En estos tiempos aciagos, las redes sociales del mundo entero se llenan casi en su totalidad con dos noticias, cual de las dos más preocupante: La pandemia de Covid 19, sus ires y venires y los bandazos de los gobiernos para su manejo y control y la renovada y abusiva violencia policial, que algunos han llamado la cara B de la pandemia, y que por igual se reporta en casi todos los países.
El caso del asesinato de George Floyd en Estados Unidos, además de haber causado repudio mundial, parece que ha hecho visibles toda una serie de atropellos que se vienen presentando por parte de las policías de las diferentes ciudades, casi todos amparados en decretos o normas confusas y mal aplicadas, sobre reclusión y controles de bioseguridad y parece que bajo la mirada complaciente de gobiernos selectivos y represivos.
En Brasil, país de exageraciones, se reportaron en Rio de Janeiro 714 asesinatos, a manos de la policía, entre enero y mayo de este año. Todo esto a pesar de las medidas de aislamiento social, decretadas a partir de marzo. En Sao Paulo en el solo mes de abril se documentaron 119 víctimas a manos de la policía. Es decir, en plena crisis sanitaria, los asesinatos policiales se incrementaron en un 51%, síntoma inequívoco del manejo abusivo de las restricciones sanitarias por parte de la policía.
La India, Argentina, Estados Unidos y otros países dan cuenta de la nueva pandemia de violencia policial de la cual Cartagena, por supuesto, no es la excepción y la ciudadanía ya comienza a desesperarse y a poner el grito en el cielo, ante dos situaciones desbordadas y sin control por parte de nuestras autoridades policiales y administrativas: La inseguridad por robos y atracos y la violencia policial en los controles de la pandemia.
El airado reclamo del Secretario del Interior al Comandante de Policía del Distrito, a raíz de la permisividad flagrante frente a una marcha que se dio sin autorización, demuestra lo mal que estamos en esta materia y la poca gestión y coordinación que existe en todos los niveles de nuestra administración y nuestra policía. Desnuda también un hecho por demás preocupante y censurable: nuestra policía se parece cada vez más al Covid: Ataca a los más débiles y con menos defensas, mientras se arrodilla ante los que, a su parecer son fuertes e importantes.
Estamos a la espera de que alcaldía, concejo distrital, personería y defensoría del pueblo, se pronuncien frente a los cada vez más salvajes y descarados desafueros de la policía y asuman el rol protagónico y obligatorio que les asigna la Constitución en el artículo 2: “Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes …” Deben recordar que esta obligación no se agota con la simple emisión de comunicados, declaraciones altisonantes, y muchos menos con ridículos shows mediáticos.
Ninguna norma de ningún código en Colombia ha expedido patente de corzo a autoridad alguna para apalear, maltratar, ahogar y en general masacrar a ciudadanos indefensos, cuyo único delito fue exigir el respeto de sus derechos a quienes tienen la obligación legal de hacer que estos se respeten. Desde cuando, estar en la puerta de su casa, olvidar el tapabocas o salir a hacer un mandado son delitos?
Hasta cuando, policías escondidos bajo la máscara de un casco de motociclista, van a seguir atropellando impunemente a la ciudadanía? Cuando es que van a explicarnos quienes son y cual es la función del escuadrón de encapuchados sin identficación conocido como los “cascos negros”, grupo que aterroriza a los barrios extramuros, mediante el procedimiento de azotar con un pedazo de manguera de plástico, a todo aquel que tenga la mala suerte de encontrarse con ellos?
Hace unos años, un alcalde de Barranquilla, iracundo, hizo viajar a medianoche al Director general de la Policía, para que viniera a encargarse de la situción de seguridad de la ciudad, a la zasón a la deriva, por la incompetencia del director regional. En Cartagena, con una situación más grave y una alcaldía sin ningún tipo de planes, quién podrá defendernos?
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