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jueves, 22 de abril de 2021

DURA LEX

En mi aventura otoñal de estudiante de Derecho, en la Universidad de Cartagena, me tocó iniciar a mis 53 años, acompañado de 90 primíparos con edades entre los 16 y los 20 años, quienes, con disimulo se burlaban de mi murmurando entre dientes: “loro viejo no da la pata”.  

 

Después de terminado el primer año de Romano, Civil y Constitucional, nos tropezamos en segundo año con el Derecho Penal y ahí fue cuando iniciaron, en realidad, las decisiones, los amores y los desamores. Ahí arrancó el “ay mamita mía”, las deserciones y poco a poco, comenzamos a escuchar a estudiantes que se desentendían y evadían las complejidades del Derecho Penal, con una sentencia lapidaria: yo no voy a ser penalista. O, allá los que van a ser penalistas. 

 

Esta mirada desinteresada y sesgada  al derecho penal, es lo que explica que, en Colombia, país de 355 abogados por cada 100000 habitantes y 100 facultades de derecho, las estadísticas muestran que, de 7800 abogados especializados en los últimos 5 años, el 37% lo haya hecho en derecho Comercial, 35% en Derecho Laboral, el 24% en Derecho Administrativo y Contencioso Administrativo y el restante 4% se distribuye entre las otras 30 o más ramas del derecho, de las cuales tan solo 200 se especializan en Penal. Esto también explica porque de los 91 que comenzamos juntos en mi otoño feliz, del segundo semestre de 2003, en el emblemático Abraham Lincoln, tan solo uno, se haya especializado y tenga maestría en derecho penal.

 

Pero si esto extraña, seguramente extrañará más que, en este país, cuando se produce una sentencia de un juez o un tribunal en un caso penal, aparecen inmediatamente 48 millones de abogados penalistas a pontificar, analizar y explicar los intríngulis jurídicos, los obiter dictas y las ratios decidendis de la sentencia, para finalmente terminar, como todas las cosas en este terruño, divididos en dos o como dicen ahora: polarizados -como los carros-. Obviamente, es apenas lógico que los 48 millones de colombianos se expresen ante noticias relevantes, e impactantes, que opinen y hagan uso del derecho constitucional, consagrado en el artículo 20 superior, a expresar libremente su pensamiento. No faltaba más.

 

En realidad, el Penal es el derecho por antonomasia, es además el derecho vocacional que motivó a los 400000 abogados en la historia del país, a que se decidieron por esta profesión.  Crecimos viendo películas y novelas con grandes juicios y grandes abogados defensores y acusadores, como protagonistas. Así que no es raro que el tema lo discutamos y nos entusiasme tanto. Hay, lógicamente, otro detalle del Penal que lo hace impactante y de mucho interés para todos: sus decisiones afectan seres humanos, personas, familias, sociedades y, generalmente, lo que nos afecta como humanos, genera crisis, tragedia y dolor.

 

Es comprensible entonces que una condena a dos miembros de nuestra sociedad, impacte, preocupe, genere solidaridad y, obviamente, divida las opiniones y los sentimientos de un grupo humano que, desde hace rato, no recibe más enseñanzas que las de la división, el resentimiento, el odio, la injusticia, el abuso y el irrespeto.

 

Somos un grupo humano con una gran tradición de violencia y odio, que cada día recibe de sus gobernantes, mensajes de irrespeto a las leyes, la constitución y la institucionalidad y cuya respuesta, a las débiles voces de protesta, que a veces se dejan escuchar, son la burla, el maltrato, más impuestos y más división.

 

Entendemos a quienes expresan su solidaridad y apoyo a los caídos en desgracia. Si hay algo duro y difícil en esta vida, es estar sometido a las vicisitudes de un juicio penal o una condena, en un país como Colombia, con un sistema judicial voluble, cuestionado e incierto y un sistema carcelario inhumano e indigno.  

