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domingo, 4 de julio de 2021

FUTURO INCIERTO

Sin pena ni gloria comienza a desaparecer nuestro pintoresco alcalde, del escenario público de la ciudad. Del otrora controversial, locuaz y camorrero personaje, ya casi nada queda y, si acaso, se menciona algo de sus actividades, es por los comentarios que surgen después de cada uno de los extraños y continuos movimientos, que se dan al interior del gabinete.

 

Unos dicen que, después que se informara que había sido diagnosticado de Covid, el hombre prácticamente despareció y, de casualidad, se le vio una vez cuando, por pura costumbre y compromiso, salió a despotricar contra sus antiguos nuevos mejores amigos, los concejales, a raíz de la moción de censura impuesta a su ex secretario de participación, debido a su falta de ejecución en temas cruciales y sensibles, para un importante grupo ciudadano.

 

Otros aseguran que ya el tractor desvencijado y desinflado, comenzó a notar el hastío del poder, el frío de la soledad y el temor al futuro incierto. Ya el optimismo desinformado de los primeros días, en los que los disparates eran ocurrencias graciosas, festejadas por una corte de aduladores expectantes e ilusionados, ante el inminente reparto de migajas, desapareció. Los antiguos compañeros de su travesura otoñal, son ahora sus nuevos enemigos y, la realidad abrumadora y espesa de la “monda” de problemas de la ciudad sin resolver y de la gente mamada de haber sido nuevamente engañada, han comenzado a pasar cuenta de cobro. Señalado como metemonos y embaucador, parece que al pichón de mesías se le mojaron las alas.

 

Los cartageneros como siempre conformistas, acomodadizos y cultores de un “leseferismo” a ultranza, han caído en la desidia, la incuria y el aburrimiento. Una especie de patria boba del meimportaunculismo, en donde se perdió toda capacidad de asombro y donde puede pasar lo que quiera, siempre y cuando a “mi no me afecte”. Ya a nadie le importan medidas para prevenir y controlar el Covid. Ya nadie se acuerda de los desastres de los Peajes y Transcaribe, que en su momento causaron indignación y pronunciamientos altisonantes. Ya a nadie le interesa si vacunan o no, si el gobierno hace o no hace, cumple o no cumple, se va o se queda. El desencanto es total y mi amiga C.A. con mucho ingenio acuñó un nuevo término para esta situación: el valeverguismo.

 

El invierno, enemigo eterno de los cartageneros, apenas se inicia y ya se une al grupo de los problemas sin solución.  Año tras año viene como quien no quiere la cosa y nos inunda, nos bloquea, nos llena de charcos, barro y mosquitos, nos quita la luz y la tranquilidad y luego se marcha orondo con los vientos de diciembre cargados de polvo, arena y esperanzas. Mientras tanto, la muerte, que cada vez se vuelve más confianzuda, se lleva el 50% de todo aquel que entre a una unidad de cuidados intensivos, convirtiendo a los amigos en cifras, en un que crezca la pila desenfrenado, que si acaso nos perturba cuando se acerca peligrosamente y se lleva al familiar que hace algún tiempo no veíamos, o al amigo con quien estudiamos o quizá al compañero de trabajo que “apenas hace dos días se veía tan bien”. Pilas con la ganchuda: dicen los perrateadores de siempre.


La resiliencia pasiva, que es aquella que practicamos los cartageneros, es la que nos hace expertos en aguantarnos cualquier brinco, en soportar toda clase de despropósitos, y atropellos y en creer cualquier vaina que nos digan, sin decir, ni hacer nada. Es la que nos hace ser chéveres y quedarnos tranquilos, con nuestro caldero de chicharrones, mientras la ciudad se viene a pique, nuestros gobernantes se desgastan en disputas de perdularios y nuestros dirigentes se solazan en elucubraciones chiripitiflaúticas de 140 letras, Webinars insulsos y mesas de trabajo sin fundamento, que ni quitan ni ponen, en el escenario apocalíptico que entre todos estamos construyendo.

