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domingo, 25 de octubre de 2020

RESILIENCIA Y CONFORMISMO

La Resiliencia es una condición mecánica de los materiales, que se relaciona con la capacidad de volver a sus condiciones originales, después de haber sido sometidos a esfuerzos sin romperse.  El caso típico es el del arco, que se tensa y se dobla para disparar la flecha y luego, vuelve a retomar sus características originales.

 

Por allá a finales del siglo pasado, los siquiatras y los psicoanalistas, extrapolaron el término a las situaciones comunitarias y sociales, llegando a aceptar   que: “la resiliencia es la capacidad de adaptarse de modo aceptable la sociedad, a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente, un grave riesgo de resultados negativos”. 

 

La palabreja, que inicialmente fue exclusividad de cachacos eruditos, se ha perrateado un poco, sobre todo en estos tiempos de pandemias y sufrimientos de pobres y hoy día, es casi obligatorio dejarla caer de vez en cuando, en cuanto webinar o foro virtual participemos, para no correr el riesgo de ser considerados corronchos, ignorantes o analfabetas funcionales y condenados al sutil matoneo.

 

La sociedad resiliente por antonomasia es la japonesa. Después de las barbaridades de las guerras mundiales. Después de haber servido de laboratorio de prueba para los juguetes atómicos de los gringos y quedar literalmente convertidos en cenizas, no solo tuvieron el aguante de resistir y adecuarse a las nuevas circunstancias, sino que, a pesar de haber tenido que vivir experiencias tan negativas en la vida, han logrado sobreponerse e incluso sobresalir de su condición, creándose y desarrollándose en un ambiente positivo, contrario al propósito que se podía pensar hubieran tenido ante la situación adversa. 

 

La actitud japonesa no solo se adaptó al concepto original de resiliencia, sino que inauguró el paradigma moderno, según el cual, no solo basta adecuarse a la situación dificil. La sociedad japonesa cambió el concepto de resiliencia por todo un proceso, una novedosa perspectiva de desarrollo humano, que permite hacer frente a las adversidades y salir fortalecido de ellas. Hoy sus símbolos de lucha son: el bambú, que es rígido y flexible al mismo tiempo. El ciruelo que es tan fuerte que florece en pleno invierno y el atún, por su gran velocidad. Su slogan de combate no es, “el pez grande se come al chico”. No señor, su slogan es: “el pez rápido se come al lento”.

 

A diferencia de otras sociedades, nosotros somos una sociedad ensimismada y determinista. Creemos que nuestras vidas están regidas, o fuertemente determinadas, por circunstancias que escapan a nuestro control, de modo que nadie es responsable, en última instancia, de lo que hace o deja de hacer. Nos hemos vuelto tercos y conformistas y nos solazamos en nuestras desgracias. Creemos firmemente que nuestro pasado determina el presente y que nuestro presente determinará el futuro. Nos pasamos doscientos años discutiendo si las casas las pintábamos de azul o de rojo y somos la única sociedad de la creación, que no tiene claro si la paz es mejor que la guerra.

 

Nos quedamos extasiados con las mentiras con las que cada 4 años nos engañan, para que los mismos cuatro pendejos sigan haciendo de las suyas, creando impuestos para tres meses, que ya llevan 20 años y fortaleciendo un Contra Mamertismo internacional que añora a Hitler, Mussolini, Stalin y Uribe y que ha refinado sus artes, para callar a sangre y fuego, al indignado que se atreva a abrir la boca.

 

En el plano local nada es diferente: no hay día en que no recordemos con patriotismo el sitio de 1815 y homenajeamos a nuestros héroes y mártires, entregándoles nuestros servicios públicos y nuestros mejores negocios, a los que nos sitiaron y expoliaron. Llevamos 20 o más años quejándonos de los malos gobiernos de la ciudad, de nuestro atraso, de la pobreza y sin embargo, elegimos a un fanático, confundido y ofuscado, que no distingue la gimnasia de la magnesia, rodeado de personas que no les importa convertirse en sapos, con tal de ganarse el beso de la princesa y que cree que con brinquitos y charadas, va a solucionar los problemas urgentes de la ciudad. 

 

Hace mas de quinientos años los españoles nos encontraron adorando al sol. Hoy nos encuentran venerando a un tractor. Como decía el maestro: dentro de veinte años, una Salamandra Dorada, será elegida alcaldesa de Cartagena.



https://es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Diaz_Wright 

 

 

2 comentarios:

  1. Sandra Antonia Suparo Pinzón26 de octubre de 2020, 20:32

    Excelente artículo! Muy bien expuesto el tema! Lo compartiré con amigos y familia!

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  2. Muy buen artículo aquí queda plasmada la problemática actual del pais y la ciudad..con el permiso del autor lo compartiré..

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