 

Entendemos a quienes apoyan a jueces y magistrados que, en ejercicio de sus atribuciones legales y constitucionales, deben tomar estas duras decisiones contra sus semejantes, so pena de ser cuestionados, procesados y condenados, acusados de inaplicación de la normatividad, prevaricato y toda una serie de linduras, del grueso catálogo penal colombiano.

 

Nadie sabe lo difícil, delicado y angustioso que es para un juez o un magistrado, después de largos años de estudio y preparación, después de leer y analizar miles de folios de gruesos expedientes, escuchar cientos de testigos y confrontar muchas pruebas, decidir, sin más compañía que la de su conciencia, y llegar a la certeza, más allá de toda duda, sobre la culpabilidad o inocencia de un semejante.

 

Los justos e inocentes no debemos preocuparnos: a pesar de nuestras tragedias, aun nos queda un restico de humanidad y cordura. Nuestro sistema, en medio de todas sus penurias está hecho para cumplir el mandato de Ulpiano de “dar a cada quien lo que merece”. Es garantista ya que presume la inocencia. En caso de duda favorece al reo. Ofrece dos instancias procesales e impugnación especial o casación.  Aplica la ley favorable y, finalmente, en caso de condena, ofrece subrogados penales.

 

A los que se burlaban socarronamente de mi, les recordaba la frase de Rousseau: “la juventud es el momento de estudiar la sabiduría…  la vejez el momento de practicarla”.


Cartagena, abril 22 de 2021

lunes, 12 de abril de 2021

EL DESBARAJUSTE EN TIEMPOS DE PANDEMIA

En una población de la costa caribe colombiana, un grupo de personas, burló la vigilancia de un centro asistencial, penetró a la morgue del hospital y se sustrajo el cadáver de un familiar, que había sido declarado muerto por covid, varias horas antes.

 

Esta historia macondiana pudiera haber sido, mas o menos aceptable y creíble, si no hubiera ocurrido que, al advertir el hurto, autoridades del hospital y fuerzas de policía, se dedicaron a corretear por todo el pueblo al cortejo, en el que los familiares empujaban la camilla con el cadáver tapado con sábana blanca y detrás, los funcionarios del hospital y la policía corrían, gritaban y gesticulaban, exigiendo la devolución del finado. El espectáculo que, al poco rato era motivo de todo tipo de comentarios, aspavientos y hasta burlas, en las famosas redes sociales, fue difundido y admitido como parte del extraño y díscolo manejo de la pandemia, en estas tierras abandonadas de la responsabilidad, la seriedad y la dignidad.

 

No pasó mucho rato, cuando, de nuevo las dichosas redes, dieron cuenta de otra rara noticia: Los gringos les estaban cancelando las visas, a todos los colombianos que hubieran viajado, en excursión de turismo al sur de la Florida, con la exclusiva finalidad de hacerse vacunar contra el covid en la tierra del Tío Sam, donde al parecer abundan las vacunas y las ganas de vacunar a cualquiera que les presente el brazo. La verdad que inicialmente me sorprendí y no entendí la desproporcionada noticia - así como tampoco entiendo porque ahora los cachacos dicen “La Covid”- sobre todo, que estoy en un país en el que, por el contrario, el gobierno ha declarado que vacunarán, y así lo han hecho, a todas las personas sin ningún tipo de restricciones.

 

Recuerdo que cuando se inició la aplicación de vacunas, un grupo de “riquitillos” de Mamonal, se me acercaron a ofrecerme el paquete que llamaron de Turismo Sanitario, que consistía en un fin de semana en florida con vacuna incluida. Yo, que ya casi no creo en nada, le puse poca atención a lo que me pareció una ventolera, más para aparentar y “elitizar” cualquier vaina, que una decisión terapéutica seria. Espero que la famosa cancelación de la visa, por parte de los monos, sea otra “fake news”. Otro invento de desocupados y bodegueros del régimen, como casi toda la basura con la que nos bombardean minuto a minuto. Me consta que hay mucha gente viajando a USA por razones muy serias y respetables.