 

Por el resto del país la cosa no es diferente: el aburrimiento, el cansancio y los más de 100000 muertos de covid, poco a poco acaban con los últimos focos de resistencia, mientras que, tras las cortinas de humo negro y denso, se aprovecha la oscuridad de la noche para que se aprieten las últimas tuercas y se nieguen los últimos derechos, en un congreso pusilánime y sumiso. Como dice el maestro que decía El General: ¿como carajos vamos a salir de este laberinto?

 

Al igual que el alcalde y, casi sin darnos cuenta, nos estamos quedando solos. Sin gobierno, sin amigos, sin derechos y sin esperanzas. La Madre Teresa decía que: “La soledad y el sentimiento de no ser querido es la mayor de las pobrezas”. Mientras que Arturo el  Loco, a quien  ya muy pocos recuerdan, era más frivolo cuando afirmaba que: “ Incluso la compañía de los locos era mejor que estar solo”.

 

P.D. Colombia es hoy el tercer país del mundo en muertes diarias ocasionadas por el COVID-19, coinciden estas alarmantes cifras, con la casi total supresión de restricciones y la vuelta obligada a la presencialidad. 


Cartagena, julio4 de 2021


 

 

 

lunes, 10 de mayo de 2021

MESAS Y MÁS MESAS

El portafolios de problemas de la ciudad crece exponencialmente, sin que por el momento se vislumbren las acciones, las estrategias o los planes, a través de los cuales, las instituciones correspondientes se dedicarán a estructurar los mínimos elementos, tendientes a su solución. 

 

Sabemos que no son situaciones coyunturales, y, con excepción de la pandemia que sorprendió al mundo, todas vienen siendo manoseadas desde hace muchos años, por cuanto candidato, experto, líder o agremiado, tenga la ocasión de hacer un pronunciamiento, una exposición o una propuesta de campaña. Si hay algo que nos fascine, es hacer foros, conversatorios y, por supuesto, mesas de trabajo, sobre cuanto tema se nos ocurra, pero especialmente sobre los problemas de Cartagena. La escasez estructural de carpinteros en la ciudad, creo que radica en el hecho incuestionable, de que todos se encuentran ocupados haciendo de cuanta mesa se programa para cualquier tema de moda. 

 

Antiguamente, no había tanto foro, ni tanta mesa. Teníamos reuniones comunes y silvestres, a las que iban quienes conocían el tema y tenían soluciones y, al final, salía un plan de trabajo con compromisos, responsables y fechas para resolver los problemas. Con el tiempo se fueron perrateando, burocratizando y se puso de moda decir que: “de toda reunión que se respete, sale otra reunión y un viaje”.

 

Las reuniones pasaron a ser cosa de poca monta, solo para temas parroquiales y de barrio y, las mesas se convirtieron en el artificio preferido de los encantadores de bobos de la administración, de los demagogos de las redes y de los líderes de agenda, amarrada con un cauchito, bajo el brazo. Se Convirtió en palabra mágica con que se resuelve todo y vocablo preferido para justificar cuando se cuestiona y no se ha hecho nada. “Ya convocamos una mesa para socializar con la comunidad y definir una ruta.” Respuesta típica, ante la inactividad en problemas de barrios. Hoy, hay mesa de todo y para todo, aunque las que más me siguen gustando, son las mesas de fritos.

 

Así que podemos estar tranquilos, porque los grandes y antiguos problemas de Cartagena, se encuentran bajo la égida de especiales e innumerables mesas de trabajo, en las que, no tenemos ni idea, del estado, y posibles soluciones de los incontables chicharrones, propios o heredados, eso que importa, chicharrón es chicharrón, sin importar de que puerco venga. De las mesas para los proyectos de protección costera, drenajes pluviales, quinta avenida de manga, vía perimetral, hospitales y puestos de salud, escuelas y vías, ya nadie se acuerda. Ha pasado tanto tiempo que, para los viejos, ya estos son recuerdos de juventud y para los jóvenes, recuerdos de infancia. Todos los sucesivos alcaldes, malandrines o buche y plumas, han embaucado a la gente, con el artificio de la instalación de la mesa de trabajo y pare de contar.

