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lunes, 11 de marzo de 2013

Que meta la mano Dios...


“Esta descontento el pueblo, que meta la mano Dios”.  Parece que nos va a tocar echar mano a la lapidaria frase del maestro Alejo Durán, concebida especialmente para aquellos momentos en que la ira del pueblo es superior a su capacidad para resolver los problemas que el mismo ha creado, o peor aun, cuando la ira es tan grande que se pierden de vista los caminos normales del raciocinio, la ponderación, la tolerancia y el buen juicio, para analizar y dar con la solución justa en el momento justo.

Al Congreso se le fue la mano, de eso no  hay duda. De hacer pequeñas perrerías, reunioncitas con paracos, repartir cuoticas burocráticas, vender el voto para favorecer reelecciones, cositas pendejas que el pueblo casi no notaba, o si las notaba se hacía el loco, pasó a las grandes ligas de la sirvenguenzura: nada mas ni nada menos que tirarse un proyecto de casi dos años, que el pueblo seguía paso a paso y en el que tenía puestas todas sus esperanzas de tener por fin un país justo, ordenado y ágil desde el punto de vista de la administración de Justicia.

Se les olvidó a los señores congresistas, o en su ignorancia supina respaldada en la creencia de que 50000 votos dan derecho a todo, no se dieron cuenta que el pueblo poco a poco se ha ido mamando, que la gente cada vez está mas informada, que ya se inventó el celular, el computador, las redes sociales y que los colombianos estamos prácticamente bombardeados día a día, hora a hora , minuto a minuto, por un sistema mixto de chisme, comunicaciones, al que ya no se le escapa nada y al que afortunadamente hay que agradecerle que el país esté cada día mas pendiente de las cosas que le afectan y le importan.

El daño hecho por el Congreso en el maltrecho proyecto de Reforma a la Justicia es tan grande y sus repercusiones tan complicadas, que todo el conocimiento de todos los expertos en la jeringonza jurídico constitucional, ha sido insuficiente para dar con la solución del problema. Se trata de algo así como la cuadratura del círculo  en materia constitucional, o un laberinto borgiano apoyado en el conocido cuento del gallo capón, en los que por mas que le damos, cada vez estamos mas enredados y la solución mas lejana.

El presidente, ya conocido por su habilidad sacaculística, rápidamente se desmontó por las orejas y jugando pelota fina, le pasó la jugada de vuelta al desdichado Congreso y de pasó se inventó un conjunto de normas, que dejaron viendo un chispero a los constitucionalistas mas avezados, toda vez que ninguna de ellas aparece en la constitución, ni en la ley. Es decir, el presidente descubrió que él solito, sin tantos misterios, también puede reformar la constitución y sacarse normas de la manga hechas a la medida de sus necesidades.

Varias enseñanzas quedan de este desdichado episodio: el primero y muy serio es que nuestra constitución no está adecuada para corregir o resolver jugarretas de malandrines, especialmente para cuando quienes debían leer, leyeron por encimita y para cuando a quienes debían vigilar, los sacaron del recinto donde se cocinaban las perrerías. La segunda, y quizá mas importante, es que definitivamente los colombianos estaremos jodidos por siempre y para siempre, si seguimos eligiendo para que nos representen y hagan las leyes que nos gobiernan, a una cáfila de ineptos, sin preparación alguna para una misión tan seria, pero sobre todo con una alta dosis de egocentrismo y malicia, que solo los direcciona a pensar en su propio beneficio.

Por último, y creo que lo mas importante, fue que se notó el pavor que los corruptos le tienen a la ira del pueblo, sobre todo si viene acompañada de amenazas de recolección de firmas, para convocar revocatorias o asambleas constituyentes, mecanismos de participación expeditos y poderosos con los que podemos, cuando queramos, acabar con tanta inmoralidad. Las cosas están dadas y solo de nosotros dependerá lo que nos depare el futuro. Todavía quedan algunos buenos congresistas ….

Artículo publicado el 28 de Junio de 2012

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