Vistas de página en total

sábado, 26 de diciembre de 2020

REFLEXIONES DE NAVIDAD

Hace ya casi 20 años, por una rara alineación de astros y otras coincidencias estrafalarias, fui nombrado alcalde de la ciudad de Cartagena de Indias, algo que, tengo que admitir, nunca se me había pasado por la cabeza y para lo que, en principio, nunca me había preparado. 

 

Menos mal que era por poco tiempo, era fin de año, no había ni un centavo en tesorería y rápidamente me di cuenta que, si acaso, me tocaría organizar el tema de las festividades, el alumbrado navideño, la seguridad y la bienvenida y estadía de la gran cantidad de turistas de la temporada. Como quien dice: “hacer el show”. Venía de trabajar en una de las grandes empresas del país, que maneja presupuestos, inversiones, proyectos y nóminas, varias veces mas grandes que los de Cartagena, así que muy pronto me sentí en ambiente y asumí sin misterios el compromiso.

 

Todo iba bien hasta que se me ocurrió convocar a un consejo de seguridad, para planear todo lo concerniente a la seguridad de la ciudad, durante las festividades y temporada de fin de año. Recibí un magnífico apoyo del gabinete y de todas las entidades convocadas, con la sola excepción del comandante de la policía, quien no asistió y en su reemplazo envió a lo que ellos llaman un segundo. En realidad, era un subcomandante o algo así, muy propositivo, entusiasta y colaborador, que, rápidamente comprendió que era mi primer consejo de seguridad y con mucha competencia, nos llevó de la mano por los vericuetos de los planes, la estrategia y la jeringonza militar.

 

No había pasado media hora después de terminado el concejo, cuando la puerta del despacho se abrió de par en par e irrumpió un policía sudado, colorado y acezante. Detrás venía la secretaria, quien había intentado infructuosamente detenerlo en su atropellada carrera. El militar, un andino bajito y rollizo, que vestía un uniforme demasiado pequeño para su talla, se paró en el despacho, con una pose de Rambo criollo y haciendo un esfuerzo teatral, impostó una voz estentórea y robótica: gritó su molestia por las decisiones tomadas en un consejo en que el no estaba, nos hizo saber sobre nuestras funciones y las de el, completó las lecciones sobre estrategia, dio un portazo y se marchó por donde vino.

 

Ese mismo día, en compañía del secretario del Interior, enviamos una carta al Director General de la Policía de la época, informándole sobre las trapisondas de su pupilo, muy especialmente la de faltar a su deber constitucional de comandante, al no asistir a los consejos de gobierno. No se si por la carta o porque se le cumplió el período, pero muy pronto lo enviaron hacia tierras mas frías, donde le descubrieron otras travesuras que fueron más que suficientes para que algunos fiscales y otros jueces, que no le comieron del cuento, le pusieron fin a su fugaz y azarosa vida militar. Por mi parte, continué trabajando toda mi corta designación, con el subcomandante, que era muy bueno y el apoyo de un coronel de infantería, que también se puso las botas por la ciudad.

 

Recordamos esta experiencia hace unos días, cuando vimos a un agente de policía golpear y encañonar a un turista que se identificaba pacíficamente. El vergonzoso y deprimente episodio, que fue grabado y dio la vuelta al mundo, vuelve a poner sobre el tapete, el debate sobre la violencia policial como una deficiencia estructural persistente de nuestro sistema, lo cual se corrobora cada vez que, como en este caso, los comandantes y jefes supremos, asumen una posición alcahueta y encubridora, al justificar con tecnicismos y enredalapitas cantinflescos, las flagrantes violaciones a los Derechos Humanos, por parte de su personal.

 

Alguien mencionó de paso, que la agresividad policial es notoria y exacerbada, cuando se trata de gente morena, que lleva ropas y peinados exóticos y uno que otro tatuaje y trajo a colación lo ocurrido hace varios años a Armando Páez, el popular Dragón Rojo del famoso grupo reguetonero Dragón y Caballero, quien fue interceptado y bajado del campero descapotado, en el que su productor lo llevaba del aeropuerto hacia un hotel de la zona turística. El carismático cantante con gran tristeza les dijo a sus verdugos: “estoy seguro que hacen esto solamente porque soy negro”. Grave y delicada acusación que, de ser cierta, debe ser motivo de profunda reflexión y serios propósitos de enmienda, sobre todo ahora que los tiempos son propicios. 

 

Otros contertulios, simplemente afirmaron que la ciudad está emponzoñada de odio y maltrato y que no hay que buscar mucho, ya que el mal ejemplo cunde y viene directamente del palacio de la Aduana, en el que el año ha sido prolífico en madrazos, groserías y malacrianzas. En fin, como dijo el rebelde sin causa James Dean: “No podemos cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar las velas para llegar a nuestro destino”.

