Vistas de página en total

jueves, 30 de mayo de 2013

Mi encuentro con "FINCHO"...


Nunca pensé que a mi venerable edad de abuelo, me vería involucrado en una reyerta partidista, irrespetado, y humillado por la misma cáfila, a la que había esquivado con tanto éxito durante toda mi vida. Como dijo la escritora, las calvas ilustres del centralismo rugieron de nuevo y como cuenta el maestro que le dijeron al peluquero que prohibió hablar de política en Macondo: “eso me pasó por sapo”.

Solo tenía un mes de estar, por vez primera en mi vida, militando en  un Partido Político y me sentía todo un personaje de la Francia revolucionaria decimonónica, luchando por la articulación de la sociedad al Estado, y procurando el establecimiento de una democracia digna del siglo de Pericles. Estaría tan entusiasmado que en un arranque de felicidad me atreví a decirle “Fincho” a Efraín Cepeda, corriendo el riesgo de que me “repellara” por estarle poniendo apodos, con un hipocorístico muy de moda, que los muchachos usan para referirse a los fines de semana.

Llegaba puntual a todas las reuniones del directorio, andaba con  una copia de los estatutos del partido, de los que nunca  me desprendía y, cuando me informaron que teníamos que decidir a quien le dábamos el aval, para participar en las elecciones atípicas para la Alcaldía de Cartagena, me dediqué con mucho empeño, con análisis DOFA y matriz de impactos incluidos, a analizar cual sería la mejor opción para la ciudad.  Ahora que lo pienso con cabeza fría, no se cuantos de los que participábamos en esas reuniones, estábamos pagando la “primiparada”, y cuantos se estarían divirtiendo, simplemente burlándose de nuestra disciplina y buenas intenciones de cambiar la ciudad. Estoy seguro que el “Fincho” estaba entre estos últimos.

EL “Fincho” vino a una de las primeras reuniones y, con una seriedad pasmosa, nos felicitó por el “aporte que le estábamos haciendo a la restauración del país y a la consolidación de la democracia”. Nos prometió respaldo irrestricto, respeto por nuestras decisiones y, sobre todo, respeto por la descentralización del Partido Conservador, pregonada en letras de molde en los nuevos estatutos. En las siguientes reuniones, en las que discutimos el procedimiento de escogencia del candidato que respaldaríamos, nos mandó un veedor que garantizara y diera fe de que, todo lo haríamos con transparencia y de acuerdo con la ley y los estatutos.

La escogencia fue ordenada, argumentada y apegada a los estatutos del partido y la ley electoral. La mayoría votamos por el joven Dionisio Vélez, a quien consideramos una opción nueva, sin antecedentes negativos en ningún campo, con buenas energías, buenas propuestas y en general con buenos calidades humanas y técnicas para rodearse de un equipo idóneo y manejar la ciudad. La opción de Navas fue votada estíticamente y en general se consideraron, su gran desgaste político, su poca credibilidad,  y la pobre imagen que marcaba en  los sondeos, como los factores de más peso para no recomendar el respaldo. Después vino lo que ya todos sabemos: “Fincho” reunió en Bogotá a su Directorio Nacional y, conjuntamente con el “Excremental”, un presunto familiar de Navas y otros representantes del “calviilustrismo”, decidieron que unos provincianos afiebrados, no estábamos preparados para tomar decisiones “tan importantes”. Se olvidaron de los estatutos y la ley que tanto nos recomendaron y decidieron al mejor estilo centralista. Una verdadera porquería, un partidismo de pacotilla. Me rompieron el corazón.

Las desafueros del  “Fincho” acabaron con mi fugaz carrera política, con mi motivación y mi buena voluntad de participar en un proceso serio, de construir  un partidismo organizado, pero, sobre todo, con mi inocencia política. Espero que,  como decía el Coronel, reciba su castigo, no por los anacronismos y arbitrariedades de su directorio retrógrado, sino por faltarle al respeto a un viejo que no se mete con nadie.

jueves, 23 de mayo de 2013

A votar toca...


