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domingo, 28 de febrero de 2021

¿HASTA CUANDO?

En diciembre de 2012, el Procurador General de la Nación destituyó e inhabilitó para ejercer cargos públicos por 15 años, al entonces alcalde de Bogotá. La razón: según la investigación de la procuraduría, el alcalde le había entergado el servicio de aseo a dos entidades sin ninguna experiencia.

 

Adicionalmente, el procurador tuvo en cuenta: la compra de carros compactadores de basura que, según el,  no cumplían los requisitos técnicos y de operabilidad,  y la posibilidad de que se hubiera puesto en peligro la vida de ciudadanos, por lo que representaba el caos de basuras sin recoger.

 

Ese mismo año, unos meses antes, en octubre,  La contraloría General de la Nación, había solicitado la suspensión inmediata del alcalde de Cartagena, Campo Elías Terán Dix, de su secretaria de Educación, y dos funcionarias más, por presuntas irregularidades en el contrato para el aseo de las escuelas públicas distritales, celebrado con la empresa Chemical Products, con un valor de $5.893 millones. Aunque el proceso de responsabilidad fiscal, contra el alcalde Terán y sus funcionarios, fue posteriormente cesado por la propia contraloría, este no pudo regresar al cargo, ya que había renunciado en abril de 2013, a consecuencia de una grave enfermedad que padecía.

 

En el mes de Mayo de 2017, La Procuraduría General supendió por tres meses a Manuel Vicente Duque, a la sazón alcalde de Cartagena, como medida cautelar en el marco de un proceso disciplinario en su contra. El Ministerio Público tomó la decisión mientras se investigaban las irregularidades en el control y seguimiento de las construcciones de la ciudad. Posteriormente, en octubre de 2017, Duque firmó la carta de renuncia en la cárcel para funcionarios públicos del municipio de Sabanalarga, en donde permanecía recluido desde hacia algún tiempo, tras ser acusado de corrupción por la elección irregular de la contralora distrital, Nubia Fontalvo.

 

Estos son apenas tres casos que  muestro, por ser muy conocidos, emblemáticos y que tuvimos ocasión de vivir a fondo en sus momentos. Más allá de si eran reales o imaginarios, de si se probaron o no los presupuestos con que se sustentaban las acusaciones y de si se hizo justicia o no, lo cierto es que muestran una gran dinámica de los entes de control, frente a denuncias en el área de la gestión de los alcaldes elegidos popularmente. Todos recordamos la velocidad con que se supendieron a estos alcaldes y con que se realizaron los procesos que definieron el curso de acción de las investigaciones.

 

Pero esto apenas es una muestra: El 13 de marzo de 1988 Colombia eligió por primera vez, mediante voto popular, a sus alcaldes, ya que hasta esa época, los mandatarios municipales eran designados por el gobernador, quien a su vez era escogido por el presidente de la República. En los 30 años larguitos que lleva esta elección, la Procuraduría ha sancionado 7130 alcaldes. De estos 2500 fueron suspendidos temporalmente y un total de 1.100 mandatarios no pudieron terminar sus administraciones  al ser castigados disciplinariamente con la destitución.  De hecho, un estudio de la Misión de Observación Electoral (MOE) , también dio cuenta de que de los 679 dirigentes políticos condenados entre 1991 y 2017 por corrupción, el 65% eran alcaldes.

 

Varias conclusiones se derivan de estas cifras: No es cierto que en Colombia no se sancione la corrupción y mucho menos que los entes de control solo se hayan fijado en el actual alcalde de Cartagena. Tampoco es cierto que la Procuraduría es un ente paquidérmico y politizado,  ya que la velocidad y eficacia, con que han investigado históricamente, gente de todas las pelambres políticas, es proverbial y, por último y más importante, es que los entes de control han hecho respetar la institucionalidad y protegido a la ciudadanía de la arbitrariedad, las violaciones y los manejos indebidos de gobernantes. El alto porcentaje de corruptos condenados así lo indica.

 

Lo que nadie entiende entonces es porque, a estas alturas del partido, no ha sido destituido, o al menos suspendido,  el alcalde de Cartagena,  a quien se le han probado objetivamente: vías de hecho, como la cometida en el caso de los peajes, malos manejos contractuales y corrupción financiera y admistrativa, además de multiples delitos de injuria y calumnia. La primera versión dice que hay un partido político poderoso de gobierno, que apoya la continuidad del alcalde, para así seguir medrando en la ignominia y apoderarse del poder local. La segunda establece que los entes de control quedaron aburridos con respecto a las posibilidades de sanción a elegidos popularmente, despues de que la Corte Interamericana, interviniera en el caso Petro. 

