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miércoles, 9 de septiembre de 2020

¡GOBIERNO DE VERDAD YA!

Una de las más conocidas y aceptadas leyes del Dr. Murphy es aquella que establece que: “Toda situación por mala que sea, es susceptible de empeorar”. Esta frase lapidaria y tenebrosa, parece, sin embargo, como hecha a la medida para los momentos que vive el país y la ciudad.

 

Acosados y preocupados por regresar a la normalidad perdida, o por lo menos por salirnos de las arenas movedizas de la pandemia, hemos comenzado a tomar medidas de todo tipo y calibre, casi sin estudio, planeación y consulta y ahora poco o nada sabemos de lo que nos depara el futuro inmediato. Metidos en un pantano de suposiciones, conjeturas, decretos y contra decretos, no sabemos a ciencia cierta cual será el próximo paso y casi sin darnos cuenta hemos comenzado a recurrir a ese Dios de Colombia, al del preámbulo de la Constitución, para que una vez más nos de una manito.

 

Con los primeros sustos de la peste, hicimos actos de contrición y hasta nos atrevimos a decir que esta plaga había llegado para ayudar al medio ambiente, hacernos reflexionar sobre lo bueno y lo malo y como un mensaje de la necesidad de ese cambio que debía realizar la humanidad, en pro de la paz, de los menos favorecidos y del fortalecimiento de nuestra espiritualidad. Pura carreta: Todavía no ha pasado el susto y ya estamos peleando de nuevo por las mismas y por las nuevas pendejadas, que nos inventamos día a día, para no dejarnos quitar el título del país más peleador y mas desigual del mundo.

 

Dijimos que después de la crisis nada sería igual y, efectivamente, parece que esto si se va a cumplir: casi seguro que todo será peor. Aprovechamos la pandemia para tomar decisiones que, muy seguramente dejarán sus huellas y sus consecuencias, por mucho tiempo. Con varios millones de empleos perdidos, varios miles de negocios quebrados y varios cientos de miles de seres queridos muertos, el panorama no puede ser más desolador. Claro que se complica aun más, si la platica de la pandemia se la giramos a una empresita panameña, si aprovechamos para legislar a favor del sistema financiero y en contra de los trabajadores y si las masacres de colombianos aumentan en forma exponencial, aunque les cambiemos el nombre. Lo más grave de todo es que, mientras medio país disfruta y apoya, el otro medio sufre y llora. 

 

Pero si en el resto del país llueve, por acá por los lados de Cartagena, no escampa. Después de 8 meses, seguimos esperando que el nuevo gobierno arranque. Quisiéramos creer que durante los meses de aislamiento y lucha contra el virus, se trabajó en forma paralela en la estructuración de esos planes estratégicos tan importantes y tan necesarios, sobre todo en estos momentos, en que vencer la inercia de la pandemia, será un trabajo de muchas exigencias, de muchos sacrificios y de muchos liderazgos.  Con la crisis ya en declive, con la corrupción en retirada y con un equipo de colaboradores de primer nivel, no vemos, que nos impide dar ese salto cualitativo hacia el progreso. Esa es la esperanza de los cartageneros.

 

No podemos quedarnos cruzados de brazos a esperar que vengan de Bogotá a decirnos que debemos hacer y a que nos traigan las migajas que quedan, luego de que las otras cinco grandes ciudades planifican, gestionan y se desarrollan. Como decía el poeta López, no podemos seguir en la edad del folletín.

 

Los enredos de la pandemia son un verdadero problema, pero si a esto le sumamos la falta de planes y dirección para salir adelante, tenemos que creerle al Dr. Murphy: Las cosas pueden empeorar.



https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

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