 

Estos y otros ejemplos muestran, de forma gráfica, el folclor y la falta de rigor administrativo con que se ha manejado la pandemia en esta especie de banana republic. Nadie entiende, por ejemplo, que sea precisamente este, el único país del mundo, en el que se ha demostrado que a quien se descuidara, le aplicaban una vacuna que la jeringa contenía solo aire. O que haya personas que, llegado su turno, se nieguen a vacunarse, espantadas por las tenebrosas predicciones de los ignorantes, que llenan las redes con los informes de los efectos dañinos y mortales del inmunizante. Asimismo, es de resaltar el espectáculo de grupos humanos haciendo cadenas de oración al frente de clínicas y hospitales, precisamente donde los médicos y estudiosos, luchan con toda su ciencia para sanar a los que padecen el mal. No están muy lejos en nuestra memoria, los tiempos en los que la oración y la fe, eran los ingredientes principales y responsables de la sanación de nuestros antepasados.

 

Para redondear este carnaval de excentricidades, un alcalde atolondrado, tal y como todos lo habían previsto y anunciado, abre las puertas de una pobre ciudad, desprotegida y sin recursos, a una invasión de turistas, limpios de plata, desaforados y sin ningún tipo de control sanitario, para que contagiaran por doquier y, tan pronto se marchan, ordena las consabidas restricciones, para que los locales vayan a encerrase en sus casas a contagiar a los viejitos, que el tanto quiere y protege. 

 

Si Antonio de Pigaffeta, el navegante florentino que acompañó a Magallanes en su vuelta alrededor del mundo y que casi enloquece ante las extrañas cosas que le tocó observar, resucitara y volviera en otro viaje, no solo enloquecería, sino que no le alcanzaría la nueva vida, para relatar la gran cantidad de locuras que encontraría en esta segunda edición de su vuelta al mundo. No solo vería cerdos con el ombligo en el lomo y pájaros sin patas. Vería, además, un alcalde malandrín que baila el Tik-Tok, dos países con dos presidentes, un presidente de una potencia, que recomendó inyectar desinfectantes a los pacientes enfermos de Covid y un país en el que un vendedor de pulseritas le da órdenes al presidente.

 

En fin, vainas de este mundo loco, en el que hasta el amor fue protagonista, durante la epidemia grande de Cólera Morbo.


Abril 12 de 2021

viernes, 9 de abril de 2021

CIUDAD ENSIMISMADA

Cuando la gente comprende el significado del término ensimismamiento, lo más seguro es que comience a molestarse si le dicen que es una persona ensimismada. Obviamente a muchos no les gusta que les digan que viven interesados en ellos mismos y muestran poca preocupación por los demás.

 

El ensimismamiento es primo hermano de la insolidaridad, que no es otra cosa que:  la actitud de indiferencia social de aquella persona que se deja llevar por el individualismo y mira hacia otro lado, evitando implicarse en temas sociales en los que puede aportar o contribuir para la construcción del bien general. Que una persona sea ensimismada y poco solidaria vaya y venga, al fin de cuentas todo el mundo es libre de hacer de su capa un sayo, pero que  los rasgos predominantes de toda  una sociedad, sean el ensimismamiento y la insolidaridad, ahí si, como dijo juancho, apaga y vamos.

 

José Ortega y Gasset, padre putativo del ensmismamiento, validaba este proceso y lo consideraba una etapa importante en el ciclo del desarrollo vital del ser humano. Para el, los humanos al igual que los animales,  vivimos alertas y alterados por lo que pasa en nuestro mundo exterior, lo que desestabiliza la sociedad. Sin reflexión, la tan buscada verdad queda a merced de las circunstancias  y la interpretación, relegada al arbitrio del consenso. Las redes sociales y los medios facilitan la participación directa y el protagonismo en los temas importantes, acabando, de paso, con la necesaria mediación del análisis de los expertos. Todos queremos opinar, sin intermediarios, con conocimiento o sin el, sobre lo divino y lo humano. Sobre lo público y lo privado.

