Durante toda esta semana, algunos
residentes de Crespo han sido sorprendidos por la llegada de una carta
de la Aerocivil, en la que se les comunica que la seguridad del aeropuerto está
en alto riesgo, debido a la falta de visibilidad de la torre de control, por la
existencia de árboles en la visual de la torre hacia la pista. La carta es
perentoria y solicita el corte de los árboles hasta un máximo de 5 metros de altura.
La solicitud causa extrañeza porque,
en opinión de los residentes consultados, estos árboles tienen mas de 30 años
de sembrados y desde hace mucho tiempo alcanzaron su máxima altura, sin que
nunca hubieran causado ninguna perturbación a la navegación aérea en Cartagena.
De hecho cuando por allá por el siglo pasado se hizo el nuevo edificio y la
nueva torre de control, uno de los elementos tenidos en cuenta para incrementar
considerablemente su altura, fue precisamente acabar con las limitaciones que
existían en ese sentido, especialmente en lo relacionado con la altura máxima
especificada para construcciones en esta área.
Por supuesto que causan no solo extrañeza sino preocupación, las afirmaciones acerca de la inseguridad del
aeropuerto, hechas por la propia
Aerocivil, tan solo unos días después de
que su Director declarara a voz en cuello, por varios medios nacionales y
locales, que no existen razones ni posibilidades de un nuevo aeropuerto para
Cartagena. Es decir, todo está bien y esto
no es prioridad para el gobierno. Es más, aclaraba que si los privados lo
hacían sería bienvenido.
Estas contradicciones entre el propio director de Aerocivil y sus delegados
regionales indican a las claras que al menos uno de los dos no está bien
informado y que muy seguramente las cosas no son tan buenas coma las pintan,
cosa que no extrañaría en este país y menos en esta ciudad. La inseguridad
derivada de las supuestas interferencias en la visual, no es más que "otra
pata que le nace al cojo", otra condición anormal surgida del absurdo de
tratar de mantener un aeropuerto que se expande, dentro de un barrio y una
ciudad que igualmente se expanden y exigen nuevas condiciones urbanísticas para
abordar el futuro.
Durante mas de 50 años, dirigentes y vecinos han manifestado de diversas
maneras, sin ser escuchados, su inconformidad por los diferentes aspectos
derivados de la existencia del aeropuerto, que han venido afectando su
tranquilidad su patrimonio y su seguridad. Es evidente la desvalorización de
predios situados cerca del aeropuerto. El tema del ruido es de conocimiento
público y solo faltaría que el Ministerio del Medio Ambiente exigiera el
cumplimiento de sus resoluciones para que el aeropuerto tuviera que ser movido
de sitio. La existencia de tanques de combustible dentro del propio barrio y la
necesidad de que vías públicas hayan sido adjudicadas al aeropuerto para hacer
viable su operación, son igualmente elementos de juicio importantes para
alimentar el debate.
Como si lo anterior fuera poco, está sobre el tapete la grave situación
derivada de la existencia de la Ciénaga de la Virgen y la gran cantidad de aves
que han comenzado a repoblarla, en la medida en que este hábitat se comienza a
recuperar. Las aves se han convertido en otro gran factor de riesgo y, aunque
nuestras autoridades ambientarles se han hecho los de la vista gorda, para
nadie es un secreto, que SACSA, el concesionario del aeropuerto, dispone de
cuadrillas especializadas en bombardear día y noche, con recámaras de pólvora,
toda el área de los alrededores de la ciénaga para alejar a las aves.
Sin embargo, y esto no es cuestión de preocupación sino de tristeza, lo más
increíble de toda esta historia, es que hasta la fecha, nunca un dirigente,
llámese Gobernador, Alcalde, Congresista, Concejal. Edil o Ente de Control, han
manifestado el más mínimo interés por un tema tan vital para la ciudad y que
tanto ha tenido que ver en la vida de tres generaciones de cresperos. Será que
el Alcalde del pueblo si?..
Artículo publicado el 7 de Marzo de 2012
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