 

Problemas mucho más recientes, como quien dice que están frescos, también gozan del privilegio de una buena mesa: tengo entendido que, para el despelote creado por el alcalde, en el tema de los peajes, hay varias mesas de todos los estilos, aunque parece que pasa el tiempo y ni fu ni fa. Asimismo, para el manejo de los problemas surgidos a raíz de la pandemia, se creó una mesa de salud con muchos puestos y sillas, a la que lamentablemente, poco caso le hacen pues, las decisiones tomadas para su control son cada vez peores y los avances y consecuencias de la plaga, se muestran cada vez mas complicados y casi no hay día, en que no tengamos que lamentar otra muerte de un ser querido.

 

La mesa más apreciada por los cartageneros es, obviamente, la mesa de Transcaribe. En esta mesa parece que hay sentados algunos abogados cachacos bastante costosos y se habla es de billete y de contratos, temas estructurales y de mucho interés en el país. Una de sus soluciones, la de poner el transporte gratuito, produce tales aglomeraciones, que de esta mesa salen los principales problemas para la mesa de salud. 

 

Las mesas, más allá de que haya algunas que funcionen en otras latitudes, son, en nuestro medio, una buena forma de la administración de mamarle gallo a la solución de los grandes problemas de la ciudad: dan la impresión de que se está trabajando, mantienen a la gente engañada, creyendo que están participando en la solución de sus problemas, y sirven de respuesta y justificación cuando se piden soluciones. Ya hay quien dice jocosamente que de toda mesa que se respete, sale otra mesa y un viaje. Viaje al que, obviamente, va el buche y pluma de turno.

 

P.D.  Triste, dolorosa y lamentable, la absurda desaparición de nuestro hermano, amigo y compañero de luchas, Hernando Padauí Alvárez. Compartimos en familia importantes momentos y mis hijos fueron sus camaradas, en su largo periplo por el sur del continente.


MAYO 10 DE 2021

viernes, 2 de abril de 2021

DEMOCRACIA INTELIGENTE

Dicen que la firma que hizo la última encuesta de alcaldes, cuando fue a tomar la información de Cartagena, ubicó a sus expertos en los peajes de Ceballos y Manga y en las estaciones de Transcaribe, todos, en este momento, sin talanqueras ni torniquetes de pago, por orden, obviamente, del alcalde quien cobra esta gracia con una muy buena y populista favorabilidad.

 

Es la única explicación plausible, para que la aceptación de un mandatario suba por el ascensor, mientras su gestión, su imagen y su respaldo popular, caen en picada, lanzados desde las ventanas del desastre, cada vez más grande, que atraviesa la ciudad.  Respetamos la información suministrada por la firma encuestadora, que en esta ocasión deberá soportar las risitas burlonas de la ciudadanía, ante tremendo descalabro. No es la primera vez que una firma encuestadora nacional “pela la bola” en forma estrepitosa, sin olvidar lo que decía el genio de la política Winston Churchill: “Solo creo en las encuestas que yo mismo manipulo”.

 

Pero, en fin, estos son los gajes de la Democracia, de quienes algunos se han atrevido a decir, que es el menos malo de todos los sistemas de gobierno, ya que goza de un entramado sistémico de instituciones, normas, reglamentos y procedimientos, que la dotan de inteligencia y que, en definitiva, permiten que, en un sistema democrático, cualquiera pueda ser elegido alcalde o presidente. Les juro que, a estas alturas del partido, ya me lo estoy creyendo.

 

Pero es cierto. Nuestro sistema democrático electoral permite que cualquiera, con la estrategia adecuada y los métodos precisos, logre que la gente lo elija, aun sin cumplir con unos requisitos mínimos de preparación, sin presentar una propuesta concreta y sin tener ni idea de la “vaca loca” en que se está metiendo. Cartagena es un ejemplo emblemático y, cuando nos rasgamos las vestiduras, después de cada fracaso, echándole la culpa a los mismos de siempre, la verdad es que casi nunca admitimos que somos nosotros los electores, y de pronto nuestra democracia, los únicos responsables de la mala elección. 

