Hace 60
años, el pueblo cartagenero comenzaba a padecer desde dos semanas antes de las
Fiestas de Noviembre, que ahora llaman las fiestas de la independencia. Algo
así como si a los Rusos se les diera por
decir la revolución de la independencia, en lugar de La Revolución de Octubre.
Esas son vainas de RCN, que con su parafernalia de playas, tarimas, desfiles,
trasmisiones y presentadoras semidesnudas, ha invadido y distorsionado el
sentido y el disfrute de una fiesta, cuya esencia radicaba en ir al centro a
reírse con los buscapiés, comprar un sombrero y comerse un popsicle.
Poner a
depender la realización de una fiesta popular, de los rígidos horarios, las complicadas maniobras y el misterioso
tejemaneje de las trasmisiones televisivas, poco a poco ha ido cambiando el
foco, del contenido a la forma, y ahora lo importante es el horario de la
trasmisión, el cantante que se presentará y, por supuesto, el nombre de las
presentadoras y de los diseñadores de los vestidos que les prestan para la
ocasión. Las fiestas se trasladaron de la Matuna y el campo de la Infantería,
donde se instalaban las ventas de ternera a la llanera, un circo, la ciudad de
hierro y las casetas Matecaña y Tres Esquinas, hacia la comodidad de las casas,
frente al LED de 55 pulgadas para ver los dichosos desfiles.
Hace unos
días le cayeron encima al Alcalde, que entre otras cosas dizque ya está en el
primer lugar del ranking nacional, porque estuvo preguntando sobre la razón de dos desfiles. Anteriormente había
un solo desfile que se conocía como “El Bando” y en el participaban reinas
nacionales y populares y terminábamos admirando la diferencia entre los escuálidos
cuerpos de las candidatas nacionales y los firmes y bronceados cuerpos de la
niñas populares. La silicona, los gimnasios y las cámaras de bronceado pusieron
las cosas en su puesto y las trasmisiones de televisión se dieron sus mañas
para sacar a las reinas populares del Bando, al que le cambiaron el nombre por
uno prestado del carnaval de Barranquilla: “Batalla de Flores”. Las reinas
populares se fueron con su música al Desfile de la Independencia, en donde ya
no contaminaban de sabrosura, las trasmisiones de “nuestra tele”.
Tiene
razón el Alcalde. Rescatar la esencia de nuestras fiestas es volver a un solo
desfile llamado El Bando. Se equivocan “académicos y gestores” cuando creen que
rescatar el significado de nuestra independencia es separar lo que siempre fue
una sola cosa. Rescatar el contenido histórico de nuestra independencia
corresponde a profesores, maestros e instituciones educativas. Rescatar
nuestras tradiciones festivas es volver a lo que éramos sin que eso implique
retrocesos. Es volver al recibimiento de las reinas en el aeropuerto, a la
entrega de llaves de la ciudad, al Te Deum en la Catedral, al Bando, pero sobre
todo al disfrute del pueblo, sin las chabacanerías del irrespeto y el
vandalismo pandillero institucionalizado y, sin el control absoluto de todas
las actividades, por parte de un canal de televisión, cuyos objetivos son
completamente diferentes a los del pueblo cartagenero.
Es obvio
que la gente este mamada de unas fiestas decadentes que se convirtieron en una
sucesión de eventos televisivos, de un reinado que languidece ante el
aburrimiento de tanto reinadito dentro del reinado, desfiles insustanciales, infinitos y el dominio a ultranza de las
trasmisiones, cuyas presentadoras, quienes son las verdaderas figuras del
reinado, han arrinconado a los directivos locales, quienes se conforman con
unas menciones tangenciales en la ceremonia final y los boletos de cortesía que
les suministran para que entren a las lujosas fiestas de los patrocinadores, a
departir con el Jet Set andino, quienes han hecho de las fiestas otro episodio
más en su agenda anual. Sí, las Fiestas de Noviembre hay que rescatarlas, pero
de las garras del poder económico central que las tiene secuestradas para su
beneficio.
Hace 60
años, dos semanas antes del Bando, se
sacaban de servicio todos los camiones recolectores de basura y se los
entregaban al maestro Baena en Turbaco, quien los convertía en las fantásticas
carrozas que nunca olvidaremos. Los cartageneros soportábamos esta pequeña
calamidad con la tranquilidad que da el sentido de pertenencia y de
colaboración. Y pensar que en Bogotá quieren botar un Alcalde porque se
acumularon dos días de basuras, mientras se hacía un cambio en la modalidad del
contrato de recolección. Vainas de los Cachacos.
@rododiazw
Excelente Rodolfo. Felicitaciones.
ResponderEliminarexcelente, yo que disfrute al máximo las fiestas, las idas al aeropuerto a recibir las reinas, que no era sino un pretesto a fiestar jejejeje
ResponderEliminar