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domingo, 26 de julio de 2020

EL SAINETE DEL CONTRALOR

Según los expertos, el Sainete es una pieza dramática, divertida, costumbrista y de carácter popular. De origen español, fue transformado rápidamente en el “Grotesco Criollo”, por parte del famoso dramaturgo argentino Armando Discépolo. 

Muchas de las situaciones cartageneras reúnen, sin proponérselo, todas las características del Sainete, o mejor, del “Grotesco Criollo” y, no podemos negarlo, al lado de su contenido dramático, rápidamente aparecen los memes, stickers y videos, que muestran sus rasgos costumbristas y divertidos. La elección de contralor en Cartagena de Indias es, hoy por hoy, nuestro Sainete o Grotesco preferido.

Pensábamos que el famoso episodio de los “Libros” de la anterior elección, reunía todo lo que se pudiera esperar de un buen “Grotesco Criollo”, sobre todo que, pasado este bochornoso incidente, habíamos hecho acto de contrición y escogido lo mejor de lo mejor, tanto en alcaldía, como en concejo: unos verdaderos paladines de la lucha anticorrupción y abanderados de lujo contra el mal. ¡Error fatal! Los recientes hechos del nuevo Sainete, nos indican cuan equivocados estábamos y que, como dirían en Momil: puerca pollera, no pierde el vicio.

La sucesión de hechos de nuestro Grotesco Criollo, que hoy tiene sumidos a nuestro alcalde y a una parte del concejo, en el mayor de los mutismos, dan cuenta de un presunto “Iter Criminis” que incluye actos preparatorios, decisión y ejecución: A través del decreto 0313 del viernes 7 de febrero de 2020, el alcalde de Cartagena, William Dau, nombró a Héctor Adolfo Consuegra Salinas como Asesor de Control Interno para la Empresa de Desarrollo Urbano de Bolívar – EDURBE SA. Para la terminación del periodo 2018-2021. Para ese día el director de EDURBE ya tenía en su poder una solicitud del Concejo Distrital, con la lista de aspirantes a Contralor Distrital, para que se le informara si alguno de ellos tenía alguna relación con esa entidad.

El lunes 10 de febrero, el Director de EDURBE responde al Concejo Distrital informando que ninguno de los nombres de la lista enviada, tenía relación con esa entidad. En la lista figuraba el señor Consuegra que ya había sido nombrado como asesor. El martes 11 de febrero se presenta el señor Consuegra a EDURBE, con su nombramiento en la mano y se posesiona. A partir de ese momento, consuegra queda vinculado a edurbe, cuestionada entidad, cuyo mayor accionista es la alcaldía Mayor de Cartagena y los cuatro actores principales del Grotesco Criollo, quieranlo o no, están enterados que Consuegra, quien ya trabaja en Edurbe, forma parte de la lista.

Sabía Consuegra, obviamente, pues aseguró la chamba en Edurbe dejando en remojo la posibilidad del premio mayor en la Contraloría. Sabía el Director de Edurbe, ya que la elección de contralor es un hecho notorio y los resultados y la terna final son de público conocimiento. Sabía el concejo, quien conoce de todos los nombramientos de funcionarios, conocía los resultados de la selección y además se guardó el entripado para cuando fuera necesario. Y, sabía el alcalde, quien días antes de la elección amenazó virtualmente al Concejo y lanzó toda clase de maldiciones y anatemas, para aquel que osara votar por los  candidatos que, a su juicio, representaban a los malandrines. Saber esas cosas y quedarse callado no es muy buena práctica, y, según el profe chucho puede traer consecuencias.

Para capear el temporal de  la andanada que se le vino encima, el señor alcalde, recurrió al viejo truco de atacar al Procurador, al Contralor y al señor Sanchez Cristo de la W, desafiándolos y guapeandoles. Si bien es cierto que con esta treta se ganó algunos aplausos, estos cada vez son mas escasos. 

No debe olvidar que poco a poco va a ser afectado por el efecto del boxeador: A  la gente no le gusta el boxeador que no pelea, pero tampoco le gusta el que pelea sucio.


domingo, 19 de julio de 2020

QUE HAGA LO QUE QUIERA

Cuando estudiábamos en la U de Antioquia, había un profesor de esos que se hacen famosos por que su asignatura se convierte en obstáculo insalvable para continuar la carrera. Siempre risueño, confianzudo, pero a la hora de los exámenes, maloso y burlón. Le decíamos el Chucho, y el primer día de clases introducía su materia con un extraño ritual. 