La situación electoral en Cartagena sigue como para alquilar balcones y la tan esperada tranquilidad, que todos imaginábamos que llegaría, con la renuncia del anterior Alcalde y la demorada convocatoria a nuevas elecciones, se transformó rápidamente en el carnaval macondiano al que nos hemos acostumbrado en cada proceso electoral, en donde, avales, apoyos, alianzas y calidades de los candidatos, son el plato fuerte, con el que medios, redes sociales y ciudadanos desinformados, nos despachamos a pierna suelta.

Una de las cosas que se observa, una vez dada la largada con la convocatoria a elecciones, es que a mucha gente, que alardeaba y amenazaba con su candidatura salvadora, se les “enfría la pajarilla” y poco a poco comienzan un proceso de “joping out”, en el que los pretextos más comunes son: la imposibilidad de conseguir avales, la dificultad de luchar contra las maquinarias, las mafias de los políticos y los financiadores y toda una serie de linduras que, verdad o mentira, sirven para bajarles la temperatura a los afiebrados y dejar en la palestra tan solo a los que predican aquello de que: “quien no arriesga un huevo no saca un pollo”. La verdad es que hay que ser muy bravo, para meterse en semejante caimanera.

A pesar de que las campañas electorales son rituales de  persuasión, en realidad muy poca gente se preocupa por las propuestas de los aspirantes, por darles una ojeada  a los planes de gobierno, primorosamente elaborados por equipos de juiciosos asesores anónimos, y mucho menos por escuchar los discursos de los candidatos, algunos coherentes, otros no tanto, en donde casi siempre se dice lo mismo, que por lo general es verdad, y que no es otra cosa que una larga lista de los problemas de la ciudad, que todos los futuros alcaldes proponen resolver. Me imagino que la palabra candidato viene de cándido o cándida, porqué hay que serlo, y mucho, para pensar que en dos años larguitos se pueda resolver semejante enredo. Transcaribe, por poner un ejemplo, ya lleva diez alcaldes “bajo la abarca”, y nada que  revienta.

No hay duda  de que, después de todo lo que nos ha pasado, la decisión es difícil, y se entienden la reticencia y la desconfianza de una ciudad escaldada y  prevenida, ante la posibilidad de volver a elegir al personaje equivocado. Lo más complicado es que de todas las opciones, votar, además de ser el ejercicio de un derecho constitucional y democrático, es casi la única posibilidad viable, ya que abstenerse sería abrir las puertas a que otros decidan por nosotros, y el voto en blanco, la otra opción constitucional de enfrentar el inconformismo, no ha recibido apoyo organizado en esta ocasión, y, como muchos lo han mencionado, sería, en realidad, alargar el sufrimiento y someter a la ciudad a otro prolongado período de interinidad y desgobierno.

Así pues que toca votar y nada tan oportuno como unos sencillos consejos, para hacer bien la tarea. En primer lugar: Los políticos son como los libros de una biblioteca. Los que están en los lugares mas altos son los que menos sirven. En segunda instancia: Vota por el candidato que menos prometa. Así quedarás menos defraudado. Y en tercer término, nunca te olvides que:   un buen lider es el resultado de su personalidad, su carisma, su preparación, su sensibilidad, su humor, su trayectoria, su vida, sus aciertos, sus desaciertos, sus posiciones políticas, y sus ideas.

Por último, esta recomendación, que ha sido una de las máximas que ha dirigido el accionar de grandes líderes mundiales: “No hay gente extraordinaria. Lo que hay son situaciones extraordinarias, que son resueltas por gente común y corriente”. Como dicen ahora los muchachos: eso es lo que hay…

jueves, 16 de mayo de 2013

Me pido las Cucarachas...


Los Orientales están muertos de la risa, viendo la cara que pusimos los de este lado del mundo, cuando nos dijeron que nos fuéramos preparando, porque dentro de poco nos tocaría comenzar a incluir dentro de nuestra dieta, algunos elementos que ellos llevan siglos disfrutando con fruición: los insectos. Siempre miramos como cosa de circo a algunos santandereanos que comen hormigas, a los pastusos que les cambiaron de nombre a las ratas para podérselas comer y a los mejicanos que camuflan dentro de sus tacos, algunos gusanos y grillos.  

