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sábado, 20 de noviembre de 2021

EL VEREDICTO JUSTICIERO DE LOS TIEMPOS

La expresión “Time Flies”, usada por lo americanos para señalar que el tiempo pasa volando, a pesar de lo simple y evidente, tiene un contenido de filosofía popular incontrovertible y eficaz.  Nada más seguro y arrasador que el movimiento incesante del tiempo, dejando a su paso un reguero de realidades cumplidas, casi siempre, muy diferentes a las promesas, planes, deseos y hasta sueños.

 

Un amigo solía decir que: “no hay nada más bello que un día detrás del otro”, significando, igualmente, que el paso del tiempo es y será, por los siglos de los siglos, el juez universal que, finalmente, se encargará de poner cada cosa en su sitio y, al mejor estilo de Ulpiano, darles a cada quien, lo que les pertenece.

 

Creo que estos infortunados últimos dos años que, ya casi acaban para la ciudad de Cartagena y que también han pasado volando, han cumplido a cabalidad su cometido de entregarnos, a todos, el veredicto justiciero de los tiempos a que se refería Indalecio Liévano y que quedó, para siempre recordado, en la lápida de su tumba.

 

Se encargó el tiempo, en su paso inexorable, de darles la razón a quienes no creyeron en el discurso disruptivo, populachero y grotesco, de un charlatán aparecido, que, mediante maniobras y artificios de carnaval, logró atrapar a un grupo de votantes ilusos e incautos, para hacerse elegir alcalde de Cartagena. Esta situación, por supuesto, no es nada extraña en una ciudad ensimismada y con una triste tradición electoral de torpezas, frustraciones y desengaños.

 

Pero no solo les dio la razón a quienes no le creyeron su discurso embaucador, sino que, además, se encargaron estos dos años de demostrar que, igualmente, tenían toda la razón, en sus análisis, frente a la inexistencia de un Plan de Gobierno serio y estructurado, que recogiera las estrategias para desarrollar los estudios, programas y proyectos que, necesita la ciudad y que, desde hace rato, estamos esperando. 

 

El paso inexorable de los días demostró, hasta la saciedad, lo que se señalaba, tímidamente al principio, sobre su incompetencia para enfrentar un cargo, en el que la formación en temas de gestión pública es cardinal, un cargo para el que hay que prepararse toda una vida, habida cuenta del calibre de la responsabilidad que se asume. Cero formacion en finanzas públicas, en Planeación, en Hacienda y todo esto adornado con un talante pendenciero, irrespetuoso y abusivo, dieron origen a que rápidamente fuera ubicado, descalificado y descartado, por un grueso número de ciudadanos, a los que nunca convencieron sus mensajitos a colores, ni sus payasadas de marioneta empolvada. También a esos, el tiempo les dio la razón.

 

Y muy seguros estaban quienes, al darse cuenta que se trataba de un verdadero fraude, propusieron, pasado el primer año de pésimo gobierno, la revocatoria de su errático mandato, de acuerdo con lo estipulado por la misma constitución y la ley.  Llovieron truenos, centellas y hasta amenazas de muerte. Los sabios de siempre se unieron al corito celestial que, a la espera de retribución, adulaba y apoyaba al descontrolado personaje, que entre más era consciente de su inutilidad, más intentaba agradar con sus maromas infantiloides y sus promesas de cumbiambera, encaramado en un tractorcito ridículo, símbolo inequívoco de su pobre concepción del liderazgo y la gestión seria y eficaz.  

 

Dos años después de iniciada esta tragedia, ya a nadie le quedan dudas del descache monumental que cometimos y, poco a poco, hasta sus defensores más encarnizados, han entendido que, de nada vale tratar de tapar el sol con una mano, que el desastre es total y que los remedios escasean. Hasta sus aduladores más cercanos han decidido quitarse la máscara y, sin pudor, han comenzado a soltar ese entripado venenoso de desafueros, barrabasadas y tropelías, que fueron el eje estructurador de un gobierno químicamente bruto.

 

No hay duda de la sabiduría inconmensurable del paso del tiempo: Tan solo dos años fueron suficientes para demostrar, cuanta razón tenían y tienen quienes, prima facie, descalificaron a este salvador de pacotilla. Hoy, con una nula aceptación, y con el fantasma de más de sesenta mil firmas, recogidas para realizar su revocatoria, persiguiéndolo por una ciudad hambrienta, descuadernada, insegura, enferma y empobrecida, solo esperamos que, de la forma que sea, terminen estos tiempos de desgracias.

 

Ya a nadie le interesa si se va o se queda, si lo echan o lo dejan, si lo revocan o no. La frustración y el desencanto son tales, que a la gente solo le importa que, estos tiempos de zozobra y angustia, que tanta razón nos han dado, pasen lo más rápidamente posible, para terminar esta pesadilla y comenzar otro ciclo, donde la inteligencia y el sentido común, se pongan nuevamente al servicio de las causas correctas y de la gente correcta.

 

Parece que, pase lo que pase, ya la ciudad ha dado por concluido este bochornoso y deprimente capítulo de su azarosa historia. Tienen toda la razón, también, quienes hoy se amalayan, de no haber votado por otro que, seguramente, hubiese sido mucho mejor. Ojalá ese arrepentimiento tardío, sea el detonante de nuevas y mejores decisiones. 

 

No se por que me vienen a la memoria en este momento, las palabras del Dr. Martin Luther King, Jr.: “Al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, pero sí, el silencio de nuestros amigos”. 


Cartagena, 20 de noviembre de 2021

 

 

 

 

 

 

domingo, 18 de julio de 2021

LA VISITA DEL PRESIDENTE

Antiguamente la llegada de un presidente de la República a la ciudad, era todo un acontecimiento. La información se conocía con varios meses de anticipación y, en los preparativos de la llegada y posterior visita, participaba toda la ciudadanía. 

 

Lógicamente, las autoridades locales, con el alcalde a la cabeza, eran los principales protagonistas, seguidos por las “inmondables” fuerzas militares, los funcionarios de nombramiento y elección, gremios, fuerzas vivas de la ciudad y, quizá lo mejor: los colegios públicos. La ciudad se arreglaba, los sitios por donde haría presencia el presidente se retocaban, se les daba una manito de pintura, se tapaban huecos, se cortaba el monte y, aunque eran arreglos superficiales y de última hora, al menos teníamos vergüenza y nos daba pena de que encontraran la ciudad vuelta un desastre.

 

Como olvidar las largas filas de niños, a lado y lado de la vía por donde pasaba el presidente, bien uniformados, bien controlados por sus maestros, con sus banderitas de Colombia hechas con papel de forrar barriletes, saludando al personaje, cuya venida era tan poco frecuente y, por lo tanto, tan esperada y festejada, que ese día prácticamente se convertía en un festivo inesperado, bien disfrutado y que no se olvidaría nunca.