Nos decía el Chucho: en esta materia si quieren no vengan a clases, no estudien, cópiense en los exámenes, mamen gallo. Se quedaba silencioso, nos miraba unos segundos y remataba con su sentencia diabólica: “claro que … eso les afecta”. Y tenía razón. Cada quien es dueño de su propio albedrío, de hacer lo que quiera, de no cumplir normas, de hacerse el loco. Obvio que es probable que esas decisiones le traigan consecuencias y no siempre tan frívolas, como la simple pérdida de Algebra Lineal.

Esta vieja reflexión me lleva al convencimiento de que, a su manera, el alcalde Dau, tiene la razón: el puede dejar de cumplir órdenes del Fiscal, o del Procurador, el Contralor, Los Jueces, o de la Policía. De todo el mundo. Ya sea porque tiene elementos de juicio que lo llevan a esta decisión, ya, porque no le gusta que vengan los cachacos a mandarlo o porque, simplemente, le dio la “chiripiolca” y no quiere.  Al final de cuentas, es el alcalde, el decide si cumple o no y el asume las consecuencias.

Algo que si creo debían aclararle sus buenos asesores, es que Colombia es, a su manera, una democracia y esta se rige por unos principios doctrinarios, históricos e ideológicos, que hay que recordar, para no caer en bizantinismos pendejos ni disquisiciones tontas. Uno de estos principios fue el propuesto por Charles Louis de Secondat, Barón de la Brède y de Montesquieu, quien sostenía que para evitar que el gobernante se conviirtiera en un tirano, el Estado debía manejarse a través de tres poderes, independientes y autónomos: el Legisaltivo que no es más que el Congreso, el Ejecutivo que lo conforman el Presidente, los Ministros, Gobernadores, Alcaldes etc. Y el Judicial que lo forman las Cortes, los Jueces y todo aquel a quien se le dé autoridad judicial. Cívica de quinto elemental.

Cada uno de estos poderes genera sus mandatos, los cuales deben ser cumplidos a rajatabla, so pena de verse incurso en las sanciones previstas: si el legislativo produce una ley de pago de impuestos, hay que pagar los impuestos. Si el ejecutivo mediante decreto o resolución, manda a que hagamos cuarentena, tenemos que hacer la cuarentena y si un juez o un inspector de policía, ordena una sanción por una acción delictiva, dicha sanción se aplica. No se de donde se inventaron que solo son órdenes, las decisiones judiciales.

Si la violación del espacio público y el  código de policía, trae como consecuencia que hay que tumbar una construcción, es el inspector de policía competente para ordenar su demolición. Si la violación de las normas sobre patrimonio, dan competencia al ejecutivo a través del Ministerio de la cultura, será este el idoneo para proteger el patrimonio, tomando las acciones correspondientes. Si la ciudadanía mediante acción popular o acción de tutela, convencen a un juez que una edificación mal diseñada amenaza sus vidas, será el juez competente para proteger la vida de los ciudadanos ordenando lo que sea necesario. Sencillito.

El alcalde ya ha dicho que la persecución de malandrines le deja poco tiempo para gobernar, y la cosa se le va a poner más dura si   convierte cada mandato de los poderes del estado, en una disputa nacional y en otra catilinaria desgastadora e improductiva. Obviamente, el puede decidirse por no cumplir, pero cómo decía el profe chucho: ¡eso le afecta!

domingo, 12 de julio de 2020

NI LIBRO NI BLANCO

Cuando el estudiante de Macondo se aproximó a la entrada de la Europa del Este, soltó una de esas expresiones lapidarias que lo marcaron de por vida: “La Cortina de Hierro no es una cortina ni es de hierro, es un palo pintado de blanco con rojo, atravesado en la mitad de la calle”. Nunca imaginó Churchill que su famosa descripción del imperio de los Romanov, Lenín, Trotsky y Stalin, caería tan bajo.

Me vino a la memoria esta famosa cita, el día que escuché a una amiga decir, casi sin pensarlo, que el tan cacareado Libro Blanco del alcalde, no era un libro, ni era blanco, sino un poco de diapositivas de Power Point, llenas de cifras, datos y citas, que el alcalde se dedicó estoicamente a tratar de leer e interpretar durante varias horas.