 

Esta columna volverá a publicarse el 3 de enero de 2021, día en que se darán detalles finales para la inscripción del cómité de revocatoria, el 4 de enero de 2021. Felicidades en Navidad y Año Nuevo.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

 

 

 

domingo, 20 de diciembre de 2020

FALACIAS Y ARGUMENTOS

Hay varios razonamientos que comienzan a hacer carrera en nuestro medio. Los proponemos a cada momento y en cada circunstancia y de tanto porfiar y repetirlos, casi que se están volviendo un buen argumento, que se enuncia con sabiduría, conocimiento y erudición. 

 

Aunque probablemente estos razonamientos siempre han existido en el imaginario colectivo, es en boca de la dirigencia pública y privada donde se revisten de autoridad y terminan convertidos en verdaderas falacias argumentativas, generalizaciones indebidas, que ocultan su propia mala intención. 

 

Una de esas argumentaciones es la que establece que, si usted no está de acuerdo con el gobierno de turno, no puede opinar en contra de sus decisiones, so pena de ser acusado por lo menos, de perseguidor del gobierno y malandrín. Hay escenarios en los que incluso usted puede ser estigmatizado como terrorista y Castro Chavista. Esta tesis, de la cual es un gran cultor nuestro alcalde, profundiza los señalamientos, si usted ha tenido la mala suerte de, en otra época, haber prestado sus servicios en otro gobierno. En ese caso, sin pruebas, sin elementos de juicio, sin procesos ni condenas, usted además será responsable de todos los males que aquejan a nuestra ciudad.

 

Otro argumento pueril que se escucha sin cesar por estos días, es realmente tonto, y establece que los que hoy cuestionan, no deben hacerlo porque en el pasado no lo hicieron. Eso equivale a algo así como: deja que yo también haga lo que hicieron los otros. ¿No veo por qué me la vas a montar a mi, si a los anteriores no les dijiste nada? Aquí hay varias reflexiones. Primero: no es cierto que en el pasado no se haya hecho nada. De hecho, en los últimos 25 años, siete alcaldes han recibido fuertes sanciones, y al menos 4 debieron abandonar el cargo. De otro lado, es apenas elemental que tu denuncies lo que ocurre en tu época. La sociedad del pasado, con o sin razón, tomó sus decisiones, con o sin pruebas hizo sus denuncias y los procesos tuvieron su propia dinámica. No existe razón válida para culpar a esta sociedad del presente, de situaciones del pasado.

 

Pero el más grave y descabellado de todos los juicios de valor, que por estos días forman parte de la agenda polarizadora, es el que considera que todas las instituciones del Estado, son nidos de ratas, cuevas de Rolando, en donde miles de funcionarios se la pasan echando cabeza, a ver como le hacen daño al gobierno de Cartagena. Digamos, en gracia de discusión, que es posible, que efectivamente en organizaciones de seres humanos, manejadas por humanos, se presenten situaciones materia de investigación y de censura. Esas cosas caen dentro de lo posible. Pero de ahí a que todo el aparato público, jurídico, legislativo, de control y asesor del Estado, esté conspirando contra una persona en especial, hay un trecho muy grande y mucha prepotencia de quien se cree el ombligo del universo. 

 

Es decepcionante que haya personas con conocimiento de lo público o en posiciones importantes en lo privado, que estén apoyando estas posturas absurdas y contribuyendo a crear un ambiente enrarecido, en donde cunde el mal ejemplo del irrespeto y desobediencia a las instituciones, soporte de nuestra democracia y de la legalidad del Estado. Ni que decir del maltrato generalizado e infundado hacia cualquiera que se atreva a llamar la atención sobre el manejo errático, descontrolado e ineficaz de la ciudad.

 

No habían pasado diez minutos desde que el Concejo Distrital decretara la moción de censura contra el Secretario de Planeación, cuando desde todos los ángulos y sectores comenzaran a llover los fuegos apocalípticos y el bombardeo de insultos, ofensas y todo tipo de imprecaciones. Casi nadie se tomó el trabajo de leer las más de 10 causales constitucionales y legales analizadas y que obligan a los Concejos a tomar estas medidas cuando se encuentra su procedencia. Se trata tan solo de seguir la corriente de moda y esta es: Insultar, ofender, desobedecer, irrespetar.

 

La figura de la censura, al igual que la revocatoria, existen, son constitucionales y legales y cuando toca aplicarlas se deben aplicar. Ese mero hecho, no da derechos a irrespetar a una institución que, gústenos o no, es la representación democrática del pueblo. 

