Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta SMAD. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta SMAD. Mostrar todas las entradas

lunes, 15 de noviembre de 2021

LA EXALTACIÓN DE LA DESIDIA

De tantas y tantas chambonerías que se han hecho en Cartagena, una de las más reconocidas por su fealdad, ubicación y pésima funcionalidad, es el famoso puente o loma que se construyó en el barrio de Crespo, a la salida del túnel, para empalmar la vía al mar con la Avenida Santander. Nadie se atrevió a ponerle un nombre y, generalmente, se le conoce como, el esperpento, el mamotreto o la loma de Crespo.

 

Debido a que nunca se le comunicó o socializó, como dicen ahora, a la comunidad, sobre los detalles del proyecto, nadie, ni siquiera los líderes cívicos del barrio, que solicitaron en innumerables ocasiones el contenido y planos de la obra total, conocía de la existencia del dichoso puente, dentro de un proyecto misterioso y desintegrado, que, además, traía la etiqueta de caballo regalado, por lo que, en teoría, no debíamos mirarle el colmillo y aceptar cualquier vaina.

 

Cuando se inició su construcción y la gente se percató del desastre, ya era tarde: La inmensa loma comenzó a crecer y crecer, llevándose por delante un importante sector de la emblemática y tradicional Playa de Marbella, en la que las cartageneras, históricamente, habían paseado y lucido su piel morena y que, en tibias noches de luna, sirvió de refugio alcahuete, a los “amores contrariados de Billy Sánchez y Nena Daconte”.

 

Por supuesto que la ciudadanía se mostró descontenta, molesta y emputada, por este atentado contra la única y última playa verdaderamente popular de la ciudad. Era increíble que, para evitar atravesar una playa con una vía, que pasaría por el frente de algunos edificios de apartamentos, se construyera un túnel, que luego terminaría en una loma gigantesca, que acabaría con un tramo de playa y un paisaje marino, iguales al que se proponía preservar. No faltó, por supuesto, el malicioso que dijera sonriente, que la diferencia era que: una playa era de ricos y otra de pobres.  Parece que este argumento tuvo poca acogida, frente a otro opuesto, que decía que en realidad en Cartagena no había ricos. Si acaso, algunos espantajopos habladores, medio acomodados.

 

Lo cierto es que no valieron  las súplicas de los vecinos afectados, las protestas de los expertos ambientalistas y mucho menos los diagnósticos certeros y descalificadores de arquitectos y reconocidos urbanistas, quienes, diseños en mano, como el de Grace, Carrascal, proponían la construcción de una  “rotonda turbo holandesa”, que no solo dejaría incólume la legendaria playa, sino que además sería otro sitio de embellecimiento de la entrada de la ciudad y atractivo turístico, muy al estilo de los que construyen las ciudades que si quieren y respetan el ambiente.

 

Se sabe que el dueño del contrato, al pasar por el sitio, para atender una reunión urgente en la alcaldía, miro el adefesio, se sonrió y dijo: “mierda verdad que es maluco”. La reunión fue citada por el alcalde de turno, debido a las inconformidades y señalamientos y, sobre todo, por las fuertes protestas con bloqueos de vías, en el propio sitio donde se construía el puente. A la final, allá encerraditos en la Aduana, sin la presencia de los líderes ciudadanos, se concluyó que todo era perfecto y el alcalde al fin decidió algo: Echarles el SMAD a los manifestantes, todos vecinos de los barrios afectados, que nunca fueron escuchados. Obvio que nosotros no permitimos que nos apalearan y nos retiramos, cuando nos dimos cuenta que, tenía más reversa un avión de Taxader

 

 

Así se hacen las vainas en Cartagena. El famoso puente, además de destruir y dejar inutilizados mas de 2000 metros de playa y acabar con un sistema paisajístico de gran arraigo popular, genera un fuerte bloqueo en el tráfico que viene del Aeropuerto, debido a que solo dejaron un estrecho carril de salida, que para colmo de males tiene un semáforo debajo mismo del puente. Como si fuera poco, con la construcción del puente loma, se bloquearon los drenajes naturales del terreno, lo que genera que, cada vez que cae un serenito, se formen dos tremendas lagunas a lado y lado, dando lugar a lo que ya todo sabemos: mas trancones y mas caos en la de por si ya caótica movilidad.

 

Para la época ninguna autoridad ni gremio y mucho menos corporación pública, abrió la boca y se hizo lo que a los constructores les dio la gana. Hoy, cuando ya nadie recuerda lo sucedido, solo quedan los vecinos de Crespo, liderados por la Junta de Acción Comunal, Asocrespo y un conocido edil de la localidad, intentando mantener vivos los chamizos del parque lineal, construido, a medias, sobre el espacio donde se hizo el famoso túnel, como contraprestación por el daño ecológico infringido al ambiente y a la comunidad. Ni la alcaldía, ni la Concesión Vial, ni nadie, responde y solo nos queda ver como se cae a pedazos otra obra que, muy seguramente, fue pagada por todos y como desaparecen varios kilómetros de playa, que serían una bendición para los bolivianos.

 

Recordaba esta historia cuando vi, hace unos días en redes, que una conocida líder mostraba, ingenuamente, una sugerencia, de como se debería diseñar y construir la quinta avenida de Manga, para respetar al ambiente y no generar los odiosos peajes. Ojalá tengan suerte en esta ocasión. En un mundo donde dar un like en Facebook se ha convertido en un lío y en una ciudad al garete, sin planificación, ejecución y control, y donde el “juanlaverguismo” impera, es poco lo que podemos esperar.

 

Se que estoy mostrando el momento más oscuro de la noche, aunque con la esperanza de que las luces del nuevo día, nos den la ponderación y la sabiduría para corregir el rumbo y poner fin a esta mojosera.

