Daddy
Yankee, el reconocido emblema del reggaetón, hace algunos años nos enseñó lo
que se puede hacer después de que la Corte de la Haya ha tomado una decisión:
nada. Lo que pasó, pasó y ya pasó. El rechazo y la pataleta de Santos, cuando
las cosas le salen mal, ya lo conocemos y no es más que una jugada política,
para pasar “de agache” y tratar de sacar ventaja, apareciendo como el héroe
luchador y salvador, que siempre estará ahí para defendernos. La idea es que su
imagen no sufra, con miras a su segundo período.
A la corte
le quedó mamey tomar la decisión, en la que en dos platos nos dicen que tenemos que devolver algo, que estábamos
usufructuando indebidamente desde 1928. No es sino que revisemos nuestra
historia remota y reciente, para que
observemos que nuestra tradición y vocación ha sido la de aceptar recortes en
nuestro territorio, sin mayores dramas. Cuando yo empecé a estudiar a mediados
de los cincuentas del siglo pasado no existía el trapecio amazónico porque
nuestro mapa llegaba mucho mas al sur dentro de los territorios de Brasil, Perú
y Venezuela. La colita de pescado del amazonas fue lo que nos dejaron para que
tuviéramos acceso al Rio Amazonas, cuando alegremente regalamos todo ese
territorio. Después vino lo de Panamá en 1903 y el regalo de los Monjes a
Venezuela en 1952. Si se estudian detenidamente todos estos episodios,
seguramente encontrarán un lugar común: Una diplomacia de pacotilla y unos
negociadores acartonados, mas reconocidos por sus apellidos largos y las
glorias de sus antepasados, que por sus conocimientos, en los vericuetos y
trapisondas del Derecho Internacional y del Mar.
No nos
echemos carreta. La decisión de la Corte estaba cantada y ya desde 2007 era
conocida por el gobierno. No es sino que revisemos declaraciones y
publicaciones anteriores al fallo, para que observemos que desde mucho antes
veníamos siendo preparados para el pretinazo. Para nadie es un secreto que
después de la cumbre de Cartagena, el Gobierno, como quien no quiere la cosa
dejó caer la perlita de que “la Corte siempre producía decisiones salomónicas y
que nadie se iba con las manos vacías”. Esta declaración propiciada por el
propio Estado, ha sido corroborada en varios medios de comunicación y en
diversas reuniones en las que se ha analizado el tema. Les recomiendo leerse la
última revista Semana, en donde se predice hasta el último detalle de lo que
sería el fallo.
Antes de
estar azuzando a la ciudadanía con pataletas nacionalistas y campañas de
desobediencia, que antes ha criticado, el gobierno debería informarle al pueblo
la verdad verdadera sobre el tema. Debería contar por ejemplo que en 2007 la
Corte se pronunció aceptando la excepción preliminar de Colombia, en el sentido
de que el tratado de 1928 había dejado claro que San Andrés, Providencia y
Santa Catalina pertenecían a nuestro país y que esto no estaba en discusión en
virtud del tratado de Bogotá de 1948. Pero en igual forma ha debido contarnos,
que la Corte fue enfática en el sentido de que los demás accidentes
geográficos, léase cayos, bajos, islas, y lo mas importante los límites
marítimos, no habían quedado definidos, razón por la cual, entraría a fallar
sobre esta parte del litigio. Ha debido decirnos igualmente que los Cayos de
Quitasueño, Rocador y Serrana, ni siquiera fueron incluidos en el tratado de
1928, toda vez que Estados Unidos, a la sazón invasor de Nicaragua, los
reclamaba. Y ha debido contar que el meridiano 82 nunca fue establecido como un
límite, sino como un punto de referencia geográfico.
Pero mas
allá de todos estos enredijos legales, la Corte decidió dándole consideración
al interés mostrado por cada una de las Naciones: Colombia hablaba del tema en
función de la soberanía y el derecho a los Cayos e Islas y siempre se pensó en
la posibilidad de perder a San Andrés o algunos Cayos, hasta el punto de que
rabiamos de felicidad cuando la Corte dijo que nos pertenecían. Nicaragua
siempre estuvo mas enfocada hacia la plataforma marina y el Derecho al mar y
sus recursos y de hecho, las escaramuzas
siempre estuvieron por el lado de entrada de naves, en las que creíamos nuestras aguas. Los jueces solo
le dieron a cada quien lo que reclamaba.
La
decisión está tomada y tiene mas reversa un paracaídas de plomo. La
negociación, en la que nunca participó un Sanandresano ya terminó. No acatar el
fallo es ponernos a la par de un minúsculo grupo de países insolentes e irrespetuosos, expertos en arbitrariedades,
leguleyadas y maromas. No se ustedes, pero en lo que a mi respecta, siento que
en un rinconcito del alma, tenía la sospecha de que estábamos clavando a los
nicaragüenses. Lloremos nuestro mar perdido, pero por favor… con uribadas noooo!!!
Artículo publicado el 21 de Noviembre de 2012
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