Presidentes de América: Bienvenidos a Cartagena de Indias, bella e
histórica ciudad de Colombia, patrimonio
de toda la humanidad, menos de los cartageneros, a quienes en agradecimiento
por nuestra amabilidad, calidez y buen trato con los que nos visitan, nos han
condenado a la ignominia, el abandono, el rechazo y el desplazamiento en
nuestra propia ciudad.
No se asusten, que ustedes no tienen la culpa. Se trata de una inexplicable
actitud de nuestras autoridades de elección y nominación, quienes en su afán de
complacer a los empresarios que patrocinan sus campañas, a los grupos de poder,
y a un mal entendido apoyo al turismo, han decidido que los cartageneros
raizales somos un estorbo para sus planes y poco a poco, mediante
prohibiciones, regulaciones y todo tipo de abusos, nos están convirtiendo en
ciudadanos de segunda, relegados a mirar desde lejos como nuestra ciudad es tomada
por un jet set criollo, en beneficio propio y de sus mentores.
No se engañen. La ciudad que ven por las ventanillas de sus limosinas
blindadas, es una ilusión primorosamente elaborada en los últimos días para
engañarlos, al igual que se hace con todos los visitantes ilustres. Si se fijan
bien, el asfalto de la vía todavía esta humeante, y si bajan la ventana,
percibirán el olor a brea derretida. En realidad la vía se terminó de
pavimentar esta madrugada y, aunque se disponía de varios años para planear
esta cumbre, el contrato solo se hizo hace 15 días. Dicen que en el embolate de última hora es
más fácil contratar.
No piensen que la ciudad siempre está igual de limpia, no señor. Aquí las
empresas de aseo la "cogen suave", pero eso sí, cuando hay visitas
les toca duro. Hay que limpiar y barrer para que los visitantes crean. Si no
ven indigentes, gamines, prostitutas, no vayan a creer que aquí ya esos
problemas están resueltos y tenemos albergues, hogares de paso y todo tipo de
instituciones para su resocialización y protección. Aquí entre nos, les cuento
que los mandaron a recoger y esconder y la verdad, no sabemos hacia donde los
llevarían. Los visitantes que llegan por aquello del turismo sexual, van a
tener problemas.
No crean que estamos en guerra. Por favor. Esos 14000 efectivos entre
soldados y policías, que casi no dejan caminar y que piden "papeles"
día y noche, los trajeron para la seguridad de ustedes. Eso es algo así como
todas las fuerzas militares de Paraguay o la mitad de las de Noruega. Ellos
siempre vienen cuando hay visitas. El resto del tiempo Cartagena es el paraíso
de cuanto sicario, fletero, pandillero, "traqueto", bandido y demás
especímenes de diferentes pelambres, se quiera arrimar por acá. Los
cartageneros que nos defendamos como podamos.
Nosotros como somos tan frescos y "bacanos", no nos quejamos de nada.
Así que tranquilos cada uno de ustedes tendrá una escolta de mas de 400 efectivos.
No vayan a decir de regreso a sus países que en Cartagena no hay vendedores ambulantes. Aquí
los hay por miles, conformando un ejército de lo que se denomina empleados
informales. Si no los ven es porque se les sugirió muy educadamente que por
estos días desaparecieran. No sabemos de qué van a vivir sus hijos, mientras
ustedes se deleitarán con las exquisiteces de nuestra cocina.
Señores presidentes: bienvenidos a Cartagena una ciudad de espejos o
espejismos, como diría el maestro. Donde todo es único e irrepetible. La
belleza y la fealdad, la riqueza y la pobreza, la opulencia y el hambre.
Bienvenidos a Cartagena. Una ciudad ataviada con sus mejores galas para recibir a sus ilustres visitantes y
harapienta, pobre e insegura para sus nativos. Disfruten de su estadía en
nuestra ciudad, y por favor no se les vaya a ocurrir programar otra cumbre en
esta pobre Cartagena de Indias...
Artículo publicado el 22 de Marzo de 2012
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