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lunes, 22 de junio de 2020

MÁS QUE BUENAS INTENCIONES

Nunca hemos dudado de las buenas intenciones del alcalde Dau, no faltaba más. No es cualquiera el que dedica toda su vida a hacer veeduría de la gruesa y luego abandona una vida placentera y próspera en la gran manzana, para venir a meterse en esta tigrera. 

Todos recuerdan que se presentó frente a nuestras murallas, cual Vernon moderno, hace apenas un año y, su catadura pendenciera y frentera rápidamente le ganó el remoquete con que lo etiquetó en un dos por tres la Revista Semana: “Loco Tirapiedras”. Este apodo, aunque atrevido y antipático, le valió, sin embargo, la complicidad y el respaldo popular que, unidos a un discurso grandilocuente, reivindicador y acusador, lo llevarían finalmente a lograr el nunca imaginado y mucho menos planeado triunfo.

Las buenas intenciones son determinaciones conscientes de la voluntad, hacia un fin. Deseos que motivan la acción y no un resultado o consecuencia. Las buenas intenciones son un factor importante dentro de los patrones de éxito, pero no son suficientes por si solas. En plena edad media, San Bernardo de Claravel ya decía: “el infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”. Y, mas tardecito, cuenta Walter Scott que Jorge Herbert popularizó la sentencia en su Jácula Prudentum en 1651: The road to hell is paved with good intentions.

Las buenas intenciones solo son la motivación, pero para que se conviertan en trabajo efectivo, deben ir acompañadas de otros elementos tanto o más valiosos: la planeación estratégica, la organización, el trabajo en equipo, la coordinación, las comunicaciones, la calidad total y la excelencia, aplicados al plan de gobierno y al plan de desarrollo, para formar un todo integral y coherente que responda a las expectativas de los ciudadanos y a las propuestas de campaña. 

A estos elementos de gestión hay que sumarles unos atributos de personalidad y liderazgo, que trasmitan confianza, seguridad  y credibilidad y  proyecten una imagen nítida, positiva, educada y carismática, propia del lider inspirado e integrador.

A seis meses de su posesión, la gestión del alcalde Dau no es clara y todo parece indicar que a la falta de un Plan de Gobierno serio y estructurado, y su carencia de preparación en gestión pública, se suman unas condiciones de personalidad impulsiva, hostil y controversial que lo tienen sumido en un día a día azaroso, lleno de conflictos, improvisaciones, rectificaciones, retractaciones y disculpas, muy lejos   de lo que debía ser un gobierno de soluciones y desarrollo de la ciudad. Mientras tanto sus seguidores, a falta de resultados, se conforman con hacerle barra, azuzarlo y carbonearlo, para que continúe su incesante pugilato contra todo aquel que se asome por su reino. Flaco favor que solo agudiza la controversia.

Poco o nada ha mostrado el alcalde Dau, en cuanto a respeto y compromiso con las instituciones del Estado, piedra angular de la Democracia, a la que el se sujetó cuando decidió paritcipar en el juego electoral y cuando, una vez ganador, juró como Alcalde. Más allá de sus rencillas personales y su entendida lucha contra los vicios históricos de nuestro país, el debe saber que una cosa son las personas y otra las instituciones y que unas y otras merecen el respeto y la consideración propios de sus dignidades. Ya es hora de comprender que la corrupción y las malas prácticas administrativas no se combaten con insultos y señalamientos temerarios, sino arrimando, en debida forma, las denuncias y los elementos probatorios a las correspondientes autoridades judiciales y entes de control.

Cartagena viene padeciendo de deficiencias estructurales persistentes en las últimas décadas y por los vientos que soplan, la situación va a continuar. Como decía el Coronel: “lo malo no es que nos estamos muriendo de hambre, sino que ya todo el mundo lo sabe”. La situación de la ciudad es la comidilla del resto del país, y después de esta crisis, antes que relanzar la ciudad, se tendrá que arrancar de cero. Necesitaremos líderes inspirados, motivadores, con fuego en el corazón y planes estratégicos y programas de impacto para retomar el rumbo. Quien no esté preparado para asumir este reto que dé un paso al costado. 

Las buenas intenciones son una excelente ayuda siempre y cuando vayan acompañadas de buenas decisiones, y mejores acciones. De no ser así, tenemos que admitir con tristeza, que nuevamente estaremos asistiendo imperturbables a la construcción de ese camino de piedras que otra vez nos llevará al infierno.

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo, seguimos en crisis, antes se le echaba la culpa a la corrupción y hoy a la falta de experiencia y capacidad para gobernar

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  2. Además es bastante probable que el señor alcalde padezca un trastorno siquiatrico que obedece a un tipo de neurosis obsesivo compulsiva, que seguramente nublará en parte su buen juicio además de cometer actos impropios para la conducta de un dirigente de tamaña magnitud
    Amanecerá y veremos dijo el ciego

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