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lunes, 19 de diciembre de 2022

OTRA HISTORIA CHILENA

Tengo la sospecha de que los chilenos no usan talco para los pies y no me malinterpreten. No se trata de que haya descubierto olores raros ni mucho menos, no señor. Llegué a esta conclusión, en realidad, después de haber buscado en los diferentes centros comerciales y supermercados de cadena de las grandes superficies, sin poder encontrar un tarrito de polvo Mexsana o de cualquier otra marca.

 

Pero la verdad, no fue solo el talco para pies: el alcohol, por ejemplo, solo se vende como gel, es sumamente difícil encontrar productos en referencias pequeñas y, lo más grave y frustrante para mi: no se consigue, ni para hacer un remedio, una botellita de Menticol. El aire acondicionado de los pobres y la cura milagrosa de los cartageneros, para casi cualquier cosa.

 

De lo que si no puedo quejarme es de las inmensas estaciones llenas de exuberantes frutas de todos los colores y sabores, de la gran variedad de carnes y mariscos de todos los océanos del mundo, símbolo inequívoco de la gastronomía peruana, chilena y del sur del continente y, por supuesto, de la infinita colección de vinos, a precios de lástima, que volverían locos a conocedores y profanos.

 

Es claro que Chile no se ha vuelto Venezuela, por la llegada de un presidente de izquierda y, a pesar de los resquemores iniciales, y de los malos augurios de los habladores de “burundanga” de siempre, el país marcha por donde es y los chilenos muestran su talante moderno, su disposición permanente hacia el mejoramiento de todos y su mismo ambiente de progreso, abundancia, tranquilidad y de buen vividero.

 

Cada vez que visito este país me veo sorprendido por la magnitud de los proyectos que acometen y por la eficacia con que los realizan. Recién saliendo del aeropuerto, mi hijo nos condujo a través de un túnel de cerca de 24 kilómetros, que construyeron con el fin de reducir los tiempos de travesía de norte a sur en cerca de 20 minutos y descongestionar el tráfico que comenzaba a complicarse.

 

El nuevo túnel une, a 90 metros de profundidad, la gran avenida circunvalar Américo Vespucio, con la también impresionante Costanera, dejándonos en un abrir y cerrar de ojos, a un paso de la casa, en la comuna de las Reinas. Noté, eso si, que cada determinado tiempo, sonaba un bip electrónico dentro del vehículo: cada vez que escuchas el bip, indica que pasamos un peaje y automáticamente se cobra en mi cuenta - me dijo mi hijo. Cada pitadita vale 2000 barras chilenas- concluyó.

 

Llegué a contar como cinco pitaditas de a 2000 pesos chilenos, unos 10000 colombianos, así que calculé que la gracia nos había costado unos 10000 chilenos o 50000 colombianos, suma que los chilenos pagan contentos y orgullosos y que quizá en Colombia generaría años de comentarios y protestas, pero bueno: somos diferentes y tenemos diferentes formas de ver el desarrollo, el progreso y la manera de participar activamente y aportar a la prosperidad de nuestros países. Como decía el viejo Marcos Pérez: “tarde o temprano su radio será un Phillips”.

 

Seguramente, además de la falta de Menticol, Chile tendrá otras falencias, que ya nosotros tenemos resueltas y en las que podremos “sacar pecho” y colaborarles. Para eso se necesitan buenos embajadores, pero eso será para otra historia chilena. 


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_D%C3%ADaz_Wright


Santiago de Chile, 18 de diciembre de 2022



 

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