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lunes, 11 de marzo de 2013

Bueno el Cilantro pero no tanto...


El fin de semana pasado quedó demostrado que aquí a Cartagena puede venir quien quiera, a hacer lo que le de la gana, y nosotros no solo nos "aguantamos el brinco", sino que además los recibimos con los brazos abiertos, les organizamos conciertos en los espacios públicos y monumentos de la ciudad, y, como si fuera poco, nuestra diligente policía, bloquea  calles, plazas y playas, para que los cartageneros no molesten ni pongan en riesgo a los distinguidos visitantes que, en pago por nuestras atenciones, nos dejan la ciudad  sucia, postrada y desmantelada.

Cuando la tan manoseada Cumbre de las Américas, si bien nos molestaron las arbitrariedades a las que fuimos sometidos, nos tocó soportarlas con estoicismo y educación, pues se trataba de un evento continental, con presidentes a bordo, y no era cosa de abochornar a nuestro Presidente delante de sus colegas.

Lo del fin de semana pasado, en cambio, fue el "apaga y vamos". La ciudadanía quedó perpleja de ver cómo en Cartagena todo es posible. Sin ningún tipo de organización, sin saber a ciencia cierta de que se trataba y sin conocerse  quienes eran los responsables, se permitió que la ciudad fuera literalmente invadida por más de 5000 muchachos, que ante la propuesta de una aventura gratis en la heroica, empacaron sus bártulos y se trastearon al corralito, con un morral como único equipaje y con la firme determinación de pasarlo bien, así tuvieran que pasar por encima de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas de la ciudad.

Nos quedamos aturdidos viendo a decenas de  jóvenes agentes de policía, desde el Viernes bien temprano, descargando camiones y organizando  primorosamente cientos de horrible vallas metálicas, hasta encerrar casi completamente nuestros sitios mas emblemáticos. La pregunta obligada es: ¿será que estamos así de sobrados en materia de seguridad, como para que nuestros policías les quede tiempo para organizar escenarios de conciertos? ¿será que la policía está así de sobrada en recursos como para distraer fondos en fabricación de tantas y tantas vallas, que hoy reposan casi  permanentemente en edificios y bocacalles del centro, afeando el paisaje urbano y causando mas obstrucciones que soluciones a la movilidad? ¿Será que esos recursos provienen de nuestro impuesto de distriseguridad?

La plaza de la Paz se está convirtiendo realmente en “plaza del desorden”. Casi cualquier evento que ocurra en la ciudad, implica el uso de la Plaza de Paz y ahora del Camellón de los Mártires, con todas sus arandelas logísticas de armar y desarmar sonidos, pantallas, tarimas, carpas, graderías y silletería y, por supuesto, con el consiguiente bloqueo de importantísimas vías en un sitio tan crucial para la movilidad en el centro de la ciudad. Nuestros agentes de tránsito se están volviendo unos expertos en el arte de bloquear vías, perdiendo de vista su verdadera vocación, que debe ser la de facilitar el de por si ya caótico tráfico de la ciudad. Lo peor de todo es que todas estas actividades, las realizan nuestras autoridades con el mayor de los gustos, impulsadas por el complejo atávico de que la mejor vajilla hay que sacarla cuando vienen los forasteros.

No dudamos de las ventajas del turismo y su importancia para la ciudad, pero no podemos caer en la simpleza de confundir turismo con invasión y turista con aventurero. Nuestras Plazas y Monumentos son los sitios de interés turístico, y resulta contraproducente convertirlos en escenarios de cuanta guachafita se organice en el país. Si no tenemos una política clara de turismo, es hora de desarrollarla, siempre con el objetivo en mente de que “los cartageneros somos primero, y los turistas vienen después”. Gracias Gobernador…

Artículo publicado el 30 de Agosto de 2012

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