Hace unos días un reconocido
columnista y escritor presagiaba en su cuenta de Twitter, que en estas
navidades, la ciudad no soportaría la invasión de fin de año y colapsaría. Otro
importante grupo de ciudadanos, congestionaba las redes sociales protestando
por tantos bloqueos y desvíos, los cuales, por regla general, se realizan con
actividades minoritarias e inconsultas y que afectan la parte mas vital de la
ciudad: la Avenida Santander y el Centro Histórico. “Eso es lo que tiene a esta
ciudad jodida”, aseguraban los iracundos cibernautas.
Y no era para menos. No se había
recuperado la gente que trabaja en el Centro, del trancón de la cabalgata de la
noche anterior, que los mantuvo bloqueados sin poder llegar a sus casas, cuando
una vuelta ciclística, de cuya existencia nadie tenía conocimiento, ya estaba
nuevamente, cerrando las mismas vías, los mismos sectores y afectando otra vez
la movilización de las personas, que requieren para sus labores de la Santander
y el Centro. No hay derecho. No es posible que nuestras autoridades después de
tantas discusiones y debates, sigan actuando como si los derechos de las
mayorías no existieran, privilegiando caprichos y pretensiones de grupos
minúsculos, cuyas intereses, marcadamente particulares, van ligados al uso del
Centro Histórico y el mar, como escenario gratuito de sus actividades.
Apenas está empezando Diciembre y ya
comienzan a verse largas filas de carros en los semáforos, las congestiones y
trancones de la 70 de Crespo y las vías de Bocagrande, todo esto complementado
con los embotellamientos institucionales, propiciados por la policía, quienes
después de años y años de fracasos, insisten tozudamente en que la mejor
estrategia para combatir el crimen y brindarle seguridad a la ciudad, es la de
poner conos, bloquear un carril de la vía y solicitarles documentos a los
conductores particulares. Con el respeto
que se merece mi General, es hora de que revise estadísticas y verifique que,
mientras sus muchachos sudan bloqueando las principales vías, instalando conos
y cuidando barandas, el sicariato, el fleteo y los atracos a instituciones y
residencias, aumentan exponencialmente.
No se cansa de criticar la ciudadanía
el hecho de que, mientras la alcaldía programa un pico y placa al transporte
público, para reducir la congestión a la entrada a Bocagrande, en forma
simultanea, la policía cierre tres carriles, dos de entrada y uno de salida,
las 24 horas del día, solo para que de rato en rato, 20 agentes se dediquen al
viejo oficio de pedir papeles. Sin embargo, una joyería es robada en el
Laguito, a plena luz del día, y los ladrones salen, pasando por todos estos
retenes, sin que nadie se de cuenta.
Parece cosa de Perogrullo, pero es casi seguro que si este tipo de “raqueteos”
se produjera en las entradas y salidas de la ciudad, se tendrían mejores
resultados en la prevención del delito y
muchos mas en la pobre movilidad de la ciudad.
Hace 6 años, un grupo de raperos
llamado “Chiflando Iguana”, no solo puso a pensar a los cartageneros con su
protesta, sino que, al igual que nuestro amigo el escritor, describió con
clarividencia poética, todo el caos político administrativo, que le esperaba a
la ciudad en el futuro cercano. En el tema de movilidad y espacio público
fueron especialmente contundentes: “Cualquier
foráneo viene aquí y monta su espectáculo / y ninguna autoridad le pone algún
obstáculo / en cambio yo siendo un buen cartagenero (de los mejores) / si monto
algún show pronto me forman el... (jajaja) / ¿Qué es lo que pasa?, ¿qué es lo
que pasa? / ellos no se llaman Pedro y está tampoco es su casa / así que cojan
y recojan todas sus joyas y monederos / devuélvanse enseguida justo por donde
vinieron”. Como dice el muñequito de la televisión: Tal cual.
Esta
bien que los colombianos sigan creyendo que realizar sus eventos en Cartagena,
es una garantía de éxito, “caché” y buena publicidad. Pero corresponde a las
autoridades, armonizar la ejecución de estas actividades, de forma tal, que no
se perjudique a la ciudadanía, que ya está cansada de que se le sacrifiquen sus
derechos fundamentales, en el altar de un turismo mal entendido.
Artículo publicado el 11 de Diciembre de 2012
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