Recuerdo que cuando jóvenes, que leíamos novelitas de vaqueros de Marcial La Fuente Estefanía, Silver Kane y Keiht Luger, nos encontrábamos con el interesante fenómeno de un bandido que, perseguido por un Sheriff o un Marshall, hacía grandes esfuerzos para cruzar la frontera de un estado y ponerse a salvo en otro, donde su perseguidor no tuviera jurisdicción o, peor aun, su actuación no fuera delito.
Tanto el Sheriff perseguidor, como nosotros, entusiastas lectores, sufríamos la frustración y el desencanto momentáneos por la salvada del asalta diligencias, quien, desde el otro lado de la frontera, detenía su caballo y hacía cabriolas de burlas al decepcionado perseguidor, al que solo le quedaba el recurso burocrático de intentar comunicarse con el sheriff del otro lado, a ver si de pronto lo ayudaba.
De acuerdo con los famosos escritores de estas historias, había estados y lugares, que eran verdaderos paraísos para los delincuentes, quienes vivían en ellos a sus anchas, alardeando de sus hazañas y sus riquezas, al amparo de gobiernos mamasantones que se hacían los pendejos para, de paso, aprovecharse de las ventajas que significaban estos personajes, gastando y convirtiendo sus estados en verdaderos polos de lujo y desarrollo.
Muy seguramente, ninguno de nosotros en esa época, teníamos ni la más mínima sospecha, que, en el futuro, esas trapisondas de bandoleros, vestidas con otros ropajes, otras denominaciones y con otros actores, más sofisticados y poderosos, tendrían lugar en otras latitudes. Nuestro único problema era el de conseguir los 20 centavos que valía, en nuestro puesto preferido en el parque del centenario, el alquiler de una novelita, sentarnos un rato al borde del estanque de las hicoteas a leer y luego emprender el regreso, sentados en la chiva de Torices Crespo, con la cabeza enterrada en los vericuetos y callecitas del Paso Texas o de algún “saloón” remoto de Wichita.
Las perrerías de los bandidazos de las novelitas, hoy se han modernizado y se conocen como “Papers”: Panamá Papers y Pandora Papers, ¿será que todos van con P? y, aunque esto ocurre casi 200 años después, el modus operandi es casi el mismo de los ladrones de diligencias de nuestras novelitas de vaqueros: se consiguen grandes cantidades de dinero en su país, algunas legales y otras ilegales y luego las sacas y las ocultas en estados, donde tu país no tiene jurisdicción y, por el contrario, el país receptor facilita el ocultamiento, mediante el sencillo expediente de garantizar secreto absoluto, sobre las cuentas y las empresas fantasmas que se inventan para hacer las jugadillas.
De acuerdo con las informaciones el negocio es redondo y se gana por punta y punta, como en la extinta Lotería de Bolívar, ya que no pagas impuestos en tu país, por los dineros legales y de paso, pones a salvo y lejos de toda sospecha, el dinero y bienes introducidos bajo la muy antigua modalidad de trasponer el matute. Parece que la cosa no es nueva ni desconocida y, si bien, permanentemente se habla de nuevas leyes e investigaciones en los países tumbados, lo cierto es que las pesquisas criminales a menudo se ven "obstaculizadas" porque las autoridades que investigan, no pueden saber quién es el dueño de las propiedades escondidas, de correndillas, en los llamados paraísos fiscales.
La vaina hubiese seguido funcionando a lo bien, de no haber sido por la nada despreciable mirada escrutadora de más de 600 periodistas en 117 países que han estado revisando los archivos de 14 fuentes y analizando los datos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) en Washington DC, que ha estado trabajando con más de 140 organizaciones de medios en una gran investigación mundial. El Reino Unido, estado que ha resultado bastante “pringado” en el escandalo destapado, ha puesto a trabajar el programa de investigación de la BBC Panorama y The Guardia, a fin de esclarecer los hechos que los comprometen.
De acuerdo con las informaciones disponibles de fuentes confiables, en la filtración que los investigadores han logrado de los Pandora Papers, se han podido revisar cerca de 12 millones de archivos, en los que se incluyen 6,4 millones de documentos, casi tres millones de imágenes, más de un millón de correos electrónicos y cerca de medio millón de hojas de cálculo. Los datos estudiados, señalan como responsables del tráfico, a algunas de las personas más poderosas del mundo, incluidos más de 330 políticos de 90 países, donde aparecen, por supuesto, algunos colombianos, que hacen la jugada que hacían los antiguos asaltantes del Oeste Americano, para esconder sus riquezas.
Asimismo, han informado los investigadores del Pandora Papers que, aunque es dificil establecerlo con seguridad, el dinero que se mueve a través de estos paraisos y mediante cuentas secretas y empresas fantasmas, está por los lados de entre US$5,6 billones y US$32 billones, billetico largo, como dice mi amigo Jorge, que siempre alcanza para comprar unos cien novillos de año y cuarto. Por lo pronto no tenemos por que desvelarnos, ya que los políticos y magnates colombianos involucrados en el negocio, han anunciado que están “tranquilos” porque no han hecho nada ilegal. Menos mal.
A lo mejor estamos asitiendo a otro show mediático, cortina de humo, del que pronto, solo quedarán comentarios, ya que según los analistas, los Pandora Papers muestran que "las personas que podrían poner fin al secreto en el extranjero, se están beneficiando de él. Así que no hay ningún incentivo para acabarlo"
No han faltado los ociosos que ya se inventaron el Cartagena Papers, que no es otra cosa que el trepa que sube y los movimientos raros que, poco a poco, se anuncian en la elección de mesa directiva del Concejo y en la elección de contralor. Vea pues.
P.D. Alguien sabe algo del alcalde? Va a regresar o se queda?
Cartagena, octubre 17 de 2021
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