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lunes, 22 de septiembre de 2014

Desde Chile con Amor

No parecen muy edificantes las actividades en que se ha visto involucrado nuestro Congreso en los últimos tiempos. Resulta  decepcionante ver a los padres y madres de la Patria, degradados, hasta el extremo de presentar el espectáculo deprimente y retrógrado de peleas sectarias y callejeras, al mejor estilo de los lances del bipartidismo de los años cuarenta, que fue el que precisamente nos llevó a los extremos violentos en que  aun hoy nos encontramos.

Se ha vuelto una cultura politiquera  decadente, el creer que el Congreso es el escenario propicio para desatar odios, trasnochar rencillas, desenmascarar   hampones de todas las pelambres y alimentar el gusano degenerado de una confrontación eterna, de pretensiones de poder ilimitado y discursos altisonantes y prepotentes, mal ejemplo para un pueblo ya de por si escaldado por los odios históricos de la iniquidad, la exclusión y una pobreza atávica e interminable.

Mientras el país se descarrila por los senderos del desmadre, la inseguridad, las inundaciones y todas las demás plagas que siempre nos han acompañado, nuestros congresistas no encuentran nada mejor que hacer, que ganarse el sueldo pastoreando rencores, en un país al que no le cabe una pelea más. Bajo la inocente fachada del “debate de control político”, se da rienda suelta  al lamentable episodio de  sacrificar la verdad, la esperanza y las buenas costumbres, en el altar de la hipocresía, el cinismo y el engaño.

Son tantas las presuntas o reales injurias y  calumnias que resultan de cada debate, que la Corte Suprema y la Fiscalía se ven desbordadas por la necesidad de distraer a sus mejores funcionarios, para atender querellas y denuncias,  lavar la dignidad y restablecer la arrogancia y la imagen de los ofendidos, mientras los bandidos “campean por sus fueros” y el pueblo se desquita diciendo que “la Justicia no sirve sino para los de ruana”.

No suena lógico ni inteligente, que mientras nuestros legisladores se desgañitan jugando a ver quien es el más verraco, el que mejor discursea y “les canta la tabla a los demás”, el resto de la humanidad avanza en la dirección contraria, en la búsqueda de las grandes soluciones y en el entendimiento de los grandes fenómenos técnicos y científicos, que permitirán que en los próximos 50 años, avancemos un tramo similar al que recorrimos en los últimos 20000 años.

Para no ir muy lejos, Guido Girardi L., Senador chileno y “Presidente de la Comisión de Desafíos del Futuro”, acaba de convocar a todo el país al IV Congreso del Futuro, que se realizará en el seno del legislativo chileno, en enero próximo y al cual ya han confirmado asistencia, pensadores, científicos e intelectuales de reconocida trayectoria mundial y grandes aportes, en los importantes temas que interesan a quienes aspiran a insertarse con éxito en el siglo XXI. Nanotecnologías, eliminación de la pobreza, prolongación de la vida, energías renovables, calentamiento global y vida artificial, entre otros, tendrían que ser los aspectos en que deberían estar inmersos los “padres y madres de la patria”, si  en realidad quisieran ser proactivos y hacer la tarea para la cual los hemos elegido.

“Estamos en el siglo XXI, pero seguimos pensando como al comienzo del siglo XX. Vivimos en el futuro, pero anclados al pasado. Para tomar hoy decisiones fundamentales debemos entender el mundo que viene”, ha dicho Girardi, quien sostiene que uno de los mayores déficit de nuestras naciones es precisamente el de no tener un proyecto de país, y eso sí que es cierto para Colombia. Los fracasos de nuestras reformas estructurales, la vergüenza de los debates y el descrédito cada vez mayor de sus miembros, indican claramente que nuestros congresistas no están dando pasos en la dirección correcta, no están marchando en la dirección de un desarrollo inspirador.


Los optimistas pensamos que no todo está perdido, que aun quedan congresistas buenos y capaces, que en cualquier momento nos van a sorprender con la buena noticia del timonazo salvador, que  enderece el rumbo de este “barco fantasma” por los caminos de la inteligencia y la razón. Como dice Mariano Chimá, en un desahogo que le salió del alma: llegó la hora de que nos hagamos el debate interno. Nunca como hoy había estado un Congreso  tan preparado para ser revocado.

@rododiazw

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