 

El presidente llegaba temprano, enchaquetado y encorbatado, en avión comercial, acompañado de su esposa y una o dos personas más y era igualmente recibido por nuestro alcalde que también andaba siempre, enchaquetado y encorbatado. A su llegada se le rendían honores militares, la banda de la armada tocaba El Himno Nacional y otras marchas navales y, quizá lo más impresionante, se disparaban 21 cañonazos, que toda la ciudad escuchaba y contaba y que daban cuenta de la gran noticia: ¡El presidente estaba en la ciudad!

 

Luego, y siempre acompañado de nuestras autoridades, se dirigía, por entre la calle de honor  saludando a la ciudadanía, hacia los lugares previstos, donde sostenía reuniones, se informaba de la marcha de la ciudad y quizá lo mas esperado y que era la principal razón de la visita, soltaba la información sobre las obras que el Estado entregaría a la ciudad: Muy recordada la ocasión en que el  presidente vino a decirnos que nuestro Aeropuerto de Crespo, se convertiría en aeropuerto internacional, con capacidad para recibir aviones a reacción. 

 

Para quienes no vivieron en la época que antes evocaba, muy seguramente encontrarán que muchas cosas han cambiado, y quizá se preguntarán: ¿como fue que llegamos hasta el punto en que estamos hoy? Para comenzar, debemos aceptar que el presidente viene a Cartagena a cada rato, sin anuncio previo y, generalmente, por razones que no tienen nada que ver con la ciudad. Nos enteramos por los trancones que se generan, por el bloqueo de las vías cercanas al aeropuerto y a los sitios por donde pasará, por el enzorre de la policía y su instalación de vallas de prohibición del paso por todos lados y por el sobrevuelo de un helicóptero loco, a baja altura sobre la heroica.

 

A diferencia de antaño, la caravana presidencial de hoy avanza raudamente y en lugar de niños con banderitas, hay soldados con fusiles, y en lugar del pueblo saludando a su líder, hay tanquetas, camiones blindados y equipos de artillería pesada de guerra, trepados en los andenes y rotondas de la vía. El cortejo formado por más de 30 vehículos todos blindados, todos llenos de “gente de bien”, es custodiado desde el aire, por los mismos helicópteros locos, que llevan varios días dando vueltas por la ciudad. La cinematográfica llegada, llena de emoción a los invitados del presidente, quienes desde ya se regodean, ante la expectativa de las atenciones, a cuerpo de rey, que recibirán por parte de los costeños buena papa.

 

La solemnidad de otros tiempos, desapareció, incluyendo la presentación personal. En ocasiones, el presidente ni siquiera se encuentra con las autoridades distritales y, obviamente, no se entera de la situación de la población y, mucho menos, trae buenas noticias de realizaciones para la ciudad. Entendemos que los tiempos cambian y las condiciones de seguridad, urbanísticas y poblacionales de la región y el país han cambiado, lo que obliga a modificar las condiciones de las visitas. Entendemos los cambios en la forma de la visita, más no en el contenido. 

 

No nos preocupa la parafernalia de la visita, ni la felicidad de los acompañantes cacheteros. El presidente puede venir en bermudas, guayabera de flores y crocs. Lo que si nos asusta es que el presidente venga y no se de cuenta que la ciudad se cae a pedazos. Que no tenemos quien dirija esta vaina, que la inseguridad se disputa los muertos con el Covid. Que pase por las avenidas y calles destrozadas y no diga ni mu. Que no pida cuentas a la policía y al alcalde sobre el despelote de los amantes de los ventanales del centro histórico. Que no traiga ni una sola buena noticia, sobre como va a participar el Estado en la solución de tantos problemas estructurales que padecemos. Que el alcalde se desaparezca, justo el día de la llegada del man que nos puede ayudar.

 

Pero lo peor de lo peor, es que el presidente regrese a Bogotá y desde allá exprese con toda su sabiduría de primíparo contento, su gran conclusión: “EL ALCALDE DEBE LIDERAR LA CIUDAD”. Como quien dice: El agua moja.


Cartagena, julio 18 de 2021

 

miércoles, 6 de enero de 2021

GOBIERNO INDOLENTE

Si alguien tenía dudas sobre la urgente necesidad de revocar el mandato del alcalde William Dau, estas fueron totalmente disipadas a la luz de la forma inhumana e indolente, con que viene manejando el fuerte recrudecimiento de la pandemia de Covid 19, en la ciudad de Cartagena.

 

Mas de 12000 contagiados, el 28% del total, en el solo mes de diciembre. Mas de 100 muertos, el 13% del total de muertos, en tan solo los últimos 10 días, cifras sobrecogedoras y espeluznantes que, siguiendo los direccionamientos del análisis juicioso y sano, obligarían a decisiones mucho más drásticas y cuidadosas que las tomadas inicialmente, cuando solo teníamos unos pocos contagios. Cifras dramáticas, que fueron prácticamente festejadas por nuestro gobierno y recibidas con medidas disparatadas, irracionales y demenciales. Finalmente lo logramos: somos la ciudad en Colombia con el mayor índice de muertes por Covid.

 

Los mismos decretos incongruentes y desatinados que un día cierran y al día siguiente abren, la misma ineptitud del gobierno ante la necesidad de la gente, obligada a salir a arriesgarse a ser contaminada, mientras debe luchar por la supervivencia propia y de su familia. Y, por último y bien desagradable, el triste espectáculo de unos gobernantes, epicúreos y desbocados, haciendo gala de un histrionismo pedante, que copa en mano, invitan a visitar el paraíso perdido en donde, la única felicidad es la que siente satanás al ver tanto sufrimiento.

 

El gobierno perdió definitivamente la chaveta y poco o nada le importan los padecimientos, y el sufrimiento de la gente. Los muertos, que ya se cuentan por docenas, pasaron a ser solo cifras de la estadística y sus nombres y el dolor de sus seres queridos, simples anécdotas y recuerdos imperecederos de una época estúpida, descontrolada, de locos y locuras y de gobernantes irresponsables, con niveles de crueldad y extravagancia tales, que los asemejan a verdaderos Calígulas modernos.

 

Con la misma displicencia e insensatez con que se manejó la pandemia, se maneja la reactivación económica y se seguirá manejando la ciudad, hasta llevarnos al abismo y la catástrofe. De los programas iniciales de reclusión, tapabocas, cuidado personal y el distanciamiento social, hemos pasado, sin planes ni estudios, al expediente peregrino del sálvese quien pueda, y marica el último, soluciones vergonzosas e inhumanas que muestran sin más disimulos, el tamaño de nuestras desgracias y el calibre cruel y despiadado de nuestros gobernantes.

