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domingo, 18 de julio de 2021

LA VISITA DEL PRESIDENTE

Antiguamente la llegada de un presidente de la República a la ciudad, era todo un acontecimiento. La información se conocía con varios meses de anticipación y, en los preparativos de la llegada y posterior visita, participaba toda la ciudadanía. 

 

Lógicamente, las autoridades locales, con el alcalde a la cabeza, eran los principales protagonistas, seguidos por las “inmondables” fuerzas militares, los funcionarios de nombramiento y elección, gremios, fuerzas vivas de la ciudad y, quizá lo mejor: los colegios públicos. La ciudad se arreglaba, los sitios por donde haría presencia el presidente se retocaban, se les daba una manito de pintura, se tapaban huecos, se cortaba el monte y, aunque eran arreglos superficiales y de última hora, al menos teníamos vergüenza y nos daba pena de que encontraran la ciudad vuelta un desastre.

 

Como olvidar las largas filas de niños, a lado y lado de la vía por donde pasaba el presidente, bien uniformados, bien controlados por sus maestros, con sus banderitas de Colombia hechas con papel de forrar barriletes, saludando al personaje, cuya venida era tan poco frecuente y, por lo tanto, tan esperada y festejada, que ese día prácticamente se convertía en un festivo inesperado, bien disfrutado y que no se olvidaría nunca.

 

El presidente llegaba temprano, enchaquetado y encorbatado, en avión comercial, acompañado de su esposa y una o dos personas más y era igualmente recibido por nuestro alcalde que también andaba siempre, enchaquetado y encorbatado. A su llegada se le rendían honores militares, la banda de la armada tocaba El Himno Nacional y otras marchas navales y, quizá lo más impresionante, se disparaban 21 cañonazos, que toda la ciudad escuchaba y contaba y que daban cuenta de la gran noticia: ¡El presidente estaba en la ciudad!

 

Luego, y siempre acompañado de nuestras autoridades, se dirigía, por entre la calle de honor  saludando a la ciudadanía, hacia los lugares previstos, donde sostenía reuniones, se informaba de la marcha de la ciudad y quizá lo mas esperado y que era la principal razón de la visita, soltaba la información sobre las obras que el Estado entregaría a la ciudad: Muy recordada la ocasión en que el  presidente vino a decirnos que nuestro Aeropuerto de Crespo, se convertiría en aeropuerto internacional, con capacidad para recibir aviones a reacción. 

 

Para quienes no vivieron en la época que antes evocaba, muy seguramente encontrarán que muchas cosas han cambiado, y quizá se preguntarán: ¿como fue que llegamos hasta el punto en que estamos hoy? Para comenzar, debemos aceptar que el presidente viene a Cartagena a cada rato, sin anuncio previo y, generalmente, por razones que no tienen nada que ver con la ciudad. Nos enteramos por los trancones que se generan, por el bloqueo de las vías cercanas al aeropuerto y a los sitios por donde pasará, por el enzorre de la policía y su instalación de vallas de prohibición del paso por todos lados y por el sobrevuelo de un helicóptero loco, a baja altura sobre la heroica.

 

A diferencia de antaño, la caravana presidencial de hoy avanza raudamente y en lugar de niños con banderitas, hay soldados con fusiles, y en lugar del pueblo saludando a su líder, hay tanquetas, camiones blindados y equipos de artillería pesada de guerra, trepados en los andenes y rotondas de la vía. El cortejo formado por más de 30 vehículos todos blindados, todos llenos de “gente de bien”, es custodiado desde el aire, por los mismos helicópteros locos, que llevan varios días dando vueltas por la ciudad. La cinematográfica llegada, llena de emoción a los invitados del presidente, quienes desde ya se regodean, ante la expectativa de las atenciones, a cuerpo de rey, que recibirán por parte de los costeños buena papa.

 

La solemnidad de otros tiempos, desapareció, incluyendo la presentación personal. En ocasiones, el presidente ni siquiera se encuentra con las autoridades distritales y, obviamente, no se entera de la situación de la población y, mucho menos, trae buenas noticias de realizaciones para la ciudad. Entendemos que los tiempos cambian y las condiciones de seguridad, urbanísticas y poblacionales de la región y el país han cambiado, lo que obliga a modificar las condiciones de las visitas. Entendemos los cambios en la forma de la visita, más no en el contenido. 

 

No nos preocupa la parafernalia de la visita, ni la felicidad de los acompañantes cacheteros. El presidente puede venir en bermudas, guayabera de flores y crocs. Lo que si nos asusta es que el presidente venga y no se de cuenta que la ciudad se cae a pedazos. Que no tenemos quien dirija esta vaina, que la inseguridad se disputa los muertos con el Covid. Que pase por las avenidas y calles destrozadas y no diga ni mu. Que no pida cuentas a la policía y al alcalde sobre el despelote de los amantes de los ventanales del centro histórico. Que no traiga ni una sola buena noticia, sobre como va a participar el Estado en la solución de tantos problemas estructurales que padecemos. Que el alcalde se desaparezca, justo el día de la llegada del man que nos puede ayudar.

 

Pero lo peor de lo peor, es que el presidente regrese a Bogotá y desde allá exprese con toda su sabiduría de primíparo contento, su gran conclusión: “EL ALCALDE DEBE LIDERAR LA CIUDAD”. Como quien dice: El agua moja.


Cartagena, julio 18 de 2021

 

1 comentario:

  1. Rodo... Buen apunte y pensar que la ciudad se harta De ser la cede ALTERNA de la capital de Colombia. Ya estamos cansados y mamados con las faltas de políticas serias que debe implementar el gobierno local y central,dónde no avanzamos y estamos en letargo anacrónico en lo que es llamado CIUDAD.

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