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jueves, 28 de marzo de 2013

Que buen chiste...


Casi Inadvertido pasó para la ciudadanía, un informe presentado por la prensa local y realizado por Ipsos Napoleón Franco, con el apoyo de la Red de Ciudades como vamos 2012. El informe, ambiguo y poco concluyente, establece que Cartagena ocupa el 6 lugar en Calidad de Vida, entre 10 ciudades estudiadas, sin calificar si esto es bueno o malo, aunque a primera vista, por la forma como es destacado en la prensa, parece que esto fuera muy bueno.

La calidad de vida es un concepto complejo y colectivo, que incluye variables tanto materiales como inmateriales y que en general se concreta en la existencia de esos elementos que hacen que la vida sea digna, cómoda, agradable y satisfactoria, tanto para las personas individuamente consideradas, como para su grupo familiar y la comunidad en general. Me imagino que ya se pillaron, que de nada vale que el 20% de los habitantes de una ciudad tenga muy buena calidad de vida, si el 80% restante está padeciendo todo tipo de privaciones, ya sea porque no tiene ingresos estables y adecuados, o porque tiene hambre, o se siente inseguro, o porque no disfruta de buenos servicios públicos, recreación, educación y cultura, o simplemente porque se pasa todo el año preocupado, pensando en como va enfrentar la infamia de los gastos de comienzos de año, que se convirtieron en la tragedia de este país.

Medir la calidad de vida a través de encuestas y salir a proclamar sus resultados a los cuatro vientos, es tan desproporcionado y absurdo, como el ejemplo que nos ponían los profesores de estadística a los estudiantes “mócoros”: si yo me como dos panes y usted ninguno, en promedio nos comemos un pan cada uno. Es decir, como en Cartagena hay unos pocos que tienen buena calidad de vida  y muchos otros, una muy mala, pues en general todos tenemos mas o menos una calidad de vida promedio y entonces salimos a festejar. No negamos la necesidad de contar con datos y cifras que indiquen, en forma conveniente, el desempeño de las variables económicas de un país o una región, pero en realidad, con apenas conocer nuestro ingreso per cápita y el índice de necesidades básicas insatisfechas, es suficiente para determinar el tamaño de nuestras desgracias.

En el plano de lo inmaterial, la Calidad de Vida se forma de la contribución de elementos espirituales o emotivos,  que  establecen un ambiente, a partir de la actitud que cada persona o cada comunidad tiene para enfrentar el fenómeno de la vida. La tranquilidad que genera un buen empleo con buenos ingresos, la seguridad de saber que puedes vivir sin el temor de ser atracado o asesinado, el saber que los impuestos que pagas serán aplicados eficientemente por una dirigencia dinámica y unos gobernantes legítimos e inspirados y la posibilidad de lograr realizaciones personales y familiares, son, entre otros, algunos de esos elementos intangibles, cuya existencia aporta una importante contribución al mantenimiento de una buena Calidad de Vida de las personas, dentro de la dinámica administrativa de una ciudad o un Estado.

Pretender que el 49%, obtenido como promedio matemático de las variables medidas por 1001 encuestas, representa la realidad de la Calidad de Vida de los cartageneros, es tremendamente simplificador y desafortunado, a pesar de las buenas intenciones del ejercicio y de quienes lo  hayan  liderado. No puede ser serio, promediar 70% de pobreza, con 65% de pesimismo y 88% de buena educación, para obtener 49% de Calidad de Vida. Esto es algo así como el viejo absurdo matemático, que nos enseñaban en primaria, de sumar peras con manzanas y mangos. Es evidente y es un hecho notorio, que la situación de desgobierno, inseguridad, desempleo, inmovilidad, incertidumbre, desesperanza y frustración que atraviesa la ciudad, nos están generando una de las peores calidades de vida del país y para saberlo no necesitamos estudios ambiguos y extravagantes.