 

Una vieja tradición de los pensadores orientales establece que: Se deben defender las ideas a ultranza, pero cuando es una gran mayoría la que piensa diferente a nosotros, tenemos que comenzar a sospechar que estamos equivocados. Esa y no otra, debe ser la reflexión obligada de quienes, en un exceso de confianza y por no dar el brazo a torcer, aun esperan el milagro y la recuperación de un gobierno inepto, sin planes ni programas y dirigido por una persona que cada vez más, muestra su incompetencia como administrador y sus debilidades de carácter y personalidad. Sus últimas decisiones agregan una nueva faceta a la ya larga lista de elementos negativos: la falta de humanidad y preocupación por el sufrimiento ajeno.

 

Este año nuevo que comienza trae para nosotros una verdadera oportunidad. La oportunidad de CORREGIR,al menos uno de los grandes problemas que en estos momentos aquejan a nuestra ciudad: la falta de juicio y liderazgo de la persona que erróneamente elegimos y en la que ingenuamente creímos. La revocatoria del mandato, derecho constitucional del que disponemos todos los ciudadanos, no es una de las soluciones: es la única. Las consecuencias de no actuar rápidamente en la dirección de CORREGIR el rumbo, serán catastróficas y no necesitamos ser profetas para que nos crean. Es el peso de nuestra realidad cotidiana el que nos está mostrando hacia donde vamos.

 

El Comité de Revocatoria ya ha sido conformado, y en estas dos primeras semanas del año, quedará inscrito, con todos los requisitos de ley. Para finales del mes de enero se comenzará la recolección de 35000 firmas, lo cual esperamos se complete en dos meses y, para mediados de mayo, creemos que se estará dando el gran evento de revocatoria, en donde los cartageneros podremos, una vez más, mostrar nuestra capacidad de sobreponernos y salir adelante en las adversidades. 

 

Como bien dice el escritor distópico Nicholas Wells, “La inconsciencia en nuestros actos es el primer paso hacia la extinción humana.” Será que hacia allá nos llevarán los actos de nuestros  gobernantes? De nosotros dependerá el no asitir a esta cita.

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

martes, 3 de noviembre de 2020

LA FIESTA DE LA MEDIOCRIDAD


Poco a poco los cartageneros nos hundimos irremediablemente en el océano del desencanto. Las telarañas de nuestra memoria son cada vez más densas y las cucarachas del olvido han reducido a escombros, los recuerdos de nuestras glorias pasadas. La mediocridad es nuestro símbolo distintivo y, cada vez cobra más vigencia, la frase lapidaria del padre Pierre Augustin Caron de Beaumarchais: “Con ser mediocre y saber arrastrarte llegas a cualquier parte”.

 

Hace apenas unos días, nuestro principal periódico local, festejaba con bombos y platillos el triunfo de la improvisación y el oportunismo. En primera plana y con una inocultable alegría, el panfleto dibujaba el tamaño de nuestras desgracias: El alcalde, quien pensó inicialmente que no aguantaba ni un mes en su cargo, acababa de completar nueve largos y conflitivos meses, sin ser echado. Imagínense tremendo triunfo.

 

Hasta donde hemos penetrado, en ese camino miserable de la falta de vergüenza, de la nula capacidad de sindéresis, del desprestigio y del poco respeto por una ciudadanía ingenua y escaldada, por su infortunio histórico y recurrente. El alcalde, con cara de novio feliz, aparecía contento y sonriente, cual boxeador que acaba de finalizar el combate, apaleado pero dichoso de haber resistido los doce asaltos.  Pero, si sentimos pena ajena por nuestro alcalde, mucho más grande fue el desconcierto, ante el descache de nuestro otrora serio y responsable periódico. Que eso sea lo único a destacar, después de nueve meses de diatribas, retractaciones, borrones y embarradas, es una clara muestra de lo mal que andamos.

 

Queda claro entonces, que en los planes del candidato Dau, no estaba el ganar la alcaldía de Cartagena y mucho menos ejercer ese complejo cargo, el cual, ni en el más remoto de sus pensamientos, estaba preparado para desempeñar. Casi todos recordamos que apareció de la noche a la mañana, con su cartapacio de cuentos y chismes de palito de caucho, anunciando denuncias y castigos, hablando de todos y contra todos, sabiendo que este es un electorado, en su mayoría,  cuasi ignorante, sugestionable y proclive a apoyar propuestas escandalosas, de poco contenido programático, pero respaldadas por charlatanes y vocingleros profesionales.

 

Le sonó la flauta y, muy rapidamente, demostró que era un “metemonos”, que después de matar al tigre le tenía miedo al cuero, que no sabía “por donde iba tabla”, y que, como el mismo festeja hoy día, creía que no iba a durar ni un mes.  Eso no lo pensaban sus enemigos, como hoy anuncia sin ruborizarse. Eso lo pensaba el, ante la certeza de su incapacidad para asumir una responsabilidad que le cayó de chiripas, que nunca imaginó que tendría que enfrentar, a no ser en una ciudad famosa por sus descalabros, a la hora de elegir a sus dirigentes. 

 

Hoy todavía desconcertado, no sabe como va a salir de la camisa de once varas en que está metido y su única estrategia es seguir alimentando el circo de tres pistas en el que indistintamente  ejerce roles de titiritero, de payaso o de ventrílocuo incorregible. Hace poco se disfrazó, para demostrar que añora sus tiempos de candidato y las trifulcas verbales con sus contrincantes, síntoma inequívoco de que no se encuentra cómodo en su actual papel  y que su pugnacidad continuará,  con la esperanza de que una autoridad con pantalones lo saque a sombrerazos, o que la ciudadanía reaccione y le pida la bola, en una revocatoria histórica.

 

La reina isabel, ante la solicitud de los conservadores ingleses, de propinarle un golpe de estado al Laborista Harold Wilson, acusado de ser espía de la KGB, dizque para salvar la democracia, los sacó a empellones de su sala de recibo con una respuesta histórica: “si quieren democracia, déjenlo que termine su período, para el cual fue elegido democráticamente, y luego elijan uno mejor.” Wilson, no solo continuó su período, sino que solo se marchó,  cuando le dio la gana.

 

Afortunadamente en nuestra democracia no hay que esperar que termine el período para reemplazar al mal elegido: tan solo hay que soportar un año y recoger,  en este caso, 34100 firmas, para solicitar su revocatoria. Ya casi.

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

sábado, 31 de octubre de 2020

TIEMPO DE DESINFORMACIÓN

Lamentable y decepcionante que un medio nacional del calibre del Tiempo se dedique a desinformar a la opinión del país, con una entrevista trasnochada, descontextualizada y sesgada, como la que le hizo y presentó del alcalde Dau de Cartagena de Indias.

 

No se encuentra diferencia con las entrevistas concedidas hace un año, en plena campaña, en las que poco o nada proponía, como no fuera el conocido sonsonete de la lucha contra la corrupción y la pobreza y en las que, a falta de un plan de gobierno serio y estructurado, se adjuntaban dos hojitas, llenas con la misma sustancia de sus denuncias escandalosas y vacías de contenido jurídico y sustento probatorio.

