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jueves, 22 de agosto de 2013

El retorno del Talión...?



Cuando Caín mató a Abel, a Dios le tocó realizar el primer proceso penal de la historia y, contrario a lo que pudieran pensar los restantes tres habitantes del mundo, Dios no mató a Caín, sino que únicamente lo condenó a “esconder su faz de las miradas de los otros hombres”. O sea que desde el primer crimen, Dios definió el programa de lo que sería la penalidad social. Es claro que si la sociedad creyera en Dios, es decir, fuera Deísta, no mataría. Otro tanto ocurriría si fuera Cristiana, ya que a no matar, fue lo que enseñó Jesucristo, seguramente guiado por el V mandamiento de la ley de Dios.

Pero parece que la gente no compró mucho la idea Deísta de no matar, porque al poco rato ya se estaban inventando la tremenda teoría retributiva del delito, representada en la infame Ley del Talión, muy seguramente proveniente de la Ley 229 del código de Hammurabi, o del Blutrache o venganza de sangre de los germánicos. La ley del Talión ingresó subrepticiamente al Antiguo Testamento,  aparece con su claridad lapidaria de “ojo por ojo y diente por diente”, en el Éxodo, el Levítico y el Deuteronomio y continuó matriculada en el cristianismo, hasta que Jesús le puso su "tatequieto" en el Sermón del Monte, cuando después de las bienaventuranzas, dice “haz a otros lo que quieres que te hagan a ti”. Esto es mas conocido como: “ética de la reciprocidad”.

La Ley del Talión, fue la inspiración jurídica de los dictadores y déspotas de las Edades Antigua y Media y mantuvo vigencia hasta el siglo 18, cuando las luces de la ilustración  y las revoluciones liberales, comenzaron a vislumbrar las primeras ideas de humanismo y derechos humanos, dentro de un nuevo concepto del delito y la pena. Dentro de nuestra actual mentalidad, la Ley del talión nos parece una barbaridad. De hecho,  solo en algunos ordenamientos jurídicos, quedan reminiscencias de estas primitivas manifestaciones del deseo de venganza,  como es por ejemplo la “Sharia” musulmana, que exige cortar la mano al ladrón u otras formas de ajusticiamiento, como el hacer morir al condenado o la condenada por apedreamiento. No es de extrañar entonces que cuando alguien se atreve a proponer penas de corte retributivo, del tipo ojo por ojo, sea considerado retrógrado, oscurantista y medieval.

El 7 de mayo de 1907, fue fusilado el juez chocoano Manuel Saturio Valencia, acusado de incendiar la calle principal de Quibdó. Fue el último colombiano a quien se le aplicó la pena de muerte, que venía vigente desde la constitución de 1886 y que sería abolida por la constituyente, que reformó la carta en 1910. Desde esa época Colombia ingresó al club de los países abolicionistas y, en la constitución de 1991, quedó consagrada la prohibición de pena de muerte en el artículo11, mientras que en  el artículo 12  se prohíben las penas crueles, inhumanas o degradantes.  Como si fuera poco, Colombia tiene firmados cerca de 60 tratados, convenios y protocolos, para la protección de los Derechos Humanos, de los cuales, dos son  tratados específicos que prohíben la implantación de la pena de muerte. Así que cuando alguien pide pena de muerte: o tiene mucha rabia, o está “mamando gallo” o simplemente, no sabe de que está hablando.

A nivel mundial, Amnistía Internacional es una organización que lleva más de 30 años observando los acontecimientos relacionados con el uso de la pena de muerte y haciendo campañas por su abolición. En 1977, sólo 16 países habían abolido la pena de muerte para todos los delitos. En diciembre de 2010, esa cifra era de 96, actualmente son 140 los países del mundo que han abolido la pena capital en la ley o en la práctica. De los 58 países que aun la mantienen, sólo 21 han llevado a cabo ejecuciones desde  2011.

Los asociados tenemos todo el derecho del mundo de solicitarles a los gobernantes, explicaciones y aclaraciones sobre cambios inesperados o propuestas desmesuradas, sin que esto sea necesariamente motivo de molestias, resquemores y mucho menos estigmatizaciones. Atender a los gobernados es su función constitucional, la que juró cumplir fielmente, so pena de ser castigado por Dios y por la Patria. Flaco favor le hacen, el grupo de áulicos y aduladores oficiosos, sociedad de mutuos elogios, que salen a defender lo indefendible, en lugar de brindar una asesoría juiciosa y efectiva, acorde con las circunstancias.

@rododiazw

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