La enfermedad de nuestro Alcalde no
solo ha despertado la solidaridad y los buenos deseos de todos los
cartageneros, sino que adicionalmente, mas allá del tema personal, del que
todos esperamos un final feliz, también se viene generando un debate muy
interesante alrededor de la situación institucional que se produce, cuando un
funcionario de este calibre se enferma y no puede ejercer sus funciones administrativas como lo mandan
la constitución y la ley y como quisieran los administrados.
Por supuesto que no estoy hablando
de los mecanismos previstos en la ley para definir el reemplazo del Alcalde,
cuando este está inhabilitado para ejercer sus funciones en forma temporal o
definitiva. Sobre eso ya se ha elaborado bastante en todos los escenarios y sea
quizá lo mas importante recordar que, en el caso de Cartagena, por tratarse de
un Distrito Especial, el competente es el Presidente de la Republica para el
reemplazo temporal, o definitivo, cuando restan menos de 18 meses de mandato
del Alcalde a reemplazar, y los ciudadanos, en unas elecciones atípicas, cuando
al reemplazado en forma definitiva, le falten más de 18 meses para acabar el
periodo constitucional.
Ese no es realmente lo que preocupa
de la situación actual de Cartagena y de lo que, casi sin excepción, se habla
entre expertos y profanos día y noche y en todos los rincones de la ciudad. Lo
que preocupa es que alrededor de la situación del Alcalde se haya tendido un
manto de misterio, de duda y de hecho se hayan estado contando mentiras o dicho
verdades a medias, que hacen que hasta el momento no se tenga una claridad real,
sobre las verdaderas capacidades del Alcalde para seguir gobernando en cuerpo
ajeno y a larga distancia, cuando todos sabemos lo difícil que viene siendo,
manejar la ciudad de cuerpo presente y estando 24 horas al pie del cañón.
Para nadie es un secreto que la
administración se encuentra prácticamente paralizada, entre la incertidumbre de
lo que ocurre y la expectativa de lo que finalmente va a pasar. El Alcalde encargado
lleva mas de un mes empantanado en el círculo vicioso de la reestructuración
del gabinete, embolatado en el laberinto de llamar a Bogotá para recibir
instrucciones y volver a llamar para
informar lo que se hizo y recibir mas instrucciones para corregir lo que se
hizo mal. No parecería lo mas lógico, mantener la administración estancada por
una renuncia masiva de todo el gabinete, para luego ratificar a casi todos los
secretarios y elegir a los nuevos en un dispendioso proceso de va y viene entre
Cartagena y Bogotá, precisamente en momentos en que el Alcalde requiere de
mayor reposo y tranquilidad.
Es claro que en la actualidad el
ejercicio de la administración está más direccionado hacia lo que tenga que ver
con la salud del mandatario y menos hacia los
temas y problemas normales de la ciudad: los estudios e informes de los
expertos de los diferentes centros de salud, el traslado a Bogotá y los nuevos
estudios e informes, las ruedas de prensa para informar sobre el estado del
Alcalde, las video conferencias, los viajes de funcionarios a Bogotá, y toda
una serie de actividades de la mayor importancia, con relación a la salud del
alcalde, pero que dejan al encargado tantaleando erráticamente en decisiones
sin respaldo y acechado por el “demonio de la delegación” y las airadas
solicitudes de la ciudadanía, para la derogatoria de actuaciones fuertemente
cuestionadas.
Efectivamente la legislación
colombiana no considera un mecanismo idóneo para casos en que el Alcalde, si
bien no está inhabilitado, tampoco puede ejercer a plenitud sus funciones y se presentan
las incertidumbres como la que ahora vivimos. Mientras el Congreso pule una ley
en tal sentido, el Alcalde podría, por propia iniciativa, hacer uso de una
licencia temporal y permitir que el Presidente nombre un reemplazo temporal con
alguien de su grupo. De esta forma se lograría que el mandatario continúe su
proceso de curación en forma efectiva y con la tranquilidad que esto requiere,
mientras la ciudad retoma su ritmo normal, se ordena la administración y se
corrige el rumbo.
Artículo publicado el 12 de Septiembre de 2012
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