Plausibles los buenos recursos de energía y motivación del jefe del ejecutivo distrital, para continuar en su, hasta ahora, infructuosa cacería mayor. No es todo el mundo el que se le mide a semejante ladrillo, sobre todo, cuando de entrada se nota que interpretaba un “collage” preparado por muchas manos, con informaciones, a veces confusas, a veces incoherentes, y con un contenido que, en su mayoría, no era más que los mismos cuentos trasnochados de su campaña, que ya todo el mundo sabe, que  todo el mundo comenta, pero que nadie ha podido sustentar en términos judiciales. Como diría Fermina Daza: “más era la bulla.”

A estas alturas del partido, creo que los buenos asesores del alcalde, ya deberían comenzar a auxiliarlo en esta cruzada: sea lo primero decirle que sus responsabilidades de denuncia e investigación están contenidas en el canon 67 del código de procedimiento penal. “El servidor público que conozca de la comisión de un delito que deba investigarse de oficio, iniciará sin tardanza la investigación si tuviere competencia para ello; en caso contrario, pondrá inmediatamente el hecho en conocimiento ante la autoridad competente”. Como quiera que el alcalde no tiene competencias para la investigación penal, se deberán realizar las correspondientes compulsas a la Fiscalía General de la Nación.

Otra característica que deberá depurar para sus actividades de halconero de malandrines, es la de la discreción: los cazadores son silenciosos, reservados, sigilosos, observadores. A finales del siglo pasado, un equipo de veedores y comunicadores de la ciudad, en forma juiciosa y con mucha metodología investigativa, llevaron a cabo una destacada actividad que dio al traste con la carrera de un número importante de funcionarios venales. Si algo fue exaltado en esta ocasión, fue el rigor científico, la seriedad y la discresión con que se desentrañaron pruebas y se allegaron a las autoridades competentes.

Entendemos que ya el alcalde desterró a los corruptos de la administración, pues hizo una selección muy rigurosa del nuevo equipo y, como sin corruptos no hay corrupción: “muerto el perro acabada la rabia”. A usar entonces su histrionismo, energías, motivación y don de la palabra, en lo que finalmente todos estamos esperando hace tanto tiempo.

De seguir en el plan actual, nos tocará creer  que todo, no ha sido más que una treta para alegrar las barras, un  puro tilin tilin y nada de paletas, para  seguir obteniendo vitores,  aplausos y ovaciones de carnaval, destinados a  embobar incautos.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

martes, 7 de julio de 2020

TARJETA AMARILLA

Al alcalde Dau, parece que le gustara caminar por la cornisa, como diría Kike Wolf. Esta referencia futbolera hace alusión a aquel jugador que ya el arbitro le sacó la tarjeta amarilla y, sin embargo, sigue “dando leña”, abusando de su buena suerte o de la tolerancia de un árbitro blandengue.

Esta semana que termina, nuestro pintoresco burgomaestre, fue nuevamente noticia, y no precisamente por sus logros administrativos, los cuales, de por sí, languidecen en tiempos de amargura, sino por las estridencias de sus actividades rocambolescas, a las que se dedica con mucho entusiasmo, derrochando energías, locuacidad y uno que otro regaño.

No acababa de remendar el último decreto de pico y cédula que, por extrañas razones y al igual que todos los anteriores debió ser corregido, cuando ya se había dedicado a la non sancta actividad del espionaje inducido y registrado, mediante el sencillo expediente de instalar una cámara, debidamente camuflada. Siendo abogado, y además la primera autoridad del distrito, nuestro alcalde debería saber que esto está muy mal hecho y puede dar lugar a tarjeta amarilla.

Esto, por supuesto no me lo he inventado yo. Es abundante la jurisprudencia y la doctrina colombiana, al analizar este tema y conceptualizar acerca de su inconveniencia:  “En esa medida, las grabaciones de imagen o de voz realizadas en ámbitos privados de la persona, con destino a ser publicadas o sin ese propósito, constituyen violación del derecho a la intimidad personal, si las mismas no han sido autorizadas directamente por el titular del derecho y, además, en caso extremo, si no han sido autorizadas expresa y previamente por autoridad judicial competente. El resultado de la recolección de la imagen o la voz sin la debida autorización del titular implica, sin más, el quebrantamiento de su órbita de privacidad y, por tanto, la vulneración del derecho a la intimidad del sujeto”.

No habíamos terminado de asombrarnos con la cámara escondida, cuando nos enteramos de una zaragata de marca mayor, esta vez contra el Procurador General de la Nación, en el marco de una reunión virtual con los gremios de la ciudad. Parece que el alcalde condicionó el cumplimiento de mandatos de la procuraduría, si solo si, la Procuraduría cumplia en igual forma con los mandatos del alcalde. Una especie de cambalache, dando y dando o quit pro quo, como dicen los puristas.

