Aunque mande mal. Eso suele repetir
la sabiduría popular para desahogarse, cuando de buenas a primera se encuentra
con decisiones a todas luces absurdas, carentes de lógica, inconsultas y por
consiguiente injustas. En esta época de año nuevo, gobierno nuevo y buenos
propósitos, que bueno que se revisaran algunas decisiones de las tantas e
inconcebibles que un día se tomaron en Cartagena y que, por prepotencia, terquedad
o falta de sentido común de la administración, nunca se revisaron, a pesar del
clamor generalizado del pueblo que, con múltiples y prácticos argumentos
señalaba su impertinencia.
Por supuesto que una de esas tantas
decisiones tiene que ver con la implantación del “pico y placa” para toda la
ciudad, para resolver tres o cuatro problemas puntuales que hoy, después de
varios años, continúan iguales, demostrando la inutilidad de la medida, tal
como se tomó y dándole la razón a la ciudadanía.
No es un secreto que los problemas
de movilidad y tráfico de Cartagena están circunscritos a una avenida y tres o
cuatro cruces completamente identificados, sobre los cuales es necesario
diseñar controles muy concretos para corregir la situación. Pero de ahí a
impedir la movilización de vehículos por sectores absolutamente normales descongestionados
y sin complicaciones, hay una distancia abismal. ¿A cuenta de que una señora
que vive en la calle 73 de Crespo no
puede sacar su vehículo para llevar a su hijo al colegio ubicado a varias
cuadras de su casa, debido a un pico y
placa establecido por los trancones en
la Pedro De Heredia?
A pesar de las múltiples solicitudes
en el sentido de revisar esta determinación para hacerla más práctica y lógica,
nunca se prestó atención y hoy en día continúan nuestros agentes dedicados a
controlar una medida inútil en el 80% de la ciudad, en lugar de estar dedicados
al control que tanto se requiere en otras partes bien complicadas que apenas si
representan el restante 20%.
Da dolor ver a los agentes de azul,
parqueados día y noche a sol y agua, vigilando unas rejas que ponen en la calle
que bordea las murallas y cuidando que no se cruce algún despistado que se le
olvidó la ridícula prohibición, mientras que en la India Catalina se vive el
despelote universal en el que peatones, busetas, motociclistas y taxis se
disputan el paso, casi siempre maldiciendo por la ausencia total de control
policial del tráfico.
Así como la anterior, tenemos varias
disposiciones que requerirían de una urgente revisión, en la dirección de
dotarlas de la sana lógica y de la aplicación práctica de ese burro de
carga que es el sentido común, a fin de conciliar los intereses de una ciudadanía que vive en carne propia
los resultados de las medidas, con los del gobierno que con muy buena intención
dispone de su aplicación.
La limitación de la velocidad a 30
Km/Hr, en el corredor de carga y algunos
sectores de la avenida Santander, que son entere otras cosas, algunas de las de
mejorcito tráfico en la ciudad, la instalación de una ciclo vía en plena
Santander, a la que solo concurren 10 o veinte personas y por supuesto, el
decidirse a alquilar para conciertos estadios, cuyo principal valor radica
precisamente en tener en óptimas condiciones su terreno, son entre otras,
algunas de las decisiones que esperamos incluya la nueva administración en su
“plan de choque” o “plan de escoba nueva”, como queramos llamarlo, si queremos,
a muy bajo costo comenzar a mejorar.
Artículo publicado el 20 de Diciembre de 2011
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