 

Como diría Raúl Portela: “El velo de la nostalgia, cubre tu rostro de linda princesa”.


Cartagena, noviembre 15 de 2021

lunes, 14 de junio de 2021

REQUIEM POR EL PARQUE

Parece que el péndulo del Parque Espíritu del Manglar, vuelve a su lado más oscuro. Hay noticias de muy mal presagio, que señalan que, desde que fue regresado su manejo al Distrito de Cartagena, se encuentra cerrado, abandonado y en estado crítico. Se dice que el icopor, las ratas y los malandros, que son primos hermanos de los malandrines, ya acechan nuestro querido y emblemático refugio ecológico, familiar, cultural y social.

 

Ese pedazo de tierra, ubicado en uno de los sectores mas codiciados y costosos del mundo y que milagrosamente escapó de la voracidad de los amigos de rellenar, cercar y urbanizar, no ha tenido a través de su historia, un desarrollo completamente pacífico y auspicioso y, si bien es cierto, en épocas ha gozado del cariño y cuidado de muy buenos mecenas, en otras, ha sido menospreciado, maltratado y quien sabe con que oscuros fines, abandonado a su suerte.

 

Construido a comienzos de siglo, fue finalmente dado al servicio en 2003, con dos objetivos ambientales fundamentales: servir como pulmón renovador del oxígeno para el Centro de la ciudad y usarse como zona de amortiguamiento de las escorrientías de los barrios Nariño y Torices, para así regular las aguas del caño Juan Angola. Pretendía además valorizar la presencia del manglar como filtro biológico y  servir de habitat a la gran la variedad de fauna nativa de garzas, pericos, perezosos, mapaches y culebras boas, lo que daría mayor encanto al lugar, en su utilización final como parque y sitio de esparcimiento de propios y visitantes.

 

Pero la emoción duró poco: Ya en 2004, era abandonado el parque por la administración distrital de turno, después de que fuera vandalizado  e incendiadas algunas de sus instalaciones, en una refriega entre policía y manifestantes, quienes perseguidos por un grupo de rabiosos efectivos del  SMAD, terminaron refugíandose en el. Estos hechos unidos a la poca voluntad del alcalde, para asumir el manejo de unas obras, realizadas por su antecesor y contrincante político, llevaron al Espíritu del manglar a una de sus más largas etapas de desamparo y descuido. 

 

Este largo período de abandono culminó en 2012, cuando un grupo de aproximadamente 45 jóvenes entre 18 y 35 años, pertenecientes al grupo ambientalista Rainbow, provenientes de 17 países, estuvieron acampando en el parque y realizaron labores de limpieza, lo que coadyuvó a que , mediante comodato, fuera asumido por la Gobernación de Bolívar a cargo de Juan Carlos Gossaín, quien adicionalmente apádrinó otros parques importantes de la ciudad y, con una inversión cercana a los 4500 millones de pesos, lo restauró construyendo islas, paseos e instalando estatuas de personajes locales reconocidos y destacados. Recibido por el distrito, después de terminado el primer comodato con la gobernación, volvió a caer en el olvido y a cerrar sus puertas.

 

Una nueva etapa llegó con el arribo a la gobernación de Bolivar de Dumek Turbay Paz, quien de inmediato tramitó un nuevo comodato, estableció una estructura administrativa, de mantenimiento y vigilancia del parque y emprendió la segunda  fase que incluyó:  la realización de nuevas zonas verdes, una ludoteca para los niños, zonas de recreación, un sendero cultural, la isla de la tertulia, seis zonas de wi-fi,  espacios de descanso y avistamiento de aves en medio del manglar, pesceras interactivas, un patio de juegos para niños, zona de picnic, baños y muelles de observación. Adicionalmente, se mejoró el cerramiento y parqueaderos  y, quizá lo más importante, se definió   una programación permanente y variada para niños y adultos, que lo convirtieron en polo turistico, sitio obligado y punto de encuentro y esparcimiento para visitantes de la ciudad y el país. La acogida y el éxito del parque fueron tan impactantes, que hubo que establecer turnos para las visitas de grupos e instituciones educativas, llegándose a contabilizar un promedio de cerca de 20000 viistantes semanales.

 

Todo parece  indicar que en una de las primeras peloteras del nuevo alcalde, cuando pidió al nuevo gobernador, “no metersele al rancho”, fue cancelado tácitamente el comodato vigente con la gobernación y, como quiera que la pandemia ha sido excusa y motivo para no hacer nada, nuevamente ha quedado el parque en un limbo administrativo, huérfano y abandonado, corriéndose el riesgo de que habitantes de la calle y amigos de lo ajeno hagan de las suyas. 

 

Pero si por el espíritu del Manglar llueve, por los demás parques no escampa: El Cangrejo Azul y El Lineal de Crespo, reportan igualmente serios estados de postración y, si esto ocurre con las joyas de la corona, no quisieramos imaginarnos lo que pasa en los otros parque mas alejados y con menos renombre. 

 

Hace unos días vimos que, de rapidez, le estaban haciedo una especie de “jua jua” al parque, ante las primeras protestas ciudadanas por el cierre y abandono más reciente. En ralidad lo que se espera es que, de una vez por todas, se defina una política clara y efectiva de manejo de parques de la ciudad, que garantice su atención y administración  eficiente y permanente y que evite que a cada rato se vean sometidos y convertidos en sujeto de las arbitrariedades, veleidades y malacrianzas de los alcaldes y administraciones de turno.

 

Como dice Helen Rappaport en su saga de los Romanov: “EN EL DESIERTO PARQUE ALEXANDER SOLO QUEDABAN LOS GATOS.”


Cartagena, junio 14 de 2021