Una noche de Enero de 2006, un
Viceministro de Transporte viajaba hacia
Cartagena por la vía conocida como anillo vial. Venía contento y lleno de esa
felicidad que sienten los que pasan todo el año en el imperio de la burocracia
y la intriga, esperando el mes de Diciembre, para dejarse atender por los
costeños esplendidos, que no escatiman esfuerzos en aras de su cordialidad
proverbial.
A la altura de Arroyo de Piedra el
tráfico se fue deteniendo poco a poco,
hasta casi paralizarse y su carro cachaco –sin aire acondicionado- con
todos los vidrios abajo, se lleno de la arena que arrastraban los remolinos de
las playas vecinas. Siete horas después llegó finalmente a la Avenida
Santander, sudado, “emputado”, hambriento, y sin entender como un viaje de
media hora podía convertirse en una tragedia de toda una noche?
Cuando finalmente se reunió con sus
amigos, solo quedaban las hojas de bijao
de los pasteles, preparados en su honor por un político local y entre chiste y
chanza, medio entendió que la entrada a Cartagena se hacía por una callecita
interna del barrio de Crespo, la cual no tenía capacidad para los 50000
vehículos que pretendían entrar al mismo tiempo: la famosa calle 70.
Al día siguiente, enguayabado y
todavía contrariado por la experiencia “kafkiana” del trancón de 7 horas, se
acordó que precisamente era Viceministro de Transporte. Convocó a una rueda de
prensa y la soltó de una: la calle 70 sería ampliada a 6 carriles, así para
ello fuera necesario tumbar medio barrio de Crespo. Nunca más un visitante,
cachaco, costeño, o de donde fuera, sufriría una humillación como la que él
había padecido.
Como todas nuestras cosas, la
solución se convirtió en un problema: La disputa entre quienes no queríamos que
se sacrificara la tranquilidad del barrio, al ser "bazurtizado" con
una gran avenida de entrada y salida de la ciudad y quienes no aceptaban que la
vía fuera construida por la playa que bordea el barrio, como se planeó
originalmente, derivó en una controversia nacional, en la que las tesis
imperantes fueron las expuestas por un ex alcalde andino, quien dejaba a la
audiencia con la boca abierta, pontificando sobre la "tendencia mundial a
eliminar todas las vías costeras y reemplazarlas por túneles monumentales, que
atravesarían las ciudades de un extremo a otro". Pura paja: todavía no he
visto la primera.
La solución milagrosa vino del
Gobierno Central: Con espectaculares videos y Power Points, mostraron lo que
casi sería la octava maravilla del mundo: El Túnel de Crespo. En realidad no
era un túnel, era una caja de concreto armado, montada sobre la arena de la
playa y luego sepultada con mas arena y
cubriría exactamente los 600 metros en donde se encontraban los
edificios y apartamentos de los acaudalados e importantes visitantes de verano,
defensores a ultranza de la ampliación de la 70. Complementado el túnel, con
obras paisajísticas, ciclorutas, paseos
peatonales y parques, era la versión criolla del mítico Shangri - La. Fue el
propio Presidente de la República quien dio la gran noticia a la dirigencia
local, quienes, con lagrimas en los ojos, agradecieron al líder magnífico y
aprovecharon la oportunidad para nuevamente destacar su sabiduría y jurarle
lealtad eterna.
Quienes hoy pasan por Marbella se
asombran de ver como se "Bazurtizó" la Playa. No por el infame mercado
sino por la desastrosa loma, que dejó sin sustento todas las románticas teorías
de las playas vírgenes y el paisaje idílico que no se debería afectar. Para las
playas de los pobres no hay teorías ecológicas que valgan. Los ambientalistas
y defensores del paisaje que se rasgaron
las vestiduras, cuando se pensó en construir la vía a nivel por la playa, ahora
se hacen los de la vista gorda o la oreja mocha y “pasan de agache”, al igual
que Concejales, Alcalde y demás entes de control, que deberían estar tomando
acciones ante semejante despropósito.
Los niños de Marbella conocerán el
mar cuando ya sean hombres hechos y derechos, ya que por una maldición de las dinastías
criollas que han manejado a su antojo los destinos de la ciudad, han sido
condenados a no conocer el balneario mítico donde Nena Daconte y
Billy Sánchez de Ávila, se tropezaron con el amor desaforado que los marcó para
siempre… Definitivamente todo lo del pobre es robado…
@rododiazw
Esta es la fina pero agresiva pluma que me gusta leer. Se acabó el encantador idilio de hoteles como el España y el Bellavista. Ojalá me equivoque y no vea torres construidas del otro lado del viaducto quitandole la vista a residentes en edificios como el Eliana.
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