Las protestas por la reciente detención de Álvaro Uribe, como cosa rara, repercutieron en Cartagena, y de que forma. Sin querer queriendo, dejaron al descubierto otra de las monumentales falencias de nuestra administración distrital, esta vez relacionada con la falta de autoridad o, peor aun, con la autoridad selectiva, tan de moda en nuestro país, en tiempos de autoritarismos emergentes.
Eleuterio Manero, el célebre religioso español del siglo XIX, solía decir que: “La sumisión es la más recomendable virtud, para cuando no se puede mandar”. Eso exactamente fue lo que los cartageneros, aquellos que votaron por Dau y los que no votamos, vimos el pasado viernes: Un gobierno sumiso, arrodillado a un pequeño grupo, que llaman de cuatro gatos, que ejercían la autoridad, cual tiranos de oriente.
El mismo gobierno que, autoritario y vociferante, no dudó en soltarle la jauría del ESMAD y las tanquetas antimotines, a unos trabajadores que suplicaban los dejaran entrar a la zona residencial de Bocagrande, para ganarse el pan en una época de hambre y sufrimiento. Ahora lo vimos saltando en una pata, feliz y dicharachero, festejando anticipadamente el fin de la pandemia, mientras la caravana del covid 19, con banderas y vuvuzelas, avanzaba triunfante por la misma zona que solo unas semanas antes era vedada.
Este proceso de autoridad selectiva, que no es nuevo ni exclusivo de la heroica, va muy de la mano del proceso de ignorancia, falta de raciocinio y opiniones viscerales, que muestran algunos cartageneros y colombianos, ante cada hecho de la vida nacional: los hechos y las cosas no se analizan por su contenido y el análisis juicioso y estudiado de la situación, sino por procesos emotivos, inspiraciones momentáneas y creencias acomodadas.
El maestro no pudo ser mas claro: “Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo. Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir”.
Señor alcalde: El concepto de autoridad significa que los integrantes de su comunidad, asumimos la condición de subordinados suyos de una manera informada, es decir, con el reconocimiento pleno, de que usted cuenta con mejores posibilidades de orientación que nosotros, para cumplir con las funciones. Eso necesariamente implica, decisones estudiadas y planificadas, respeto por las instituciones, equilibrio y ponderación en cada una de sus actuaciones e igualdad de todos ante la ley.
El folclorismo y las declaraciones cantinflescas con que se respondió a las preocupaciones de la ciudadanía, frente al anuncio y realización de una marcha, a todas luces, irresponsable, imprudente e ilegal, muestran su poco nivel de compromiso y su desprecio por esa ciudadanía que ha soportado, el encierro, las privaciones y todo tipo de necesidades y su sumisión a ese pequeño grupo al que, inexplicablemente, le hace graciosas concesiones.
No se por qué en estos días aciagos vuelve cada vez con mayor nitidez a mi memoria, aquel hermoso poema de Elias Pompa, que nos obligaban a aprender de memoria en el Instituto Nariño y que concluía con una frase muy adecuada para describir el tamaño de nuestra tragedia: “ Estudia y no seras cuando crecido, el juguete vulgar de las pasiones, ni el esclavo servil de los tiranos”.
Y recuerde alcalde: La Autoridad selectiva, es la cuota inicial del despotismo.
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