La desproporcionada noticia fue soltada por representantes de la FAO, sigla en ingles que designa a la agencia de la Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, en una reciente sesión en su sede de Roma, en la que, como quien no quiere la cosa, nos dijeron que en un estudio realizado, en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos), se recomienda analizar el consumo de insectos por ser "una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en proteínas que se encuentra en los bosques”. Nosotros, como siempre, gozaremos de ventajas comparativas, ya que no tendremos que ir a los bosques a buscar insectos, pues los tenemos dentro de nuestras propias casas, conviven con nosotros y se alimentan de nuestra comida, nuestra ropa y la madera de nuestros closets.

Las previsiones de la FAO, que hasta, ahora solo han sido motivo de bromas, son realmente importantes y están fundadas y sustentadas en sus propios conocimientos acerca de la situación actual de hambre en el mundo y de los poco alentadores pronósticos para el futuro: Un estudio del WFP, programa mundial de alimentos por sus iniciales en inglés, da cuenta de que en el mundo hay cerca de 870 millones de personas con hambre, lo que representa, más o menos, la poblaciones sumadas de USA, Canadá y la Unión Europea. Eso significa que cada día, una de cada ocho personas se acuesta sin comer. En los países en vías de desarrollo, unos 66 millones de niños van diariamente a la escuela con hambre y la desnutrición mundial mata al año, 7 millones de personas, más que el Sida, la Malaria y la Tuberculosis juntas. De estos, unos  2 millones seiscientos mil, son niños y la mayoría de África y Oceanía. Así que la cosa es en serio y cuanto antes arranquemos a comer grillos, mejor.

Comprendemos el afán de la FAO para vendernos la idea y las ventajas, de incluir crocantes insectos en nuestra dieta. Ellos saben que, como refinados y modernos occidentales, siempre hemos mirado con recelo y prevención a los extravagantes y mansos orientales, que como cosa paradójica se alimentan casi exclusivamente de alacranes tostados. La realidad, sin embargo, es contundente: Estiman los investigadores,  que los insectos forman parte de la dieta tradicional de al menos dos millones de personas en el mundo. Se comen más de 1.900 especies, principalmente en África y Asia. Los más consumidos son los escarabajos (31%), orugas (18%), abejas y hormigas (14%). Después les siguen los saltamontes, langostas y grillos (13%), cigarras, chicharritas, cochinillas y chinches (10%), libélulas (3%) y moscas (2%). Me preocupa que no veo en la lista a las Cucarachas, ya que ese sería el plato fuerte de por acá, en consideración a su abundancia y a su facilidad de crianza.

Además de contribuir a mitigar el hambre, que para 2030, cuando lleguemos a 9 mil millones,  será realmente preocupante, dicen los estudios, que el cultivo y consumo de insectos tendrá otras importantes ventajas, siendo la más atractiva para los gordos occidentales, que la dieta de insectos es extremadamente balaceada y combate a fondo la obesidad. No es sino ver a los magros orientales insectívoros, para concluir que, efectivamente, esta es una verdad de a puño. Asimismo se incluyen ventajas de orden ambiental, tales como: reducir la sobre explotación forestal, reducción de emisión de gases con efectos de invernadero y facilitar la descomposición de desechos, devolviendo nutrientes a la tierra y reduciendo malos olores. Valores agregados, nada despreciables, en estos tiempos de locuras medio ambientalistas.

No se sabe cuando ni como, pero parece que tarde o temprano terminaremos degustando a las esquivas cucarachas, repugnantes insectos que, según el Maestro, habían sobrevivido a los chancletazos en la edad media, al tomate con bórax en el Renacimiento y que estaban destinadas a sobrevivir, hasta al cataclismo apocalíptico de Damocles.

jueves, 9 de mayo de 2013

Reflexiones para candidatos ...


En mi corto periplo por las campañas a la alcaldía de Cartagena, me tocó actuar de asesor gratuito, especialmente en el área de planeación de la campaña y estructuración del plan de gobierno, de al menos unos cinco candidatos. Aunque casi todos abandonaron la lucha en la mitad del camino, la experiencia  fue interesante y, de una u otra forma, me dieron importantes elementos de juicio, que hoy en esta nueva coyuntura, me permiten reflexionar sobre lo bueno lo malo y lo feo del proceso.