 

Preocupa que, casi un año después, cuando todos los mandatarios seccionales viajan a mil, y nuestra ciudad se encuentra estancada en las diatribas del inframundo de los malandrines, el principal periódico nacional, se dedique a presentar un resumen cosmético y social, sin rigor investigativo, sin valoraciones, trivial y bizantino, en el que el alcalde se regodea con su catalogo de suposiciones, inexactitudes y divagaciones frívolas.

 

La ciudadanía tiene derecho a información seria y veraz y un medio de comunicación del tamaño del Tiempo, tiene la obligación de verificar, cotejar y decantar lo trasmitido, a fin de que la ciudadanía conozca de buena fuente y de primera mano, la realidad de nuestra ciudad. Dudamos y sólo el tiempo dirá, si vamos a poder recuperar la confianza perdida, con base en el mantenimiento de una conversación fluida, sobre los medios y fines de este gobierno. Sobre qué clase de sociedad somos y sobre el futuro que deseamos crear para nuestros hijos y para la posteridad. Es aquí donde subyace la misión de los buenos medios de comunicación.

 

Carece de sentido decirle a la ciudad que tenemos el primer producto interno bruto del país, cuando a duras penas, luchamos por estar en el sexto lugar, siendo la décima parte de Bogotá, la tercera parte de Medellín y la mitad de Cali. No es posible que basados en lo dicho alegremente por el alcalde, se presente como cierta esta información, sin contexto, sin verificación y sin confrontarla con las cifras oficiales.

 

No es juicioso seguir afirmando,  sin ningún soporte, que anualmente la corrupción se lleva 1.2 billones de pesos del presupuesto de la ciudad. Si eso es cierto, donde están las pruebas, donde están los responsables, donde están las investigaciones, donde están las autoridades. Si no lo es, y solo se trata de otra bravuconada, es muy  irresponsable y de mala ley, seguir propalando, sin ningún recato, este tipo de especies, solo con el fin de confundir la ciudad, alegrar las barras y gozar de la popularidad efímera, que da el discurso maledicente y difamador. Hay que tener en cuenta que quien dice esto no es Arturo el Loco, ni Peyeye, es el alcalde de la ciudad. De otro lado, es claro que no esperamos aguantarnos otros tres años, con esta misma cantaleta.

 

Es evidente que nuestro alcalde anda despistado en sus pesquisas de sabueso retirado, ya que, al menos, en una docena de ocasiones, ha sido obligado, por parte de los jueces de la república,  a retractarse y rectificar sus acusaciones sin fundamento. Asimismo, es claro que sus contradictores han sido más efectivos, a la hora de probarle sus metidas de pata y con pruebas irrefutables, le han demostardo que la corrupción, que tanto persigue, deambula cual ánima en pena, por los corredores de la aduana y que, poco a poco, está reduciendo dramáticamente su gabinete de ensueño.

 

La poca asertividad ha llevado igualmente al alcalde a diagnosticar equivocadamente el estado de las finanzas del Distrito. Ya en varias ocasiones,  el exalcalde Pereira le ha comprobado sus ligerezas a la hora de decir que estamos quebrados. Asimismo las incorporaciónes de fuertes sumas de vigencias anteriores, han demostrado que solo blofeaba al difundir estas especies. Todo esto sin olvidarnos de los 6 millones de dolares, pagados como resarcimiento por daño ambiental en la bahía de cartagena,  que duermen el sueño de los justos, sin que se avizoren los proyectos que demanda esta inversión.

 

Esta y otras cosas son las que esperaría la opinión cartagenera  que un periodismo correcto, oportuno, veraz e imparcial le informara a un pueblo que ya casi deja de soñar.  Si bien, la situación actual no nos da razones para el optimismo, ojalá que por lo menos, nuestros medios de comunicación y nuestros líderes, nos den motivos para la esperanza.

 

 https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

domingo, 18 de octubre de 2020

VICTORIAS PÍRRICAS

El Rey Pirro de Epiro era un general griego del siglo IV antes de Cristo, apodado el “pelirrojo”. Problemático, acelerado y desordenado, cazaba batallas con poca planeación y tiempo y, aunque a veces ganaba, sus triunfos eran famosos por el alto nivel de pérdidas que tenía.

 

Se cuenta que después de ganar las batallas de Heraclea y Ausculum, pese a las felicitaciones por el triunfo, viendo las grandes pérdidas, dijo: "Otra victoria como ésta, y tendré que volver a casa solo". Esa actitud dio origen al término “victoria pírrica”, para referirse a aquella que se consigue con tales pérdidas que inutiliza al vencedor para nuevas batallas.

 

El triunfo conseguido recientemente por el exsenador Uribe, al lograr, despues de larga lucha, que se le concediera la libertad, es la clásica victoria pírrica: pasó de estar asegurado en el Uberrimo, a estar en libertad en el Ubérrimo, pues allá es donde pasa. A cambio de este triunfo, tiene que admitir, que tuvo costosisimas pérdidas, que van desde dejar de ser senador, con toda la influencia  y poder político que esto trae aparejado, hasta convertirse en un ciudadano común y silvestre, a quien el otrora legendario teflón se le derritió, quedando ahora subjudice y convertido en carne de juzgados y  sujeto procesal acusado y enjuiciado por los togados de la gente común. 

 

Como resultado de su victoria jurídica tiene que aceptar que perdió su condición de intocable, que se rompió el paradigma según el cual, si algo le pasare, ardería el país, que puede ser imputado de delitos, juzgado y condenado y el país como si nada y, lo peor de todo, que se le acabó el discurso según el cual,  la Rama Judicial Colombiana, era un sistema corrupto y manipulado para actuar en su contra.

 

A nivel local, tambien debemos destacar las victorias pírricas de nuestro alcalde.  A los pequeños triunfos obtenidos en redes sociales, en las que aparece como mejor alcalde de Colombia, como un alcalde popular, y apoyado por el pueblo, se oponen los grandes costos de un gobierno desastroso, que se cae a pedazos y del que, hoy por hoy,  es  grande la certeza de que no hay nada que esperar.

 

Los cada vez más frecuentes y comprobados escándalos de corrupción, la desintegración de un equipo de gobierno que se creía de lujo y la actitud arrogante y ausente de las grandes soluciones  que viene reclamando a gritos la ciudadanía, son compensados con los pequeños éxitos de los videos populacheros y cantinflescos en Instagram y Facebook y con las intervenciones groseras y amenazantes, contra todo aquel que se arriesgue a opinar en sentido contrario de sus desvaríos.