 

Si hay algo claro es que a nuestro alcalde nadie lo persigue: el se persigue a si mismo. A nuestro alcalde nadie quiere hacerle daño: el se hace daño a si mismo. El no necesita de enemigos, pues el es su propio enemigo. 

 

El moralista y escritor francés Jean de la Bruyère solia decir que: “Para algunas personas, hablar y ofender es lo mismo.”


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

domingo, 13 de diciembre de 2020

LA SEGUNDA OLA

Pareciera que el Covid 19, no solo vino para quedarse, sino que todos los aspavientos, corre corres, decretos y medidas tomadas en los afanes de las primeras horas, de poco sirvieron, y muy al contrario hoy, cuando ya no nos causa ninguna impresión, y cuando, con displicencia, emitimos decretos ambiguos y de ocasión, es cuando realmente el bicho ha decidido sentar sus reales en La Heroica.

 

Lo que hoy con tanta naturalidad llamamos rebrote, no es más que la aceptación tácita de que de nada sirvieron nuestras medidas de contención y de control del contagio masivo. Que no dimos en el clavo, y que, desesperados ante las dificultades de todo tipo, generadas por la pandemia y las medidas tomadas, terminamos finalmente perdiendo el control y cediendo ante la tragedia de unos, los reclamos de otros y las órdenes de los jefes supremos. Lo que con tantos sacrificios habíamos logrado, parece que se perdió, ante el apresuramiento y falta de planificación de la suspensión de medidas y de la reapertura.

 

Aunque ya hemos perdido la capacidad de asombro, tenemos que admitir que  fue impactante y pavoroso para todos,  ver a toda la ciudad y el país colapsados por la pandemia. También fue importante y, de alguna manera efectivo, el sacrificio y disciplina con los que, entre todos, conseguimos reducir el contagio comunitario en los primeros   cuatro meses. La economía sufrió, la población padeció, pero el virus prácticamente quedó reducido a pocos casos,  al menos por una o dos semanas.

 

Séneca dijo que: “ No hay viento favorable para un barco sin capitán y sin rumbo”. Y eso es, lo que en un análisis retrospectivo, parece que ha sido el manejo de la gran crisis: Un confinamiento a cal y canto en el que se dejó a empleados, comerciantes, empresarios y hasta algunos industriales a su suerte, ya que los cacareados auxilios estatales o llegaron mal, o nunca llegaron. El resultado de cientos de miles de empleos perdidos, miles de negocios y empresas quebradas y cerrados, no puede ser más indicativo del desastre. Todo lo anterior, unido a un   sistema de salud precario, mal administrado e insuficiente, llevaron a la desesperación y a que fuera el propio pueblo, quien rompiera las medidas y saliera a rebuscarse la supervivencia.

 

Una emergencia manejada a punta de decretos, programas de televisión y propaganda en las redes, no podía concluir bien y los resultados comienzan a verse y de que forma. La advertencia de reabrir la economía y retomar las actividades diarias en forma planificada, estudiada y con grandes precauciones, se convirtió en un sálvese quien pueda y, apenas cuatro meses después de que se empezara a reabrir todo, las tasas de contagio son superiores a la primera ola, y las muertes  cada vez más numerosas. Como quiera que en esta ocasión a nadie le ha preocupado y practicamente, no se está haciendo nada, no se nos haga raro que esto pique y se extienda con consecuencia verdaderamente impredecibles.

 

Hoy cuando todos tenemos la sensación de andar caminando en un campo minado, en el que en cualquier momento vamos a pisar la fatal mina que nos destrozará, y cuando vemos que a diario dos o tres conocidos o amigos se van, sin el consuelo de despedirse y de la solidaridad propia de nuestras tradiciones, solo nos queda encomendarnos a los Dioses, e imaginarnos  pintando las  puertas de nuestras casas con  la cruz de sangre del cordero bíblico, que impida que el ángel de la muerte nos visite.

 

Hoy cuando ya a nadie le preocupan los contagiados y los muertos, y estos se han multiplicado por cuatro y cuando la llegada de la vacuna a nuestro país, es todavía una ficción, solo nos queda el consuelo de andar con un frasquito de alcohol en el bolsillo y el tapabocas colgado de una de las orejas, únicos elementos que finalmente terminaron siendo el gran aporte visible, para el control de la plaga. 

 

Y como dice Juan: mientras tanto nuestros gobernantes siguen cometiendo torpezas, sin capacidad de reacción y representando el reality de su mediocridad.

 

PD: El Plan Revocatoria del mandato del alcalde sigue avanzando a buen ritmo, ganando cada día más adeptos y vinculando líderes de todos los sectores. ¡Muy Bien!

