Hace unos días me tocó ver un
extraño incidente en un reconocido banco de la ciudad: el vigilante de la
institución increpó a una jovencita para que no utilizara los aditamentos a
través de los cuales escuchaba música. Le dijo que eso estaba prohibido dentro
del banco y que si quería seguir usándolos debía retirarse del establecimiento.
La explicación del ofuscado
vigilante consistía en que los audífonos del reproductor de música se parecen a
los equipos de manos libres, para hablar por celular, y entonces muy
seguramente la niña, decía el hombre en su atolondrado discurso, podía estar
suministrando información a criminales acerca de los movimientos de efectivo de
los clientes, para que estos afuera hicieran sus fechorías.
Hubo algunos clientes que se molestaron,
indicando que entre un manos libres y un equipo de escuchar música hay una
diferencia sustancial, que un vigilante debía conocer para no pasar por
arbitrario. Otros estuvieron de acuerdo con el vigilante, porque “con esta
inseguridad, nunca se sabe”. Finalmente la niña, que estaba acompañando a su
madre, caminó dos metros, salió del banco y desde afuera, a través de los
cristales, siguió haciendo lo mismo que estaba haciendo dentro. Escuchar música
y mirar lo que pasaba dentro del banco.
Esta situación es permanente en
nuestros bancos, hasta el punto de que los vigilantes, anteriormente
serviciales y acuciosos, se han convertido en ogros, cuya única función es
perseguir al pobre parroquiano que tenga la mala suerte de recibir una llamada,
mientras hace las infinitas colas a que normalmente son sometidos los clientes. Lo peor es que la solución es igualmente
rutinaria e inocua: el cliente da dos pasos, se para al lado de la puerta y
sigue hablando y mirando lo que ocurre en el interior a través de los
ventanales. ¿Será que con este expediente tan peregrino, se evita que un
delincuente informe sobre los manejos que hacen los clientes?
Todos creemos que el origen de la
prohibición del uso del celular en los bancos, está sustentada en la hipótesis,
que estuvo muy de moda y que indicaba que el origen del fleteo estaba en el
interior de los bancos, desde los cuales, los delincuentes informaban por
celular a sus compinches, ubicados estratégicamente afuera, sobre los clientes
víctimas que salían del banco con grandes bojotes de dinero. Aunque nunca se ha
sabido si la prohibición es efectiva en cuanto a evitar el fleteo y la
tecnología de los celulares ha cambiado, hasta el punto de que usted puede
enviar un video completo de todo lo que ocurre en el banco, sin que nadie se de
cuenta, lo cierto es que los vigilantes siguen rutinariamente abandonando su
verdadera función de seguridad por andar pendientes de los dichosos aparatos.
Hace algún tiempo quien sabe a qué
funcionario sin oficio se le ocurrió prohibir circular con las luces apagadas
en las carreteras, dizque porque al andar con luces encendidas se reducía la
accidentalidad. La medida fue tan absurda, que sigilosamente fue derogada,
cuando se notó que no solo la accidentalidad, sino la criminalidad aumentaron,
debido a que los policías se dedicaban exclusivamente a perseguir y aplicar
comparendos, a quienes se les olvidaba poner las luces, dejando de lado su
verdadera misión de guardas de la seguridad de los colombianos.
Otro tanto está punto de ocurrir con
la tan cacareada prohibición del porte de armas, impulsada por el afiebrado
Alcalde Petro y acolitada por otros mandatarios. Los primeros datos dan cuenta
de que en Bogotá, hubo más crímenes cometidos con armas de fuego, en el primer
trimestre de 2012, que en el correspondiente de 2011. Lo grave es que este año
estaba prohibido el porte de armas, mientras que en el anterior no. El análisis
de Cartagena no debe ser diferente. No es sino recordar que en los dos días
subsiguientes a la Cumbre hubo 5 casos de sicariato, a pesar de estar Prohibido
el porte.
Las prohibiciones que imponen los
gobernantes a los asociados, implican la restricción de derechos y libertades
de estirpe constitucional, inescindiblemente ligadas al desarrollo del Estado
Social de Derecho y la Democracia. Sus objetivos deben ser claros, verificables
y representar verdaderos beneficios a la comunidad. De no ser así, pasarán a
formar parte del catalogo de medidas inútiles, que se mantienen por el simple
ejercicio del poder, para burla de toda la comunidad.
Artículo publicado en Abril 27 de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario