Obviamente, la otra vez fue cuando se fue Churchill.

 

P.D: La democracia también consagra la posibilidad de revocarle el mandato a los alcaldes flojos. En ese caso, no tenemos que esperar los 4 años, eso es de una.


Cartagena, septiembre 12 de 2021

sábado, 4 de septiembre de 2021

UNA OPORTUNIDAD BRILLANTE

No se si en otras regiones pasará lo mismo, pero lo cierto es que, en Cartagena y Bolívar, con muy contadas excepciones, casi no se observan campañas de candidatos al congreso y, a escasos seis meses de las elecciones, encuestas y opinadores conceptúan que habrá muy pocos cambios en los nombres de quienes nos representarán. Esto es, según ellos, a pesar de todo, elegiremos a los mismos, con las mismas.

 

Lo cierto es que las campañas al congreso son bastante diferentes, al menos por estos lares. Casi nunca hay una gran preocupación por la presentación de una propuesta programática, así como también se nota muy poco esa dinámica electoral del contacto directo con el elector, quien, finalmente será el que deposite el voto y decida a los nuevos elegidos. En realidad, hay otras cosas, consideradas vitales, que concentran la atención de los aspirantes.

 

Aunque de una forma un poco oportunista y desviada, resurge una especie de partidismo, prácticamente olvidado en otros procesos, representado en lo que llamamos respaldos políticos, largamente negociados y perseguidos en todo tipo de reuniones, en las que se cree que la suma y resta de votos que pone cada jefe o grupo, prácticamente define quienes serán los elegidos, con una menor consideración a la decisión o a la intención popular. Aunque suene dramático y resignado, hay que admitir que este puede ser el proceso que ha permitido, históricamente, que casi siempre se elijan los mismos, que se elijan personas en cuerpo ajeno y que los votos pertenezcan a determinadas familias o grupos por siempre y se endosen, hereden o negocien.

 

Otro elemento, que poco a poco se ha ido convirtiendo en más importante, que el mismo contacto directo con el elector, es el famoso Aval, o el conseguir que un partido político con personería jurídica, respalde la inscripción en sus listas del posible candidato. Este engendro electoral, que hace muy importantes a los partidos  en tiempos de candidaturas y que, prácticamente, los ha convertido  en empresas de tramitación y distribución acomodaticia de avales, es otra de las deficiencias estructurales perniciosas de nuestro rudimentario sistema político, que además tiene dentro de su catálogo  otras linduras, como el transfuguismo, el voto preferente, la circunscripción nacional, el concepto de doble cámara y la atomización del electorado en múltiples partidos y partiditos, empresas electorales de garaje, cascarones jurídicos burocráticos, donde la ideología es lo que menos cuenta.

 

Aunque no somos partidarios de comparaciones y mucho menos de generalizaciones, de por si odiosas, lo cierto es que existe una muy marcada tradición oral que afirma que, nuestros congresistas son prácticamente convidados de piedra dentro del proceso legislativo colombiano. Se habla de que solo presentan proyectos insustanciales de homenajes, exaltaciones y honores y, en otros círculos, se menciona, sin piedad alguna, que apenas si abren la boca en las acaloradas discusiones. Aunque, seguramente, se trata de exageraciones propias de la mala leche, históricamente consentida a los andinos, y hemos tenido y tenemos congresistas de renombre y valía, la realidad es que el desencanto de los votantes es cada vez más evidente y las campañas al congreso son marcadas por el tedio, la incredulidad y la desconfianza, inspirados en el poco apoyo de nuestros senadores y representantes en el congreso, hacia las soluciones de problemas sentidos de la ciudad y la región.

 

En este debate, las redes sociales, serán el nuevo convidado, ya que, aunque existen desde antes, es en realidad en esta coyuntura donde, por vez primera, la ciudadanía las domina y conoce su potencial e importancia dentro del proceso comunicativo, de generación de opinión y de proselitismo, así como su impresionante posibilidad de multiplicación exponencial de receptores de información.

 

La publicidad negra, el señalamiento y el matoneo en redes será, sin duda alguna, invitado de lujo que desde ya comienza a asomar, gestionado directamente desde las mal llamadas bodegas, financiadas al parecer con dineros públicos y desde algunos sectores oficiales. Al menos en Cartagena, el sainete pendejo de la confrontación entre viejos y nuevos malandrines ya hace presencia en memes, y todo tipo de piezas publicitarias en redes, confrontación de iguales, inane y estéril, que no hay que ser adivinos para saber desde donde se tramita.

 

Esas mismas redes, sin embargo, también están siendo importantes para darles participación a lo que tanto hemos pedido, nuevos líderes y caras nuevas: líderes jóvenes que hasta hace poco dirigían la gran protesta nacional contra los atropellos del gobierno. Líderes con experiencia, con un historial reconocido de buena gestión y vocación de servicio. Figuras nuevas con programas, planes y deseos de finalmente impulsar los cambios.

 

La oportunidad que se nos presenta es brillante y debemos aprovecharla en toda su magnitud. Las últimas experiencias de la actuación de muchos congresistas, aprobando reformas consideradas negativas para el pueblo, ha debido dejarnos una importante lección. La lección de que el derecho a elegir es uno de los mas valiosos y que debemos hacer un uso efectivo de el. Este es el momento de demostrar que si podemos y somos capaces de decidir nuestro futuro racional e inteligentemente.

 

Castigar a los malos congresista es deseo de todos, pero la mejor forma no es en las redes ni en memes, es en las urnas, donde los ciudadanos tenemos todo el poder. 


Cartagena, septiembre 4 de 2021