Las únicas arenas movedizas potencialmente peligrosas
de todo el mundo, se encuentran en Cartagena de Indias, mas específicamente en
la Avenida Santander. Las otras, las de las novelas, películas y libros de
aventuras, son inocuas y el único riesgo que se corre es el de que al
quedársele a alguien los pies atorados, la persona muera de hambre o
insolación. De hecho no se tienen noticias de que alguien haya sido tragado por
las arenas, a no ser que sea en el cine o la televisión.
Las arenas movedizas, cuyo verdadero nombre es arenas
vivas, no son otra cosa que una dispersión de arena, arcilla o tierra con
desechos orgánicos en agua. Esta dispersión forma un coloide estable debido a
la presencia de sales y se ubica en áreas de muy baja profundidad en riveras y
alrededores de lagunas. Cuando alguien pisa la suspensión de arena, arcilla o tierra, esta se desestabiliza, el
agua se separa del sólido y a la persona le queda alrededor del pie una capa
seca y pesada del material sólido, de la cual es difícil separarse debido a su
gran peso. Es tan simple e inofensivo este proceso que de hecho mucha gente
utiliza esto como una diversión.
Las de la Santander en cambio, si son unas verdaderas
arenas movedizas y además peligrosas. Reptan sinuosas a 30 centímetros del suelo,
con su apariencia de bruma o niebla y se van depositando poco a poco en los
puntos muertos formando verdaderas y peligrosas dunas. Invisibles de noche,
deslizantes e inestables a toda hora, han sido responsables de múltiples accidentes,
cuando conductores ingenuos o distraídos han perdido el control del vehículo y
se han salido de la vía, unas veces con suerte y otras no tanto. Si alguien se aventura con las ventanillas
abiertas, como los carros andinos que no tienen aire acondicionado, la
situación no será mejor. La arena es
succionada por el vacío que deja el vehículo y entra a raudales para atacar
ojos, nariz, boca y todo lo que sea penetrable. El riesgo de accidente es
igualmente grave, amen de que los pasajeros pasarán varios días con la incomoda
sensación de masticar arena.
Las arenas movedizas de la Santander no aparecieron
ahí por casualidad o generación espontanea. Son realmente el producto de una
deficiente planeación cuando se construyó la avenida hace mas de treinta años.
Como quien dice dentro de nuestra conocida cultura de tener buena iniciativa
pero mala “acabativa”, dejamos la avenida a medio terminar: no se hicieron
drenajes de aguas lluvias, no se hicieron obras complementarias de andenes,
ornamentos y aprovechamiento de la playa y, lo que es peor, por falta de un
adecuado estudio de impacto ambiental, se creo el engendro de las arenas
movedizas, que algunos ignorantes han dado en decir que son otro atractivo
turístico de la ciudad.
Las playas de Marbella eran playas que en casi todo su
largo y ancho eran húmedas. Solo una pequeña porción se secaba, pero estaba
sobre una capa vegetal que producía: Lotus, pasto y un bejuco espinoso que
llamaban “manca tigre”. Estas especies vegetales impedían que la arena seca
fuera arrastrada por las brisas fuertes
y el “manca tigre” tenía la función adicional de, con sus espinas, evitar que
las personas ingresaran al ecosistema a perturbarlo. Cosas de la naturaleza.
Cuando se construyó la Santander, se amplió el ancho de playa seca, se retiró
la capa vegetal y ahí comenzó todo. Para los que no crean, los invito a
observar los sitios donde aun queda algo de hierba y notarán que ahí la arena
no se vuela.
En realidad, lo que tenemos en la Santander es un
verdadero daño ecológico que lamentablemente, durante mas de treinta años,
hemos resuelto con cargadores y volquetas y casi siempre ante la inminencia de
visitas importantes. Es cierto que las brisas son fuertes y la arena es fina,
pero muy seguramente la solución del problema va mas allá de lo simple y
trivial, de esperar que las dunas sean bastante grandes para justificar el
gasto de retirar la arena.
Ojalá que ahora que se habla de grandes inversiones en
protección de litorales y adecuación de playas, se le de primerísima
importancia a este problema, único en el mundo, como todas las cosas de
Cartagena.
Artículo publicado el 15 de Marzo de 2012
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