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sábado, 31 de octubre de 2020

TIEMPO DE DESINFORMACIÓN

Lamentable y decepcionante que un medio nacional del calibre del Tiempo se dedique a desinformar a la opinión del país, con una entrevista trasnochada, descontextualizada y sesgada, como la que le hizo y presentó del alcalde Dau de Cartagena de Indias.

 

No se encuentra diferencia con las entrevistas concedidas hace un año, en plena campaña, en las que poco o nada proponía, como no fuera el conocido sonsonete de la lucha contra la corrupción y la pobreza y en las que, a falta de un plan de gobierno serio y estructurado, se adjuntaban dos hojitas, llenas con la misma sustancia de sus denuncias escandalosas y vacías de contenido jurídico y sustento probatorio.

 

Preocupa que, casi un año después, cuando todos los mandatarios seccionales viajan a mil, y nuestra ciudad se encuentra estancada en las diatribas del inframundo de los malandrines, el principal periódico nacional, se dedique a presentar un resumen cosmético y social, sin rigor investigativo, sin valoraciones, trivial y bizantino, en el que el alcalde se regodea con su catalogo de suposiciones, inexactitudes y divagaciones frívolas.

 

La ciudadanía tiene derecho a información seria y veraz y un medio de comunicación del tamaño del Tiempo, tiene la obligación de verificar, cotejar y decantar lo trasmitido, a fin de que la ciudadanía conozca de buena fuente y de primera mano, la realidad de nuestra ciudad. Dudamos y sólo el tiempo dirá, si vamos a poder recuperar la confianza perdida, con base en el mantenimiento de una conversación fluida, sobre los medios y fines de este gobierno. Sobre qué clase de sociedad somos y sobre el futuro que deseamos crear para nuestros hijos y para la posteridad. Es aquí donde subyace la misión de los buenos medios de comunicación.

 

Carece de sentido decirle a la ciudad que tenemos el primer producto interno bruto del país, cuando a duras penas, luchamos por estar en el sexto lugar, siendo la décima parte de Bogotá, la tercera parte de Medellín y la mitad de Cali. No es posible que basados en lo dicho alegremente por el alcalde, se presente como cierta esta información, sin contexto, sin verificación y sin confrontarla con las cifras oficiales.

 

No es juicioso seguir afirmando,  sin ningún soporte, que anualmente la corrupción se lleva 1.2 billones de pesos del presupuesto de la ciudad. Si eso es cierto, donde están las pruebas, donde están los responsables, donde están las investigaciones, donde están las autoridades. Si no lo es, y solo se trata de otra bravuconada, es muy  irresponsable y de mala ley, seguir propalando, sin ningún recato, este tipo de especies, solo con el fin de confundir la ciudad, alegrar las barras y gozar de la popularidad efímera, que da el discurso maledicente y difamador. Hay que tener en cuenta que quien dice esto no es Arturo el Loco, ni Peyeye, es el alcalde de la ciudad. De otro lado, es claro que no esperamos aguantarnos otros tres años, con esta misma cantaleta.

 

Es evidente que nuestro alcalde anda despistado en sus pesquisas de sabueso retirado, ya que, al menos, en una docena de ocasiones, ha sido obligado, por parte de los jueces de la república,  a retractarse y rectificar sus acusaciones sin fundamento. Asimismo, es claro que sus contradictores han sido más efectivos, a la hora de probarle sus metidas de pata y con pruebas irrefutables, le han demostardo que la corrupción, que tanto persigue, deambula cual ánima en pena, por los corredores de la aduana y que, poco a poco, está reduciendo dramáticamente su gabinete de ensueño.

 

La poca asertividad ha llevado igualmente al alcalde a diagnosticar equivocadamente el estado de las finanzas del Distrito. Ya en varias ocasiones,  el exalcalde Pereira le ha comprobado sus ligerezas a la hora de decir que estamos quebrados. Asimismo las incorporaciónes de fuertes sumas de vigencias anteriores, han demostrado que solo blofeaba al difundir estas especies. Todo esto sin olvidarnos de los 6 millones de dolares, pagados como resarcimiento por daño ambiental en la bahía de cartagena,  que duermen el sueño de los justos, sin que se avizoren los proyectos que demanda esta inversión.