 

Sea lo que fuere que está ocurriendo, ojalá que la nueva procuradora acoja las recomendaciones de su antecesor Carrillo,  deje de tirarse de los “cabellos” y se decida a liberarnos pronto de la pesadilla zambiloca.

 

Como dijo la escritora Gianina Braschi: “Yo he sido adivna. En otros tiempos le adiviné el futuro a los bufones y a los locos.”

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 21 de febrero de 2021

COMPARACIONES OBLIGATORIAS

La parafernalia, el show mediático y todo el despliegue de tonterías, realizados por el gobierno colombiano para la llegada, transporte y aplicación de 50000 dosis y que nos ubica en el primer lugar entre los países más lobos del mundo, contrasta con la seriedad, la planeación y la organización con que Chile se aproxima a sus 3 millones de inoculados.  

 

En tan solo tres semanas, el país austral ha logrado posicionarse con la quinta tasa de vacunación más alta del planeta, con 12.3 vacunados de primera dosis, por cada 100 habitantes, al lado de Israel, Emiratos Árabes Unidos, El reino Unido y Estados Unidos. A este ritmo, no hay duda que para finales de marzo alcanzarán la cifra de 5 millones de inmunizados y, para mediados de año, la increíble meta del 100% de vacunados, cuando se hayan aplicado los 38 millones de dosis, que desde hace rato tienen a buen recaudo, en las Santa Bárbaras de la planeación y la gestión silenciosa, pero efectiva, del Dr. Enrique París, Ministro de Salud de Piñera.

 

Hace tan solo nueve meses, junto con Perú, Chile había alcanzado la tasa de contagios más alta de mundo, de acuerdo con las estadísticas de la Universidad de Oxford. Pero los chilenos aplicaron aquello de que: “cuando hay problemas no se llora y mucho menos se hacen shows. Se planea”. Utilizando la ventaja de ser uno de los países en América Latina, mejor posicionados para hacer negocios, definieron una estrategia multifrente a través de la cual adquirieron tres paquetes de dosis de vacunas con cada uno de los tres laboratorios que trabajaban en el desarrollo del inmunizante: 10 millones de dosis a Pfizer/BioNtech; 10 millones de Sinovac y las restantes hasta completar 38 millones a Covax (OMS), Johnson & Johnson y Astra Zeneca.

 

Como en el viejo cuento del viajero al que todo el mundo le hacía encargos, sin darle el dinero, los chilenos adelantaron los pagos por lo que solicitaban y fueron los primeros en pitar. Fueron los primeros en recibir las dosis pagadas y para complementar su gestión estratégica, se dedicaron, durante la espera, a convertir todo espacio público disponible y utilizable en puesto de vacunación: parques, colegios, salones comunales, universidades, plazas, consultorios y, desde luego clínicas y hospitales, fueron debidamente adecuados. Hoy con sus más de 3500 puestos perfectamente dotados, aplican un promedio de 165000 dosis diarias, que explica el porque de tan asombrosas e impactantes cifras de nuestros callados y humildes vecinos. El plan de vacunación es tan prolijo y seriamente estructurado, que el propio presidente Piñera concurrió el viernes 12 de febrero, hizo su cola y se vacunó como cualquier parroquiano, el día dispuesto para las personas, en condiciones normales, con 71 años de edad. 

 

Aunque le moleste a un reducido número de colombianos, de vez en cuando es necesario que hagamos este tipo de comparaciones, que, a primera vista, pueden parecer odiosas, pero que en realidad solo vienen a mostrar el estado de postración administrativa y de liderazgo, que padece nuestro país y nuestra dirigencia. La situación colombiana fue prevista por analistas y observadores y al comprobar el pésimo manejo que se le estaba dando a la pandemia y su control, fue unánime el pronunciamiento en el sentido de que se trataba de una treta de malos gobernantes. Exactamente la estrategia número dos, que consiste en generar problemas, para luego aparecer como salvador ante la protesta y el sufrimiento de pueblo. El show de caravanas, selfies, y videos frívolos, no es más que el reclamo de vítores, que exige el superhéroe vencedor.  Como decía el filósofo santandereano: La embarran y luego se bañan con el barro.

 

No es de extrañar entonces, que a tan solo dos años largos de iniciado el gobierno, ya se esté revolviendo el cotarro político territorial, en el que parece que, finalmente, los exgobernadores y los líderes regionales, van a asumir la posición histórica que les corresponde, en la lucha sin cuartel y a ultranza, en procura de lo que nos pertenece.