 

Afortunadamente, según el pensamiento Orteguiano, el humano, a diferencia del animal, se da un respiro, se mete dentro de si, reposa y medita. Esta situación que Ortega consideró un atributo exclusivo de los humanos y que llamó ensimismamiento, le debería permitir al humano regresar de su mundo interior, al de afuera, en calidad de protagonista, volver con un paquete de ideas,  que antes no tenía, con un plan de acción serio, no para dejarse dominar por las cosas, sino para gobernarlas él, para imponerles su voluntad y su liderazgo, para realizar en ese mundo exterior, sus proyectos de rencuentro, reconciliación y pluralismo, para ayudar en las soluciones, según las necesidades de su sociedad. 

 

Obviamente la vaina no pasa como dicen los filósofos ni como dicen los libros. Nosotros, que somos jodidos, nos quedamos, unos alterados, vociferando y como dice el coreano Byung-Chul Ham: formando un enjambre digital, donde cada individuo vive aislado, sin poder formar un proceso social, debido a la superproliferación de comunicación en redes sin ninguna reflexión previa. Esta sociedad sin reflexión se caracteriza por la ausencia del respeto, la mirada sin distancia, la indignación sin diálogo y sin discurso y la comunicación desmesurada, donde todos producen y comunican información sin mediación alguna. Por tanto, estamos formando un enjambre que solo produce un zumbido de alteración personal y social. Esto es lo que se conoce como el síndrome del enjambre.

 

Los otros, que logramos salir de la alteración, nos adentramos en un ensimismamiento individualista, en el que solo meditamos sobre lo que nos interesa, nos conviene y  nos produzca ventajas. Encontramos aquellos que  viven ensimismados, meditando sobre como explotar al trabajador, pagar menos impuestos y reducir las prestaciones y los parafiscales, para aumentar sus ganancias. O los que solo piensan en el espacio público como su posible fuente de recursos. Hay los que miran con ganas los manglares, las ciénagas y los caños y  solo piensan en como hacer, para que sus tierras crezcan con los terrenos escamoteados al mangle. Ni que decir de los que se la pasan meditando en la mejor forma de engatuzar al elector y una vez ganadores bailotean, payasean y se hacen los graciosos, para que no noten su ignorancia supina, en temas de ciudad.

 

Estos análisis que parecen otro diagnóstico más, de nuestra larga lista, caen como anillo al dedo a nuestra sufrida ciudad. Nos desgastamos opinando día y noche, reflexionamos a más no poder y ahora para colmo de males escribimos, minuto a minuto, segundo a segundo, nuestras “agudos” puntos de vista, casi siempre vaciós de contenido, significado y realidad. Cada uno tiene una solución y cada quien pide la unión, pero nadie pasa a la acción. A veces parecemos una lata de cangrejos, en la que rápidamente devolvemos, tirandole de las patas, a quien intenta salir y otras, apaleamos al mono que se atreve a subir la escalera para agarrar el guineo.

 

En fin, analice a ver si se concentra más en tener la razón o ganar una discusión, en lugar de entender la posición o las ideas de la otra persona. ¡¡Usted puede estar ensimismado!!


CARTAGENA, ABRIL 9 DE 2021

viernes, 2 de abril de 2021

DEMOCRACIA INTELIGENTE

Dicen que la firma que hizo la última encuesta de alcaldes, cuando fue a tomar la información de Cartagena, ubicó a sus expertos en los peajes de Ceballos y Manga y en las estaciones de Transcaribe, todos, en este momento, sin talanqueras ni torniquetes de pago, por orden, obviamente, del alcalde quien cobra esta gracia con una muy buena y populista favorabilidad.