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

domingo, 6 de diciembre de 2020

SEMANA DE CERTEZAS

Si por un momento nos dedicáramos a observar con detenimiento, el diario acontecer de la Heroica, muy pronto nos daríamos cuenta que esta semana que termina ha sido especialmente difícil, llena de no muy buenos presagios y aclaradora, en cuanto a lo que se creía y a lo que en realidad viene sucediendo.

 

Para empezar, hay que anotar el aumento significativo de los casos de Covid en la ciudad. En los últimos días, es evidente el incremento de contagiados, de muertes y de utilización de centros de atención y unidades de cuidados intensivos. Esto ocurre cuando ya prácticamente habían sido eliminadas todas las restricciones y la ciudad lucía su tradicional aspecto enredado, cosmopolita y festivo. Una buena idea sería reforzar nuestro propio cuidado, mientras se esperan medidas de tipo general, tal como viene ocurriendo en otros países donde el rebrote ha sido particularmente fuerte.

 

Otro aspecto a destacar ha sido el importante incremento de columnas de opinión de expertos, y programas de diversa índole en los medios y redes, analizando desde diferentes ángulos, elementos importantes de la situación de la ciudad. Poco a poco, los debates han ido pasando del terreno del chisme, las consejas y el comentario de esquina, hacia la revisión más estructurada, desde lo técnico y lo académico, lo que indudablemente les ha dado altura y contenido, dos elementos que indiscutiblemente vienen proporcionando cada vez más, una mayor claridad a la ciudadanía sobre el real y urgente estado de las cosas.

 

Una situación que viene llamando la atención es la casi total desaparición del gabinete de inicio del gobierno distrital. No es un secreto que, normalmente, este gabinete de arranque es el de más impacto, porque deja ver la estrategia técnica y el tipo de ajedrez con que enfrentará el alcalde el reto que asumió. Son personas con excelentes hojas de vida, seleccionadas con mucho rigor, y de las que mucho se espera, teniendo en cuenta sus competencias y la motivación por tan alta distinción. El nuestro ha pasado sin pena ni gloria, ha desaparecido en medio de agudas contradicciones y, parece que el alcalde hubiera terminado de asumir las  funciones de los desaparecidos, porque de sus reemplazos casi ni se habla.

 

La inestabilidad de un gabinete pronto se nota en la gestión y, es solo cuestión de tiempo, que esto sea señalado fehacientemente por las mediciones de las variables, operativas, sociales o financieras. Refiriéndonos específicamente al tema de la ejecución presupuestal, los completos estudios de, quizá los mejores economistas locales, muy rápidamente señalaron las deficiencias, que solo habían sido mostradas sucintamente por la comisión presidencial que nos visitó a raíz de las inundaciones.

 

Quizá una de las primeras triquiñuelas que nos enseñan los profesores de estadística, es la conocida como la Falacia de los Promedios y que, en forma sencilla, se enuncia de la siguiente manera: “si una persona se come dos panes y la otra no se come ninguno, en promedio se comieron un pan cada uno”. Esta fue la falacia en la que incurrió nuestro alcalde, quien, cándidamente, salió a decir que la ciudad tenía en promedio realizaciones similares a otras ciudades del país.

 

Muy rápidamente le salieron al paso expertos y profanos para señalarle que, lamentablemente, nuestro promedio era el resultado de abundantes gastos de funcionamiento en unas secretarías, y casi nada o nada, en otras. Por un lado, un gran número de OPS`s, que contrasta con su desgastado discurso anticorrupción y anti OPS, y, por otro lado, una nula inversión en las necesidades más sentidas de la ciudad. Esa y no otra, es la explicación de nuestro estado de postración.

 

La semana concluyó con la visita y rueda de prensa del Procurador general de la Nación, en la que, en forma clara y contundente, hizo un análisis de la crítica situación de nuestro gobierno local y de nuestra ciudad. Como decía el coronel: “Ya no solo nos estamos muriendo de hambre, sino que todo el mundo lo sabe.” La situación de Cartagena es la noticia nacional y el Procurador fue claro y contundente a la hora de señalar el oscuro panorama que le espera a la ciudad y las posibles consecuencias del actuar de nuestro gobierno.

 

Cuando todos esperábamos que el alcalde, rodeado de lo mejor de su equipo, defendiera su gestión de lo dicho por el procurador, este prácticamente le dio la razón, al recaer en su acostumbrado y monotemático discurso: solo se trata de persecución de los viudos del poder. Amanecerá y veremos.

 

¿Será cierto que, mientras los torpes están seguros de todo, los hábiles están llenos de dudas?

 

P.D. Más allá de controversias: Diego, genio eterno e inolvidable. Paz en su tumba.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright