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jueves, 13 de junio de 2013

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Si no estoy mal, con esta del concejo,  es la enésima vez que  se convoca a un debate, para analizar las causas, las razones, o las circunstancias, de tanta inseguridad en Cartagena. Ciudad única en Colombia, cuyos habitantes llevamos   más de 10 años de estar siendo   ordeñados, en el recibo del teléfono, con el famoso impuesto de Distriseguridad, impuesto por demás ilegal y que ha alcanzado para comprar tantas motos y tantas patrullas, que ya es   casi imposible movilizarse, sin que se nos atraviesen, en franca competencia con zapaticos y mototaxis.

En mi época de líder cívico acostumbraba  asistir a estos debates, pero mi talante de Caribe frentero e irreverente, casi siempre me granjearon la antipatía de los Coroneles andinos, acostumbrados a la solemnidad, la subordinación del civil al militar y el respeto por la enrevesada simbología castrense. Casi nunca me dieron chance de expresar mis ideas y salía de las reuniones, como perro regañado.

Ya en la era de los Generales, una vez me arriesgué y aproveché a uno que tenía cara de “buena papa” y les canté lo que pensaba: Que yo creía que la seguridad moderna se enfrentaba  más con inteligencia que con recursos físicos. Que en mi concepto los CAIS eran un sistema reactivo, en donde la policía estaba quieta esperando que el crimen ocurriera. Que en los esquemas exitosos, es el patrullaje proactivo, bien tecnificado y por los sitios claves, quien se anticipa al delito. Que el peregrino expediente de poner conos y pedir documentos era ineficaz, sobre todo con la llegada de los celulares y teléfonos inteligentes y que suspender el porte de armas a los ciudadanos de bien y dejar a los delincuentes armados, era contraproducente, en la situación que vivíamos. Fue la última vez que me invitaron.

La policía está convencida a ultranza, que sus métodos son infalibles, que los civiles nada sabemos de estrategia militar, que todo se resuelve con más efectivos, más equipos y más retenes y, si hay algo que les molesta, es que los contradigan o que, siquiera, se les insinúe que las cosas no van bien y que se pueden mejorar. La policía nunca admitirá que hay inseguridad, que algo anda mal, y casi siempre, los ciudadanos que nos arriesgamos a cuestionar sus métodos, correremos el riesgo de ser ridiculizados y calificados públicamente de poco colaboradores, ignorantes y alarmistas. Sin embargo, por mucho que disfracen la realidad de la ciudad con tablas, cuadros, estadísticas y cifras,  lo cierto es que la gente esta preocupada, asustada y cada vez más segura de  que el tema no es de más agentes, más motos, más patrullas y más retenes.

Hace unos años un Comandante Coronel, fue acusado públicamente de pasárselas en reuniones sociales y cocteles. No se sabe si por eso, o por ineficaz,  pero fue cambiado y, aunque la situación nunca ha mejorado, lo cierto es que nuestra Policía sigue muy  aficionada a las actividades que dan protagonismo y les permiten mostrarse, ya sea ante los medios o ante personajes. Las venidas del Presidente los enloquecen. Son los mayores colaboradores en la organización de eventos, especialmente si de instalar barandas se trata. Les encantan los patrullajes en las zonas turísticas y en las actividades que tienen cubrimiento de los medios nacionales, tipo Hay Festival, Festival de Cine o Festival de Música. Pero, por encima de todo, están las labores que mas los entusiasman: pedirles documentos a los conductores de vehículos particulares, sobre todo si son personas mayores y mujeres y, la mas productiva de todas,  cuidar el pico y placa.

No se trata de que haya más o menos homicidios o más o menos hurtos. Se trata de que la ciudadanía sigue asustada y que el ambiente que se respira es de inseguridad e intranquilidad. Razón tiene la gente para exigir resultados, sobre todo cuando somos la ciudad en Colombia, con mayor proporción de agentes de Policía por cada habitante. Un ex Alcalde de Barranquilla, desesperado por tanta inseguridad, enloqueció y armó un escándalo monumental, que sacó de la comodidad de su despacho al Director General de la Policía y lo hizo  viajar a medianoche, para atender las demandas del sublevado Alcalde. Valdría la pena investigar los resultados de este novedoso invento del burgomaestre  barranquillero, para definir su posible aplicación en la heroica. ¿No le parece Concejal Betancourt ?

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