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domingo, 25 de julio de 2021

PROFESIÓN PELIGRO

Se me dio la ventolera de investigar sobre asesinatos presidenciales, ahora que el tema salió una vez más a la palestra y me pegué la enredada del siglo, ya que la lista no solamente es larga, sino que, es tan antiguo el temita, que se pierde de vista en la noche de los tiempos.

 

Hay algunos que se arriesgan a decir que el asunto de asesinar presidentes es tan viejo, como la humanidad misma y que, es imposible llevar estadísticas confiables, sobre todo, si aceptamos que, en los inicios, no solo era asesinado el mandatario, sino todo aquel que pudiera dar cuenta del hecho. Recordamos con horror la vieja costumbre de cortar la lengua a los posibles sapos o potenciales testigos de hechos aberrantes, ocurridos en oscuros pasajes y tenebrosos episodios, de nuestra remota historia.

 

Otra discusión, es la que, a la hora de hacer los registros, da cuenta de la calidad que tenía el mandatario y la forma en que perdió la vida: por ejemplo, hay quienes hacen diferencia entre si era Emperador, Rey, Káiser, Cesar o Zar o si, por el contrario, era presidente escogido popularmente, como creemos que son elegidos los actuales. Hay quienes también tienen en cuenta si el mandatario fue muerto en desarrollo de una guerra, o forzado a suicidarse, o “accidentalmente”, como también era frecuente. Eso si, se descartan de plano, en las estadísticas, los asesinatos de jefes tribales, quienes, no solo eran asesinados, sino que ese mismo día eran almorzados, en medio de cánticos de celebración, del sucesor beneficiado por el hecho.

 

Teniendo en cuenta los ya desaparecidos imperios y los Estados actuales, reyes y jefes de Estado y de Gobierno, y olvidándonos un poco de la convulsionada y larga historia imperial china, parece que el tristemente honorable campeón del magnicidio es el periodo imperial de Roma. Se cuenta que, en esa época, desde el año 27 A de C., hasta el 395, hubo menos emperadores fallecidos de causas naturales, que por causas violentas. De setenta emperadores que se enfrentaron al estresante cargo, 23 fueron asesinados y otros ocho masacrados de diversas formas. Tres fueron ejecutados, nueve cayeron en batallas, y cinco fueron obligados a suicidarse. Tan solo veinte se puede asegurar que murieron pacíficamente en sus camitas.

 

Mas arribita al norte de Europa, nos encontramos a los tranquilos y sosegados suecos y daneses, quienes con su nadadito de perro se llevaron en banda otros 11 mandatarios, entre los que se cuentan varios Ericks, otros tantos Gustavos y uno que otro Olof. Ni que decir de los españoletes, quienes, con su habladito untuoso y enredado, ya llevan bajo la abarca seis jefes de estado, entre los que obviamente aun se recuerda, disparado por los aires, al memorable Luis Carrero Blanco, uno de los últimos de la dictadura Franquista,  al parecer ejecutado por la ETA.

 

Por los lados de Asia y Africa, además de la casi desconocida lista de Chinos, Coreanos, Japoneses e Indochinos, hay que adicionar algunos Nicolases y Alejandros de Rusia, varios Gandhis, Rabín y Bhutto de la India y Pakistán, algunos Sadat  de Egipto y Faisal de Arabia Saudita y, en fin una verdadera e impresionante lista de mandatarios  asesinados en todo el planeta, que nos informa que,   durante buena parte de la historia de la humanidad, el mundo ha sido un lugar de violencia inusitada y que  la vida ha tenido un valor precario, incluso para los más poderosos.

 

Obviamente que voy a mencionar los 15 jefes de Estado asesinados en América, en tan solo los 250 años, que van desde el advenimiento de los primeros gobiernos en estas latitudes. Cuatro de Estados Unidos: Lincoln, Garfield, Mckinley y Kennedy, dos de Haití: Guillaume y Moïse, dos de República Dominicana:  Cáceres y Trujillo, Carranza en México, Sánchez Cerro en Perú, Villarroel en Bolivia, Delgado Chalbaud en Venezuela, Remón Cantera en Panamá, Somoza en Nicaragua, y Allende en Chile. Esta lista sería mucho más larga si no se hubiesen frustrado al menos otros 12 atentados comprobados, a otros mandatarios.

 

Como cosa rara, Colombia, que no se pierde la corrida de un catre, cuando de esos temas se trata, no aparece en la lista y, si acaso, se menciona ahora por la exportación de magnicidas a Haití o recordando algunos atentados reales y otros inventados, siendo el más mencionado, claro esta, La Conspiración Septembrina contra la vida de Simón Bolívar, cuando era presidente de la Gran Colombia, ocurrida en Bogotá el 25 de septiembre de 1828.

 

En cuanto a asesinatos, nuestro fuerte han sido los candidatos presidenciales y los líderes presidenciables,  de los que ya se cuenta más de media docena: Uribe Uribe, Gaitán, Galán, Pardo Leal, Pizarro, Jaramillo Ossa, Gomez Hurtado, deshonroso record que siempre se ha referenciado en los análisis de magnicidios, al considerarse que varios de los allí incluidos, iban a ser elegidos presidentes, con mucha seguridad.

 

Ahora que estamos en tiempos de campañas presidenciales, bien vale la pena repasar estos datos y compararlos con otras actividades más tranquilas. Hay quienes ya aseguran que la presidencia, es una profesión más peligrosa que conducir carros de formula 1, el buceo de profundidad o litigar en derecho penal.

 

P.D. Cuando un alcalde, después de dos años en el puesto, sale diciendo que los problemas de la ciudad, “son de vieja data”, póngale la firma que no ha hecho, ni va a hacer un carajo.

 

Cartagena, julio 25 de 2021

 

1 comentario:

  1. Buenos días, Rodó cordial saludo...como lo dices en tu columna eso es viejo que se "borra en la noche delos tiempos". Cartagena no se queda atrás con estos acontecimientos, conspiraciones, asesinatos contra presidentes,candidatos y líderes locales.te enumero algunos de ellos..el

    El sitio de cartagena 1885 con la posible conspiración de asesinar al BARBON Y PENSADOR DEL CABRERO, como se le decía jocosamente a RAFAEL NUÑEZ según la historia y los documentos lo dicen en manos de RICARDO GAITÁN OBESO,un militar y liberal radical de racamandaca!.. afortunadamente si no fuera por DOÑA SOLE.. su segunda esposa, no estuviera echando este cuento bien echado.
    Otro que se escapó de sus enemigos fué JORGE PIEDRAITA ADUEN quien era líder verdor ciudadano y candidato a la alcaldía de la heroica.

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