Habría que preguntarle al Fiscal General, que puesto en importancia en el país, ocupa el Procurador, pero lo que si es seguro es que sus mandatos deben ser respetados y cumplidos, sin ningún condicionamiento. Por algo es es un órgano de control autónomo que se encarga de investigar, sancionar, intervenir y prevenir las irregularidades cometidas por los gobernantes y los funcionarios públicos. Meterse con el Procurador es algo así como “patear la lonchera”. No hay que olvidar que el hombre maneja las tarjetas amarillas y a veces la roja.

El Coronel se sentaba en la puerta esperando a ver pasar su entierro. Actuemos ya. No nos sentemos nosotros a ver pasar el entierro de Cartagena.


viernes, 3 de julio de 2020

QUIEBRA O RENUNCIA?

La palabra “Quiebra” es pavorosa. Mete miedo, y genera sensaciones de desesperanza y desamparo. Cuando nos dicen que una persona o una empresa están quebrados, nos preocupamos y, de una u otra forma, vemos el futuro con mucha incertidumbre.

La quiebra o bancarrota apareció en Venecia y Florencia por allá por el siglo XVI, cuando se consideraba una deshonra para los banqueros el no poder pagar a sus clientes. En una ceremonia en la que participaban, el gobierno, otros banqueros y el público, el banquero endeudado quebraba o rompía la banca en que se sentaba, como símbolo de que no seguía prestando sus servicios.

La cosa ha cambiado muy poco y por eso, cuando nos dicen que una ciudad está quebrada, entramos en pánico. Sobre todo, si esta afirmación la hace en forma vehemente y emotiva el propio alcalde de la ciudad. Hay que entender a una población ya escaldada por los estragos de una peste infame, y que poco o nada entiende de los tejemanejes e intríngulis contables y financieros de una ciudad, de por sí ya enredada, como La heroica.

Lo primero que se nos viene a la mente, y el alcalde con su declaración contribuyó a eso, es que todo va a ser peor: menos inversión social, más desempleo, menos obras, menos ayuda para las víctimas actuales y futuras de la pandemia y, por supuesto, más hambre, desolación tristeza y muerte. Un panorama oscuro en el que tan solo será necesario un funcionario, controlando el cajón de la plata, para pagarle a una fila de acreedores rabiosos.

Ante lo desproporcionado de las afirmaciones los expertos han saltado a pronunciarse y han elevado sus voces de protesta pidiendo cuentas claras y chocolate espeso: Los trabajadores oficiales han mencionado y, parece que, con mucha razón, que estas afirmaciones deben estar sustentadas en datos, cifras, estudios y proyecciones, que generen un diagnóstico confiable, que permita definir el camino a seguir.

Algunos expertos han terciado informando que “las ciudades no se quiebran y que desde el punto de vista financiero solo tienen déficit de tesorería”. La administración saliente, sacó sus chorizos del humo, manifestando que no entiende por qué hasta ahora, en plena pandemia, se viene a hablar de ese tema, que se consideraba superado desde el empalme, y  ha enfatizado que: Todo eso se hizo público, todo eso se dio a conocer en la comisión de empalme, pero a la vez, con el equipo económico, siendo responsables, “dejamos un capitulo en el presupuesto del 2020, de un plan de saneamiento fiscal de Cartagena”.

El alcalde no debe tirar la toalla tan rápido. Admitir una presunta quiebra sin luchar y entregar el Distrito al manejo burocrático del calvilustrismo andino a través de la ley 550 de 1999, es prácticamente una renuncia a ese elaborado plan de desarrollo y ese sueño de revitalización de la ciudad, tan largamente acariciado y esperado por los cartageneros 

Como decía el coronel: con los tiempos que pasan y ahora esta quiebra, nos esperan días amargos.

lunes, 22 de junio de 2020

MÁS QUE BUENAS INTENCIONES

Nunca hemos dudado de las buenas intenciones del alcalde Dau, no faltaba más. No es cualquiera el que dedica toda su vida a hacer veeduría de la gruesa y luego abandona una vida placentera y próspera en la gran manzana, para venir a meterse en esta tigrera. 

Todos recuerdan que se presentó frente a nuestras murallas, cual Vernon moderno, hace apenas un año y, su catadura pendenciera y frentera rápidamente le ganó el remoquete con que lo etiquetó en un dos por tres la Revista Semana: “Loco Tirapiedras”. Este apodo, aunque atrevido y antipático, le valió, sin embargo, la complicidad y el respaldo popular que, unidos a un discurso grandilocuente, reivindicador y acusador, lo llevarían finalmente a lograr el nunca imaginado y mucho menos planeado triunfo.

