Ahora que parece que al fin se van a
terminar los trabajos en el Parque del Centenario y que es “inminente su
reapertura”, como cosa rara, se ha generado una
polémica por lo que fue, por lo que es y por lo que debe ser un parque.
La definición clásica establece que un parque es: “un terreno
que está destinado a árboles, jardines
y prados para la recreación o el descanso. Suelen incluir áreas para la
práctica deportiva, bancos para sentarse, bebederos, juegos infantiles y otras
comodidades”.
Aunque
en el ámbito de lo privado, el término parque se ha usado para definir otro
tipo de actividades, agrupadas en un solo sitio, tales como: parques de
atracciones, parques temáticos o parques industriales, lo cierto es que en el
campo de lo público, que es lo que nos interesa, los parques, por lo general, “constituyen
los principales espacios verdes
dentro de una ciudad o asentamiento urbano. En estos casos, no sólo son
importantes para el descanso o los paseos de los vecinos, sino que también
resultan vitales, desde el punto de vista ecológico, para la generación de oxígeno”. Dentro de estos parques “pulmones”,
es imposible olvidarse del Retiro en Madrid y el Central Park en New York,
ambos con mas de 120 hectáreas de vegetación pura, en el centro de grandes
metrópolis.
Nuestro Parque del Centenario tiene apuradita una
hectárea de terreno, pero mas de 120
hectáreas de problemas, que van desde ser el lote de tierra más caro y más
deseado de Colombia, hasta las controversias que se han suscitado al pensar en
su reapertura, debido a lo mal que
estamos en cuanto a políticas públicas en la ciudad, en este caso en política
pública de parques. Ahora resulta que no estamos de acuerdo en lo que se debe instalar
en el parque y en lo qué no se debe, después de haberlo usado
indistintamente como biblioteca pública, alojamiento de desplazados, asentamiento
de ventas ambulantes, escenario de cuanto festival se nos ocurra y lo peor y lo
más absurdo: estación de policía.
Y no es mentira ni inventos míos. Al amparo de un mal entendido concepto de
seguridad y, por falta de políticas, acerca de los espacios públicos, hemos
terminado convirtiendo casi cualquier pedacito verde de Cartagena en un CAI, un
cuartelillo o una estación de policía. No hace ni dos años, los vecinos de
Bocagrande tuvieron que librar una fuerte batalla, para impedir que un Alcalde,
conchabado con el Comandante de la Policía, construyera una estación de gran
magnitud en el parque Flanagan. Para nadie es un secreto que después de
construida la estación, vienen los bloqueos y retenes en las vías adyacentes,
luego el sitio es convertido en parqueadero de motos y patrullas, formaciones,
izadas de bandera y para concluir allí se llevan inicialmente, los detenidos.
Al final los particulares cansados de tanta prohibición dejan de concurrir al
sitio. Los parque lineales en las entradas de Bocagrande, Manga y Crespo, así como el parque de Daniel
Lemaitre y quien sabe cuantos más, hace rato nadie los visita y son simplemente
estaciones de policía.
Y han
sido precisamente nuestras autoridades judiciales, quienes en reiteradas
ocasiones han protegido el derecho de los ciudadanos al disfrute de los
espacios públicos y han advertido de la necesidad de alejar instalaciones
militares de estos sitios, debido a que la dinámica misma del conflicto y la violencia, ha hecho que
la cercanía a ellos genere para la población civil el riesgo de sufrir afectaciones
en su vida, su integridad personal y su patrimonio, en razón a que son blanco
de continuos y violentos ataques por parte de la guerrilla y todo tipo de
delincuencia, que los considera objetivos a combatir. Es claro que el último
sitio para ubicar una instalación militar, sujeta al peligro de todo tipo de
ataques, sería un parque.
Tienen
razón quienes aspiran y vienen luchando, porque el restaurado Parque del
Centenario incluya las instalaciones deportivas, que siempre tuvo, y que tanto
contribuyeron al disfrute y desarrollo deportivo de varias generaciones de
cartageneros. Las áreas para la práctica
deportiva son esenciales en los parques y debemos exigirlas. Las instalaciones
militares, por el contrario, son un exabrupto dentro del concepto de disfrute
de los parques y, por lo tanto, debemos luchar para que sean retiradas de estos
sitios. Dos agentes son más que suficientes.
@rododiazw
Así es. El parque del Centenario vió desarrollarse a grandes figuras del basquetbol en sus años mozos y a glorias del patinaje en la época mas reciente. Disfrutar de su espacio los domingos con la desaparecidas Retretas, jugar con las aguas de sus cristalina fuentes, son recuerdos que llevamos en el alma. .
ResponderEliminar