 

Esta y otras cosas son las que esperaría la opinión cartagenera  que un periodismo correcto, oportuno, veraz e imparcial le informara a un pueblo que ya casi deja de soñar.  Si bien, la situación actual no nos da razones para el optimismo, ojalá que por lo menos, nuestros medios de comunicación y nuestros líderes, nos den motivos para la esperanza.

 

 https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

domingo, 25 de octubre de 2020

RESILIENCIA Y CONFORMISMO

La Resiliencia es una condición mecánica de los materiales, que se relaciona con la capacidad de volver a sus condiciones originales, después de haber sido sometidos a esfuerzos sin romperse.  El caso típico es el del arco, que se tensa y se dobla para disparar la flecha y luego, vuelve a retomar sus características originales.

 

Por allá a finales del siglo pasado, los siquiatras y los psicoanalistas, extrapolaron el término a las situaciones comunitarias y sociales, llegando a aceptar   que: “la resiliencia es la capacidad de adaptarse de modo aceptable la sociedad, a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente, un grave riesgo de resultados negativos”. 

 

La palabreja, que inicialmente fue exclusividad de cachacos eruditos, se ha perrateado un poco, sobre todo en estos tiempos de pandemias y sufrimientos de pobres y hoy día, es casi obligatorio dejarla caer de vez en cuando, en cuanto webinar o foro virtual participemos, para no correr el riesgo de ser considerados corronchos, ignorantes o analfabetas funcionales y condenados al sutil matoneo.

 

La sociedad resiliente por antonomasia es la japonesa. Después de las barbaridades de las guerras mundiales. Después de haber servido de laboratorio de prueba para los juguetes atómicos de los gringos y quedar literalmente convertidos en cenizas, no solo tuvieron el aguante de resistir y adecuarse a las nuevas circunstancias, sino que, a pesar de haber tenido que vivir experiencias tan negativas en la vida, han logrado sobreponerse e incluso sobresalir de su condición, creándose y desarrollándose en un ambiente positivo, contrario al propósito que se podía pensar hubieran tenido ante la situación adversa. 

 

La actitud japonesa no solo se adaptó al concepto original de resiliencia, sino que inauguró el paradigma moderno, según el cual, no solo basta adecuarse a la situación dificil. La sociedad japonesa cambió el concepto de resiliencia por todo un proceso, una novedosa perspectiva de desarrollo humano, que permite hacer frente a las adversidades y salir fortalecido de ellas. Hoy sus símbolos de lucha son: el bambú, que es rígido y flexible al mismo tiempo. El ciruelo que es tan fuerte que florece en pleno invierno y el atún, por su gran velocidad. Su slogan de combate no es, “el pez grande se come al chico”. No señor, su slogan es: “el pez rápido se come al lento”.

 

A diferencia de otras sociedades, nosotros somos una sociedad ensimismada y determinista. Creemos que nuestras vidas están regidas, o fuertemente determinadas, por circunstancias que escapan a nuestro control, de modo que nadie es responsable, en última instancia, de lo que hace o deja de hacer. Nos hemos vuelto tercos y conformistas y nos solazamos en nuestras desgracias. Creemos firmemente que nuestro pasado determina el presente y que nuestro presente determinará el futuro. Nos pasamos doscientos años discutiendo si las casas las pintábamos de azul o de rojo y somos la única sociedad de la creación, que no tiene claro si la paz es mejor que la guerra.

 

Nos quedamos extasiados con las mentiras con las que cada 4 años nos engañan, para que los mismos cuatro pendejos sigan haciendo de las suyas, creando impuestos para tres meses, que ya llevan 20 años y fortaleciendo un Contra Mamertismo internacional que añora a Hitler, Mussolini, Stalin y Uribe y que ha refinado sus artes, para callar a sangre y fuego, al indignado que se atreva a abrir la boca.

 

En el plano local nada es diferente: no hay día en que no recordemos con patriotismo el sitio de 1815 y homenajeamos a nuestros héroes y mártires, entregándoles nuestros servicios públicos y nuestros mejores negocios, a los que nos sitiaron y expoliaron. Llevamos 20 o más años quejándonos de los malos gobiernos de la ciudad, de nuestro atraso, de la pobreza y sin embargo, elegimos a un fanático, confundido y ofuscado, que no distingue la gimnasia de la magnesia, rodeado de personas que no les importa convertirse en sapos, con tal de ganarse el beso de la princesa y que cree que con brinquitos y charadas, va a solucionar los problemas urgentes de la ciudad. 

 

Hace mas de quinientos años los españoles nos encontraron adorando al sol. Hoy nos encuentran venerando a un tractor. Como decía el maestro: dentro de veinte años, una Salamandra Dorada, será elegida alcaldesa de Cartagena.



https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

 

domingo, 18 de octubre de 2020

VICTORIAS PÍRRICAS

El Rey Pirro de Epiro era un general griego del siglo IV antes de Cristo, apodado el “pelirrojo”. Problemático, acelerado y desordenado, cazaba batallas con poca planeación y tiempo y, aunque a veces ganaba, sus triunfos eran famosos por el alto nivel de pérdidas que tenía.

 

Se cuenta que después de ganar las batallas de Heraclea y Ausculum, pese a las felicitaciones por el triunfo, viendo las grandes pérdidas, dijo: "Otra victoria como ésta, y tendré que volver a casa solo". Esa actitud dio origen al término “victoria pírrica”, para referirse a aquella que se consigue con tales pérdidas que inutiliza al vencedor para nuevas batallas.

 

El triunfo conseguido recientemente por el exsenador Uribe, al lograr, despues de larga lucha, que se le concediera la libertad, es la clásica victoria pírrica: pasó de estar asegurado en el Uberrimo, a estar en libertad en el Ubérrimo, pues allá es donde pasa. A cambio de este triunfo, tiene que admitir, que tuvo costosisimas pérdidas, que van desde dejar de ser senador, con toda la influencia  y poder político que esto trae aparejado, hasta convertirse en un ciudadano común y silvestre, a quien el otrora legendario teflón se le derritió, quedando ahora subjudice y convertido en carne de juzgados y  sujeto procesal acusado y enjuiciado por los togados de la gente común. 

 

Como resultado de su victoria jurídica tiene que aceptar que perdió su condición de intocable, que se rompió el paradigma según el cual, si algo le pasare, ardería el país, que puede ser imputado de delitos, juzgado y condenado y el país como si nada y, lo peor de todo, que se le acabó el discurso según el cual,  la Rama Judicial Colombiana, era un sistema corrupto y manipulado para actuar en su contra.

 

A nivel local, tambien debemos destacar las victorias pírricas de nuestro alcalde.  A los pequeños triunfos obtenidos en redes sociales, en las que aparece como mejor alcalde de Colombia, como un alcalde popular, y apoyado por el pueblo, se oponen los grandes costos de un gobierno desastroso, que se cae a pedazos y del que, hoy por hoy,  es  grande la certeza de que no hay nada que esperar.

 

Los cada vez más frecuentes y comprobados escándalos de corrupción, la desintegración de un equipo de gobierno que se creía de lujo y la actitud arrogante y ausente de las grandes soluciones  que viene reclamando a gritos la ciudadanía, son compensados con los pequeños éxitos de los videos populacheros y cantinflescos en Instagram y Facebook y con las intervenciones groseras y amenazantes, contra todo aquel que se arriesgue a opinar en sentido contrario de sus desvaríos.

 

De nada han servidos los airados reclamos de la gente de manga, que vio desbaratarse rapidamente los trabajos recientemente contratados y ejecutados sobre los puentes de las Palmas y Jiménez. Nadie ha mostrado interés por el peligro que se cierne y del que ya han resultado varios heridos, en el destruido puente entre Santa María y Crespo, sobre el caño Juan Angola. Sin excepción, todos han hecho mutis por el foro, ante el aberrante caso de la instalación de una cárcel en el interior del Aeropuerto internacional Rafael Núñez, a solo 5 metros de las residencias del barrio de Crespo y en la que decenas de prisioneros hacinados, enfermos y hambrientos, se disputan con las garrapatas, las antiguas perreras del Gaula, en donde los tienen enjaulados.

 

Son altos costos los que está pagando esta ciudad decepcionada y arrepentida, casi convencida de haber sido asaltada una vez más en su buena fe.  A cambio recibe pírricas victorias de nuestro pintoresco alcalde, que no son más que la triste comedia de un comité de aplausos cautivo, escaramuzas virtuales, insustanciales  y banales, que solo complacen su ego trasnochado de Pirro cibernético, en redes perversas y aprovechadas de la ingenuidad de algunos desprevenidos.