Las buenas intenciones son determinaciones conscientes de la voluntad, hacia un fin. Deseos que motivan la acción y no un resultado o consecuencia. Las buenas intenciones son un factor importante dentro de los patrones de éxito, pero no son suficientes por si solas. En plena edad media, San Bernardo de Claravel ya decía: “el infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”. Y, mas tardecito, cuenta Walter Scott que Jorge Herbert popularizó la sentencia en su Jácula Prudentum en 1651: The road to hell is paved with good intentions.

Las buenas intenciones solo son la motivación, pero para que se conviertan en trabajo efectivo, deben ir acompañadas de otros elementos tanto o más valiosos: la planeación estratégica, la organización, el trabajo en equipo, la coordinación, las comunicaciones, la calidad total y la excelencia, aplicados al plan de gobierno y al plan de desarrollo, para formar un todo integral y coherente que responda a las expectativas de los ciudadanos y a las propuestas de campaña. 

A estos elementos de gestión hay que sumarles unos atributos de personalidad y liderazgo, que trasmitan confianza, seguridad  y credibilidad y  proyecten una imagen nítida, positiva, educada y carismática, propia del lider inspirado e integrador.

A seis meses de su posesión, la gestión del alcalde Dau no es clara y todo parece indicar que a la falta de un Plan de Gobierno serio y estructurado, y su carencia de preparación en gestión pública, se suman unas condiciones de personalidad impulsiva, hostil y controversial que lo tienen sumido en un día a día azaroso, lleno de conflictos, improvisaciones, rectificaciones, retractaciones y disculpas, muy lejos   de lo que debía ser un gobierno de soluciones y desarrollo de la ciudad. Mientras tanto sus seguidores, a falta de resultados, se conforman con hacerle barra, azuzarlo y carbonearlo, para que continúe su incesante pugilato contra todo aquel que se asome por su reino. Flaco favor que solo agudiza la controversia.

Poco o nada ha mostrado el alcalde Dau, en cuanto a respeto y compromiso con las instituciones del Estado, piedra angular de la Democracia, a la que el se sujetó cuando decidió paritcipar en el juego electoral y cuando, una vez ganador, juró como Alcalde. Más allá de sus rencillas personales y su entendida lucha contra los vicios históricos de nuestro país, el debe saber que una cosa son las personas y otra las instituciones y que unas y otras merecen el respeto y la consideración propios de sus dignidades. Ya es hora de comprender que la corrupción y las malas prácticas administrativas no se combaten con insultos y señalamientos temerarios, sino arrimando, en debida forma, las denuncias y los elementos probatorios a las correspondientes autoridades judiciales y entes de control.

Cartagena viene padeciendo de deficiencias estructurales persistentes en las últimas décadas y por los vientos que soplan, la situación va a continuar. Como decía el Coronel: “lo malo no es que nos estamos muriendo de hambre, sino que ya todo el mundo lo sabe”. La situación de la ciudad es la comidilla del resto del país, y después de esta crisis, antes que relanzar la ciudad, se tendrá que arrancar de cero. Necesitaremos líderes inspirados, motivadores, con fuego en el corazón y planes estratégicos y programas de impacto para retomar el rumbo. Quien no esté preparado para asumir este reto que dé un paso al costado. 

Las buenas intenciones son una excelente ayuda siempre y cuando vayan acompañadas de buenas decisiones, y mejores acciones. De no ser así, tenemos que admitir con tristeza, que nuevamente estaremos asistiendo imperturbables a la construcción de ese camino de piedras que otra vez nos llevará al infierno.

domingo, 14 de junio de 2020

El Chat de los Bobos

Intenté subir al chat de un grupo de colegas abogados, un artículo del escritor Felipe Priast, con tan mala suerte que terminó en un Chat de escritores. Tengo que admitir que este error lo comete casi cualquiera, debido a la gran diferencia de tamaño que hay entre las letricas liliputienses de los teléfonos y el grueso de los dedos del operador. “Error de dedo”:  dice la gente apenada, cuando ni siquiera tiene el consuelo de eliminar el comprometedor mensaje, antes de que el receptor lo vea.