 

P.D. Desde lejanas tierras se escuchan los lamentos de náufragos de los pobres habitantes de la Fantástica y se observan las aspas de luces de los faros de la desgracia, que han sentado sus reales sobre la heroica. El déspota alucinado continúa dando palos de ciego, mientras una pequeña parte de las barras aplaude y la otra se retuerce irritada, pero impotente ante el espectáculo.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

lunes, 15 de febrero de 2021

GOBERNANTES DESASTROSOS

En la historia de la humanidad no escasean los gobernantes desastrosos, hay tantos que es dificil escoger, y aunque esta lista podría completarse  fácilmente, solo con personajes colombianos, también hay que darles cabida a algunos de otras latitudes. De hecho hay quien asegura que en esta lista existen personas que bien podrían haber salido directo del manicomio, al cargo de gobierno para el que fueron elegidos.

 

Aunque no lo creamos,   el más delirante y loco de la historia todavía está entre nosotros, y no se trata del que todos estamos imaginando. No, no, ese es un caso aparte. Se trata de Yahya Jammeh, que se hace llamar «Su Excelencia el Presidente Jeque Profesor Alhaji Doctor Yahya Abdul-Aziz Jemus Junkung Jammeh», y gobernó Gambia tras un golpe de estado en 1994. Aunque fue sacado a rastras del cargo en 2017, aun se sigue haciendo llamar su excelencia y sosteniendo que cura el Sida y la infertilidad femenina, por pura inspiración mágica. 

 

Sean de Gambia o sean colombianos, lo cierto es que estos desastres se parecen el uno al otro, y si miramos sus actuaciones encontraremos que todos operan bajo un patrón casi identico: Prepotentes, autocomplacientes, vulgares, indolentes, indisciplinados, e imprudentes. Casi nunca pueden explicarse como llegaron al cargo, para el que nunca se prepararon, lo que los hace temerosos de ser removidos o revocados. Sufren delirio de persecución y el tiempo que deberían dedicar a la gestión para la que fueron designados o elegidos, lo dedican a pelear, insultar y defenderse de enemigos imaginarios y a crear cortinas de humo y situaciones en las que mantienen vigencia, mediante el populismo y la manipulación de una cáfila de aduladores ingenuos y desorientados.

 

Tan pronto descubren su incapacidad para enfrentar el problema en que se metieron, inician una vieja estrategia para impedir que el público se interese por los problemas esenciales de la ciudad o el país. Se trata pues de mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivados por temas sin importancia real. Se la pasan haciendo videos y escribiendo en las redes,  sobre temas frívolos, con terminología equívoca y sospechosa que incita a la recocha y el desorden: Como cuando el presidente dice “lo  querí” y duramos dos semanas riéndonos, mientras nos olvidamos que no tenemos vacunas para el Covid. O como cuando el alcalde se sube a un tractor de juguete, para amenazar a sus opositores con quitarse un yeso de utilería que lleva puesto, y de inmediato comienza el perrateo que nos hace olvidar que la ciudad se cae a pedazos. Se trata de convertir el día a día de la administración en un reality show, donde el que haga más locuras es el más popular.

 

Cuando esta estrategia se les desgasta recurren al peor de todos los métodos: Crear problemas o situaciones que inciten al público a exigir soluciones, para luego aparecer como salvadores proponiendo las soluciones que todo el mundo pide. No comprar las vacunas a tiempo es un problema creado por la propia administración, administración que luego de que el pueblo suplique y proteste, finalmente traerá las dichosas vacunas y muy seguramente el presidente aparecerá sonriente, pidiendo reconocimiento en televisión como si fuera el gran estadista salvador. O como cuando un alcalde hace la embarrada de ordenar no pagar unos peajes que el mismo validó y prorrogó y logra que la gente proteste pidiendo no más peajes, para luego de formado el bochinche, salir a hacer arreglos piratas para resolver el problema y aparecer como salvador. Son estrategias caza bobos, que casi siempre son aplaudidas por el grupo de seguidores que el gobernante desastroso utiliza, para sus fines populistas y de evasión de sus responsabilidades.

 

Es muy común en estos personajes funestos, hacer a cada instante  videos de autocomplacencia, para pedir aplausos y reconocimiento al grupo de bobazos que lo sigue a todos lados,  y donde aparece como el gran solucionador de la gran embarrada que el mismo cometió y que en medio de su desorden mental cree que ya a todos se nos olvidó.

 

Reflexionando con  el gurú y politólogo, Noam Chomsky: No escuchar principios básicos de buen gobierno. Consolidar el esquema de nosotros los buenos y ellos los malandrines. Gobernar con fiigurones de segundo nivel para acallar el debate interno, silenciando la argumentación y la deliberación. No escuchar al ambiente externo porque se lo imagina lleno de gente mala e ignorante. No aceptar que hay un conocimento creativo y productivo. He ahí las causas de los errores de los gobernantes desastrosos.

