En la historia de la humanidad no escasean los gobernantes desastrosos, hay tantos que es dificil escoger, y aunque esta lista podría completarse fácilmente, solo con personajes colombianos, también hay que darles cabida a algunos de otras latitudes. De hecho hay quien asegura que en esta lista existen personas que bien podrían haber salido directo del manicomio, al cargo de gobierno para el que fueron elegidos.
Aunque no lo creamos, el más delirante y loco de la historia todavía está entre nosotros, y no se trata del que todos estamos imaginando. No, no, ese es un caso aparte. Se trata de Yahya Jammeh, que se hace llamar «Su Excelencia el Presidente Jeque Profesor Alhaji Doctor Yahya Abdul-Aziz Jemus Junkung Jammeh», y gobernó Gambia tras un golpe de estado en 1994. Aunque fue sacado a rastras del cargo en 2017, aun se sigue haciendo llamar su excelencia y sosteniendo que cura el Sida y la infertilidad femenina, por pura inspiración mágica.
Sean de Gambia o sean colombianos, lo cierto es que estos desastres se parecen el uno al otro, y si miramos sus actuaciones encontraremos que todos operan bajo un patrón casi identico: Prepotentes, autocomplacientes, vulgares, indolentes, indisciplinados, e imprudentes. Casi nunca pueden explicarse como llegaron al cargo, para el que nunca se prepararon, lo que los hace temerosos de ser removidos o revocados. Sufren delirio de persecución y el tiempo que deberían dedicar a la gestión para la que fueron designados o elegidos, lo dedican a pelear, insultar y defenderse de enemigos imaginarios y a crear cortinas de humo y situaciones en las que mantienen vigencia, mediante el populismo y la manipulación de una cáfila de aduladores ingenuos y desorientados.
Tan pronto descubren su incapacidad para enfrentar el problema en que se metieron, inician una vieja estrategia para impedir que el público se interese por los problemas esenciales de la ciudad o el país. Se trata pues de mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivados por temas sin importancia real. Se la pasan haciendo videos y escribiendo en las redes, sobre temas frívolos, con terminología equívoca y sospechosa que incita a la recocha y el desorden: Como cuando el presidente dice “lo querí” y duramos dos semanas riéndonos, mientras nos olvidamos que no tenemos vacunas para el Covid. O como cuando el alcalde se sube a un tractor de juguete, para amenazar a sus opositores con quitarse un yeso de utilería que lleva puesto, y de inmediato comienza el perrateo que nos hace olvidar que la ciudad se cae a pedazos. Se trata de convertir el día a día de la administración en un reality show, donde el que haga más locuras es el más popular.
Cuando esta estrategia se les desgasta recurren al peor de todos los métodos: Crear problemas o situaciones que inciten al público a exigir soluciones, para luego aparecer como salvadores proponiendo las soluciones que todo el mundo pide. No comprar las vacunas a tiempo es un problema creado por la propia administración, administración que luego de que el pueblo suplique y proteste, finalmente traerá las dichosas vacunas y muy seguramente el presidente aparecerá sonriente, pidiendo reconocimiento en televisión como si fuera el gran estadista salvador. O como cuando un alcalde hace la embarrada de ordenar no pagar unos peajes que el mismo validó y prorrogó y logra que la gente proteste pidiendo no más peajes, para luego de formado el bochinche, salir a hacer arreglos piratas para resolver el problema y aparecer como salvador. Son estrategias caza bobos, que casi siempre son aplaudidas por el grupo de seguidores que el gobernante desastroso utiliza, para sus fines populistas y de evasión de sus responsabilidades.
Es muy común en estos personajes funestos, hacer a cada instante videos de autocomplacencia, para pedir aplausos y reconocimiento al grupo de bobazos que lo sigue a todos lados, y donde aparece como el gran solucionador de la gran embarrada que el mismo cometió y que en medio de su desorden mental cree que ya a todos se nos olvidó.
Reflexionando con el gurú y politólogo, Noam Chomsky: No escuchar principios básicos de buen gobierno. Consolidar el esquema de nosotros los buenos y ellos los malandrines. Gobernar con fiigurones de segundo nivel para acallar el debate interno, silenciando la argumentación y la deliberación. No escuchar al ambiente externo porque se lo imagina lleno de gente mala e ignorante. No aceptar que hay un conocimento creativo y productivo. He ahí las causas de los errores de los gobernantes desastrosos.
Como dijera Albert Camus: en política, son los medios los que justifican el fin.
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