 

Los investigadores británicos Geyer y Rihani, sostienen que los 200 años de democracia que hemos transitado, han generado una red de experiencias que han decantado en procesos, reglas y estructuras de tipo constitucional, que le proporcionan un alto grado de inteligencia, que no depende de las personas, sino del conjunto de elementos que conforman el sistema. De esta forma el sistema democrático es independiente de las personas concretas que actúan, e incluso de quienes lo dirigen y también resistente frente a los fallos de los actores individuales. La democracia debe ser entendida entonces como algo que funciona con el votante y el político promedio y que solo sobrevivirá si su propia inteligencia compensa la mediocridad de los actores. Sostienen los investigadores que esto explica el que cualquiera pueda ser elegido dentro de un sistema democrático y el que cualquiera, aun un chimpancé, pueda gobernar.

 

Hace algunos días leí una entrevista en la que un precandidato, con mucho tino, hacía uso de estos conceptos, para explicar las situaciones actuales: en su opinión, los principales problemas de Colombia y Cartagena, pueden ser explicados a través de esta teoría y consisten en la pérdida de inteligencia de nuestra democracia, debido a las grandes fallas estructurales de nuestras instituciones y los sistemas que la conforman.  Según el entrevistado, comenzando por la constitución, las leyes y el sistema judicial y continuando por congreso, los concejos municipales y los entes de control, todas nuestras instituciones han sido permeadas por la corrupción el clientelismo y, poco a poco, han perdido su carácter de sistemas inteligentes de regulación de la democracia, dejando a la deriva a los gobernantes mal elegidos y propiciando el estado de anomia y caos que vivimos.

 

El hecho de que permanentemente estemos tratando de tramitar reformas de todo tipo, a nuestras instituciones, en el congreso, y de que estas propuestas de cambio y mejoramiento siempre fracasen, es una clara indicación de que las instituciones de nuestra democracia perdieron su inteligencia, dejaron de realizar su función inteligente, ordenadora y controladora del sistema y de las debilidades de gobernantes mal elegidos y están permitiendo vías de hecho, desgobierno y caos. Para muestra un botón.

 

Este estado de cosas es lo que genera la necesidad de un elector mucho más juicioso, mucho más informado, ya que nuestra democracia débil, exige una selección más estructurada de verdaderos líderes innovadores. Nuestro proceso electoral no puede seguir siendo el “casting” que hemos venido realizando, para escoger al que haga el mejor reality.

 

Agatha Christie decía que: “muy pocos de nosotros somos lo que parecemos”.

 

 

domingo, 24 de enero de 2021

LOS MALOS EJEMPLOS

En una ocasión leí una historia de un caballero que llegaba al peaje y pagaba el valor correspondiente a su vehículo, más el del vehículo que venía detrás. Cuando fue interrogado sobre las razones de esta acción, el hombre manifestó que lo hacía para ver las reacciones de la gente, cuando recibía un regalo inesperado.

 

El tema corresponde al análisis de “la Ley del Dar”, incluida dentro de las 7 leyes espirituales del éxito de Deepak Chopra y estoy convencido que, fuera de este señor del ejemplo, a nadie más en el mundo le gusta pagar peajes, y mucho menos por duplicado. Esto deja claro un hecho incontrovertible y fuera de cualquier discusión: En Cartagena, con la sola excepción de quienes los cobran, nadie ha querido, ni querrá jamás los dichosos peajes. Ese no es el debate.