 

Como dijera Albert Camus: en política, son los medios los que justifican el fin.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

martes, 9 de febrero de 2021

DESDE EL AIRE

Solo cuando volaba, como sardina en lata, a treinta y cinco mil pies de altura, sobre el triángulo de las Bermudas, fui por primera vez consciente del tamaño de la tragedia de mi pobre Cartagena y de sus habitantes. Estaba tan concentrado en ese raro distanciamiento social de 15 centímetros, propio de la clase económica, que no me había detenido a pensar en el desastre que había dejado atrás en mi apresurada huida.

 

Había podido por fin salir en forma rápida y segura de mi país, gracias a la ayuda de mi familia, algunos amigos y al respaldo de un grupo de agentes de policía, que, por instrucciones de sus superiores, no se habían despegado de mi lado, desde el mismo momento en que comenzaron las amenazas. Viviendo en Colombia era apenas normal escuchar hablar de gente que debía abandonar el país por amenazas de muerte. Lo que jamás te imaginas, es que algún día seas tu el amenazado. “En Colombia las amenazas de muerte hay que tomarlas en serio”.

 

Pero quizá lo más sorprendente e inexplicable de esta situación, es que este tipo de actividad criminal se haya dado precisamente en Cartagena y probablemente llevada a cabo por cartageneros. Nadie su hubiera imaginado nunca que en Cartagena: la cuna de la independencia, patrimonio de la humanidad, la tierra amable y cálida, de gente solidaria, donde todo el mundo quiere estar y disfrutar, se dieran este tipo de conductas, y que además su ocurrencia se esté volviendo sistemática y un nuevo rasgo de un determinado conglomerado social, direccionado por pseudolíderes alucinados, ignorantes y vocingleros.

 

El sicariato moral virtual, que venía siendo práctica habitual de un grupo de personas conocidos como los bodegueros, muy rápidamente se ha convertido en una realidad tangible, fácilmente comprobada y documentada, de la que viene siendo   víctima propiciatoria todo aquel que se arriesgue a opinar, disentir o manifestar oposición al régimen obtuso e inepto, que gobierna nuestra noble e ínclita ciudad. Caracterizados en una turba vociferante, insultante y agresiva, se pasean como pedro por su casa, por toda la ciudad, enseñando su patente de corzo impresa en las camisetas estampadas y en el discurso injurioso y enajenado, con el que han sido manipulados por su mesiánico y atrabiliario patrón.

 

En una de sus tantas e importantes apariciones Martin Luther King expresó con mucha sabiduría que le preocupaba el grito de los malos, de los violentos, de los desadaptados, pero quizá más le preocupaba el silencio de los buenos. Esta lapidaria cita parece como hecha a la medida para la situación que vivimos en la heroica. Mientras un funesto y luciferino personaje hace de las suyas, y utiliza el poder conferido por la democracia, contra sus propios conciudadanos y la misma democracia, otro importante grupo de ciudadanos que se hacen llamar ostentosamente fuerzas vivas de la ciudad, hacen mutis por el foro y su pasividad expectante recuerda a Bertrand Russel, quien manifestaba que el miedo colectivo, estimula el instinto de manada y tiende a producir ferocidad contra aquellos que no son considerados sus miembros.

 

Esta pasividad histórica que hoy campa por sus fueros en el corralito de piedra, es la que ha permitido que tradicionalmente hayamos sido los olvidados del famoso triangulo de oro, que maneja a su albedrío los destinos del país y que, en la repartición de recursos, poder y decisiones, nos ha dejado en el triste y deshonroso último lugar. En una especie de capitis diminutio del derecho romano, que complementan muy bien, enrostrándonos cada vez que pueden nuestra carencia de líderes y visitándonos regularmente para ser atendidos a cuerpo de rey y darnos condescendientes instrucciones sobre que, como y cuando debemos hacer nuestras cosas.

 

El movimiento Cartagena Corrige, ha recibido un duro golpe y el hecho de que uno de sus integrantes haya tenido que abandonar a medianoche, su familia, su casa, su país, es una clara muestra de la dimensión de nuestro infortunio. Para aquellos que encuentran solaz en este hecho, les tengo una mala noticia: esto no es el fracaso de un reducido grupo de ciudadanos que, en un momento dado decidió ejercer un derecho constitucional, este es un llamado de atención sobre los peligros que se ciernen sobre, la democracia, el Estado Social de Derecho, las garantías fundamentales y el ejercicio de los derechos civiles. Hoy parece algo anecdótico e intrascendente, quien sabe que vendrá después.

 

Como decía el coronel: los sátrapas no solo tienen que ser castigados por los anacronismos y arbitrariedades de su régimen, sino también por faltarles al respeto a personas que no se meten con nadie. 


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright