Cuando el estudiante de Macondo se aproximó a la entrada de la Europa del Este, soltó una de esas expresiones lapidarias que lo marcaron de por vida: “La Cortina de Hierro no es una cortina ni es de hierro, es un palo pintado de blanco con rojo, atravesado en la mitad de la calle”. Nunca imaginó Churchill que su famosa descripción del imperio de los Romanov, Lenín, Trotsky y Stalin, caería tan bajo.
Me vino a la memoria esta famosa cita, el día que escuché a una amiga decir, casi sin pensarlo, que el tan cacareado Libro Blanco del alcalde, no era un libro, ni era blanco, sino un poco de diapositivas de Power Point, llenas de cifras, datos y citas, que el alcalde se dedicó estoicamente a tratar de leer e interpretar durante varias horas.
Plausibles los buenos recursos de energía y motivación del jefe del ejecutivo distrital, para continuar en su, hasta ahora, infructuosa cacería mayor. No es todo el mundo el que se le mide a semejante ladrillo, sobre todo, cuando de entrada se nota que interpretaba un “collage” preparado por muchas manos, con informaciones, a veces confusas, a veces incoherentes, y con un contenido que, en su mayoría, no era más que los mismos cuentos trasnochados de su campaña, que ya todo el mundo sabe, que todo el mundo comenta, pero que nadie ha podido sustentar en términos judiciales. Como diría Fermina Daza: “más era la bulla.”
A estas alturas del partido, creo que los buenos asesores del alcalde, ya deberían comenzar a auxiliarlo en esta cruzada: sea lo primero decirle que sus responsabilidades de denuncia e investigación están contenidas en el canon 67 del código de procedimiento penal. “El servidor público que conozca de la comisión de un delito que deba investigarse de oficio, iniciará sin tardanza la investigación si tuviere competencia para ello; en caso contrario, pondrá inmediatamente el hecho en conocimiento ante la autoridad competente”. Como quiera que el alcalde no tiene competencias para la investigación penal, se deberán realizar las correspondientes compulsas a la Fiscalía General de la Nación.
Otra característica que deberá depurar para sus actividades de halconero de malandrines, es la de la discreción: los cazadores son silenciosos, reservados, sigilosos, observadores. A finales del siglo pasado, un equipo de veedores y comunicadores de la ciudad, en forma juiciosa y con mucha metodología investigativa, llevaron a cabo una destacada actividad que dio al traste con la carrera de un número importante de funcionarios venales. Si algo fue exaltado en esta ocasión, fue el rigor científico, la seriedad y la discresión con que se desentrañaron pruebas y se allegaron a las autoridades competentes.
Entendemos que ya el alcalde desterró a los corruptos de la administración, pues hizo una selección muy rigurosa del nuevo equipo y, como sin corruptos no hay corrupción: “muerto el perro acabada la rabia”. A usar entonces su histrionismo, energías, motivación y don de la palabra, en lo que finalmente todos estamos esperando hace tanto tiempo.
https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright
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ResponderEliminarEl libro no es bueno ni malo, es todo lo contrario
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