 

En otra de sus locuras, Pirro invadió la ciudad de Argos. Una anciana lo descalabró de un ladrillazo desde su azotea, lo que aprovecharon los soldados para acabar con su miserable y errática vida. Todavía faltaban 272 años para la llegada del Mesías.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

domingo, 11 de octubre de 2020

DE BUFONES Y BUFONADAS

Abdalá Bucaram, el inolvidable bufón ecuatoriano, fue elegido a la presidencia de su país el 7 de julio de 1996, con cerca de dos millones trescientos mil votos, algo así como el 55.0% del total de la votación.

 

Menos de seis meses después, fue destituido fulminantemente por el Congreso de Ecuador, por “Incapacidad Mental para Gobernar”. Se cuenta que lo último que se le ocurrió hacer, en uso de sus facultades constitucionales y legales, fue andarse con unas tijeras de podar, para cortarles el miembro a quienes descubriera orinándose en la calle. Todo esto, después de que la Fiscalía ecuatoriana lo pillara y denunciara, por complicidad en casos de corrupción, en la compra de insumos médicos con sobreprecios.

 

Winston Churchil, solía decir que “La democracia es la peor forma de gobierno, si exceptuamos todas las demás”. Así que, a pesar de ser tan mala, es mejor que todas y es la que permite que, en ocasiones, la mayoría se equivoque eligiendo a personajes que, mediante quien sabe que artes, tienen la habilidad de embaucar bobos y atrapar incautos,  que luego, por no aceptar su error, persistirán tercamente en defenderlos y hasta festejarlos, a pesar de su reconocida incompetencia o sus desvaríos y disparates.

 

Los recientes casos de gobernantes locos, como Adolf Hitler o Bucaram, no son únicos. Si revisamos con cuidado la historia nos encontraremos con  verdaderas sorpresas: El Emperador romano Calígula sádico y loco se recuerda por nombrar a su caballo, de nombre Incitatus, como sacerdote y senador. El Emperador de China Zhengde, ocupaba su tiempo más en jugar que en gobernar y murió ahogado tras acabar muy borracho durante un viaje de pesca. Justiniano II de bizancio, quien en medio de su locura,  solía morder  en la cabeza a quien trataba de calmarlo. Carlos VI de francia corría por su castillo aullando a sus subordinados creyéndose un lobo y el Rey Faruq de Egipto, quien además de loco era cleptómano y llegó en una ocasión a robarle un reloj al propio Winston Churchill, son apenas una muestra pequeña de lo que ha sido esta maldición para la humanidad.

 

La semana que termina fue pletórica de actuaciones díscolas de nuestro alcalde y, de alguna manera, sentimos ese aroma de déjà vu, de estar viviendo algo visto y padecido recurrentemente en los últimos tiempos: La ciudad a la deriva, sin planes, sin proyectos, sin soluciones, mientras el hambre, el desempleo, las necesidades y la amenaza de un regreso de la pandemia, campan por sus fueros, y el alcalde se dedica a jugar al payaso,  a picarselas de divertido y a reemplazar con artificios de cumbiamba y maneras afectadas, su falta de preparación y su notoria incapacidad, para asumir y mantener la compostura que la dignidad de su cargo exige.

 

El ser popular, el ser un funcionario humano y de buen humor, que se pone en contacto con sus gobernados, son cualidades apreciadas y necesarias en los líderes, para concitar la unidad y el apoyo de su gente. Eso, sin embargo, tiene sus momentos y está muy alejado de la chabacanería, del comportamiento guache y  de las formas sugestivas y grotescas, que anuncian un deseo continuo y exagerado de burla y de bufonada, para una ciudadanía que, si bien no votó por el, si tiene derecho a un mínimo de decoro y respeto de parte de la primera autoridad de la ciudad, quien además tiene el compromiso moral, de ser modelo y ejemplo para la sociedad.

 

Cuando estos comportamientos extraños, se convierten en el “leitmotiv” de un gobierno, cuando son el pan nuestro de cada día, nos asalta el temor de estar frente a otro cuadro histórico, de un gobernante perturbado y alucinado.

 

Como decía Pllutarco. “Quien no puede disimular, que no gobierne”.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

domingo, 4 de octubre de 2020

AÑO PARA OLVIDAR

Tengo una hermana que dice que cuando llegan los meses terminados en “bre”, se acabó el año. Tengo otro amigo, más radical, que dice que en Cartagena después de octubre, “todos los días se bebe”. 

 

No se quien de los dos tendrá razón, pero lo cierto es que cuando se aproxima el fin de año, comenzamos a sentirnos diferentes: unos alegres, otros sentimentales, otros reflexivos y, hasta el sol y la brisa se ponen de acuerdo, para hacernos el ambiente agradable e inolvidable. Como decía el maestro, “dan ganas de hacerse un retrato”.

 

Cuando celebrábamos el año nuevo y los cachacos sin oficio, discutían si lo llamaríamos dos mil veinte o veinte - veinte, tuve la mala idea de recordar que, además, comenzaríamos un año bisiesto. Todos sabemos que estos años, debido al día fantasma 29 de febrero, han sido considerados de mala suerte desde tiempos inmemoriales.  Dicen que, en el siglo V, Santa Brígida acordó con San Patricio, ambos santos patrones de Irlanda, que aquel sería el único día, en el que era permitido a una mujer proponer matrimonio al hombre. El hombre debía aceptar o dar una gran compensación a la dama, en caso de rechazarla, para no ser perseguido de por vida por la mala fortuna.

 

Otros menos románticos atribuyen el temor al año bisiesto, al pavoroso eclipse de luna ocurrido en 1504 y que llenó de consternación y tribulaciones a los asustadizos e ignorantes indígenas que amenazaban con dejar morir de hambre a Colon y su tripulación. Colon, que poseía las tablas astronómicas de Johannes Müller von Königsberg, predijo con exactitud el inicio y el fin del eclipse, convenciendo a los indios de su gran capacidad de negociación con los astros. Por supuesto el fenómeno fue igualmente atribuido a que 1504 era un año bisiesto.  Sea por lo uno o lo otro, lo cierto es que el año bisiesto tiene sus vainas raras y este que, afortunadamente, ya casi se acaba no ha sido la excepción.

 

Lo primero para destacar es,  que las potencias, que se creían que tenían todo bajo control, fueron sorprendidas por un bicho invisible y malvado, que puso en jaque al mundo entero. De la noche a la mañana, los encopetados gobiernos quedaron  dependiendo de los humildes ejercitos de científicos, anónimos y arrinconados en los laboratorios del olvido por los sabiondos  de la OCDE o del G-20. Fue un fenómeno sin precedentes y la historia dirá que un tapabocas y un antibacterial, eran mas valorados que una cabeza nuclear.

 

Nuestro país, como cosa rara, fue de los más sorprendidos: con un sistema de salud precario y sin ningún tipo de preparación para afrontar una crisis de semejante calibre y con un gobierno truñuño, especialmente con los más necesitados. Hoy, que parece que la pandemia empieza a ceder, podemos darnos por bien servidos de que solo hayamos tenido 850000  contagiados y 25000  muertos. Como si fuera poco, y eso si es de nuestra cosecha, parece que se hubiera aprovechado la situación para fortalecer otras cositas peores que la propia pandemia: incremento de impuestos, incremento de violencia contra líderes sociales, incremento de masacres y una preocupante arbitrariedad de la polícía, que hoy hace que el miedo a dejar el encierro no sea por un inminente contagio de covid, sino por la posibilidad de un balazo oficial.

 

A nuestra ínclita ciudad de Cartagena, es quizá a la que peor le ha ido. Además de todos los males ya referenciados, hay que sumarle la incertidumbre de su propio futuro. La principal bandera de este  gobierno antipático, la corrupción,  ha pasado a ser una simple anécdota y hoy se agazapa como cucaracha,  escondida y agarrada de la escoba con que pensaban barrerla. Obligado a retractarse varias veces, con múltiples denuncias en proceso y un discurso burlesco y desgastado, nuestro pintoresco alcalde se diluye ante una realidad aplastante: No hay Planes y sin planes no hay futuro.

 

Lo único que falta para redondear este año de desventuras es que repita el pelucón Trump en los Estados Unidos, o que a Dau se le ocurra darnos otra instrucción sobre bioseguridad.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright