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martes, 24 de agosto de 2021

UN NUEVO CICLO

Otra de las curiosidades que quedará grabada en la historia de Cartagena, se refiere a un secretario de Despacho del alcalde, que le revocaron el mandato dos veces en menos de un mes. Esta extraña situación se complementa con la que da cuenta de que, a este mismo alcalde, antes de los 20 meses de gobierno ya le habían descabezado dos de los miembros de su gabinete y un grueso número de personas, andaba a la tarea de revocarlo a el mismo.

 

Esto no sería extraño, si hubiese sucedido en aquellas épocas aciagas y de ingrata recordación, en las que hemos tenido tantos y tan malos alcaldes y peores secretarios de despacho. Se supone que eso era lo normal y si nó se revocaron muchísimos, fue porque el Concejo Distrital, por las razones que sea, no había ejercido esta facultad constitucional y legal, en buena hora definidas dentro de sus competencias.

 

Lo raro, repito, es que esté pasando en tiempos de gobiernos autoproclamados, salvadores de la ciudad, transparentes en apariencia y presuntos luchadores a ultranza, contra esa especie de Covid, devorador de recursos públicos, que es la corrupción. Igualmente contraproducente es, que los revocados o defenestrados, pertenezcan a un gabinete de lujo, seleccionado por una de las empresas cazatalentos más prestigiosas del mundo, escogida directamente de aquellas que cotizan sus acciones en la bolsa de new York.

 

En realidad, la ocurrencia de estos hechos aparentemente curiosos, es normal en nuestra ciudad y no es más que la consecuencia directa del error garrafal cometido, una vez más, por el pueblo cartagenero, al elegir para regir los destinos de la Heroica a un incompetente, sin programa de gobierno, sin preparación en manejo de lo público, con pésimas relaciones personales, completamente disperso y desorientado y para colmo, irrespetuoso de la ley, las autoridades, los ciudadanos y su propio equipo de gobierno.

 

Nada se puede esperar y me da mucha pena con los ingenuos, o quizá camaleónicos personajes de la ciudad, que aun andan dándose mañas para explicar los desastres evidentes, para justificar los desafueros catastróficos y las actuaciones obtusas, de un personaje que, si acaso ha servido, para comprobar que, en Cartagena cualquier cosa es posible. Que los cartageneros soportamos con estoicismo, desde tiempos inmemoriales, los peores atropellos y que es nuestra actitud pasiva y conformista, el ingrediente principal de la capiti diminutio, que ha permitido que seamos mirados como una sociedad fracasada, necesitada de la tutoría y custodia de los mayores, casi siempre venidos del altiplano.

 

Obviamente, y eso lo entendemos, que aun quede un grupo de idealistas que votaron por el actual mandatario y que festejaron a rabiar, que un aparecido disfrazado de héroe salvador, hubiera derrotado a las maquinarias electorales tradicionales. Pues claro que es apenas normal, que, ingenuamente, conserven las esperanzas, de que este personaje, que les dio la satisfacción momentánea del triunfo, finalmente, salga con algo que justifique, el haber arriesgado su voto en un aventurero sin pasado, sin presente y sin futuro. Necesitarán que el desastre se profundice aun más, para dar su brazo a torcer. Pusieron en juego su prestigio y perecerán defendiéndolo.

 

De otros sectores, ya comienzan a escucharse voces de resignación acomodaticia y posiciones de defensa ramplona, de su actual zona de confort, que determinan que: “es mejor malo conocido que bueno por conocer”, o  que : “el que espera lo mucho espera lo poco”, aceptando sin ruborizarse y sin pudor alguno, que “nos quedemos frescos”, que la “dejemos así”, que “ese no es problema nuestro”, y que “dos años pasan rápido” y de nuevo estaremos en lo que nos gusta: Hablando hasta por los codos de las mismas pendejadas de siempre, escuchando, como si se tratara de las últimas novedades de los sabios de Grecia,  los mismos cuentos, sobre las mismas propuestas de los mismos proyectos de hace 50 años, y ojalá y no ocurra así: eligiendo al peor de todos, para mantener vigente el ciclo del elogio a la estulticia, como buenos erasmistas modernos.

 

Tenga quien tenga la razón, lo cierto es que la gran perdedora en este descache electoral, es la sociedad cartagenera, que continua a la espera del gran líder que ponga a funcionar la ciudad en todos los sentidos. Que le de desarrollo, tranquilidad y seguridad a la ciudadanía necesitada del apoyo del Estado, para cerrar las grandes brechas de la desigualdad y la pobreza. Que les de respaldo institucional a los comerciantes, a los industriales, a los empresarios, a la academia y a todos los sectores, para que finalmente la ciudad se pueda beneficiar de sus grandes ventajas comparativas, en temas tan importantes como la industria, el turismo y el manejo portuario, en los que, es claro que, podemos estar a la cabeza. Que se recupere el liderazgo perdido y la importancia de la ciudad en el panorama nacional. 