 

De nada han servidos los airados reclamos de la gente de manga, que vio desbaratarse rapidamente los trabajos recientemente contratados y ejecutados sobre los puentes de las Palmas y Jiménez. Nadie ha mostrado interés por el peligro que se cierne y del que ya han resultado varios heridos, en el destruido puente entre Santa María y Crespo, sobre el caño Juan Angola. Sin excepción, todos han hecho mutis por el foro, ante el aberrante caso de la instalación de una cárcel en el interior del Aeropuerto internacional Rafael Núñez, a solo 5 metros de las residencias del barrio de Crespo y en la que decenas de prisioneros hacinados, enfermos y hambrientos, se disputan con las garrapatas, las antiguas perreras del Gaula, en donde los tienen enjaulados.

 

Son altos costos los que está pagando esta ciudad decepcionada y arrepentida, casi convencida de haber sido asaltada una vez más en su buena fe.  A cambio recibe pírricas victorias de nuestro pintoresco alcalde, que no son más que la triste comedia de un comité de aplausos cautivo, escaramuzas virtuales, insustanciales  y banales, que solo complacen su ego trasnochado de Pirro cibernético, en redes perversas y aprovechadas de la ingenuidad de algunos desprevenidos.

 

En otra de sus locuras, Pirro invadió la ciudad de Argos. Una anciana lo descalabró de un ladrillazo desde su azotea, lo que aprovecharon los soldados para acabar con su miserable y errática vida. Todavía faltaban 272 años para la llegada del Mesías.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

domingo, 11 de octubre de 2020

DE BUFONES Y BUFONADAS

Abdalá Bucaram, el inolvidable bufón ecuatoriano, fue elegido a la presidencia de su país el 7 de julio de 1996, con cerca de dos millones trescientos mil votos, algo así como el 55.0% del total de la votación.

 

Menos de seis meses después, fue destituido fulminantemente por el Congreso de Ecuador, por “Incapacidad Mental para Gobernar”. Se cuenta que lo último que se le ocurrió hacer, en uso de sus facultades constitucionales y legales, fue andarse con unas tijeras de podar, para cortarles el miembro a quienes descubriera orinándose en la calle. Todo esto, después de que la Fiscalía ecuatoriana lo pillara y denunciara, por complicidad en casos de corrupción, en la compra de insumos médicos con sobreprecios.

 

Winston Churchil, solía decir que “La democracia es la peor forma de gobierno, si exceptuamos todas las demás”. Así que, a pesar de ser tan mala, es mejor que todas y es la que permite que, en ocasiones, la mayoría se equivoque eligiendo a personajes que, mediante quien sabe que artes, tienen la habilidad de embaucar bobos y atrapar incautos,  que luego, por no aceptar su error, persistirán tercamente en defenderlos y hasta festejarlos, a pesar de su reconocida incompetencia o sus desvaríos y disparates.

 

Los recientes casos de gobernantes locos, como Adolf Hitler o Bucaram, no son únicos. Si revisamos con cuidado la historia nos encontraremos con  verdaderas sorpresas: El Emperador romano Calígula sádico y loco se recuerda por nombrar a su caballo, de nombre Incitatus, como sacerdote y senador. El Emperador de China Zhengde, ocupaba su tiempo más en jugar que en gobernar y murió ahogado tras acabar muy borracho durante un viaje de pesca. Justiniano II de bizancio, quien en medio de su locura,  solía morder  en la cabeza a quien trataba de calmarlo. Carlos VI de francia corría por su castillo aullando a sus subordinados creyéndose un lobo y el Rey Faruq de Egipto, quien además de loco era cleptómano y llegó en una ocasión a robarle un reloj al propio Winston Churchill, son apenas una muestra pequeña de lo que ha sido esta maldición para la humanidad.

 

La semana que termina fue pletórica de actuaciones díscolas de nuestro alcalde y, de alguna manera, sentimos ese aroma de déjà vu, de estar viviendo algo visto y padecido recurrentemente en los últimos tiempos: La ciudad a la deriva, sin planes, sin proyectos, sin soluciones, mientras el hambre, el desempleo, las necesidades y la amenaza de un regreso de la pandemia, campan por sus fueros, y el alcalde se dedica a jugar al payaso,  a picarselas de divertido y a reemplazar con artificios de cumbiamba y maneras afectadas, su falta de preparación y su notoria incapacidad, para asumir y mantener la compostura que la dignidad de su cargo exige.

 

El ser popular, el ser un funcionario humano y de buen humor, que se pone en contacto con sus gobernados, son cualidades apreciadas y necesarias en los líderes, para concitar la unidad y el apoyo de su gente. Eso, sin embargo, tiene sus momentos y está muy alejado de la chabacanería, del comportamiento guache y  de las formas sugestivas y grotescas, que anuncian un deseo continuo y exagerado de burla y de bufonada, para una ciudadanía que, si bien no votó por el, si tiene derecho a un mínimo de decoro y respeto de parte de la primera autoridad de la ciudad, quien además tiene el compromiso moral, de ser modelo y ejemplo para la sociedad.

 

Cuando estos comportamientos extraños, se convierten en el “leitmotiv” de un gobierno, cuando son el pan nuestro de cada día, nos asalta el temor de estar frente a otro cuadro histórico, de un gobernante perturbado y alucinado.

 

Como decía Pllutarco. “Quien no puede disimular, que no gobierne”.


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domingo, 27 de septiembre de 2020

ÍDOLOS DE BARRO

Hace algunos años, Cartagena de Indias, como cosa rara, también fue pionera en el extraño ritual de destruir monumentos, algo que por estos días se ha puesto de moda. Recuerdo que un señor enloqueció y levantó a física mona, una placa instalada en homenaje a Edward Vernon, el mismo que sitió a Cartagena y que acuñó una moneda con don Blas de Lezo ante el arrodillado.

 

Este acto del “hombre mona”, como llamaron al señor, fue aplaudido a rabiar por los cartageneros contrarios al homenaje y, obviamente repudiado por los promotores del monumento. Fue tanta la notoriedad alcanzada por el destructor, que muy pronto fue candidatizado a ser alcalde de la ciudad de Cartagena, algo por demás, completamente viable y posible, si nos atenemos a los resultados de nuestras últimas elecciones.

 

Sea aceptable o reprochable, la destrucción de monumentos, lo cierto es que parece que el detonante de la acción, es el conocimiento que se tenga, o se descubra, de que tan malo fue el personaje en sus tiempos de gloria. Asimismo, más allá del análisis mediático, frívolo y señalador, lo cierto es que el fenómeno ha sido constante a lo largo de la historia y casi siempre relacionado, con situaciones en que la sociedad ha ido acumulando tensiones en relación a pueblos o grupos tiranizados y discriminados por razones económicas, ideológicas, raciales, sexuales, de distinta índole.

 

Las estatuas de Leopoldo II, el célebre macrogenocida del Congo, de Edward Colston, responsable del tráfico de mas de 80000 mil africanos, de Cristobal Colón y del General Confederado, Jefferson Davis, todas decapitadas, arrastradas y destruidas, son apenas un pequeño ejemplo de que este temita no es nuevo y tiene sus orígenes remotos en la maldad y la injusticia. Otras de más calibre, también fueron objetos de destrucción, tales  como las de, Lenín, Husseín, Voltaire, Rousseau y Victor Hugo, estas últimas destruidas durante la ocupación de Francia por los Nazis, en el régimen inolvidable de Vichy.

 

Por último debo mencionar los “estatuicidios” de Chile, en los que Baquedano, Valdivia, Aguilar y Menéndez, también pagaron su tributo a la ira popular, y en donde los despojos de sus monumentos, fueron llevados a la lejana Punta Arenas y colocados a los pies de la estatua del indio Patagón, sitio que en adelante se convertiría en lugar de peregrinaje.

 

Hoy, que parece que en Colombia inauguramos la era de las protestas contra los monumentos, lo menos que podemos hacer, es tratar de analizar el fenómeno, sus razones y sin razones, especialmente en estos tiempos convulsionados en que la olla a presión está que estalla. Hay que entender que los monumentos no solo tienen una relación histórica, sino que además pueden estar revestidos de una condición altamente política, que bajo las tensiones correspondientes, pueden ser tomados como elementos de desahogo en la protesta social. Lo peor es seguir trabajando en los síntomas y  no en las raices, o como dicen por ahí: buscando la calentura en las sábanas.

 

Para los que temen que algún día  los cartageneros iracundos, cansados de tanta vulgaridad e ineptitud, decidamos arrancar de cuajo nuestras viejas murallas, les cuento que ya hace algún tiempo un alcalde lo intentó sin éxito. Lo que si disfrutaríamos mucho, sería ver caer los muros de la infamia de: Melillas entre marruecos y España; Suhafat que encierra a los Palestinos en Jerusalem; entre Estados Unidos y México, en el desierto de Arizona; el que separa las dos Koreas y  el que mantiene encerrados a los romaníes indios en Baia Mare, Rumania.

 

Por lo pronto, evitemosle a nuestros nietos y bisnietos la contrariedad y el trabajo de, en un futuro, tener que destruir las estatuas de barro de esta generación, de líderes mediocres, marionetas empolvadas, dirigentes de pacotilla,  que hoy nos gobiernan y que por un imperdonable error electoral, les hemos  permitido profanar con perraterías y payasadas de circo barato, nuestros sagrados ámbitos de  historia y democracia. De nosotros depende entonces, rectificar y escoger los mejores líderes en el presente, para que nuestros descendientes no sean convocados a destruir ídolos de barro en el futuro.

 

Muletilla: El lenguaje escatológico usado por nuestro alcalde, para explicar el uso del tapabocas, es el apaga y vamos. Como quien dice: ¡Va en caída libre!


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domingo, 20 de septiembre de 2020

EL EFECTO MARIPOSA

Bien complicada la situación en el país y la ciudad. Un problema sucede al otro, una noticia es más grave que la anterior y, prácticamente, nos estamos acostumbrando a vivir en un permanente estado de zozobra, hasta el punto en que, los más pesimistas ya afirman, que estamos perdiendo la capacidad de asombrarnos.

 

Me recordaron estos días aciagos al físico y meteorólogo Edward Lorenz, quien, sin querer queriendo, durante un experimento muy serio, descubrió las leyes que rigen el caos y elaboró una teoría según la cual, si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande, a corto o medio plazo. Este proceso que ocurre debido a la existencia de las leyes del  caos y que, obviamente nadie le entendió, el lo concretó mas adelante, ante un gran auditorio, con un sencillo ejemplo que en adelante se conocería como el Efecto Mariposa: “El aleteo de una mariposa en Brasil, puede generar un huracán en Texas”.

 

El 3 de marzo de 1991, Rodney King, un taxista afroamericano de Los Ángeles, fue brutalmete golpeado por 4 policías blancos después de una persecusión de varios kilómetros. El video de la actuación policial tomado por un aficionado le dio la vuelta al mundo y generó los seis días de disturbios y vandalismos más grandes en la historia de los Estados Unidos. Se estima que se perdieron entre 50 y 60 vidas, y unas 2.000 personas fueron heridas. Los daños materiales rondaron entre 800 y 1000 millones de dólares. Hubo aproximadamente 3600 incendios, que destruyeron 1100 edificios, produciéndose en algunas zonas una llamada a los bomberos cada minuto. Unas 10000 personas fueron arrestadas. 

 

Este ejemplo y lo que viene ocurriendo en nuestro país, son explicaciones prácticas y reales del conocido Efecto Mariposa: un pequeño hecho aislado, como ahora los llama el gobierno, tiene la posibilidad de amplificarse y convertirse en una verdadera tragedia nacional. Lo grave de todo este asunto es que, en lugar de evitar el aleteo de la mariposa, nos desgastamos tratando de explicar y buscar los responsables del huracán. En lugar de corregir las pequeñas causas nos la pasamos peleando y luchando contra los grandes efectos.

 

Esto es propio de las organizaciones dirigidas bajo el signo de la incompetencia,  con pobre planificación, y carentes de líderes estructurados y con un verdadero compromiso de respeto por la institucionalidad, el Estado Social de Derecho y los Derechos Humanos. Los últimos hechos ocurridos en el país y en la ciudad, son una muestra contundente de que no estamos dando pasos en la dirección correcta. Que el caos, la iniquidad y la desmesura, son nuestra vocación dominante y ya forman parte de la canasta familiar,  de ese día a día sombrío, en el que nos despertamos con la incertidumbre de saber si, para cuando llegue la noche, estaremos vivos.

 

Una época convulsionada como la que vivimos exige de profundas reflexiones por parte de todos, pero muy especialmente de las personas a quienes les hemos confiado nuestra representación y la dirección del país y de nuestra ciudad. No es de recibo que nuestros líderes sigan solazandose en el discurso absurdo de si la paz es mejor que la guerra, o si la violencia es mejor que la justicia y el respeto a los derechos humanos. No podemos seguir siendo la sociedad ensimismada e indolente que poco o nada le importa, como nuestra ciudad se hunde irremediablamente en el pantano de la ineptitud y el desgobierno.

 

La renuncia de Alexa, cuando ya no resistió los maltratos, es apenas el aleteo de la mariposa. 


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lunes, 3 de agosto de 2020

LA RAMA DE OLIVO

Esta mañana, un amigo que tiene una gran deuda con el propietario de una tienda del barrio de Crespo, se presentó ante el tendero con su cartoncito de marlboro, lleno de anotaciones de fiados viejos y nuevos y luego de mirarlo seriamente por unos segundos le mostró el cartón y sacó la mano que traía escondida en la espalda y le entregó lo que allí llevaba: una rama de olivo.