 

Recordaba anoche con mi amigo "el pacifista", el episodio ocurrido la noche del 9 de noviembre de 1989. Después del “Derribe este muro señor Gorbachov”, de Ronald Reagan en junio de 1987, se había permitido con muchas restricciones el paso de Alemania del este al oeste y esa noche, se anunciaban en rueda de prensa medidas al respecto. Un periodista italo-judio de apellido Ehrman, que llegó tarde, solo alcanzó a medio entender en el estropajoso alemán, que habría paso hacia el oeste. Cometió la locura de interrumpir para preguntar que desde cuando era el paso y el portavoz ario, enojado, lo miró y gritó: ¡¡a partir de este momento carajo!! El hombre todavía asustado salió y trasmitió la noticia que, en segundos, le dio la vuelta al mundo: desde esa noche se abría el paso por el muro de Berlín. La gente se lanzó sobre el muro y el resto ya lo sabemos.

 

No se si el  auto del Despacho del Contralor Delegado Intersectorial 11, de la Unidad de Investigaciones contra la Corrupción de la CGR, en el que se dispuso vincular, en calidad de presuntos responsables fiscales, a quienes tenían tal condición en la Concesión vial de Cartagena S. A., desde septiembre de 2017, estaba en alemán o quienes lo leyeron, solo miraron el pedacito en el que se mencionaba lo del presunto detrimento patrimonial y posible logro del TIR. Este tan solo era un auto de trámite para vincular a unos funcionarios al proceso, recaudar pruebas en cumplimiento del debido proceso y las garantías procesales y  seguir con las demás etapas del juicio fiscal. No era una sentencia definitiva, notificada y ejecutoriada, despues de los correspondientes recursos de ley. Tampoco  era una orden de finalización de la concesión.

 

Todos recordamos que hace tan solo 10 días, fue el propio alcalde quien llegó a un acuerdo con la concesión, para que esta continuara, sin cobrar aumento en la tarifa para este año. Como siempre el Alcalde salió a posar, alardear y a pedir aplausos a sus simpatizantes por tan contundente triunfo, aunque no faltó quien, con mucho sentido, le hiciera caer en la cuenta de que, en realidad, lo que había era dado su aquiescencia tácita, para prorrogar la concesión.  No se entiende entonces como, sin mediar orden alguna y sin finalizar el juicio fiscal iniciado en buena hora por un grupo de ciudadanos en 2017, sale a incitar a sus seguidores y a la ciudadanía, con una solicitud a todas luces populista y demagógica, de suspender el cobro del peaje, lo que viene generando una situación de caos y violencia, a todas luces ilegal y de tintes delictuales, asonadas que antes que poner fin al problema, están generando otros, de consecuencias impredecibles para el distrito y para la lucha que se venía dando para dar fin al cobro de peajes.

 

No se entiende como, la misma autoridad que no cumplió una orden de un Ministerio y otra de la Policía, para derribar un edificio situado en espacio público, alegando que no había orden judicial, ahora sin orden alguna dan por terminado un contrato, sobre el que hay un juicio fiscal en curso y que el mismo prorrogó apenas hace unos días. Más allá del deseo de todos los cartageneros de que los peajes acaben de una vez por todas, está la institucionalidad, la ponderación y el buen ejemplo de acatamiento de leyes y cumplimiento de los deberes ciudadanos, que debemos dar todos.

 

Flaco favor le hace a la ciudad, el grupo que, en forma plausible, venía realizando el proceso fiscal contra la concesión desde 2017, al dejarse manipular y convertir un proceso institucional legal y bien manejado, en una guachafita y un caos. El delito de asonada está tipificado en nuestro ordenamiento penal bajo el número 469 con penas hasta de 3 años.

 

Como dicen por ahí: “lo que hicieron con las manos, lo están borrando con el codo”.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

viernes, 22 de enero de 2021

EL ELOGIO DE LA TORPEZA

Recibí una llamada perentoria de mi EPS, en la que me decían que estaba en la lista y de inmediato me ilusioné con la idea de que habían llegado las vacunas y, debido a mis condiciones, sería uno de los primeros en recibirla.

 

Error fatal.  Como dice el internet, cuando la página no se encuentra: la llamada era para decirme que había llegado mi turno para hacerme la famosa y miedosa prueba, en la que le curucutean a uno la nariz con un hisopo y lo dejan estornudando por varios días. Con solo imaginarme la situación, me saltaron las lágrimas y fui a esconderme en mi rincón preferido, hasta que me pasara el susto.

