Si no estoy mal, con esta del
concejo, es la enésima vez que se convoca a un debate, para analizar las
causas, las razones, o las circunstancias, de tanta inseguridad en Cartagena. Ciudad
única en Colombia, cuyos habitantes llevamos
más de 10 años de estar
siendo ordeñados, en el recibo del
teléfono, con el famoso impuesto de Distriseguridad, impuesto por demás ilegal
y que ha alcanzado para comprar tantas motos y tantas patrullas, que ya es casi imposible
movilizarse, sin que se nos atraviesen, en franca competencia con zapaticos y
mototaxis.
En mi época de líder cívico
acostumbraba asistir a estos debates,
pero mi talante de Caribe frentero e irreverente, casi siempre me granjearon la
antipatía de los Coroneles andinos, acostumbrados a la solemnidad, la subordinación del
civil al militar y el respeto por la enrevesada simbología castrense. Casi
nunca me dieron chance de expresar mis ideas y salía de las reuniones, como
perro regañado.
Ya en
la era de los Generales, una vez me arriesgué y aproveché a uno que tenía cara
de “buena papa” y les canté lo que pensaba: Que yo creía que la seguridad
moderna se enfrentaba más con inteligencia que con recursos físicos. Que
en mi concepto los CAIS eran un sistema reactivo, en donde la policía estaba
quieta esperando que el crimen ocurriera. Que en los esquemas exitosos, es el
patrullaje proactivo, bien tecnificado y por los sitios claves, quien se
anticipa al delito. Que el peregrino expediente de poner conos y pedir
documentos era ineficaz, sobre todo con la llegada de los celulares y teléfonos
inteligentes y que suspender el porte de armas a los ciudadanos de bien y dejar
a los delincuentes armados, era contraproducente, en la situación que vivíamos.
Fue la última vez que me invitaron.
La
policía está convencida a ultranza, que sus métodos son infalibles, que los
civiles nada sabemos de estrategia militar, que todo se resuelve con más efectivos,
más equipos y más retenes y, si hay algo que les molesta, es que los
contradigan o que, siquiera, se les insinúe que las cosas no van bien y que se
pueden mejorar. La policía nunca admitirá que hay inseguridad, que algo anda
mal, y casi siempre, los ciudadanos que nos arriesgamos a cuestionar sus
métodos, correremos el riesgo de ser ridiculizados y calificados públicamente
de poco colaboradores, ignorantes y alarmistas. Sin embargo, por mucho que
disfracen la realidad de la ciudad con tablas, cuadros, estadísticas y cifras, lo cierto es que la gente esta preocupada,
asustada y cada vez más segura de que el
tema no es de más agentes, más motos, más patrullas y más retenes.
Hace unos años un Comandante
Coronel, fue acusado públicamente de pasárselas en reuniones sociales y
cocteles. No se sabe si por eso, o por ineficaz, pero fue cambiado y, aunque la situación
nunca ha mejorado, lo cierto es que nuestra Policía sigue muy aficionada a las actividades que dan
protagonismo y les permiten mostrarse, ya sea ante los medios o ante
personajes. Las venidas del Presidente los enloquecen. Son los mayores
colaboradores en la organización de eventos, especialmente si de instalar
barandas se trata. Les encantan los patrullajes en las zonas turísticas y en
las actividades que tienen cubrimiento de los medios nacionales, tipo Hay
Festival, Festival de Cine o Festival de Música. Pero, por encima de todo, están las labores que mas los entusiasman: pedirles documentos a los conductores de
vehículos particulares, sobre todo si son personas mayores y mujeres y, la mas
productiva de todas, cuidar el pico y
placa.
No se trata de que haya más o menos
homicidios o más o menos hurtos. Se trata de que la ciudadanía sigue asustada y
que el ambiente que se respira es de inseguridad e intranquilidad. Razón tiene
la gente para exigir resultados, sobre todo cuando somos la ciudad en Colombia,
con mayor proporción de agentes de Policía por cada habitante. Un ex Alcalde de
Barranquilla, desesperado por tanta inseguridad, enloqueció y armó un escándalo
monumental, que sacó de la comodidad de su despacho al Director General de la
Policía y lo hizo viajar a medianoche, para
atender las demandas del sublevado Alcalde. Valdría la pena investigar los
resultados de este novedoso invento del burgomaestre barranquillero, para definir su posible
aplicación en la heroica. ¿No le parece Concejal Betancourt ?
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