 

Es la única explicación plausible, para que la aceptación de un mandatario suba por el ascensor, mientras su gestión, su imagen y su respaldo popular, caen en picada, lanzados desde las ventanas del desastre, cada vez más grande, que atraviesa la ciudad.  Respetamos la información suministrada por la firma encuestadora, que en esta ocasión deberá soportar las risitas burlonas de la ciudadanía, ante tremendo descalabro. No es la primera vez que una firma encuestadora nacional “pela la bola” en forma estrepitosa, sin olvidar lo que decía el genio de la política Winston Churchill: “Solo creo en las encuestas que yo mismo manipulo”.

 

Pero, en fin, estos son los gajes de la Democracia, de quienes algunos se han atrevido a decir, que es el menos malo de todos los sistemas de gobierno, ya que goza de un entramado sistémico de instituciones, normas, reglamentos y procedimientos, que la dotan de inteligencia y que, en definitiva, permiten que, en un sistema democrático, cualquiera pueda ser elegido alcalde o presidente. Les juro que, a estas alturas del partido, ya me lo estoy creyendo.

 

Pero es cierto. Nuestro sistema democrático electoral permite que cualquiera, con la estrategia adecuada y los métodos precisos, logre que la gente lo elija, aun sin cumplir con unos requisitos mínimos de preparación, sin presentar una propuesta concreta y sin tener ni idea de la “vaca loca” en que se está metiendo. Cartagena es un ejemplo emblemático y, cuando nos rasgamos las vestiduras, después de cada fracaso, echándole la culpa a los mismos de siempre, la verdad es que casi nunca admitimos que somos nosotros los electores, y de pronto nuestra democracia, los únicos responsables de la mala elección. 

 

Los investigadores británicos Geyer y Rihani, sostienen que los 200 años de democracia que hemos transitado, han generado una red de experiencias que han decantado en procesos, reglas y estructuras de tipo constitucional, que le proporcionan un alto grado de inteligencia, que no depende de las personas, sino del conjunto de elementos que conforman el sistema. De esta forma el sistema democrático es independiente de las personas concretas que actúan, e incluso de quienes lo dirigen y también resistente frente a los fallos de los actores individuales. La democracia debe ser entendida entonces como algo que funciona con el votante y el político promedio y que solo sobrevivirá si su propia inteligencia compensa la mediocridad de los actores. Sostienen los investigadores que esto explica el que cualquiera pueda ser elegido dentro de un sistema democrático y el que cualquiera, aun un chimpancé, pueda gobernar.

 

Hace algunos días leí una entrevista en la que un precandidato, con mucho tino, hacía uso de estos conceptos, para explicar las situaciones actuales: en su opinión, los principales problemas de Colombia y Cartagena, pueden ser explicados a través de esta teoría y consisten en la pérdida de inteligencia de nuestra democracia, debido a las grandes fallas estructurales de nuestras instituciones y los sistemas que la conforman.  Según el entrevistado, comenzando por la constitución, las leyes y el sistema judicial y continuando por congreso, los concejos municipales y los entes de control, todas nuestras instituciones han sido permeadas por la corrupción el clientelismo y, poco a poco, han perdido su carácter de sistemas inteligentes de regulación de la democracia, dejando a la deriva a los gobernantes mal elegidos y propiciando el estado de anomia y caos que vivimos.

 

El hecho de que permanentemente estemos tratando de tramitar reformas de todo tipo, a nuestras instituciones, en el congreso, y de que estas propuestas de cambio y mejoramiento siempre fracasen, es una clara indicación de que las instituciones de nuestra democracia perdieron su inteligencia, dejaron de realizar su función inteligente, ordenadora y controladora del sistema y de las debilidades de gobernantes mal elegidos y están permitiendo vías de hecho, desgobierno y caos. Para muestra un botón.

 

Este estado de cosas es lo que genera la necesidad de un elector mucho más juicioso, mucho más informado, ya que nuestra democracia débil, exige una selección más estructurada de verdaderos líderes innovadores. Nuestro proceso electoral no puede seguir siendo el “casting” que hemos venido realizando, para escoger al que haga el mejor reality.

 

Agatha Christie decía que: “muy pocos de nosotros somos lo que parecemos”.