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viernes, 1 de octubre de 2021

DESCONTROL E INSEGURIDAD

El tema de la inseguridad en la heroica se pone cada día mas teso y descarado y, lo peor, es que ya casi nadie le para bolas.  Comenzando, obviamente, por nuestra primera autoridad, siguiendo por su agente delegado o secretario del Interior y concluyendo, con los comandantes de las armas, para quienes parece que la vaina no fuera con ellos.

 

Creo que ya perdimos la capacidad de   asombro y de preocupación. Las noticias de asesinatos y atracos pasaron a hacer parte de nuestra cotidianidad y es muy fácil y hasta entretenido, hablar de cosas que les pasan a los otros, y que se piensa que a nosotros nunca nos van a ocurrir.

 

Ahora que la tecnología nos dio la posibilidad de conocer en tiempo real, prácticamente todo, nos pasamos recibiendo videos de todas partes de la ciudad, que registran, nítidamente, las actividades de los delincuentes, sus métodos, rutas de escape, formas de movilización y toda esa logística bandidesca. Parece que todos estuviéramos informados, menos nuestras autoridades y, obviamente, la policía, que casi nunca aparece, nunca da cuenta de las acciones que se toman y solo los vemos atrincherados en sus CAI´s, dedicados a la más tranquila y eficiente labor de poner unos conos anaranjados, pedir papeles, vigilar el Pico y Placa y el uso sistemático y extensivo del tapabocas.

 

Hace algún tiempo, por gestión directa de nuestros proactivos y comprometidos ediles, líderes cívicos y comunales, se logró que se expidiera una normatividad que restringía el uso del parrillero en varias zonas de la ciudad, en las que, después de un juicioso análisis, se concluyó que el uso de la motocicleta, como medio de transporte era innecesario, debido al buen cubrimiento del sistema Transcaribe. Todo marchó bien, mientras las autoridades respetaron la medida y la Policía ejerció los controles para hacerla cumplir. La nueva administración en su afán populista comenzó a desmontar esta buena práctica, hasta el punto de que, si hoy existe norma ya nadie la respeta, comenzado por quienes la deben hacer cumplir. Los resultados del desastre saltan a la vista, mientras que, las cifras oficiales, indican que somos un paraíso de tranquilidad.

 

No sabemos que más se necesitará, para que los encargados de cuidarnos en nuestra honra y bienes, según el mandato constitucional, se den cuenta que, en todo atraco, en todo sicariato y en todo hurto con violencia que se comete en la ciudad, están involucrados una moto y un parrillero. Ni hablar de las armas, las cuales por mandato oficial le fueron prohibidas a los ciudadanos, que las adquieren legalmente, como medio de defensa de su vida y la de su familia, y, en cambio se les dejaron ilegalmente a los delincuentes para que, a su antojo, atenten contra una ciudadanía indefensa y abandonada de las autoridades que juraron cuidarlas.

 

Una de las famosas ofertas de la puesta en marcha de Transcaribe, era la de reducir paulatinamente, y en la medida en que el nuevo sistema entrara a funcionar, los medios irregulares y piratas de transporte público que, poco a poco, se habían tomado la ciudad. Hoy, adicionalmente a los grandes problemas estructurales en cuanto a lo técnico y financiero de Transcaribe, continuamos con todos los sistemas ilegales de transporte público, elevados a su máxima potencia y, de ñapa, nos dejaron el problema de la inseguridad y la delincuencia, anejos al uso indiscriminado de la moto y el parrillero, no solo como medio de transporte, sino para otras actividades non sanctas.

 

No hay dudas sobre la crisis en que está metida la ciudad, ante el fracaso de su única opción de transporte público y el crecimiento desbordado de mecanismos ilegales e irregulares, que vienen a suplir las deficiencias del sistema oficial. Es evidente asimismo que los grandes problemas de movilización de la ciudad y el crecimiento exponencial de la inseguridad, están seriamente vinculados al uso descontrolado e indiscriminado de la moto, como medio sucedáneo de transporte. He aquí dos de los grandes problemas, para los que los futuros candidatos a la alcaldía de Cartagena, ya deberían estar estructurando propuestas serias, con soluciones de fondo.

 

Si bien es cierto que el problema de inseguridad, es un monstruo de muchas cabezas, incluyendo, como es evidente para todo el país, las deficiencias estructurales propias de los sistemas oficiales de mantenimiento y control del orden público,  en cuanto a corrupción interna, retraso tecnológico y de gerenciamiento de la seguridad y un  cada vez más alarmante rechazo ciudadano, debido a continuos y comprobados actos de violación de derechos humanos, también es cierto que, a la cabeza del problema encontramos elementos rutinarios y simples, cuyo manejo coordinado y eficaz, serían un efectivo plan de choque para la crisis actual: el control del transporte en motos y del parrillero y el abandonar la zona de confort del CAI, para dedicarse al patrullaje sistemático, inteligente y permanente de las zonas críticas de la ciudad, serían apenas una muestra de lo que está por hacerse. 

 

Vale en estos momentos la célebre sentencia del Abad Galiania: “La serenidad de los pueblos, la verdadera felicidad, que es algo muy diferente de la alegría, sólo se logra cuando  tiene paz en el presente y seguridad en el futuro. ”

 

P.D. Interesantes los nuevos estudios sobre hambre en la ciudad y contaminación en la bahía, pero acaso no sabemos eso hace 30 años? Cuantos estudios más se necesitarán para que comencemos a actuar?


Cartagena, octubre 1 de 2021

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