 

El viejo y apreciado síndrome de la lata de cangrejos, que practicamos con mucho arte y maestría, deberá ser abandonado con donaire por todos los actores y reemplazado por un nuevo proceso en el que, la reconciliación y la solidaridad predominen sobre el enfrentamiento, la división, el egoísmo y las ambiciones perniciosas. 

 

Estamos en el momento preciso. Recuerden lo que solía decir el célebre activista austríaco, Stefan Sweig: “En la historia, los momentos en los que la razón y la reconciliación prevalecen, son breves y fugaces”.


Cartagena, agosto 22 de 2021.

domingo, 20 de diciembre de 2020

FALACIAS Y ARGUMENTOS

Hay varios razonamientos que comienzan a hacer carrera en nuestro medio. Los proponemos a cada momento y en cada circunstancia y de tanto porfiar y repetirlos, casi que se están volviendo un buen argumento, que se enuncia con sabiduría, conocimiento y erudición. 

 

Aunque probablemente estos razonamientos siempre han existido en el imaginario colectivo, es en boca de la dirigencia pública y privada donde se revisten de autoridad y terminan convertidos en verdaderas falacias argumentativas, generalizaciones indebidas, que ocultan su propia mala intención. 

 

Una de esas argumentaciones es la que establece que, si usted no está de acuerdo con el gobierno de turno, no puede opinar en contra de sus decisiones, so pena de ser acusado por lo menos, de perseguidor del gobierno y malandrín. Hay escenarios en los que incluso usted puede ser estigmatizado como terrorista y Castro Chavista. Esta tesis, de la cual es un gran cultor nuestro alcalde, profundiza los señalamientos, si usted ha tenido la mala suerte de, en otra época, haber prestado sus servicios en otro gobierno. En ese caso, sin pruebas, sin elementos de juicio, sin procesos ni condenas, usted además será responsable de todos los males que aquejan a nuestra ciudad.

 

Otro argumento pueril que se escucha sin cesar por estos días, es realmente tonto, y establece que los que hoy cuestionan, no deben hacerlo porque en el pasado no lo hicieron. Eso equivale a algo así como: deja que yo también haga lo que hicieron los otros. ¿No veo por qué me la vas a montar a mi, si a los anteriores no les dijiste nada? Aquí hay varias reflexiones. Primero: no es cierto que en el pasado no se haya hecho nada. De hecho, en los últimos 25 años, siete alcaldes han recibido fuertes sanciones, y al menos 4 debieron abandonar el cargo. De otro lado, es apenas elemental que tu denuncies lo que ocurre en tu época. La sociedad del pasado, con o sin razón, tomó sus decisiones, con o sin pruebas hizo sus denuncias y los procesos tuvieron su propia dinámica. No existe razón válida para culpar a esta sociedad del presente, de situaciones del pasado.

 

Pero el más grave y descabellado de todos los juicios de valor, que por estos días forman parte de la agenda polarizadora, es el que considera que todas las instituciones del Estado, son nidos de ratas, cuevas de Rolando, en donde miles de funcionarios se la pasan echando cabeza, a ver como le hacen daño al gobierno de Cartagena. Digamos, en gracia de discusión, que es posible, que efectivamente en organizaciones de seres humanos, manejadas por humanos, se presenten situaciones materia de investigación y de censura. Esas cosas caen dentro de lo posible. Pero de ahí a que todo el aparato público, jurídico, legislativo, de control y asesor del Estado, esté conspirando contra una persona en especial, hay un trecho muy grande y mucha prepotencia de quien se cree el ombligo del universo. 

 

Es decepcionante que haya personas con conocimiento de lo público o en posiciones importantes en lo privado, que estén apoyando estas posturas absurdas y contribuyendo a crear un ambiente enrarecido, en donde cunde el mal ejemplo del irrespeto y desobediencia a las instituciones, soporte de nuestra democracia y de la legalidad del Estado. Ni que decir del maltrato generalizado e infundado hacia cualquiera que se atreva a llamar la atención sobre el manejo errático, descontrolado e ineficaz de la ciudad.

 

No habían pasado diez minutos desde que el Concejo Distrital decretara la moción de censura contra el Secretario de Planeación, cuando desde todos los ángulos y sectores comenzaran a llover los fuegos apocalípticos y el bombardeo de insultos, ofensas y todo tipo de imprecaciones. Casi nadie se tomó el trabajo de leer las más de 10 causales constitucionales y legales analizadas y que obligan a los Concejos a tomar estas medidas cuando se encuentra su procedencia. Se trata tan solo de seguir la corriente de moda y esta es: Insultar, ofender, desobedecer, irrespetar.

