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lunes, 14 de junio de 2021

REQUIEM POR EL PARQUE

Parece que el péndulo del Parque Espíritu del Manglar, vuelve a su lado más oscuro. Hay noticias de muy mal presagio, que señalan que, desde que fue regresado su manejo al Distrito de Cartagena, se encuentra cerrado, abandonado y en estado crítico. Se dice que el icopor, las ratas y los malandros, que son primos hermanos de los malandrines, ya acechan nuestro querido y emblemático refugio ecológico, familiar, cultural y social.

 

Ese pedazo de tierra, ubicado en uno de los sectores mas codiciados y costosos del mundo y que milagrosamente escapó de la voracidad de los amigos de rellenar, cercar y urbanizar, no ha tenido a través de su historia, un desarrollo completamente pacífico y auspicioso y, si bien es cierto, en épocas ha gozado del cariño y cuidado de muy buenos mecenas, en otras, ha sido menospreciado, maltratado y quien sabe con que oscuros fines, abandonado a su suerte.

 

Construido a comienzos de siglo, fue finalmente dado al servicio en 2003, con dos objetivos ambientales fundamentales: servir como pulmón renovador del oxígeno para el Centro de la ciudad y usarse como zona de amortiguamiento de las escorrientías de los barrios Nariño y Torices, para así regular las aguas del caño Juan Angola. Pretendía además valorizar la presencia del manglar como filtro biológico y  servir de habitat a la gran la variedad de fauna nativa de garzas, pericos, perezosos, mapaches y culebras boas, lo que daría mayor encanto al lugar, en su utilización final como parque y sitio de esparcimiento de propios y visitantes.

 

Pero la emoción duró poco: Ya en 2004, era abandonado el parque por la administración distrital de turno, después de que fuera vandalizado  e incendiadas algunas de sus instalaciones, en una refriega entre policía y manifestantes, quienes perseguidos por un grupo de rabiosos efectivos del  SMAD, terminaron refugíandose en el. Estos hechos unidos a la poca voluntad del alcalde, para asumir el manejo de unas obras, realizadas por su antecesor y contrincante político, llevaron al Espíritu del manglar a una de sus más largas etapas de desamparo y descuido. 

 

Este largo período de abandono culminó en 2012, cuando un grupo de aproximadamente 45 jóvenes entre 18 y 35 años, pertenecientes al grupo ambientalista Rainbow, provenientes de 17 países, estuvieron acampando en el parque y realizaron labores de limpieza, lo que coadyuvó a que , mediante comodato, fuera asumido por la Gobernación de Bolívar a cargo de Juan Carlos Gossaín, quien adicionalmente apádrinó otros parques importantes de la ciudad y, con una inversión cercana a los 4500 millones de pesos, lo restauró construyendo islas, paseos e instalando estatuas de personajes locales reconocidos y destacados. Recibido por el distrito, después de terminado el primer comodato con la gobernación, volvió a caer en el olvido y a cerrar sus puertas.

 

Una nueva etapa llegó con el arribo a la gobernación de Bolivar de Dumek Turbay Paz, quien de inmediato tramitó un nuevo comodato, estableció una estructura administrativa, de mantenimiento y vigilancia del parque y emprendió la segunda  fase que incluyó:  la realización de nuevas zonas verdes, una ludoteca para los niños, zonas de recreación, un sendero cultural, la isla de la tertulia, seis zonas de wi-fi,  espacios de descanso y avistamiento de aves en medio del manglar, pesceras interactivas, un patio de juegos para niños, zona de picnic, baños y muelles de observación. Adicionalmente, se mejoró el cerramiento y parqueaderos  y, quizá lo más importante, se definió   una programación permanente y variada para niños y adultos, que lo convirtieron en polo turistico, sitio obligado y punto de encuentro y esparcimiento para visitantes de la ciudad y el país. La acogida y el éxito del parque fueron tan impactantes, que hubo que establecer turnos para las visitas de grupos e instituciones educativas, llegándose a contabilizar un promedio de cerca de 20000 viistantes semanales.

 

Todo parece  indicar que en una de las primeras peloteras del nuevo alcalde, cuando pidió al nuevo gobernador, “no metersele al rancho”, fue cancelado tácitamente el comodato vigente con la gobernación y, como quiera que la pandemia ha sido excusa y motivo para no hacer nada, nuevamente ha quedado el parque en un limbo administrativo, huérfano y abandonado, corriéndose el riesgo de que habitantes de la calle y amigos de lo ajeno hagan de las suyas. 

 

Pero si por el espíritu del Manglar llueve, por los demás parques no escampa: El Cangrejo Azul y El Lineal de Crespo, reportan igualmente serios estados de postración y, si esto ocurre con las joyas de la corona, no quisieramos imaginarnos lo que pasa en los otros parque mas alejados y con menos renombre. 

 

Hace unos días vimos que, de rapidez, le estaban haciedo una especie de “jua jua” al parque, ante las primeras protestas ciudadanas por el cierre y abandono más reciente. En ralidad lo que se espera es que, de una vez por todas, se defina una política clara y efectiva de manejo de parques de la ciudad, que garantice su atención y administración  eficiente y permanente y que evite que a cada rato se vean sometidos y convertidos en sujeto de las arbitrariedades, veleidades y malacrianzas de los alcaldes y administraciones de turno.

 

Como dice Helen Rappaport en su saga de los Romanov: “EN EL DESIERTO PARQUE ALEXANDER SOLO QUEDABAN LOS GATOS.”


Cartagena, junio 14 de 2021

 

 

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