Está bien que queramos vender una buena imagen del país a través de alegres campañas como “Colombia es Pasión” y estudios estrafalarios que dicen que somos el país mas feliz del mundo, pero otra cosa muy distinta es pretender, con artificios de carnaval, escamotearle la realidad a los cartageneros, asegurando que una encuesta de opinión, mide nuestra Calidad de Vida, la cual todos conocemos desde hace ratos:  QUE ESTAMOS JODIDOS

@rododiazw

jueves, 21 de marzo de 2013

Ciénaga de la Virgen?


Con bombos y platillos y presidente a bordo, se inauguró por fin el Emisario Submarino de Cartagena de Indias. La ciudad está de fiestas y no es para menos: eso es algo así como cuando finalmente se casa el amigo tarambana o se gradúa el hijo "pesimorro". Después de muchos años, múltiples aplazamientos, sobrecostos y naufragios, el Emisario comienza a operar, lo que significa que en adelante nuestros desechos, también serán patrimonio de la humanidad. Para algo debía servirnos tan honroso título.

Es una lástima que el complicado esquema de seguridad del presidente y las acostumbradas restricciones de nuestras autoridades, no me permitieran estar presente en tan magna ceremonia, porque hubiese sido un oportunidad brillantísima de alzar la voz y cantarle al Presidente y a nuestra decadente dirigencia, algunas verdades que hace años trato de decir, pero que nadie quiere oír, porque tienen  la cabeza enterrada en la arena y solo les interesa el canto de sirena del facilismo, y una competitividad de malandrines, que consiste en que lo que importa es que ellos ganen al máximo, independientemente de que el resto de la ciudad se “joda”.

Los medios de comunicación locales no han ahorrado elogios y en un exceso de romanticismo, han visualizado el futuro de la Ciénaga de la Virgen, como un paraíso idílico, donde garzas y alcatraces serán felices y los “inmondables” turistas  practicarán deportes naúticos y los niños podrán bañarse en bellas urbanizaciones palafíticas. Error fatal: los problemas de la ciénaga no terminan con el Emisario, apenas comienzan.  La contaminación es tan solo uno de los problemas de la Ciénaga, hay dos de marca mayor y sobre los cuales nuestros dirigentes llevan varios años haciéndose  los locos: por un lado  el asedio voraz de los invasores y por el otro el ataque agazapado del aeropuerto y su inefable y consentido concesionario.

Rafa Vergara ha escrito miles de cuartillas y ha emprendido acciones judiciales concretas denunciando el descarado proceso mediante el cual, en los últimos 30 años se han invadido, rellenado, prescrito y convertido en hoteles, edificios, caballerizas, criaderos y urbanizaciones, casi seiscientas hectáreas de la ciénaga. De poco o nada han servido cientos de  denuncias penales ante la Fiscalía, así como  tampoco ha sido efectiva la judicialización, desde 1998, de casi mil  infractores. Además, siguen sin ejecutarse cerca de 450  órdenes de restitución de áreas invadidas que duermen el sueño de los justos en los despachos de la Alcaldía. Un panorama aterrador como este, dista mucho de ser el mas propicio para el paraíso acuático que hoy se anunciaba para la ciénaga.

Pero si los invasores no descansan, el aeropuerto no se queda atrás. Agazapado y protegido por la égida de papa gobierno, día tras día da pasos precisos en la dirección de sacar su tajada de la ciénaga. Desde que decidieron que no había necesidad de otro aeropuerto, iniciaron planes en los que se contempla la construcción de una pista paralela, la cual obviamente requeriría de un gran sector del área occidental de la ciénaga para su construcción. Esto no solo se llevaría en banda varios cientos de hectáreas adicionales a las ya esquilmadas, sino que continuaría con la alarmante depredación de varias especies de aves, incluyendo a Garzas y Alcatraces, que viene siendo realizada ya desde hace años, ante la mirada complaciente de las autoridades, debido a que los vuelos de estas aves, ponen en riesgo la seguridad de los aviones en sus operaciones en la pista del aeropuerto.

