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domingo, 10 de marzo de 2013

Santiago querido


Vine a Santiago de Chile, rompiendo una vieja promesa de no volver a viajar, con la firme intención de visitar a los Chilenos, para agradecerle personalmente por la especial acogida que dieron a mis dos hijos y a miles de profesionales colombianos más, que terminan sus estudios superiores y deben emigrar por falta de oportunidades en nuestro país.

Encontramos  al Presidente Piñera  en la plaza de Armas, en la ceremonia pública de entrega de dotación, en la que el pueblo Chileno entrega a las Fuerzas Militares,  desde lápices hasta Barcos y Aviones . Nos saludó cordialmente y con el tiempo justo, antes de que sus escoltas educadamente nos indicaran la salida, que nos llevó directamente a encontrarnos con la moderna ciudad de Santiago y todos sus adelantos que, aunque no queramos, nos ponen a comparar y sacar conclusiones.

No pudimos dejar de admirarnos de su excelente movilidad sustentada en un buen sistema combinado de 5 líneas de Metro, 12 autopistas internas de 6 carriles y un Trans - Santiago sencillo, cuyos articulados  andan por las mismas calles que los demás vehículos y recogen pasajeros en los andenes normales, sin el incordio de las mamotréticas estaciones.

A pesar de estar en plena época de Navidad, son de destacar la ausencia absoluta de alumbrado navideño, y la institucionalización del “Viejito Pascuero”, sucedáneo de nuestro gordo papa Noel, pero que a diferencia de este, no da, sino que recibe regalos de parte de niños que a cambio, tienen derecho a tomarse una foto con el famoso abuelo. De esta forma, entre los múltiples centros comerciales se reciben unos 500 mil regalos anuales, que el 24 de Diciembre son repartidos entre los niños de escasos recursos.

Son elementos culturales interesantes, forjados sobre un juicioso compromiso del Estado, de hacer la vida diaria mas amable y comprometer a toda la población en los esquemas de mejoramiento. Un ejemplo de esto que llama mucho la atención es la norma que prohíbe tener mas de tres clientes en las colas para pagar, con lo que al tiempo que se incentiva y facilita el proceso de compra, se obliga  al comercio a generar empleo, por la utilización de muchos mas puestos de pago.

Pero si estos y otros ejemplos llamaron nuestra atención, lo que realmente me impresionó fue lo que me ocurrió una mañana cuando, sin razón aparente, fui llamado de un prestigioso centro comercial. Llegué al mostrador de información y me direccionaron hacia la central de atención al cliente donde,  después de algunas preguntas, me regresaron una bolsa con dos libros que había perdido una semana atrás. Me ubicaron fácilmente a través del recibo de pago en el que se mostraba el suministrador de mi tarjeta de crédito.

El encargado de la oficina, un chileno mapuche puro, nos miraba sin comprender las razones de nuestra algarabía, en la que se mezclaban la admiración por la honestidad de los chilenos, por la buena organización  de los centros comerciales y su sistema de seguridad, pero sobre todo, por nuestra buena suerte de que uno de los casi 7 millones de chilenos, hubiera encontrado mis libros, en medio del desorden natural de las compras de navidad y se tomara el trabajo de regresarlos.

El tranquilo muchacho que nos devolvió los libros, continuó observándonos con su mirada taciturna, esbozó una ligera sonrisa y dijo sin más: Bienvenidos a Chile...

Artículo publicado el 2 de Enero de 2012

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