Lo bueno de la campaña es el gran espíritu de equipo que se establece alrededor de la figura del candidato. La gente, de alto perfil técnico y bajo perfil político, está altamente motivada y entusiasmada y se trabajan hasta 20 horas diarias, sin pensar en remuneración alguna ni descansos. Los integrantes del grupo trabajan alrededor del mismo objetivo, cual es ganar la alcaldía y, aunque nadie lo dice, todos tienen la secreta esperanza de que el candidato gane para, al fin, lograr la tan anhelada recompensa. Para los miembros del equipo de campaña, su candidato es el mejor, tiene las mejores intenciones del mundo y en lo más profundo de sus corazones, creen sinceramente que será la solución que todos esperan.

Lo malo es que el candidato es bastante diferente a lo que creen los miembros de su campaña y sus electores. No necesariamente es el mejor, tiene una idea muy personal de lo que es la amistad y la colaboración y aunque es un experto en el arte de fingir que  quiere a todo el mundo, la realidad es que usa zapatos dos tallas mas grandes para hacer pistolas con los dedos de los pies. Casi siempre tiene un plan diferente, unos objetivos diferentes y unos amigos diferentes, que nadie de la campaña conoce. Mientras sus asesores se cranean un buen plan de gobierno, el hace reuniones invisibles y alianzas, hasta con el diablo, en busca de recursos y votos. Nunca conocí uno que supiera lo que contenía el plan de gobierno y, si las cosas le salían bien, la última vez que se le veía era el día antes de elecciones, cuando se le escribía el discurso ganador.

Lo feo comienza al día siguiente de las elecciones, cuando ya se ganó la alcaldía y el candidato deja de contestarte el teléfono. Nunca más se le ve por la sede de la campaña, y los queridos amigos que le ayudaron en todo el proceso electoral, pasan a un segundo y tercer lugar, para dar paso a los amigos del alma. Con esos se toman las grandes decisiones, se abordan las cosas importantes del nuevo gobierno, especialmente lo relacionado con el delicado equilibrio que tiene que ver con lo que se conoce como el “reparto burocrático”. La idea es que hay que darles a cada uno su parte, la cual irá en proporción directa a la importancia  del amigo y su apoyo en la campaña. En esta etapa el perfil de las acompañantes  es 100% político y, se puede decir, que las decisiones importantes del nuevo gobierno son de corte político. Aquí comienzan los problemas.

Uno de los grandes inconvenientes que tenemos los colombianos, es que solamente elegimos al Alcalde, mientras que este, una vez ganador,  escoge a dedo a los 30 ó 40 colaboradores, sobre quienes poco o nada sabemos  y quienes, conjuntamente con él, tomarán importantes decisiones sobre el gobierno  de la ciudad. Que tan buena es esta escogencia, sobre todo, si casi siempre va acompañada de recomendaciones políticas? He ahí el detalle y he ahí una de las razones por las cuales es tan difícil manejar la ciudad y por las cuales generalmente el Alcalde comienza a tener problemas a pocos días de su posesión.  Para nadie es un secreto que estos funcionarios recomendados por los grupos políticos o los auxiliadores de la campaña, carecen de poder de decisión, el cual es transferido, a veces hasta con escritorio y todo, al recomendador de turno.

Parece que  los únicos candidatos que no les quedan mal a su equipo de campaña y a sus electores son los que pierden. Una buena opción para la campaña, que apenas arranca, es pedirles a los candidatos que,  así como nos muestran sus virtudes y ventajas, nos muestren las de los que serán sus colaboradores en el gobierno y recuerde: vote por el que menos ofrezca, así quedará menos defraudado.

jueves, 2 de mayo de 2013

Para candidatos a la alcaldía...