 

La verdad es que en medio de la desproporcionada noticia, no me di cuenta que mi EPS, siempre proactiva y efectiva, había determinado realizar, con carácter de urgencia, pruebas a las personas en condición de riesgo y a adultos mayores, en consideración al desmadre que había vivido la ciudad, en los últimos días, a consecuencia de las medidas irresponsables e indolentes, que abrían la ciudad al mundo entero en pleno rebrote, para  que, una horda de mas de 60000 turistas, igualmente desorientados e irresponsables, vinieran a compartir alegre y desordenadamente con nosotros, los animalitos de caramelo, de las viejas y nuevas cepas del cosiámfiro  ese. 

 

No acababa de recuperarme, cuando recibí la información de la que es quizá, la mas absurda y estrafalaria de las medidas tomadas en esta piñata de decretos y cíclicos y reciclados: Ahora que ya se desocupó la ciudad, que gracias a Dios se fueron los turistas, ahora que el daño está hecho y nosotros pusimos los muertos, que se fueron en silencio, sin acompañamiento y sin flores, ahora si tocan las restricciones estúpidas e inútiles. No hace ni dos semanas que se dijo, después de “profundos y sesudos” estudios, que: “los que se mueren son los viejitos, debido a que los familiares salen y luego regresan a la casa a contagiarlos”. Pues, con la apertura de fin de año y ahora este regreso a casa, parece que se oficializa el procedimiento de contagio de los mayores.

 

Pero si por La Heroica llueve, en el resto del país no escampa. Realmente nos sorprende que un gobierno, que cada vez centraliza más y más, haya descentralizado, y de que manera, el control de la propagación y contención de una pandemia que, por el contrario, en otras latitudes viene siendo manejada desde las más altas esferas y con el mayor de los rigores. Nuestros gobernantes andinos, no solo no atendieron los clamores de la ciudadanía cartagenera, que rogaba que no abrieran la ciudad descontroladamente en la temporada de fin de año, sino que ellos mismos vinieron a solazarse en medio del despelote, a dar pantalla y a dejarse invitar de nuestra complaciente dirigencia. 

 

Por si fuera poco, mientras en el mundo entero ya se vacunan por millones contra el famoso bicho chino, los colombianos, gracias a la misteriosa y enredada gestión de nuestros sabios de tierra fría, nuevamente nos estamos ganando el triste último puesto de los malos estudiantes. Ya somos el último hasta en Suramérica y, no es que estamos esperando la vacuna, que está un poquito demorada. No señor: apenas estamos estudiando los complejos contratos, con su enrevesada tramitomanía de artículos e incisos, en los que sobresale el término confidencialidad, que no entendemos porque en ninguna otra parte afectó ni demoró. Tal parece que lo que estamos negociando es la fórmula y los planos de los herméticos equipos, con que Paracelso logró el sueño de José Arcadio, de convertir el plomo en oro y nó en muertos.

 

Quien no ha perdido tiempo es el grupo que lidera la revocatoria del alcalde de la heroica: no solo inscribió en la Registraduría la documentación para iniciar el proceso, sino que ya recibió aprobación y está a la espera de la citación a la audiencia. El proceso está en etapa de pedagogía y difusión y es evidente, la cada vez mayor comprensión por parte de la ciudadanía de la necesidad de revocatoria y la masiva vinculación de diferentes sectores al proceso.

 

A raíz del terrible manejo que nuestras autoridades le han dado al tema de los adultos mayores, recordé esta hermosa frase del juglar guajiro Rosendo Romero:

 

“Quiero robarle los minutos a las horas, pa' que mis padres nunca se me pongan viejos”.

 

P.D. Jugaron pelota fina los dueños de la concesión y el alcalde al no aumentar el peaje, a fin de prolongar la concesión ad-infinitum. Se creen muy vivos, o creen que los cartageneros somos pendejos. Ya verán.


https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright