Completamente inadvertidas pasaron las
apresuradas y preocupantes declaraciones rendidas por el director de la
Aeronáutica Civil, Santiago Castro, en entrevista a Colprensa publicada en un
medio local, con respecto a la posibilidad de que el Gobierno Nacional
construya un aeropuerto intermedio Cartagena - Barranquilla. Castro se despachó
diciendo que “si algún privado quiere hacer ese aeropuerto, será bienvenido que
lo haga a su cuenta y riesgo”.
Apresuradas porque a simple vista se observa
que carecen del rigor y la seriedad que el conocimiento, el análisis juicioso y
el respaldo de estudios ajustados a la
realidad, le dan a los planteamientos
estructurados y a las decisiones planeadas. Preocupantes porque, como quien no
quiere la cosa, el señor Castro con sus declaraciones, viene a corroborar una
tendencia que es cada día mas evidente y que poco a poco hemos aceptado como un
hecho incontrovertible de nuestra triste realidad: El gobierno central no tiene como objetivo, participar en la
realización de obras para la solución de problemas y el desarrollo de
Cartagena.
Y esto no es nuevo, ni Castro lo dice porque
sea un despistado. Esto es el día a día de la discusión nacional sobre los
proyectos mas urgentes de Cartagena: Los problemas asociados a la sedimentación
y contaminación de la bahía, debido al impacto del Canal del Dique, llevan mas
de 30 años de discusión, y todavía es la hora en que se sigue debatiendo, a la
espera de que los privados asuman un
proyecto que debería ser de la mayor prioridad para el gobierno central, en
consideración a que sus causas y efectos involucran a todo el país.
La posibilidad de reubicación de la Base Naval,
del barrio Bocagrande hacia la isla de Tierra Bomba, fue un imposible hasta que
aparecieron unos privados
interesados en el proyecto, en el que además incluyeron soluciones a otros
problemas estructurales persistentes de la ciudad, como la comunicación de
Bocagrande con Tierra Bomba y del Bocagrande con Manga y el barrio del Bosque. Somos
la única ciudad en Colombia en la que, a través de peajes, los ciudadanos
pagamos la construcción de las vías internas necesarias para el desarrollo. Únicamente
nos falta que de un momento a otro se diga que el traslado de Bazurto solo será
posible si los privados acometen las obras.
Lo dicho por el distinguido funcionario de Aerocivil es mas preocupante si se tiene en
cuenta que no se trata de una política de estado y mucho menos de gobierno, en
lo que respecta a formas de realizar proyectos de desarrollo, o manejar los
aeropuertos del país, ya que en la misma entrevista, el joven ejecutivo
manifiesta sin ruborizarse, que ya se están haciendo consultorías para un
aeropuerto alterno al Dorado y la construcción del Aeropuerto del Café en el
departamento de Caldas. Vale la pena mencionar que al Dorado se le están
invirtiendo cerca de 60 millones de dólares para su actualización. Igualmente
informó que, contrario a lo que ocurre con el aeropuerto Rafael Núñez, el
Humberto Cortissoz de Barranquilla pasará a ser manejado directamente por
Aerocivil.
De lo expresado por el funcionario, se
evidencia claramente que no hay una política definida sobre el manejo
aeroportuario en general y se actúa mas por inspiraciones momentáneas o
presiones locales contingentes, que por la aplicación de un plan estratégico
uniforme y consensuado para todo el país. Rechazar, sin mayores análisis, la
posibilidad de un aeropuerto nuevo para Cartagena, es desconocer a la ligera,
una necesidad de desarrollo y modernización de la ciudad, de cara a las
expectativas de desarrollo urbanístico, comercial, y turístico, aparejadas a los planes de
crecimiento del país.
Como se ven las cosas, parece que nuestra buena disposición para
atender y consentir al Jet Set cachaco no está dando resultados y por el
contrario, cada día tenemos mas razones para pensar que nuestra amabilidad y
calidez están siendo tomados como símbolos de debilidad y conformismo. Nuestra
dirigencia va a tener que asumir métodos mas radicales, como el de los paisas,
que se ponen bravos con el presidente y dejan de hablarle, hasta que regresa sonriente
y contrito a darles lo que le están pidiendo. Con amigos como los dirigentes
del interior, Cartagena no necesita de enemigos….
Artículo publicado el 29 de Febrero de 2012
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