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domingo, 10 de marzo de 2013

Prohibido prohibir...


Hace unos días me tocó ver un extraño incidente en un reconocido banco de la ciudad: el vigilante de la institución increpó a una jovencita para que no utilizara los aditamentos a través de los cuales escuchaba música. Le dijo que eso estaba prohibido dentro del banco y que si quería seguir usándolos debía retirarse del establecimiento.

La explicación del ofuscado vigilante consistía en que los audífonos del reproductor de música se parecen a los equipos de manos libres, para hablar por celular, y entonces muy seguramente la niña, decía el hombre en su atolondrado discurso, podía estar suministrando información a criminales acerca de los movimientos de efectivo de los clientes, para que estos afuera hicieran sus fechorías.

Hubo algunos clientes que se molestaron, indicando que entre un manos libres y un equipo de escuchar música hay una diferencia sustancial, que un vigilante debía conocer para no pasar por arbitrario. Otros estuvieron de acuerdo con el vigilante, porque “con esta inseguridad, nunca se sabe”. Finalmente la niña, que estaba acompañando a su madre, caminó dos metros, salió del banco y desde afuera, a través de los cristales, siguió haciendo lo mismo que estaba haciendo dentro. Escuchar música y mirar lo que pasaba dentro del banco.

Esta situación es permanente en nuestros bancos, hasta el punto de que los vigilantes, anteriormente serviciales y acuciosos, se han convertido en ogros, cuya única función es perseguir al pobre parroquiano que tenga la mala suerte de recibir una llamada, mientras hace las infinitas colas a que normalmente son sometidos los clientes.  Lo peor es que la solución es igualmente rutinaria e inocua: el cliente da dos pasos, se para al lado de la puerta y sigue hablando y mirando lo que ocurre en el interior a través de los ventanales. ¿Será que con este expediente tan peregrino, se evita que un delincuente informe sobre los manejos que hacen los clientes?

Todos creemos que el origen de la prohibición del uso del celular en los bancos, está sustentada en la hipótesis, que estuvo muy de moda y que indicaba que el origen del fleteo estaba en el interior de los bancos, desde los cuales, los delincuentes informaban por celular a sus compinches, ubicados estratégicamente afuera, sobre los clientes víctimas que salían del banco con grandes bojotes de dinero. Aunque nunca se ha sabido si la prohibición es efectiva en cuanto a evitar el fleteo y la tecnología de los celulares ha cambiado, hasta el punto de que usted puede enviar un video completo de todo lo que ocurre en el banco, sin que nadie se de cuenta, lo cierto es que los vigilantes siguen rutinariamente abandonando su verdadera función de seguridad por andar pendientes de los dichosos aparatos.

Hace algún tiempo quien sabe a qué funcionario sin oficio se le ocurrió prohibir circular con las luces apagadas en las carreteras, dizque porque al andar con luces encendidas se reducía la accidentalidad. La medida fue tan absurda, que sigilosamente fue derogada, cuando se notó que no solo la accidentalidad, sino la criminalidad aumentaron, debido a que los policías se dedicaban exclusivamente a perseguir y aplicar comparendos, a quienes se les olvidaba poner las luces, dejando de lado su verdadera misión de guardas de la seguridad de los colombianos.

Otro tanto está punto de ocurrir con la tan cacareada prohibición del porte de armas, impulsada por el afiebrado Alcalde Petro y acolitada por otros mandatarios. Los primeros datos dan cuenta de que en Bogotá, hubo más crímenes cometidos con armas de fuego, en el primer trimestre de 2012, que en el correspondiente de 2011. Lo grave es que este año estaba prohibido el porte de armas, mientras que en el anterior no. El análisis de Cartagena no debe ser diferente. No es sino recordar que en los dos días subsiguientes a la Cumbre hubo 5 casos de sicariato, a pesar de estar Prohibido el porte.

Las prohibiciones que imponen los gobernantes a los asociados, implican la restricción de derechos y libertades de estirpe constitucional, inescindiblemente ligadas al desarrollo del Estado Social de Derecho y la Democracia. Sus objetivos deben ser claros, verificables y representar verdaderos beneficios a la comunidad. De no ser así, pasarán a formar parte del catalogo de medidas inútiles, que se mantienen por el simple ejercicio del poder, para burla de toda la comunidad.

Artículo publicado en Abril 27 de 2012

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