 

El olivo es, hoy por hoy, uno de los grandes símbolos de la humanidad y su universalidad es tan aceptada, que no existe religión, sociedad o partido político que no lo haya usado alguna vez. En la antigua Grecia, el olivo representaba la sabiduría, estaba consagrado a la diosa Atenea, quien lo creó dando un golpe con su lanza en el suelo. La mitología egipcia, en cambio, asegura que fue la diosa Isis, quien lo entregó a los humanos y además, les dio las claves para la extracción de su famoso aceite.

 

Este emblemático árbol, por su longevidad y resistencia es considerado símbolo de renovación y prosperidad y su aceite, portador de la bendición divina, de poderes de sanación y con grandes propiedades medicinales y curativas. Los musulmanes lo relacionan con la luz, los hebreos con lo divino y para los cristianos representa un punto importante en los momentos de oración de Jesús, antes de su captura. Por supuesto no ha faltado el avispado que dice que colocar una rama detrás de la puerta, aleja las malas vibras.

 

Ayer, en su lánguida presentación del enésimo Libro Blanco, el alcalde inopinadamente y en otro de sus exóticos bandazos administrativos, resultó ofreciendo ramas de olivo a los entes de control, explicando en forma condescendiente que “los va a dejar quietos unas semanas para que trabajen”.  Utilizó la rama de olivo al mejor estilo de los ejércitos triunfadores, que ofrecían clemencia al derrotado. Solo le faltó hacer una corona con las ramas de olivo y ceñirla sobre sus sienes a la usanza de los vencedores olímpicos.

 

No sabemos si el alcalde está para ofrecer clemencia o, por en contrario, muy humildemente debería solicitar clemencia de todas las instituciones del Estado que ha irrespetado, desobedecido, ridiculizado y, las que muy seguramente, habrán tomado atenta nota de sus desafueros y en aplicación de sus competencias, fiscales y disciplinarias, de un momento a otro le van a pedir cuentas. Creemos que el olivo debió ser ofrecido como en el pasaje bíblico del regreso de la paloma al arca de Noé: en señal y símbolo de paz, que es quizá el símbolo por excelencia de la rama de olivo.

 

No quisiéramos creer la versión ciudadana que da cuenta de que el alcalde, cansado y convencido de la imposibilidad de llevar a cabo la tarea, que sin medir sus alcances se impuso, cada día actúa consciente y premeditadamente en la dirección de ser removido del cargo por los entes de control que, de cerca vigilan sus actuaciones poco ortodoxas y a veces en contravía de los reglamentos. En estos tiempos convulsionados, será necesaria una profunda y juiciosa reflexión para definir que es lo que más le conviene a esta sufrida ciudad.

 

El tendero de Crespo, agarró la rama se plantó en la puerta y le dijo a mi amigo: El alcalde puede ofrecer todas las ramas de olivo que quiera, pero tu a mi me pagas.



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domingo, 12 de julio de 2020

NI LIBRO NI BLANCO

Cuando el estudiante de Macondo se aproximó a la entrada de la Europa del Este, soltó una de esas expresiones lapidarias que lo marcaron de por vida: “La Cortina de Hierro no es una cortina ni es de hierro, es un palo pintado de blanco con rojo, atravesado en la mitad de la calle”. Nunca imaginó Churchill que su famosa descripción del imperio de los Romanov, Lenín, Trotsky y Stalin, caería tan bajo.

Me vino a la memoria esta famosa cita, el día que escuché a una amiga decir, casi sin pensarlo, que el tan cacareado Libro Blanco del alcalde, no era un libro, ni era blanco, sino un poco de diapositivas de Power Point, llenas de cifras, datos y citas, que el alcalde se dedicó estoicamente a tratar de leer e interpretar durante varias horas.

Plausibles los buenos recursos de energía y motivación del jefe del ejecutivo distrital, para continuar en su, hasta ahora, infructuosa cacería mayor. No es todo el mundo el que se le mide a semejante ladrillo, sobre todo, cuando de entrada se nota que interpretaba un “collage” preparado por muchas manos, con informaciones, a veces confusas, a veces incoherentes, y con un contenido que, en su mayoría, no era más que los mismos cuentos trasnochados de su campaña, que ya todo el mundo sabe, que  todo el mundo comenta, pero que nadie ha podido sustentar en términos judiciales. Como diría Fermina Daza: “más era la bulla.”

A estas alturas del partido, creo que los buenos asesores del alcalde, ya deberían comenzar a auxiliarlo en esta cruzada: sea lo primero decirle que sus responsabilidades de denuncia e investigación están contenidas en el canon 67 del código de procedimiento penal. “El servidor público que conozca de la comisión de un delito que deba investigarse de oficio, iniciará sin tardanza la investigación si tuviere competencia para ello; en caso contrario, pondrá inmediatamente el hecho en conocimiento ante la autoridad competente”. Como quiera que el alcalde no tiene competencias para la investigación penal, se deberán realizar las correspondientes compulsas a la Fiscalía General de la Nación.

Otra característica que deberá depurar para sus actividades de halconero de malandrines, es la de la discreción: los cazadores son silenciosos, reservados, sigilosos, observadores. A finales del siglo pasado, un equipo de veedores y comunicadores de la ciudad, en forma juiciosa y con mucha metodología investigativa, llevaron a cabo una destacada actividad que dio al traste con la carrera de un número importante de funcionarios venales. Si algo fue exaltado en esta ocasión, fue el rigor científico, la seriedad y la discresión con que se desentrañaron pruebas y se allegaron a las autoridades competentes.

Entendemos que ya el alcalde desterró a los corruptos de la administración, pues hizo una selección muy rigurosa del nuevo equipo y, como sin corruptos no hay corrupción: “muerto el perro acabada la rabia”. A usar entonces su histrionismo, energías, motivación y don de la palabra, en lo que finalmente todos estamos esperando hace tanto tiempo.

De seguir en el plan actual, nos tocará creer  que todo, no ha sido más que una treta para alegrar las barras, un  puro tilin tilin y nada de paletas, para  seguir obteniendo vitores,  aplausos y ovaciones de carnaval, destinados a  embobar incautos.


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martes, 7 de julio de 2020

TARJETA AMARILLA

Al alcalde Dau, parece que le gustara caminar por la cornisa, como diría Kike Wolf. Esta referencia futbolera hace alusión a aquel jugador que ya el arbitro le sacó la tarjeta amarilla y, sin embargo, sigue “dando leña”, abusando de su buena suerte o de la tolerancia de un árbitro blandengue.

Esta semana que termina, nuestro pintoresco burgomaestre, fue nuevamente noticia, y no precisamente por sus logros administrativos, los cuales, de por sí, languidecen en tiempos de amargura, sino por las estridencias de sus actividades rocambolescas, a las que se dedica con mucho entusiasmo, derrochando energías, locuacidad y uno que otro regaño.

