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lunes, 11 de marzo de 2013

Tiempos de desobediencia..


De nada nos sirven todas esas felicidades que nos desean la noche de año nuevo. No han pasado los primeros 15 días de Enero, cuando las malas noticias, los malos deseos y, sobre todo, las arbitrariedades de nuestros gobernantes, ya han acabado con esa felicidad efímera y nos han convertido en los mismos fulanos pensativos, preocupados y malhumorados, a los que solo nos queda la esperanza  del próximo diciembre con las primas, los regalos y la alegría  propia de la época.

Uno de los tóxicos que nos envenena desde bien comenzado el año nuevo, es ese maldito engendro que llaman predial. No hay un solo cartagenero  que lo quiera y mucho menos que  entienda su lógica torcida y  su voracidad de perro hambriento, que solo nos deja tranquilos cuando nos ha arrancado hasta el último centavo, o peor, cuando nos ha obligado a endeudarnos y comprometer lo que no tenemos.

Junto con las alzas en todos los productos, servicios y los gastos del inicio del año escolar, el predial completa ese paquete de malas noticias, que hacen que el feliz año que nos dan el 31 de Diciembre, no sea mas que otra de las tantas mentiras a que nos hemos acostumbrado y que mantenemos, por el vicio de aparentar que somos alegres y que, como se lo han comenzado a creer las calvas ilustres del altiplano, somos el país mas feliz del mundo.

Pero si el predial es aborrecible,  los procedimientos para generarlo y los funcionarios que se encargan de su administración son sencillamente diabólicos. Nadie entiende la lógica de los reavalúos fantasmas que hacen anualmente de los predios, en los que nunca se consulta al propietario, no se visita el predio y generalmente resultan en aumentos estrafalarios que nadie explica y que no se compadecen con la realidad comercial imperante y con la capacidad de pago del contribuyente, que es lo que finalmente debería contar.

Los funcionarios de hacienda distrital son los que mas disfrutan de este desbarajuste. Con una risita “pendeja” y cara de yo no fui, se apresuran a decir que ellos solo se limitan a aplicar la tabla que envían desde el Agustín Codazzi, y que lo que pasa es que los avalúos estaban congelados y obviamente que cualquier reclamación se haga en el Agustín Codazzi. Como si la gente fuera boba y no supiera que son ellos quienes solicitan los famosos reavalúos, y definen los parámetros que les permitan aumentar el recaudo, aunque cada vez sea mayor el porcentaje de los que simplemente no pueden pagar y se someten al tormento el cobro coactivo.

La Desobediencia Civil no es un delito, es un derecho que tenemos los ciudadanos para rechazar y no cumplir aquellas disposiciones del estado que consideramos injustas, absurdas o arbitrarias. Hace un año con  un movimiento serio y ordenado nos opusimos al oprobioso cobro de valorización y los resultados nos dieron la razón. Existen sobradas razones para creer que los incrementos anuales del avalúo y los aumentos exorbitantes del impuesto predial, están direccionados más por actuaciones apresuradas, inconsultas y faltas de rigor técnico y legal, que por un proceso juicioso que consulte la realidad del valor de los predios y las capacidad de pago de los propietarios.

Después de varios años de estar asistiendo impávidos al penoso espectáculo de un cobro arbitrario y sin respaldo legal, llegó la hora de pararnos firmes y emprender acciones serias y contundentes que demuestren nuestra disposición de hacer valer nuestros derechos. Ya comprobamos en una ocasión que  invocando el derecho a la desobediencia civil y actuando unidos y coordinadamente, es posible enfrentar el desbarajuste y desgobierno de la ciudad, en la que solo se piensa en cuadrar la tesorería, con nuestros  flacos ingresos…..feliz año nuevo!

Artículo publicado el 24 de Enero de 2013

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