En estas dos semanas pasadas, estuvimos tan ocupados con los sucesos de la ciudad, las elecciones de Venezuela y los partidos de futbol de la Champions, que casi no nos dimos cuenta de un informe del DANE, publicado en el espectador del 18 de Abril. La parte buena del informe decía  que, según el Gobierno,  en el 2012, unos 428000 colombianos dejaron de ser pobres. La parte mala: que, en una lista de 13,  Cartagena está en el tercer lugar en pobreza, por encima tan solo de Pasto y Montería.

O sea, que ya no es un chisme, ni habladurías de gente de mala leche, ni exageraciones de columnistas. No señor, lo dice nada más ni nada menos que el DANE: por poco somos la ciudad más pobre de Colombia. Pero eso no es lo peor: en el famoso informe igualmente se indica que, en la misma lista de 13 ciudades, también ocupamos el tercer lugar en pobreza extrema, siendo superados solo por Montería y Pasto. Y como si esto fuera poco, dice el estudio que, mientras la tendencia nacional es a la reducción de ambas, pobreza y pobreza extrema, en Cartagena la pobreza extrema aumentó de 4.7% a 5.9%. Como quien dice, la brecha se amplía y cada vez más pobres pasan a pobres extremos. Que vaina tan barro.

Estas cifras y estos resultados son mas que preocupantes y deben ser motivo de mucha  reflexión, sobre todo si tenemos en cuenta que, precisamente, una de las mas importantes y decisivas estrategias del anterior gobierno de la ciudad, fue la de erradicar la pobreza extrema, a través de un Plan de Emergencia Social, conocido como Pedro Romero, al frente del cual tuvimos a destacados profesionales, con importantes recursos y muy buenos equipos de trabajo. 

La  estrategia daba cumplimiento a las metas estipuladas en el Plan de Desarrollo Distrital, y pretendía un modelo de gestión de superación de la pobreza extrema y definía las necesidades de la población en situación de pobreza y desplazamiento, articulando y focalizando los servicios y ofertas sociales del Distrito, la Nación, empresa privada, ONG´s y entidades de cooperación internacional, para atender preferencialmente a las familias más vulnerables.

Que hoy el DANE nos salga con este “chorro de babas”, solo puede deberse a dos cosas: o bien el tan defendido Plan de Emergencia Social, no sirvió, o los logros alcanzados, se fueron por el sumidero en tan solo los 16 meses que van del actual período. Lo cierto es que ante tamaño descubrimiento, vamos a tener que comenzar a  creer algo que desde hace ratos venimos sospechando: que la realidad es que somos una región pobre, desde tiempos inmemoriales, que no producimos ingresos suficientes para sostener a nuestra gente y  para lograr un desarrollo coherente y sostenido, y que lo poco que producimos está mal distribuido. Que la riqueza está en manos de unos pocos y los modelos económicos imperantes antes de resolver las desigualdades las profundizan. Y lo más triste: que nuestro esquema unitario ha propendido por un centralismo voraz, truñuño e insolidario, que favorece el centro en detrimento de la periferia. La pobreza transversaliza   y agrava otros problemas estructurales como: seguridad, violencia, educación, salud y marginalización.

Ojalá que nuestros candidatos a ocupar el despacho del Palacio de la Aduana, hayan leído el informe, o que al menos alguien de sus equipos de campaña lo haya estudiado, porque con estos datos, les queda de “bola a bola” y  ya no tienen que preocuparse más, por cuales serán las líneas estratégicas de su programa de gobierno y del  futuro Plan de Desarrollo. El Pareto está clarito, y tan solo dedicándose, con alma vida y sombrero, a estructurar planes y definir objetivos y metas  que permitan, en forma  juiciosa y sostenida, aprovechar nuestras ventajas comparativas y revertir la peligrosa carrera hacia la pauperización de nuestra gente,  podrán aspirar a que, por fin, recuperemos la confianza perdida y la nave vuelva a retomar el rumbo extraviado en el mar de la rapiña de contratos, concesiones, apoyos, respaldos y avales.

No les había contado, que en los mejores puestos de la dichosa lista de la pobreza, están Bucaramanga, Bogotá y Medellín. Una de dos: o tienen mejores dirigentes, mejores planes, y mejor vocación de servicio,   o de pronto se aplica aquello de que “el que reparte y parte….

@rododiazw