Muy bueno por la entrada en servicio del emisario, que nos mete en las grandes ligas de la internacionalización de desechos, pero no nos hagamos ilusiones: los problemas de la ciénaga continúan ante la inoperancia y con el beneplácito de las autoridades “mamasantas “ y la desvergüenza y rapiña de los invasores de cuello blanco, que ya le echaron el ojo a lo que queda de ciénaga… mas ahora que  se la vamos a entregar descontaminadita.

@rododiazw

miércoles, 13 de marzo de 2013

A Paretear se dijo...


Vilfredo Pareto, célebre economista Francés de comienzos del siglo pasado, elaboró una interesante hipótesis, que con el tiempo se convirtió en lugar obligado del proceso analítico, muy especialmente cuando se trata de definir una estrategia para abordar la solución racional de problemas.

De acuerdo con el aventajado Pareto, las relaciones causa-efecto de todos los eventos que ocurren en la naturaleza, obedecen a una ley matemática, según la cual el 20% de las causas producen el 80% de los efectos. Así de sencillo es: el 20% de los propietarios posee el 80% de la tierra; el 20% de los elementos del vehículo producen el 80% de las fallas y   el 20% de los problemas de la ciudad producen el 80% de la inconformidad del pueblo. La ley de los “pocos vitales y los muchos triviales” de Pareto,  es un importante elemento en la solución de muchos problemas. Por ejemplo: si usted mantiene en buena forma la Batería y la carburación de su vehículo, que pueden representar el 20% de las causas de falla,  con mucha probabilidad evitará el 80% de las varadas.

En sentido contrario, dedicándose a lo trivial o poco importante,  se consumirán todos los recursos, sin obtener un resultado efectivo. Es decir, lavar el carro, polarizarlo, ponerle ambientador y hasta unos  rines de lujo, lograrán un carro muy engallado,  pero que seguirá varándose por falta de una buena batería. Lamentablemente esto es lo que generalmente hacemos: nos preocupamos por lo trivial, lo formal, lo superficial y olvidamos lo vital e importante, por lo que nos mantenemos ocupados corrigiendo los efectos, pero sin eliminar la causa raíz de los problema.

Paretear significa entonces, en jerga gerencial, priorizar, establecer en forma juiciosa un ranking de problemas, para, de manera racional, determinar las causas que los originan y  aplicar los recursos en forma eficiente y eficaz, a aquellas pocas causas que generan el gran volumen de efectos o conflictos  visibles. Esta actividad aparentemente de alta envergadura técnica y académica, es en realidad la columna vertebral de ese excelente burro de carga que es el sentido común. O si no ¿cómo se explica que el común de las personas, una vez recibido el sueldo, corremos a pagar arriendo, servicios y hacer mercado? Sencillo: el Pareto interno nos indica que atendiendo ese 20% de causas, resolveremos el 80% de los problemas de la casa.  Los demás problemas domésticos, si bien nos afectan, no son tan vitales y podrán esperar.

No es de extrañar entonces que la ciudadanía dispare las alarmas, cuando observa que los esfuerzos administrativos y los recursos del Distrito, se están gastando en cosas que, su Pareto interno les indica que son triviales y no resuelven nada, y en cambio se están dejando de hacer cosas que impactarían en la solución de importantes problemas de la ciudad: El Túnel de Crespo y la restauración de algunas plazas y parques, causaron fuertes malestares a la población que consideraba, con razón, que había cosas mas prioritarias en las que invertir y con lo que se resolvían muchos problemas y mas importantes. Invertir, por ejemplo, en la solución de los problemas de las inundaciones o en nuevos hospitales, hubiese estado mas en la línea de resolver el 20% de causas que producen el 80% de los problemas.

Comoquiera que se aproximan elecciones para la alcaldía y ya hay unos 20 candidatos esperando la largada, que bueno que todos fueran elaborando su Pareto y definiendo esas 3 o 4  situaciones de la ciudad, que generan casi todos nuestros problemas, para incluirlas en su programa de gobierno, con el fin de realizar las inversiones en lo vital y no en lo trivial… Ah y no se olviden que en esas fiestas de campaña, el 20% de los invitados  se beberá el 80% del trago.

@rododiazw

lunes, 11 de marzo de 2013

Un ejemplo a seguir...


Una canción folclórica portuguesa se burla de los curas, porque estos les instalan pararrayos a las cúpulas de las iglesias. Dicen los mamagallistas lusos, que no entienden esta previsión tan terrenal, para sitios que gozan de todas las consideraciones y protecciones del altísimo, además de la ya pregonada infalibilidad de la iglesia. Lo que no saben en Portugal es que en Colombia, además de pararrayos, hay que construirlas con acero sismo resistente y dotarlas con vigilantes armados, para evitar que los ladrones se lleven las custodias, los copones y hasta las limosnas del último domingo.

Así que no hay que extrañarse de que un rayo vagabundo, haya sido atrapado por el potente pararrayos de la cúpula de  la basílica de San Pedro, apenas horas después de que el papa Benedicto XVI anunciara su renuncia al Pontificado. Si bien es cierto, la imagen, que rápidamente le dio la vuelta al mundo, fue mostrada como algo sobrenatural o de origen divino y relacionado con un mensaje celestial por la renuncia recién anunciada, la verdad es que estos eventos son mas frecuentes de lo que creemos, y ocurren por una razón meramente científica: Todas las iglesias tienen altas cúpulas y en ellas hay instalado un pararrayos, cuya función es precisamente la de atraer rayos, para proteger a los ciudadanos de las fuertes descargas eléctricas.

Ahora bien, con todo y la explicación científica, no me parece para nada descabellado el considerar el famoso rayo como el anuncio de algo sobrenatural y milagroso. O es que acaso no es un verdadero milagro, que después de 600 años, un papa, sin más ni más, decida abandonar el cargo mas importante del universo, y anuncie, cómo razón principal para esta renuncia, una que nos sorprendió por su sencillez y humanidad: que está muy viejo, está cansado y no se siente con fuerzas para  hacer el duro trabajo de dirigir espiritualmente a mas de mil millones de personas, muchas de las cuales están interesadas en todo, menos  en seguir sus sabias enseñanzas.

Y no le falta razón a su Santidad. No se entiende como una persona comienza a ejercer uno de los cargos mas difíciles del planeta a la venerable edad de 78 años, 13 años después de que cualquier ser humano ya estaría retirado, ya sea porque nadie le de trabajo o porque tuvo la suerte de ser uno de los que logran pensionarse, después de 40 años de trabajo. Para nadie es un secreto que en los países desarrollados, el retiro y jubilación ocurren a los 65 años y en los no tan desarrollados, como el nuestro, está por los 62 años.

Pero si lo anterior parece  injusto, mas desproporcionado es pretender que un anciano continúe trabajando y realizando viajes transcontinentales,  a la nada despreciable edad de 86 años, un poquito mas de 16 años después de que,  teóricamente, todos los hombres que nacieron en su época ya habrán muerto. No nos olvidemos que, si bien es cierto, que en los países europeos y Norteamérica la expectativa de vida es de cerca de 78 años, en otras regiones del África apenas alcanza los 45 años, siendo la de nuestra región latinoamericana de alrededor de 69 años. En realidad el simple hecho de llegar a alcanzar mas de 85 años es una verdadera hazaña, en un mundo convulsionado y lleno de toda clase trampas, en el que tan solo un 0.4 % de la población, logra este envidiable record.

Así que me parecen faltos de objetividad y de caridad cristiana, todos los que no solo no quieren entender el natural deseo de un viejo de retirarse a descansar, sino que ya han comenzado a inventarse teorías “socio jodidas” y crisis de conciencia, en una grupo religioso que no ha tenido un solo día de tranquilidad, desde el momento en que Jesús dijo que era el hijo de Dios. Mas importante sería recibir con mucha reflexión y responsabilidad el ejemplo que nos deja Benedicto, sobre las veleidades del poder y la necesidad de abandonarlo cuando no estamos a su altura.

Artículo publicado el 14 de Febrero de 2013