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lunes, 11 de marzo de 2013

Decisiones necesarias..


La enfermedad de nuestro Alcalde no solo ha despertado la solidaridad y los buenos deseos de todos los cartageneros, sino que adicionalmente, mas allá del tema personal, del que todos esperamos un final feliz, también se viene generando un debate muy interesante alrededor de la situación institucional que se produce, cuando un funcionario de este calibre se enferma y no puede ejercer  sus funciones administrativas como lo mandan la constitución y la ley y como quisieran los administrados.

Por supuesto que no estoy hablando de los mecanismos previstos en la ley para definir el reemplazo del Alcalde, cuando este está inhabilitado para ejercer sus funciones en forma temporal o definitiva. Sobre eso ya se ha elaborado bastante en todos los escenarios y sea quizá lo mas importante recordar que, en el caso de Cartagena, por tratarse de un Distrito Especial, el competente es el Presidente de la Republica para el reemplazo temporal, o definitivo, cuando restan menos de 18 meses de mandato del Alcalde a reemplazar, y los ciudadanos, en unas elecciones atípicas, cuando al reemplazado en forma definitiva, le falten más de 18 meses para acabar el periodo constitucional.

Ese no es realmente lo que preocupa de la situación actual de Cartagena y de lo que, casi sin excepción, se habla entre expertos y profanos día y noche y en todos los rincones de la ciudad. Lo que preocupa es que alrededor de la situación del Alcalde se haya tendido un manto de misterio, de duda y de hecho se hayan estado contando mentiras o dicho verdades a medias, que hacen que hasta el momento no se tenga una claridad real, sobre las verdaderas capacidades del Alcalde para seguir gobernando en cuerpo ajeno y a larga distancia, cuando todos sabemos lo difícil que viene siendo, manejar la ciudad de cuerpo presente y estando 24 horas al pie del cañón.

Para nadie es un secreto que la administración se encuentra prácticamente paralizada, entre la incertidumbre de lo que ocurre y la expectativa de lo que finalmente va a pasar. El Alcalde encargado lleva mas de un mes empantanado en el círculo vicioso de la reestructuración del gabinete, embolatado en el laberinto de llamar a Bogotá para recibir instrucciones y volver  a llamar para informar lo que se hizo y recibir mas instrucciones para corregir lo que se hizo mal. No parecería lo mas lógico, mantener la administración estancada por una renuncia masiva de todo el gabinete, para luego ratificar a casi todos los secretarios y elegir a los nuevos en un dispendioso proceso de va y viene entre Cartagena y Bogotá, precisamente en momentos en que el Alcalde requiere de mayor reposo y tranquilidad.

Es claro que en la actualidad el ejercicio de la administración está más direccionado hacia lo que tenga que ver con la salud del mandatario y menos hacia los  temas y problemas normales de la ciudad: los estudios e informes de los expertos de los diferentes centros de salud, el traslado a Bogotá y los nuevos estudios e informes, las ruedas de prensa para informar sobre el estado del Alcalde, las video conferencias, los viajes de funcionarios a Bogotá, y toda una serie de actividades de la mayor importancia, con relación a la salud del alcalde, pero que dejan al encargado tantaleando erráticamente en decisiones sin respaldo y acechado por el “demonio de la delegación” y las airadas solicitudes de la ciudadanía, para la derogatoria de actuaciones fuertemente cuestionadas.

Efectivamente la legislación colombiana no considera un mecanismo idóneo para casos en que el Alcalde, si bien no está inhabilitado, tampoco puede ejercer a plenitud sus funciones y se presentan las incertidumbres como la que ahora vivimos. Mientras el Congreso pule una ley en tal sentido, el Alcalde podría, por propia iniciativa, hacer uso de una licencia temporal y permitir que el Presidente nombre un reemplazo temporal con alguien de su grupo. De esta forma se lograría que el mandatario continúe su proceso de curación en forma efectiva y con la tranquilidad que esto requiere, mientras la ciudad retoma su ritmo normal, se ordena la administración y se corrige el rumbo.  

Artículo publicado el 12 de Septiembre de 2012

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