Uno de mis hermanos, que es un
guasón inmortal, sostiene que cuando comenzamos
a ver grande la Avenida San Martín de
Bocagrande, es porque nos está haciendo
falta un viaje a Nueva York. Verdad o mentira, lo cierto es que de vez en
cuando viene bien una salidita, ver cosas nuevas, acercarse a otras culturas y,
sobre todo, hacer comparaciones que nos permiten observar, que no todo es tan
bueno por allá y que nosotros, también tenemos cositas para mostrar.
Caminando por las calles de Santiago
de Chile, tuve ocasión de añorar dos de las buenas actitudes que tenemos en
Colombia y casi no destacamos: la
primera es la amabilidad, que sin excepción nos reconocen y que medios de todo
el mundo han ratificado en forma contundente: “Colombia es el
país más amigable y amable del mundo. Desde los niños en el bus escolar, hasta
los taxistas amantes de la velocidad, todos los colombianos son criados con
modales que rara vez se ven en otra parte del mundo. Desde Bogotá hasta
Cartagena, la gente está dispuesta a mostrarte su país y ayudarte en tu viaje.
Colombia es un país difícil de abandonar”, concluye el artículo del portal
especializado, HubPages.
Otro
aspecto por el cual también deberíamos “sacar pecho”, es el de haber logrado
desde hace mucho tiempo, el cambio cultural que eliminó por completo el hábito
de fumar en sitios públicos y sitios cerrados. En casi todos los países
considerados modernos y cultos, se encuentra uno con que todavía mantienen la extraña
costumbre de tener zonas de fumadores en restaurantes, aviones y sitios
públicos, y nos sorprendemos por la cantidad de gente fumando en plena vía
pública y el enrarecido ambiente de “cachimba”, que se detecta en cualquier
sitio, y que, rápidamente impregna la ropa. Toco madera para que nuestros
jóvenes, que han retomado con entusiasmo el tema del cigarrillo, no dañen estos
buenos y saludables logros.
Pero
también tengo que admitir que viajando se encuentra uno con cosas buenas, que
quisiera trasplantar a su país, para
aprovechar las ventajas que generan. Hubo dos
que, especialmente, llamaron mi atención, al observar el control de la
movilidad en el centro de Santiago: La primera se relaciona con el manejo del
cambio de los semáforos en las grandes avenidas y lo que llaman las olas
verdes. El cambio de luces está calibrado de forma tal, que cuando usted espera
un cambio de rojo a verde, un mensaje le informa que si continúa a velocidad
promedio de 65 Km/Hr, nunca más le
tocará parar en un semáforo en rojo, en esa avenida. La otra, bien interesante,
es la forma como aprovechan el estacionamiento
de vehículos en las vías públicas. El sistema está concesionado y a cada
señor se le asignan nueve sitios de estacionamiento, que controlan con
dispositivos electrónicos de registro de tiempo y que producen un promedio de
medio millón de pesos diarios. De esta forma se generan cerca de cincuenta mil
puestos de trabajo en todo el país y, sobre todo, se alivia el problema del
estacionamiento público.
Los
chilenos, que son tan amigables como los colombianos, acaban de salir de la
tensión y el distanciamiento que les genera la conmemoración de un año mas, de
la caída y muerte del expresidente Allende y de inmediato se reunifican y
reconcilian para festejar sus fiestas patrias, que son unas de las
celebraciones más populares en Chile, en las que conmemoran la instalación de
la primera Junta de Gobierno independiente en 1810. Usualmente se resaltan las
tradiciones típicas de la identidad nacional que conforman la llamada
“chilenidad”, particularmente el folclore chileno. Las fondas o ramadas se
instalan en estas fechas como centros de entretenimiento, mezclando música,
baile y platos típicos de la cocina tradicional, casi siempre regados con los
buenos vinos chilenos. Dentro de las actividades oficiales, las autoridades
chilenas celebran además el Te Deum Ecuménico y la “infaltable” Parada Militar.
Para completar el panorama, el país
se encuentra en plena campaña política para elecciones presidenciales y de
senadores y diputados, el próximo mes de Diciembre. La señora Bachelet, cuya
campaña consiste en hablar con los votantes, mientras barre el jardín de su casa,
será reelegida al mejor estilo latinoamericano. Llama la atención la carencia
total de propaganda política ensuciando y contaminando la ciudad. Como dicen
ahora los muchachos: Ahí sí “me
partieron el ojo” los chilenos…
@rododiazw
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