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jueves, 27 de junio de 2013

Entre alegrías y frustraciones ...


Somos un país de  frustraciones y optimismos exagerados. Casi siempre esperamos más de nuestros representantes y a la final nos estrellamos contra la cruda realidad: no somos tan buenos como creíamos o como nos habían hecho creer y tenemos que conformarnos con discretos desempeños y, sobre todo, con las extravagantes explicaciones con las que nos justificamos. “Nos la tienen montada, o nos faltó el centavo para el peso, o nos hicieron la patuleca”.

Creo que no me equivoco cuando sostengo que la campeona mundial de las frustraciones es la actriz y modelo Sofía Vergara. A pesar de sus formas y éxitos rotundos, su permanente vigencia en los medios y las infaltables nominaciones a cuanto premio de televisión existe, cada año tenemos que conformarnos con el premio de consolación del mejor vestido o que es la mejor pagada o las menciones que de ella hace la revista Forbes. Pero de los Emmy o los Golden Globe nada. Otro tanto nos ocurre con las participantes al reinado universal de la belleza. A pesar de que nuestra candidata, siempre figura como favorita, a la larga es eliminada y ya llevamos la pendejadita de 55 años, esperando que nuestro favoritismo se consolide con la anhelada corona.

Somos tan exagerados en nuestro optimismo, que cuando Alejandro Falla le gana al numero 230 del ranking de la ATP, inmediatamente lo damos de favorito para ganar Wimbledon. Igual nos ocurrió por allá por el año 1994 cuando la selección Colombia de Futbol, ya era la segura ganadora de la Copa Mundo y rápidamente nos devolvieron con el rabo entre las piernas y una sarta de justificaciones, que iban desde la existencia de una rosca paisa, comandada por el “Bolillo” Gómez y su hermano, el inefable “Barrabas”, hasta una conspiración de las mafias de apostadores internacionales, que no estaban dispuestas a permitir que nuestra exitosa  selección, les arruinara su jugoso negocio.

Claro que cuando nos suena  la flauta, sobre todo con algunos  buenos deportistas y otros excelentes artistas, enloquecemos de felicidad, festejamos a rabiar y terminamos enredados en parrandas desmesuradas, adornadas con peloteras, “navajinas” y balaceras, situación que llevó a afirmar al gran colombiano García Márquez que: “Un éxito resonante o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo”.  Eso si,  a pesar de todo, en medio de nuestras incontinencias temperamentales, una cosa  es bien cierta: en esos episodios excepcionales, somos un país unido, festejamos juntos y sufrimos juntos. O al menos eso creíamos.

Lo que menos nos imaginábamos optimistas y frustrados, era que la escogencia de un colombiano o un Gran colombiano, en un programa, medio misterioso, medio manipulado y medio pirata, fuera a causar una conmoción nacional y una división de opiniones, apenas comparable con la salida de Martín del Desafío o la eliminación de Oscar de Protagonistas de nuestra Tele. Mientras una parte del país se extasiaba con la noticia, la otra parte se horrorizaba. No podíamos creer, que el mismo a quien más de cien organizaciones de todo el mundo, pidieron que no se le otorgara el premio “La puerta del Recuerdo”, declarándolo persona no grata, hubiese sido elegido como el gran colombiano, honor solo reservado a personajes que a través de su vida, sus actuaciones y  su capacidad de forjar  valores, hubiera contribuido con el engrandecimiento de su país . A nadie se le podía ocurrir que un politiquero mal hablado, indiciado en expedientes de cortes internacionales y patrocinador de una cuadrilla de burócratas, complicados en uno de los más grandes procesos de corrupción de que se tenga noticia en la región, pudiera ser nuestro representante histórico. Bueno a algunos les gustó.

Pero no hay motivos para tanta discusión. El hecho de que lo hayan designado como el Gran Colombiano, no lo hace mejor. El seguirá siendo el mismo viejito malcriado, cascarrabias y mal encarado. Seguirá siendo el mismo guerrerista, el de la seguridad democrática a ultranza, enemigo de la paz, el de los falsos positivos y las chuzadas del DAS. Seguirá apoyando a sus amigos, más allá de los designios del poder judicial y ayudará  a los fugitivos a esquivar el brazo largo del gobierno. No, las glorias inmerecidas de un programa de farándula, nunca lograrán lavar su catadura atrabiliaria  y acallar los ecos de su régimen despótico. El seguirá siendo el mismo que como se descuide, “le da en la cara marica”.

9 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Creo que el dignostico acertado, pero que solucion pla<ntea el señor Diaz,,,,

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    2. Rodolfo Díaz Wright14 de enero de 2014, 10:13

      La formación de la opinión pública por parte de los medios debe ser equilibrada. hay que darles a los medios su verdadero sentido social, despolitizarlos y sobre todo independizarlos de los grupos económicos manipuladores.

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  2. Compatriotas que aún no despiertan a la realidad, muy pronto se quedarán solos. ¿Quién les autorizó a distorsionar la realidad y a herir a los demás?*... los COLOMBIANOS MERECEMOS Y EXIGIMOS RESPETO!

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  3. al principio bueno,chevere la realidad de tus comentarios, aunque se le nota el odio a Uribe, eso no hace mejor todo el texto ......

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  4. Del carajo compadre.......

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  5. El 85 % de los colombianos eligio a este malandrin como su presidente. todo el pueblo es complice de ese delito al hacer uso de esa obligada falsa democracia... que culpa tiene la estaca si el sapo salta y se ensarta.. que culpa se le endilga al malandrin si somos complices y duenños de nuestro mismo folclor

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  6. EL COMENTARIO ES MUY ACERTADO,POR LA REALIDAD QUE VIVIMOS EN ESTE PAÍS ENVUELTO EN UNA FARSA ,QUE LOS DISTINTOS MEDIOS DE COMUNICACIONES NOS TRASMITEN,BUSCANDO LA IMPUNIDAD DE LOS MAS PUDIENTES QUE SE AMPARAN EN TRAFICO DE INFLUENCIA ,PODER ECONÓMICO Y LA INVESTIDURA POLITIQUERÍA QUE LOS PROTEGE.FUERON OCHO AÑOS DE UNA PRESIDENCIA FUNESTA.AHORA ESTAMOS RECOGIENDO SUS FRUTOS.

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  7. Este articulo perderá vigencia solo cuando el colombiano del comun deje de pensar de acuerdo a RCN CARACOL EL TIEMPO y EL ESPECTADOR... ellos hacen odiar o amar . prostituyendo la informacion en favor del mas influyente de los pagos.

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