En mi caso esto es particularmente grave, ya que tengo limitaciones en la mano derecha y me toca chatear con la izquierda y conste que no hablo de política. Así que al poco rato mis amigos abogados me recordaron que les había prometido el escrito y nada que llegaba. Fue entonces cuando caí en  cuenta del desastre. El Chat de escritores, al cual pertenecía en ese momento, es un esfuerzo de las editoriales por mantener juntos a sus escritores y aprovechar el medio para comunicarse a la mayor brevedad con ellos. 

Desde sus mismos inicios había decidido silenciar este chat y no participar, a menos que fuera indispensable, ya que poco a poco había derivado en todo lo que derivan los chats grupales: sociedad de mutuos elogios, felicitaciones de cumpleaños, compartir chistes flojos y miles y miles de memes y stickers y, de vez en cuando, una información de la editorial, un buen cuento o un buen video. Eso si, había unas reglas que no se podían transgredir por nada del mundo: no se podía hablar de política y de religión. ¿Imagínense un chat de escritores donde no se puede hablar de política y de religión? 

Cuando indagué porque mis amigos abogados costeños no habían recibido el mensaje, caí en cuenta del error, pero ya era tarde. Un grupo de los escritores del chat había iniciado una diatriba incendiaria en contra del escrito subido erróneamente, alegando que sobrepasaba todos los límites de la decencia y el respeto humano y que “si bien era cierto que se podían criticar ciertas actitudes de la presentadora cuestionada, por tratar mal unos libros, también era cierto que había límites que no se podían pasar y que la intolerancia estaba consumiendo al país y ya estaba bueno”. Estoy casi seguro que, hasta ese momento, los quejosos pensaban que yo, y no el conocido escritor, era el autor del escrito: “costeño tenía que ser”.

El chat de los escritores llevaba dos días burlándose de la presentadora y después de divertirse de lo lindo con todo tipo de memes y comentarios, se decidió escribir una carta al canal, donde la presentadora acuchilló a los libros, para pedirle respeto por la profesión y por ese símbolo del trabajo consagrado, de la sabiduría y el conocimiento que es el libro. Debo admitir que no había participado en el “bulling” a la ex reina y presentadora, que venía haciendo el grupo del chat, pero cuando hablaron de la carta, les envié mi aprobación para incluirme entre los firmantes. 

El artículo del popular escritor que subí por error, había aparecido en una revista virtual y a la hora de la algarabía de los escritores del chat, ya le había dado la vuelta a las redes sociales y era conocido por todos los aficionados a la chismografía de farándula. Después de leerlo nuevamente, esta vez con mas atención, descubrí las causas del enojo de la congregación de las letras: el escrito, además de cuestionar la falta juicio de la presentadora en cuanto a usar unos libros como artefacto de cocina, hacía una referencia clara a los atributos físicos de la señora, a su pasado de reina y lo peor, hablaba de narcos, “traquetos” y algunos presidentes y expresidentes del país. Como quien dice: se metía con los trastos de la iglesia.

Me quedé asombrado ante el descubrimiento: increíble que la vanguardia intelectual del país, las mentes mas abiertas y progresistas de las letras contemporáneas de Colombia, se desbarrancaran emocionalmente y se desbordaran en aspavientos de monasterio, ante la sola mención de unas tetas y un culo. Porque, la verdad no creo que haya alguien en este país, que se escandalice por una mención tangencial del traquetismo, el narcotráfico o las trapisondas de nuestros barones electorales. Esos son temas fáciles, de manejo abierto que ya salieron del closet y que recibieron el beneplácito de la pacatería andina.

Quede estupefacto ante la evidencia: En este país todavía hay temas tabúes. Unos disfrazados de respeto, otros del feminismo simple de todos y todas y la mayoría con ese inconfundible ropaje de mojigatería colonial y dedo parado, propios del calvilustrismo capitalino que se cree dueño y representante directo de la moral y las buenas costumbres, que enarbolaba nuestra constitución de ángeles. Me sentí como Aureliano Segundo Buendía ante Fernanda del Carpio, de quien este aseguraba que estaba enferma de pudibundez.

Me imaginé al pobre Gabo navegando por las islas del mar Egeo, en el barquito repleto de escritores implumes, con más ínfulas que talento y salí disparado. No de la casa ni de la ciudad. Salí como alma que lleva el diablo del maldito chat, a buscar refugio en el chat de mis amigos abogados costeños, repelentes, mamadores de gallo, perrateadores, en donde un culo y unas tetas no asustan a nadie.

Pasé por la cocina y me serví una ración generosa de café negro y amargo en un jarro de peltre.