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domingo, 10 de marzo de 2013

El que manda manda...


Aunque mande mal. Eso suele repetir la sabiduría popular para desahogarse, cuando de buenas a primera se encuentra con decisiones a todas luces absurdas, carentes de lógica, inconsultas y por consiguiente injustas. En esta época de año nuevo, gobierno nuevo y buenos propósitos, que bueno que se revisaran algunas decisiones de las tantas e inconcebibles que un día se tomaron en Cartagena y que, por prepotencia, terquedad o falta de sentido común de la administración, nunca se revisaron, a pesar del clamor generalizado del pueblo que, con múltiples y prácticos argumentos señalaba su impertinencia.

Por supuesto que una de esas tantas decisiones tiene que ver con la implantación del “pico y placa” para toda la ciudad, para resolver tres o cuatro problemas puntuales que hoy, después de varios años, continúan iguales, demostrando la inutilidad de la medida, tal como se tomó y dándole la razón a la ciudadanía.

No es un secreto que los problemas de movilidad y tráfico de Cartagena están circunscritos a una avenida y tres o cuatro cruces completamente identificados, sobre los cuales es necesario diseñar controles muy concretos para corregir la situación. Pero de ahí a impedir la movilización de vehículos por sectores absolutamente normales descongestionados y sin complicaciones, hay una distancia abismal. ¿A cuenta de que una señora que vive en la  calle 73 de Crespo no puede sacar su vehículo para llevar a su hijo al colegio ubicado a varias cuadras de su casa, debido  a un pico y placa establecido por los  trancones en la Pedro De Heredia?

A pesar de las múltiples solicitudes en el sentido de revisar esta determinación para hacerla más práctica y lógica, nunca se prestó atención y hoy en día continúan nuestros agentes dedicados a controlar una medida inútil en el 80% de la ciudad, en lugar de estar dedicados al control que tanto se requiere en otras partes bien complicadas que apenas si representan el restante 20%.

Da dolor ver a los agentes de azul, parqueados día y noche a sol y agua, vigilando unas rejas que ponen en la calle que bordea las murallas y cuidando que no se cruce algún despistado que se le olvidó la ridícula prohibición, mientras que en la India Catalina se vive el despelote universal en el que peatones, busetas, motociclistas y taxis se disputan el paso, casi siempre maldiciendo por la ausencia total de control policial del tráfico.

Así como la anterior, tenemos varias disposiciones que requerirían de una urgente revisión, en la dirección de dotarlas de la sana lógica  y  de la aplicación práctica de ese burro de carga que es el sentido común, a fin de conciliar los intereses   de una ciudadanía que vive en carne propia los resultados de las medidas, con los del gobierno que con muy buena intención dispone de su aplicación.

La limitación de la velocidad a 30 Km/Hr,  en el corredor de carga y algunos sectores de la avenida Santander, que son entere otras cosas, algunas de las de mejorcito tráfico en la ciudad, la instalación de una ciclo vía en plena Santander, a la que solo concurren 10 o veinte personas y por supuesto, el decidirse a alquilar para conciertos estadios, cuyo principal valor radica precisamente en tener en óptimas condiciones su terreno, son entre otras, algunas de las decisiones que esperamos incluya la nueva administración en su “plan de choque” o “plan de escoba nueva”, como queramos llamarlo, si queremos, a muy bajo costo comenzar a mejorar.

Artículo publicado el 20 de Diciembre de 2011

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