No acababa de remendar el último decreto de pico y cédula que, por extrañas razones y al igual que todos los anteriores debió ser corregido, cuando ya se había dedicado a la non sancta actividad del espionaje inducido y registrado, mediante el sencillo expediente de instalar una cámara, debidamente camuflada. Siendo abogado, y además la primera autoridad del distrito, nuestro alcalde debería saber que esto está muy mal hecho y puede dar lugar a tarjeta amarilla.

Esto, por supuesto no me lo he inventado yo. Es abundante la jurisprudencia y la doctrina colombiana, al analizar este tema y conceptualizar acerca de su inconveniencia:  “En esa medida, las grabaciones de imagen o de voz realizadas en ámbitos privados de la persona, con destino a ser publicadas o sin ese propósito, constituyen violación del derecho a la intimidad personal, si las mismas no han sido autorizadas directamente por el titular del derecho y, además, en caso extremo, si no han sido autorizadas expresa y previamente por autoridad judicial competente. El resultado de la recolección de la imagen o la voz sin la debida autorización del titular implica, sin más, el quebrantamiento de su órbita de privacidad y, por tanto, la vulneración del derecho a la intimidad del sujeto”.

No habíamos terminado de asombrarnos con la cámara escondida, cuando nos enteramos de una zaragata de marca mayor, esta vez contra el Procurador General de la Nación, en el marco de una reunión virtual con los gremios de la ciudad. Parece que el alcalde condicionó el cumplimiento de mandatos de la procuraduría, si solo si, la Procuraduría cumplia en igual forma con los mandatos del alcalde. Una especie de cambalache, dando y dando o quit pro quo, como dicen los puristas.

Habría que preguntarle al Fiscal General, que puesto en importancia en el país, ocupa el Procurador, pero lo que si es seguro es que sus mandatos deben ser respetados y cumplidos, sin ningún condicionamiento. Por algo es es un órgano de control autónomo que se encarga de investigar, sancionar, intervenir y prevenir las irregularidades cometidas por los gobernantes y los funcionarios públicos. Meterse con el Procurador es algo así como “patear la lonchera”. No hay que olvidar que el hombre maneja las tarjetas amarillas y a veces la roja.

El Coronel se sentaba en la puerta esperando a ver pasar su entierro. Actuemos ya. No nos sentemos nosotros a ver pasar el entierro de Cartagena.


lunes, 22 de junio de 2020

MÁS QUE BUENAS INTENCIONES

Nunca hemos dudado de las buenas intenciones del alcalde Dau, no faltaba más. No es cualquiera el que dedica toda su vida a hacer veeduría de la gruesa y luego abandona una vida placentera y próspera en la gran manzana, para venir a meterse en esta tigrera. 

Todos recuerdan que se presentó frente a nuestras murallas, cual Vernon moderno, hace apenas un año y, su catadura pendenciera y frentera rápidamente le ganó el remoquete con que lo etiquetó en un dos por tres la Revista Semana: “Loco Tirapiedras”. Este apodo, aunque atrevido y antipático, le valió, sin embargo, la complicidad y el respaldo popular que, unidos a un discurso grandilocuente, reivindicador y acusador, lo llevarían finalmente a lograr el nunca imaginado y mucho menos planeado triunfo.

Las buenas intenciones son determinaciones conscientes de la voluntad, hacia un fin. Deseos que motivan la acción y no un resultado o consecuencia. Las buenas intenciones son un factor importante dentro de los patrones de éxito, pero no son suficientes por si solas. En plena edad media, San Bernardo de Claravel ya decía: “el infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”. Y, mas tardecito, cuenta Walter Scott que Jorge Herbert popularizó la sentencia en su Jácula Prudentum en 1651: The road to hell is paved with good intentions.

Las buenas intenciones solo son la motivación, pero para que se conviertan en trabajo efectivo, deben ir acompañadas de otros elementos tanto o más valiosos: la planeación estratégica, la organización, el trabajo en equipo, la coordinación, las comunicaciones, la calidad total y la excelencia, aplicados al plan de gobierno y al plan de desarrollo, para formar un todo integral y coherente que responda a las expectativas de los ciudadanos y a las propuestas de campaña. 

A estos elementos de gestión hay que sumarles unos atributos de personalidad y liderazgo, que trasmitan confianza, seguridad  y credibilidad y  proyecten una imagen nítida, positiva, educada y carismática, propia del lider inspirado e integrador.

A seis meses de su posesión, la gestión del alcalde Dau no es clara y todo parece indicar que a la falta de un Plan de Gobierno serio y estructurado, y su carencia de preparación en gestión pública, se suman unas condiciones de personalidad impulsiva, hostil y controversial que lo tienen sumido en un día a día azaroso, lleno de conflictos, improvisaciones, rectificaciones, retractaciones y disculpas, muy lejos   de lo que debía ser un gobierno de soluciones y desarrollo de la ciudad. Mientras tanto sus seguidores, a falta de resultados, se conforman con hacerle barra, azuzarlo y carbonearlo, para que continúe su incesante pugilato contra todo aquel que se asome por su reino. Flaco favor que solo agudiza la controversia.

Poco o nada ha mostrado el alcalde Dau, en cuanto a respeto y compromiso con las instituciones del Estado, piedra angular de la Democracia, a la que el se sujetó cuando decidió paritcipar en el juego electoral y cuando, una vez ganador, juró como Alcalde. Más allá de sus rencillas personales y su entendida lucha contra los vicios históricos de nuestro país, el debe saber que una cosa son las personas y otra las instituciones y que unas y otras merecen el respeto y la consideración propios de sus dignidades. Ya es hora de comprender que la corrupción y las malas prácticas administrativas no se combaten con insultos y señalamientos temerarios, sino arrimando, en debida forma, las denuncias y los elementos probatorios a las correspondientes autoridades judiciales y entes de control.

Cartagena viene padeciendo de deficiencias estructurales persistentes en las últimas décadas y por los vientos que soplan, la situación va a continuar. Como decía el Coronel: “lo malo no es que nos estamos muriendo de hambre, sino que ya todo el mundo lo sabe”. La situación de la ciudad es la comidilla del resto del país, y después de esta crisis, antes que relanzar la ciudad, se tendrá que arrancar de cero. Necesitaremos líderes inspirados, motivadores, con fuego en el corazón y planes estratégicos y programas de impacto para retomar el rumbo. Quien no esté preparado para asumir este reto que dé un paso al costado. 

Las buenas intenciones son una excelente ayuda siempre y cuando vayan acompañadas de buenas decisiones, y mejores acciones. De no ser así, tenemos que admitir con tristeza, que nuevamente estaremos asistiendo imperturbables a la construcción de ese camino de piedras que otra vez nos llevará al infierno.