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jueves, 7 de noviembre de 2013

A rescatar las fiestas ...

Hace 60 años, el pueblo cartagenero comenzaba a padecer desde dos semanas antes de las Fiestas de Noviembre, que ahora llaman las fiestas de la independencia. Algo así como si  a los Rusos se les diera por decir la revolución de la independencia, en lugar de La Revolución de Octubre. Esas son vainas de RCN, que con su parafernalia de playas, tarimas, desfiles, trasmisiones y presentadoras semidesnudas, ha invadido y distorsionado el sentido y el disfrute de una fiesta, cuya esencia radicaba en ir al centro a reírse con los buscapiés, comprar un sombrero y comerse un popsicle.

Poner a depender la realización de una fiesta popular, de los rígidos horarios,  las complicadas maniobras y el misterioso tejemaneje de las trasmisiones televisivas, poco a poco ha ido cambiando el foco, del contenido a la forma, y ahora lo importante es el horario de la trasmisión, el cantante que se presentará y, por supuesto, el nombre de las presentadoras y de los diseñadores de los vestidos que les prestan para la ocasión. Las fiestas se trasladaron de la Matuna y el campo de la Infantería, donde se instalaban las ventas de ternera a la llanera, un circo, la ciudad de hierro y las casetas Matecaña y Tres Esquinas, hacia la comodidad de las casas, frente al LED de 55 pulgadas para ver los dichosos desfiles.

Hace unos días le cayeron encima al Alcalde, que entre otras cosas dizque ya está en el primer lugar del ranking nacional, porque estuvo preguntando sobre  la razón de dos desfiles. Anteriormente había un solo desfile que se conocía como “El Bando” y en el participaban reinas nacionales y populares y terminábamos admirando la diferencia entre los escuálidos cuerpos de las candidatas nacionales y los firmes y bronceados cuerpos de la niñas populares. La silicona, los gimnasios y las cámaras de bronceado pusieron las cosas en su puesto y las trasmisiones de televisión se dieron sus mañas para sacar a las reinas populares del Bando, al que le cambiaron el nombre por uno prestado del carnaval de Barranquilla: “Batalla de Flores”. Las reinas populares se fueron con su música al Desfile de la Independencia, en donde ya no contaminaban de sabrosura, las trasmisiones de “nuestra tele”.

Tiene razón el Alcalde. Rescatar la esencia de nuestras fiestas es volver a un solo desfile llamado El Bando. Se equivocan “académicos y gestores” cuando creen que rescatar el significado de nuestra independencia es separar lo que siempre fue una sola cosa. Rescatar el contenido histórico de nuestra independencia corresponde a profesores, maestros e instituciones educativas. Rescatar nuestras tradiciones festivas es volver a lo que éramos sin que eso implique retrocesos. Es volver al recibimiento de las reinas en el aeropuerto, a la entrega de llaves de la ciudad, al Te Deum en la Catedral, al Bando, pero sobre todo al disfrute del pueblo, sin las chabacanerías del irrespeto y el vandalismo pandillero institucionalizado y, sin el control absoluto de todas las actividades, por parte de un canal de televisión, cuyos objetivos son completamente diferentes a los del pueblo cartagenero.

Es obvio que la gente este mamada de unas fiestas decadentes que se convirtieron en una sucesión de eventos televisivos, de un reinado que languidece ante el aburrimiento de tanto reinadito dentro del reinado,  desfiles insustanciales,  infinitos y el dominio a ultranza de las trasmisiones, cuyas presentadoras, quienes son las verdaderas figuras del reinado, han arrinconado a los directivos locales, quienes se conforman con unas menciones tangenciales en la ceremonia final y los boletos de cortesía que les suministran para que entren a las lujosas fiestas de los patrocinadores, a departir con el Jet Set andino, quienes han hecho de las fiestas otro episodio más en su agenda anual. Sí, las Fiestas de Noviembre hay que rescatarlas, pero de las garras del poder económico central que las tiene secuestradas para su beneficio.


Hace 60 años, dos semanas  antes del Bando, se sacaban de servicio todos los camiones recolectores de basura y se los entregaban al maestro Baena en Turbaco, quien los convertía en las fantásticas carrozas que nunca olvidaremos. Los cartageneros soportábamos esta pequeña calamidad con la tranquilidad que da el sentido de pertenencia y de colaboración. Y pensar que en Bogotá quieren botar un Alcalde porque se acumularon dos días de basuras, mientras se hacía un cambio en la modalidad del contrato de recolección. Vainas de los Cachacos.

@rododiazw

2 comentarios:

  1. excelente, yo que disfrute al máximo las fiestas, las idas al aeropuerto a recibir las reinas, que no era sino un pretesto a fiestar jejejeje

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