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jueves, 2 de mayo de 2013

Para candidatos a la alcaldía...


En estas dos semanas pasadas, estuvimos tan ocupados con los sucesos de la ciudad, las elecciones de Venezuela y los partidos de futbol de la Champions, que casi no nos dimos cuenta de un informe del DANE, publicado en el espectador del 18 de Abril. La parte buena del informe decía  que, según el Gobierno,  en el 2012, unos 428000 colombianos dejaron de ser pobres. La parte mala: que, en una lista de 13,  Cartagena está en el tercer lugar en pobreza, por encima tan solo de Pasto y Montería.

O sea, que ya no es un chisme, ni habladurías de gente de mala leche, ni exageraciones de columnistas. No señor, lo dice nada más ni nada menos que el DANE: por poco somos la ciudad más pobre de Colombia. Pero eso no es lo peor: en el famoso informe igualmente se indica que, en la misma lista de 13 ciudades, también ocupamos el tercer lugar en pobreza extrema, siendo superados solo por Montería y Pasto. Y como si esto fuera poco, dice el estudio que, mientras la tendencia nacional es a la reducción de ambas, pobreza y pobreza extrema, en Cartagena la pobreza extrema aumentó de 4.7% a 5.9%. Como quien dice, la brecha se amplía y cada vez más pobres pasan a pobres extremos. Que vaina tan barro.

Estas cifras y estos resultados son mas que preocupantes y deben ser motivo de mucha  reflexión, sobre todo si tenemos en cuenta que, precisamente, una de las mas importantes y decisivas estrategias del anterior gobierno de la ciudad, fue la de erradicar la pobreza extrema, a través de un Plan de Emergencia Social, conocido como Pedro Romero, al frente del cual tuvimos a destacados profesionales, con importantes recursos y muy buenos equipos de trabajo. 

La  estrategia daba cumplimiento a las metas estipuladas en el Plan de Desarrollo Distrital, y pretendía un modelo de gestión de superación de la pobreza extrema y definía las necesidades de la población en situación de pobreza y desplazamiento, articulando y focalizando los servicios y ofertas sociales del Distrito, la Nación, empresa privada, ONG´s y entidades de cooperación internacional, para atender preferencialmente a las familias más vulnerables.

Que hoy el DANE nos salga con este “chorro de babas”, solo puede deberse a dos cosas: o bien el tan defendido Plan de Emergencia Social, no sirvió, o los logros alcanzados, se fueron por el sumidero en tan solo los 16 meses que van del actual período. Lo cierto es que ante tamaño descubrimiento, vamos a tener que comenzar a  creer algo que desde hace ratos venimos sospechando: que la realidad es que somos una región pobre, desde tiempos inmemoriales, que no producimos ingresos suficientes para sostener a nuestra gente y  para lograr un desarrollo coherente y sostenido, y que lo poco que producimos está mal distribuido. Que la riqueza está en manos de unos pocos y los modelos económicos imperantes antes de resolver las desigualdades las profundizan. Y lo más triste: que nuestro esquema unitario ha propendido por un centralismo voraz, truñuño e insolidario, que favorece el centro en detrimento de la periferia. La pobreza transversaliza   y agrava otros problemas estructurales como: seguridad, violencia, educación, salud y marginalización.

Ojalá que nuestros candidatos a ocupar el despacho del Palacio de la Aduana, hayan leído el informe, o que al menos alguien de sus equipos de campaña lo haya estudiado, porque con estos datos, les queda de “bola a bola” y  ya no tienen que preocuparse más, por cuales serán las líneas estratégicas de su programa de gobierno y del  futuro Plan de Desarrollo. El Pareto está clarito, y tan solo dedicándose, con alma vida y sombrero, a estructurar planes y definir objetivos y metas  que permitan, en forma  juiciosa y sostenida, aprovechar nuestras ventajas comparativas y revertir la peligrosa carrera hacia la pauperización de nuestra gente,  podrán aspirar a que, por fin, recuperemos la confianza perdida y la nave vuelva a retomar el rumbo extraviado en el mar de la rapiña de contratos, concesiones, apoyos, respaldos y avales.

No les había contado, que en los mejores puestos de la dichosa lista de la pobreza, están Bucaramanga, Bogotá y Medellín. Una de dos: o tienen mejores dirigentes, mejores planes, y mejor vocación de servicio,   o de pronto se aplica aquello de que “el que reparte y parte….

@rododiazw

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