 

La figura de la censura, al igual que la revocatoria, existen, son constitucionales y legales y cuando toca aplicarlas se deben aplicar. Ese mero hecho, no da derechos a irrespetar a una institución que, gústenos o no, es la representación democrática del pueblo. 

 

Si hay algo claro es que a nuestro alcalde nadie lo persigue: el se persigue a si mismo. A nuestro alcalde nadie quiere hacerle daño: el se hace daño a si mismo. El no necesita de enemigos, pues el es su propio enemigo. 

 

El moralista y escritor francés Jean de la Bruyère solia decir que: “Para algunas personas, hablar y ofender es lo mismo.”


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright

domingo, 26 de julio de 2020

EL SAINETE DEL CONTRALOR

Según los expertos, el Sainete es una pieza dramática, divertida, costumbrista y de carácter popular. De origen español, fue transformado rápidamente en el “Grotesco Criollo”, por parte del famoso dramaturgo argentino Armando Discépolo. 

Muchas de las situaciones cartageneras reúnen, sin proponérselo, todas las características del Sainete, o mejor, del “Grotesco Criollo” y, no podemos negarlo, al lado de su contenido dramático, rápidamente aparecen los memes, stickers y videos, que muestran sus rasgos costumbristas y divertidos. La elección de contralor en Cartagena de Indias es, hoy por hoy, nuestro Sainete o Grotesco preferido.

Pensábamos que el famoso episodio de los “Libros” de la anterior elección, reunía todo lo que se pudiera esperar de un buen “Grotesco Criollo”, sobre todo que, pasado este bochornoso incidente, habíamos hecho acto de contrición y escogido lo mejor de lo mejor, tanto en alcaldía, como en concejo: unos verdaderos paladines de la lucha anticorrupción y abanderados de lujo contra el mal. ¡Error fatal! Los recientes hechos del nuevo Sainete, nos indican cuan equivocados estábamos y que, como dirían en Momil: puerca pollera, no pierde el vicio.

La sucesión de hechos de nuestro Grotesco Criollo, que hoy tiene sumidos a nuestro alcalde y a una parte del concejo, en el mayor de los mutismos, dan cuenta de un presunto “Iter Criminis” que incluye actos preparatorios, decisión y ejecución: A través del decreto 0313 del viernes 7 de febrero de 2020, el alcalde de Cartagena, William Dau, nombró a Héctor Adolfo Consuegra Salinas como Asesor de Control Interno para la Empresa de Desarrollo Urbano de Bolívar – EDURBE SA. Para la terminación del periodo 2018-2021. Para ese día el director de EDURBE ya tenía en su poder una solicitud del Concejo Distrital, con la lista de aspirantes a Contralor Distrital, para que se le informara si alguno de ellos tenía alguna relación con esa entidad.

El lunes 10 de febrero, el Director de EDURBE responde al Concejo Distrital informando que ninguno de los nombres de la lista enviada, tenía relación con esa entidad. En la lista figuraba el señor Consuegra que ya había sido nombrado como asesor. El martes 11 de febrero se presenta el señor Consuegra a EDURBE, con su nombramiento en la mano y se posesiona. A partir de ese momento, consuegra queda vinculado a edurbe, cuestionada entidad, cuyo mayor accionista es la alcaldía Mayor de Cartagena y los cuatro actores principales del Grotesco Criollo, quieranlo o no, están enterados que Consuegra, quien ya trabaja en Edurbe, forma parte de la lista.

Sabía Consuegra, obviamente, pues aseguró la chamba en Edurbe dejando en remojo la posibilidad del premio mayor en la Contraloría. Sabía el Director de Edurbe, ya que la elección de contralor es un hecho notorio y los resultados y la terna final son de público conocimiento. Sabía el concejo, quien conoce de todos los nombramientos de funcionarios, conocía los resultados de la selección y además se guardó el entripado para cuando fuera necesario. Y, sabía el alcalde, quien días antes de la elección amenazó virtualmente al Concejo y lanzó toda clase de maldiciones y anatemas, para aquel que osara votar por los  candidatos que, a su juicio, representaban a los malandrines. Saber esas cosas y quedarse callado no es muy buena práctica, y, según el profe chucho puede traer consecuencias.

Para capear el temporal de  la andanada que se le vino encima, el señor alcalde, recurrió al viejo truco de atacar al Procurador, al Contralor y al señor Sanchez Cristo de la W, desafiándolos y guapeandoles. Si bien es cierto que con esta treta se ganó algunos aplausos, estos cada vez son mas escasos. 

No debe olvidar que poco a poco va a ser afectado por el efecto del boxeador: A  la gente no le gusta el boxeador que no pelea, pero tampoco le gusta el que pelea sucio.